HEEVSLR 130

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Hermana, en esta vida soy la Reina

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Amarga medicina y dulce consuelo



Ariadna no bajó la guardia y no cogió la mano de Cesare que se tendía ante ella.


"Conde Cesare, ¿Dónde está su compañera? ¿Por qué está aquí?"


Ariadna no había oído que Cesare hubiera encontrado otra compañera, pero no creía que hubiera venido solo. Como en su vida anterior, habría traído a la mujer que hubiera querido, casada o no.

Pero Cesare tenía la coartada perfecta. Sonrió e inclinó la barbilla hacia los invitados de honor. 


"Hoy estoy haciendo un poco de piedad filial, mi compañera está sentada allí"


En el rincón más alejado de la sala, Condesa Rubina, en todo su esplendor, sorbía su vino con gusto.


"Mi madre tiene el honor de entrar hoy con el hombre más guapo de San Carlo"


Era cierto que había entrado con una mujer casada, pero no el tipo de mujer casada que Ariadna había imaginado. Dejó escapar una breve carcajada ante lo absurdo de todo aquello. Entonces Cesare añadió un comentario.


"No sólo es guapo, sino también mucho más joven"


Ariadna soltó una carcajada por lo absurdo del comentario y se sintió como perdida. Cesare rió con ella y alargó la mano, cogiendo la de Ariadna, con la guardia baja, llevándola al suelo. 


"No digas que no, querida"


Ariadna no se sacudió la mano de Cesare. Alfonso estaba ahora mismo en esa pista, con Archiduquesa Larissa. 

Casualmente, Cesare tomó la mano izquierda de Ariadna con la derecha y bailó suavemente hasta el centro de la pista. 

Los pasos de Ariadna se ralentizaron ligeramente al sentirse nerviosa por acercarse a Alfonso y a Archiduquesa Larissa, Cesare, al darse cuenta, se inclinó hacia ella y le preguntó sin rodeos:


"¿Por qué? ¿No te gusta el centro?"


preguntó Ariadna, sobresaltada.


"¿Qué, qué?"

"Porque sigues presionándote. Si tienes miedo, no iré"


Dio un paso fluido, dejando espacio a Ariadna para girarse. Había espacio suficiente para alejarse del centro, pero los nervios de Ariadna pudieron con ella y declinó la oferta de Cesare. 


"No, no. ¿De qué hay que tener miedo?"


Añadió tras un rápido giro. 


"Vamos, al centro"


Con una lenta sonrisa en los labios, Cesare condujo a Ariadna al centro de la pista de baile. 

Aquí fue donde Conde Cesare se lanzó a la pista de baile como pez al agua, cuando cogió la mano de Ariadna y pisó la pista, las miradas de los nobles se fijaron en él. Los nobles que bailaban susurraban al oído de sus parejas, y los nobles sentados, que observaban la pista de baile desde sus asientos, empezaron a cuchichear con sus compañeros. 


- "Conde Cesare, le han rechazado una pareja y aún así la trae aquí"

- "He oído que Conde Cesare está enamorado de ella y, por una vez, va en serio, no se contiene"

- "No hay sinceridad en un hombre así, sólo finge hasta que lo consigue"


Cesare conducía a Ariadna con gracia y soltura, sin inmutarse por las miradas, de hecho, se deleitaba con ellas. 

Regodeándose en las miradas, giró hacia su pareja de baile.


"¿Cómo está ese Valdessar por el que decidiste abandonarme?"


Ariadna respondió con una sonrisa burlona.


"¿Cómo que digno?"

"Si le elegiste a él antes que a mí, más vale que sea más guapo que yo, más gracioso que yo o más aterrador de llevar que yo"


Levantó la barbilla hacia Raphael, de pelo plateado, que bailaba con Julia en la distancia.


"De los tres, ¿en qué es mejor que yo? ¿Por qué preferiste a ese elegante?".


A Cesare le molestó en secreto la burla de Ottavio. 

Ariadna estalló en carcajadas. 


"Conde Cesare, ¿está tratando de mantener a raya al Marqués Valdessar?"


Él se tomó sus palabras con calma.


"Por supuesto que no; Valdéssar no es rival para mí; pero ¿quizás la joven tenga un ojo morado?"

"Se equivoca de lugar, Conde Cesare. Marqués Valdéssar y yo no nos parecemos en nada"

"Vaya, vaya, jovencita. Qué ingenua. Todos los hombres son lobos"


Dio un ligero apretón a la mano de Ariadna y le susurró al oído. 


"Más aún cuando son tan taimados como Raphael Valdéssar, vistiendo la piel de una oveja blanca"


Ariadna se apartó del agarre de Cesare y se dirigió a las afueras de la pista, sin dejar de decirle que Marqués Valdéssar tendría poco interés en las mujeres, ya que pretendía dedicarse a la Orden y convertirse en sacerdote. 

Le había prometido a Raphael guardar el secreto. Pero no pudo evitar añadir, ya que le parecía que Raphael estaba siendo ridículamente malinterpretado. 


"¿No cree que ve demasiado el mundo a través de sus propios ojos? No creo que Marqués Valdéssar sea así"


Cesare resopló con fuerza y levantó los brazos, haciendo girar a Ariadna salvajemente. 


"Un hombre honesto como yo sencillamente no miente; sólo parezco malo porque digo lo que quiero sin rodeos"

"Sabes que quedas mal"


No contestó, sólo se encogió de hombros.


"Los más peligrosos son los que fingen ser sinceros, los que fingen ser buenos, los que fingen ser virtuosos, cuyos deseos son tan bajos que ni siquiera pueden sacarlos de su boca".

"¿Hipocresía?"

