LESVAC 221

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La Emperatriz se volvió a casar 221

Día y noche



"¡¿Encontraste a Rivetti?!"

Laura se acercó rápidamente al Vizconde Langdel con los ojos bien abiertos, apoyó las manos en el sofá y aproximó su rostro al de él.

"¿Dónde está Rivetti? ¿Está bien?"

El Vizconde Langdel se inclinó torpemente hacia atrás, como si se sintiera abrumado, y respondió.

"La Señorita Rivetti se encuentra en Moire. Un pequeño pueblo cercano al Territorio Rimwell que la Señorita Rivetti heredó."

"¿Está saludable? ¿No está herida?"

"No lo sé, no se menciona en el informe."

El hecho del informe indicaba que no había sido encontrada por el propio Vizconde Langdel. Supongo que lo hizo uno de sus hombres.

Me puse la mano en el pecho de la felicidad, fue un enorme alivio. Debido a su lamentable situación, me preocupaba que Rivetti pudiera hacer alguna locura.

"Vizconde, ¿le es posible traer aquí a la Señorita Rivetti?"

"¿A la Señorita Rivetti?"

¿Podría una joven noble que recién debutó en la alta sociedad y a la que ni siquiera enseñaron a administrar un territorio, hacerlo por sí sola?

Por lo que sé, su madre también está muy enferma. Por más fuerte que sea su espíritu, si está débil físicamente, tendría un límite para orientar a su hija mientras estuviera a su lado.

"Sólo esta vez, por favor."

El Vizconde Langdel asintió con una sonrisa.

"Lo haré. No es una tarea difícil."

Una vez que el Vizconde Langdel se marchó, la Condesa Jubel y Laura intercambiaron opiniones con caras de preocupación.

"¿Vendrá la Señorita Rivetti, Condesa? Yo no creo que quiera venir. Su orgullo debe estar herido."

"Podría ser el caso. La Señorita Rivetti admira a Su Majestad. Debe haberle impactado descubrir que su padre y su hermano estaban aliados con 'esa mujer'."

"No es justo, la Señorita Rivetti no tuvo nada que ver."

Mastas y Rose, que no conocían a Rivetti, sólo sacudieron levemente la cabeza entre sí y se mantuvieron en silencio.

Caminé de un lado a otro de la habitación con las manos detrás de la espalda mientras escuchaba hablar a la Condesa Jubel y a Laura. Poco después salí al pasillo.

Mastas me siguió rápidamente y me preguntó acerca de Rivetti.

Mientras respondía con lo que me venía a la mente, una tensión repentina surgió en un lado de mi vientre.

Al detenerme con las manos sobre el vientre, Mastas preguntó sorprendida.

"¿Su Majestad? ¿Está bien?"

"No te preocupes, estoy bien."

Volví a bajar las manos y caminé sumida en mis pensamientos.

'... Así como Rivetti necesitaba aprender a administrar un territorio, yo necesitaba adaptarme a cubrir a Heinley en su ausencia.'

Mientras caminaba medio pensativa, vi a Sovieshu parado en el borde del estanque.

Por un momento, me dio la impresión de que estaba a punto de saltar.

"¡Vizconde Langdel!"

Asustada, le pedí al Vizconde Langdel que agarrara a Sovieshu, y también extendí mi mano para congelar el agua del estanque mientras me acercaba.

Sólo unos pequeños trozos de hielo se formaron alrededor de mi mano y cayeron al suelo, pero al menos el Vizconde Langdel consiguió agarrar sin problemas a Sovieshu.

Sovieshu, a quien el Vizconde Langdel tiró repentinamente hacia atrás por la cintura, se quedó asombrado al principio, pero acto seguido preguntó enojado.

"¿Qué estás haciendo?"

"Yo le pedí que te agarrara."

Sin embargo, cuando me acerqué a Sovieshu y se lo hice saber con indiferencia, su enojo desapareció de inmediato.

"¿En serio?"

Sovieshu me sonrió avergonzado, como si no le importara que así fuera.

"Navier."

"No seas irrespetuoso."

Después de que me habló con una falsa cercanía, me di la vuelta y me alejé del estanque.

