La Emperatriz se volvió a casar 157
La avaricia de su verdadero padre
Duque Elgy destacaba en las calles inmundas.
Tanto los borrachos que gritaban en su embriaguez, como los pandilleros que peleaban para demostrar su fuerza, e incluso los taberneros enfadados hasta el punto de echar a los clientes borrachos, mantuvieron la boca cerrada cuando pasó el Duque Elgy.
Era mucho más alto que los demás y tenía una mirada altiva en su rostro, con un atuendo que parecía de tan alta clase que incluso mirarlo resultaba abrumador. A los ojos de cualquiera, el Duque Elgy era un noble o un miembro de la familia imperial.
La gente de aquí sabía bien que sería una pérdida luchar contra un hombre de tan alto estatus.
Sin embargo, uno tuvo el valor de hacerlo.
"Oye."
Esa persona era tan pequeña que ni siquiera parecía poder presentar pelea. Había gente que a pesar de su baja estatura peleaba bien, pero este hombre ni siquiera tenía ese aspecto.
Los borrachos y clientes de las tabernas se reían entre sí, murmurando que ese hombre delgado tenía muchas agallas, pero no sabía que estaba desperdiciando su vida.
No obstante, el hombre se acercó al Duque Elgy, que se había detenido, y actuó como si fuera un conocido.
"Gracias por ayudarme a encontrar a mi hija."
"¿Hija? ¿He hecho eso alguna vez?"
"Bueno, no directamente. ¿Pero no hizo posible que me reuniera con el Vizconde Roteschu?"
El hombre sonrió irónicamente y siguió hablando con voz amistosa.
"Pero no volveré a saludarte. Ni siquiera te lo pagaré. De todos modos, me ayudaste porque tenías un motivo oculto, ¿no es así? ¿Por eso me pediste que fingiera no conocerte la próxima vez que te viera?"
Era una voz suave pero maliciosa.
Una esquina de la boca del Duque Elgy se levantó de forma retorcida, y miró al hombre de cabello plateado que seguía pegado a él.
La ropa era vieja pero elegante, y aunque era pequeño tenía rasgos bien definidos. Este hombre, que sería bastante popular si estuviera bien arreglado, era el verdadero padre de Rashta.
Cuando Elgy lo observó directamente, el hombre sonrió aún más sarcásticamente. Luego, con las manos metidas en los bolsillos, preguntó en voz baja,
"Por cierto, ¿cuál es su relación con mi hija? ¿Eh? Bueno, no importa la relación que tengan. Lo importante es que usted vende información sobre mi hija. ¿No es así?"
El hombre, se acercó más a Elgy y extendió las palmas de las manos.
"Así que dame dinero. Eso o le diré a mi hija todo lo que estás haciendo a sus espaldas. Necesito dinero para mantener la boca cerrada. ¿De acuerdo?"
Sonrió maliciosamente mientras movía los dedos. Pronto se reuniría con su hija para sacarle dinero, parecía realmente feliz con la idea de también poder sacar dinero ahora.
"Eres despreciable."
Elgy quedó realmente impresionado. Aunque había hecho todo tipo de cosas peligrosas y conocido todo tipo de personas malvadas, personas tan desvergonzadas como este sujeto las podía contar con los dedos de una mano.
Al hombre parecía no importarle que Elgy lo maldijera, mantuvo las manos extendidas y se burló de él.
"¿Qué ocurre? Parece que tienes mucho dinero, pero te molesta pagar por mantener en secreto que vendes información sobre mi hija—"
Pero antes de que el hombre terminara de hablar. Elgy agarró su cabeza con una mano y lo estampó contra una pared cercana. Los que estaban bebiendo alrededor huyeron sorprendidos.
El hombre luchó con ambas manos.
"¡Qué demonios! ¡Suéltame! ¡Suéltame!"
Elgy no lo soltó. En cambio, presionó al hombre contra la pared, extendió su otra mano y agarró el cuello del hombre como si fuera a arrancarlo.