"Has acertado, querida niña, eso es lo que es. Todo hipocresía"


Ariadna agarró la mano de Cesare y la hizo girar bruscamente. Ella replicó con una amplia sonrisa.


"Pero tomaré la hipocresía antes que el vicio cualquier día, incluso la hipocresía es buena al final"


Se estaba produciendo un animado intercambio de palabras al son de un elegante vals. Pero el ambiente era ligero y Cesare estaba disfrutando. 

Un baile, con todas las miradas puestas en él, bailando y discutiendo con una doncella de vestido azul cuyas largas extremidades se extendían como las de un ciervo, era una comunión poco común. 

Y aquella cuya mirada él más disfrutaría estaba bailando en el centro de la pista. 


¡......!


A Alfonso le dio un vuelco el estómago y creyó que se le iba a salir por la boca cuando vio a Cesare bailando el vals a sólo diez pasos con Ariadna en brazos. 

No pudo evitar mirar fijamente a Ariadna y a Cesare. En un momento dado, Ariadna estableció aparentemente contacto visual con Alfonso, pero luego giró la cabeza hacia otro lado y se perdió en la melodía del vals.

Al darse cuenta de que no le prestaba atención, Archiduquesa Larissa gorjeó inquietantemente. 


"¡Príncipe Alfonso......!"

"..... Princesa Larissa"


Alfonso suspiró y volvió a centrar su atención en Larissa, dándose cuenta de que si no se ocupaba de esto ahora, no podría dar el siguiente paso. 


"No te quiero"


Larissa miró a Alfonso con expresión sorprendida. Sus pies tropezaban, ya fuera por falta de energía o por el desánimo que sentía tras oír aquello.

Alfonso la apartó de miradas indiscretas, asegurándose de que no se cayera, pronunció el resto de sus palabras.


"No creo que me enamore nunca"


Alfonso quería ser sincero y decirle que había otra mujer a la que amaba.

Pero dado su temperamento, estaba seguro de que la Archiduquesa intentaría hacer daño a Ariadna. Alfonso tragó con fuerza y eligió sus palabras con cuidado, asegurándose de que hubiera el menor malentendido posible. 


"Si viene a mi lado, será profundamente desgraciada"


Una mujer que no podía ganarse el corazón de su marido, sino sólo abrazarlo como una chapa. Alfonso sabía que ella, su madre, no era feliz.

Pero Archiduquesa Larissa no se convenció tan fácilmente.


"Príncipe, el amor entre marido y mujer se construye con el tiempo, ¡yo puedo estar bien hasta entonces!"

"¿Puedes estar satisfecha sin el amor?"


contraatacó Alfonso, dejando a Larissa sin palabras. 


"Sin pasión ardiente y afecto profundo, sin respeto por la reina, sin afecto conyugal, ¿puedes vivir feliz el resto de tu vida?"


Por lo que a ella respecta, quería tenerlo todo con Alfonso, cuerpo, alma e incluso una mirada fugaz. 

Alfonso clavó una cuña.


"Tengo la intención de hacerlo oficial pronto con mi padre. Quiero que haga como si nuestro matrimonio nunca hubiera existido"


Ante la declaración de certeza del príncipe, las lágrimas brotaron de los ojos de Larissa y su respiración se volvió un poco agitada. 

Le faltaba el aire, quizá porque estaba fuera de forma y había bailado el vals dos canciones seguidas. 


"Lo siento. Por no corresponder a tus sentimientos"


Con la proclamación del Príncipe Alfonso, terminó la segunda canción. 

















* * *
















Volviendo a su asiento tras su vals con Cesare, Ariadna se apoyó en la mesa de la cocina, esperando a que regresaran Raphael y Julia. 

Un sirviente de palacio con una bandeja de burbujas y pequeños aperitivos para picar circulaba ofreciendo a los invitados algo de beber y comer. 


"Señora, ¿quiere tomar algo?"


El sirviente se acercó y le ofreció una copa de burbujeante. 

Pero algo iba mal.

Los criados en los bailes solían moverse con bandejas como sombras, sin hablarle ni ofrecerle nada. Ariadna se sintió un poco incómoda y declinó el ofrecimiento del criado.


"Estoy bien, gracias"


Al declinar, el sirviente sacó una pequeña nota de su bolsillo y la apretó en la mano de Ariadna. 


"Buenas noches, entonces"


Mientras hacía una reverencia y veía alejarse al sirviente de palacio, Ariadna cogió la nota y la desdobló. 

La nota estaba garabateada en cursiva con tinta azul. 


Jardín de narcisos ahora. Te espero en el arco del centro. 

-A.


La letra cursiva era inequívocamente la del príncipe Alfonso. Ariadna gruñó avergonzada, incapaz de ocultar el mohín de sus labios y las comisuras de sus labios que se levantaban por separado. 


"Oh, bueno"


El jardín de narcisos era un hermoso jardín al aire libre que comunicaba con el balcón de la Sala de los Lirios, el salón de baile del día. En primavera, florecían narcisos de todos los colores y la vista era espectacular. 

Fuera ya había oscurecido, así que daba un poco de miedo, pero a poca distancia estaba Alfonso. Ariadna giró hacia el socio de Julia, Barón Caseri, que estaba sentado a la mesa de la cocina. 


"Disculpe, necesito ir al tocador un momento"

"¿Necesita un acompañante?"

"No, está justo enfrente. Cuando vuelva Marqués Valdessar, por favor, dígale algo"

"No se preocupe, mi querida Mare"


Salió corriendo del salón de baile con pasos ligeros y bajó por la escalerita que llevaba al jardín de narcisos. 

¡Pronto se encontraría con Alfonso!

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