Me molestó verle sonreír como si nada.

El deseo de vivir del Sovieshu de 19 años era mucho más fuerte que el del Sovieshu de antes de perder la memoria.

Entonces, ¿por qué tuve la impresión de que Sovieshu saltaría al estanque cuando lo vi allí?

La preocupación que me invadió por un momento resultó absurda. Tan absurda que hirió mi orgullo.

"Navier."

Aceleré mis pasos sin mirar atrás. Sólo me detuve una vez que me percaté de que nadie me seguía, excepto el Vizconde Langdel.

Finalmente, me sentí aliviada y me senté en un banco en el interior del jardín.

***.

"Su Majestad. Sólo pregunto por si acaso..."

"No, nunca tuve la intención de saltar."

Ante la respuesta de Sovieshu, que no tenía el menor atisbo de vacilación, el Marqués Karl asintió a regañadientes.

Sovieshu y el Marqués Karl estaban ahora de vuelta en su residencia temporal.

En ese momento, Sovieshu miraba hacia el estanque cuando, de repente, el Vizconde Langdel tiró de él hacia atrás por la cintura, como para impedirle saltar.

El Marqués Karl no pudo ver la expresión de Sovieshu justo antes de que el Vizconde Langdel lo sujetara porque sólo veía su espalda mientras lo vigilaba desde lejos. Sin embargo, era poco probable que el Vizconde Langdel, que también estaba con Navier, hubiera tirado de Sovieshu sin motivo.

La personalidad 'real' de Sovieshu, que aparecía por la noche, vino a la mente del Marqués Karl. Para ser exactos, lo que había dicho mientras se señalaba la cabeza.

— Encuentra la manera de deshacerte de aquel que aparece en el día.

El Marqués Karl se frotó con fuerza la cara con ambas manos resecas.

'¿Será que la personalidad de Sovieshu, que aparece en el día, se enteró? Así que trató de saltar al estanque en venganza o tal vez pensó que podría destruir la personalidad 'real' con otra conmoción. ¿Estoy exagerando?'

"Marqués Karl."

"Sí, Su Majestad."

"¿Has tenido alguna preocupación últimamente?"

"¡!"

"¿No?"

"No, Su Majestad. Por supuesto que no."

Después de que el Marqués Karl respondió con una sonrisa, Sovieshu le miró con una leve sonrisa y se dio la vuelta en la silla.

De nuevo, el Marqués Karl sólo podía ver la espalda de Sovieshu.

Por esa razón, el Marqués Karl no se dio cuenta.

La expresión de Sovieshu, que estaba sentado de espaldas al Marqués Karl, se tornó inmediatamente sombría.

'Es imposible que ese bastardo no piense lo mismo que yo.'

Sovieshu entrecerró los ojos mientras apretaba un ovillo de hilo rosa en su mano.

Tras el incidente de hace unos días, Sovieshu empezó a tener dudas sobre la utilidad del 'Sovieshu de la Noche'.

El 'Sovieshu de la Noche' no quería compartir información importante, a pesar de haber sido el principal culpable y desencadenante de todos los problemas.

'Es realmente inútil.'

Sovieshu soportaba cada vez menos al 'Sovieshu de la Noche'.

Entonces, al ver el estanque hoy, cruzó por su mente la idea de que con una conmoción más el 'Sovieshu de la Noche' desaparecería.

El ovillo de hilo rosa se retorció en su mano por la presión.

Sovieshu dejó el ovillo y miró por un espejo al Marqués Karl.

Marqués Karl miraba al suelo con una expresión triste.

'El 'Sovieshu de la noche' conserva todos los recuerdos y tiene más conocimiento, por lo que todos, empezando por el Marqués Karl, creen que es el Sovieshu 'real'. El Marqués Karl es un hombre de confianza, pero sería más leal al 'Sovieshu de la Noche' que a mí. ¿Realmente puedo fiarme del Marqués Karl?'

La conclusión era claramente 'no'.

Estaba esperando noticias de Rivetti, esperando a que Sovieshu se marchara al Imperio Oriental, esperando la ausencia de Heinley y esperando a que naciera nuestro pajarito.

En los últimos días, mi vida ha sido una serie de esperas...

Tuve que recostarme en el largo sofá del salón con un cojín detrás para poder acariciarme de manera cómoda el vientre claramente abultado con ambas manos.

Me estiré para recoger el papel que estaba sobre la mesa de centro. Era el dibujo que Dolshi me envió a través del Gran Duque Kapmen, que aún no había podido descifrar.

¿No sería mejor preguntarle directamente lo que significa, o recurrir a los niños para que lo interpreten? Últimamente he estado pensando en esto.

Este peculiar dibujo era lo único que podía resolver en mi expectante vida.

'Una pared... cosas brillantes... por qué razón tuvo que expresarlo a través de un dibujo.'

Después de analizarlo por un rato, le di la vuelta al papel y lo dejé sobre la mesa.

No podía dedicar todo el día a esto, así que volví a mi oficina para ocuparme de los asuntos de la agenda. Al caer la tarde, salí al jardín a tomar un descanso.

Había decidido dar un paseo mientras intentaba descifrar el dibujo, y luego volver a mi oficina.

Sin embargo, a los pocos pasos sentí un aliento inesperado detrás de mí. La hierba bajo mis pies se congeló vívidamente mientras escalofríos me invadían.

La hierba no se marchitó ni se endureció como con la llegada del invierno, sino que se congeló con la vida conservada intacta, revelando frescas hojas verdes.

Cuando aplasté la hierba con los pies, esta crujió y se rompió en pedazos.

"Es peligroso."

Sorprendido, el Vizconde Langdel intentó acercarse rápidamente a mí con los brazos extendidos.

Dado que había sufrido hace poco un ataque furtivo, retrocedí obedientemente como me había dicho.

En ese momento, perdí el equilibrio al chocar la cabeza contra algo sólido detrás de mí.

Alguien sostuvo con cuidado mi cuerpo tambaleante, y me agarré al brazo de esa persona para mantenerme firme.

"Gracias."

Después de agradecerle, me di la vuelta. Era una persona inesperada...

'¡¿Dolshi?!'

Era el amigo de Kapmen, quien no debería saber que yo era una noble.

Antes de que el Vizconde Langdel pudiera desenvainar rápidamente su espada. Dolshi estiró un dedo y congeló al Vizconde Langdel en su sitio.

Los ojos del Vizconde Langdel se cerraron como si se hubiera quedado dormido sin hacer el menor ruido. Parecía una pequeña máquina accionada por un botón, la cual no puede moverse cuando el botón está en 'apagado'.

Mientras observaba perpleja su asombrosa habilidad, Dolshi volteó la cabeza y me preguntó.

"¿Viste lo que te envié?"

Había dado un paso atrás, pero rápidamente me moví hacia delante. Una vez que asentí, Dolshi apoyó un brazo en la pared y sonrió con orgullo.

"¿Qué te pareció? ¿Crees que es posible hacerlo?"

Por sus preguntas, parecía saberlo todo sobre mi identidad. De hecho, se había infiltrado en el palacio imperial y llegado hasta mí.

"¿Crees que no funcionará?"

Dado que no respondí de inmediato, Dolshi reformuló la pregunta y apartó el brazo de la pared.

"¿Qué partes no fueron lo suficientemente buenas?"

Casualmente tenía conmigo el dibujo enviado por Dolshi.

Miré a mi alrededor mientras hacía como si sacara lentamente el dibujo. Me preguntaba si habría alguien que pudiera ayudarme, que no fuera el congelado Vizconde Langdel.

Sin embargo, no había nadie, así que finalmente desdoblé el papel y se lo enseñé.

"No entiendo lo que dibujaste."

"Lo dibujé tan sencillo, pero ¿no lo entiendes?"

Dolshi hizo como si le sorprendiera y señaló con el dedo la parte que mis damas de compañía supusieron que era una 'pared' con la ayuda del Vizconde Langdel.

"Una represa."

¿Una represa?

Dolshi, que denominó represa a la pared, movió un poco más el dedo y señaló la parte excesivamente brillante.

"Muchas joyas."

Al final de su explicación, sonrió muy feliz y señaló el dibujo entero.



"Una represa repleta de joyas."

Dolshi no reveló su verdadera identidad. Sólo explicó el dibujo y se fue.

Pero nada más oír sus palabras, me vinieron a la mente muchas cosas que apuntaban a su verdadera identidad.

Aunque claro que podría estar equivocada, no perdería nada por hacer lo que quiere.

Al volver a mi habitación, llamé a un pintor y a un arquitecto para que diseñaran la represa del dibujo más robusta y lujosa.

En realidad, no debería importarme quién era Dolshi. Lo que importaba era que me ayudara a dominar mi magia y para eso necesitaba que le gustara este nuevo diseño. Por el momento, no parecía tener malas intenciones.

Dejé el diseño terminado en el alféizar de la ventana del salón, y al día siguiente el papel desapareció. 

'Supongo que Dolshi se lo llevó, ¿le habrá gustado?'

"Su Majestad, ¿por qué no deja de mirar el alféizar de la ventana?"

"Creo que Su Majestad había dejado algo allí."

"Ahora que recuerdo, creo que anoche dejó un papel allí... ¿ha desaparecido?"

"Su Majestad, ¿quiere que lo busquemos?"

"No, está bien."

Cuando respondí con una sonrisa que no pasaba nada a mis damas de compañía, que preguntaban ansiosamente, y miré al Vizconde Langdel, éste se miraba la espada en la cintura con una expresión sombría.

Parecía haberle impactado mucho que Dolshi le sometiera ayer sin siquiera pestañear, a pesar de tenerlo enfrente.

"Vizconde, ¿está bien?"

Cuando le pregunté preocupada, el Vizconde Langdel asintió impotente.

'No parece estar bien en absoluto...'

Laura parecía pensar lo mismo, por lo que me preguntó en voz baja.

"¿Se peleó con Nian?"

"No lo creo."

"Sigue siendo una posibilidad, ¿cierto? Nian no ha venido por aquí últimamente."

"Es normal que Nian no venga."

Sovieshu está aquí. Preferí no mencionar esto último para evitar rumores.

***

La lluvia comenzó a caer. Mientras veía cómo el cielo del amanecer se oscurecía por completo, ajusté el cojín del asiento y afilé la punta de la pluma.

Todavía eran sólo las 7 de la mañana mientras limpiaba la cera de la vela que se acumulaba como gotas de agua para solucionar el parpadeo constante de la luz.

No podía creer que el cielo estuviera tan oscuro a esta hora.

El estruendo de los relámpagos me impedía concentrarme, así que después de que rompí la punta de la pluma por enésima vez, la dejé a un lado y me levanté.

Al acercarme a la ventana, la habitación se volvió blanca por un instante debido a los truenos que siguieron a los relámpagos, para luego volver a oscurecerse.

Era increíble que ni siquiera sintiera el movimiento del bebé en mi vientre en medio de todo esto. Mi hijo es muy valiente, ¿cierto?

Sentí que el pajarito me respondió con un golpecito mientras me acariciaba el vientre.

Una vez satisfecha, me di la vuelta y me senté en el asiento frente al escritorio.

Aunque no podía concentrarme, tenía la intención de continuar examinando este punto. Era una cuestión de la audiencia imperial.

Pero justo cuando miraba los documentos con la punta de la pluma presionada en mis labios, llamaron con urgencia a la puerta.

Pum. Pum. Pum.

Acto seguido, oí el sonido de una campana afuera.

'¿Qué está pasando?'

Apenas autoricé entrar, uno de mis ayudantes entró rápidamente con el rostro pálido. Ni siquiera estaba debidamente vestido.

Consulté mi reloj de pulsera. Sin duda había ocurrido algo. Aún no era hora de que los funcionarios vinieran a trabajar al palacio imperial.

Yo solía venir más temprano a mi oficina porque me queda cerca.

"¿Qué pasa?"

En cualquier caso, pregunté asustada al verle tan angustiado. Se me ocurrieron varias causas que podrían hacer que el ayudante estuviera así.

"¿Cuál es el problema?"

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