"Dile lo que quieras. No me importa."
Cuando su tráquea estaba siendo aplastada y su cabeza hundida con una fuerza tremenda, el hombre agitó los brazos en señal de pánico. Golpeando apresuradamente la pared donde tenía la cabeza inmovilizada, le rogó que lo soltara.
Elgy soltó el cuello del hombre justo antes de que sus ojos se volvieran completamente blancos, y se alejó sin siquiera amenazarlo.
El hombre tosió unas cuantas veces y se limpió las lágrimas de los ojos. Aunque quería maldecir, Elgy ya estaba lejos. Mientras miraba su espalda, el hombre sonrió tontamente.
"¿Cómo puede un noble tener esos ojos? Parecen los de un bastardo asesino."
El hombre gruñó y escupió firmemente,
"Está bien. Haré lo que dices. Se lo contaré todo a mi hija, escoria. ¡Mi hija es la Emperatriz! ¡Mi hija es la Emperatriz!"
La estruendosa voz del hombre llegó a los oídos de Elgy.
'Ni siquiera tendré que intervenir.'
Elgy sacudió la cabeza ante los gritos confiados del hombre que aún podía escuchar.
***
Hoy era el día en que su verdadero padre había decidido visitarla. Rashta pasó toda la mañana aturdida.
No sólo odiaba a sus padres por haber nacido como esclava, sino porque nunca le dieron amor.
Pero ahora mi desvergonzado padre aparecería delante de mí. ¿No es sorprendente?
"Su Majestad, ¿está bien no preparar ningún plato?"
"Está bien. No se trata de un invitado especial."
La sirvienta se retiró rápidamente ante la respuesta de Rashta. Pero su expresión estaba llena de curiosidad. Se preguntaba quién vendría, por qué la emperatriz estaba así desde la mañana y por qué no quería que se preparara el té ni los aperitivos. Las sirvientas no sabían que la persona que vendría a visitarla era el verdadero padre de la emperatriz, así que era natural.
Rashta rechinó los dientes. De hecho, hasta anoche, ella tampoco lo sabía. Aunque estaba preparada, no esperaba que fuera tan pronto.
¿Y si me niego a verlo? Quizá entonces esto se acabaría. Ella había tenido ese pensamiento. Su padre le había dicho al Vizconde Roteschu que volvería, pero aún no había aparecido. Pero anoche, un mensajero enviado desde la Mansión Roteschu, destruyó las esperanzas de Rashta.
Mientras estaba sumida en sus pensamientos, la sirvienta entró de nuevo y le hizo saber que su invitado había llegado.
"Llévalo al salón."
Rashta contó hasta cien antes de ir al salón. Nada más entrar, vio a un hombre extraño sentado en el sofá.
Su espalda estaba ligeramente encorvada y daba una impresión desagradable. Era un hombre repugnante. Tenía rasgos bien definidos, pero quedaban enterrados bajo su expresión malvada.
Rashta apretó el puño y optó por respirar profundo. Este hombre le resultaba extraño y familiar a la vez.
"Rashta, hija mía."
El hombre se levantó, sonriendo ampliamente.
'Rashta. Hija mía.' Rashta se estremeció cuando comparó al padre de su infancia con el hombre que tenía delante.
El hombre no era un padre como Sovieshu. Llamó a Rashta dulcemente, pero no la quería, no la maltrataba, pero tampoco cuidaba de ella.
El hombre siempre tenía una excusa para Rashta. Debido a nuestro estatus, no puedo cuidar de ti.
Era un hombre muy despreocupado en ese sentido. Ni siquiera recordaba su cumpleaños, y en ocasiones confundía su nombre.
"Has crecido bien. Además, te has convertido en una gran persona."
'Incluso un extraño podría decir eso.'
Rashta miró al hombre con frialdad y preguntó,
"¿Por qué has venido?"
El hombre puso una expresión triste.
"¿Por qué he venido? Vine porque escuché de mi hija, Rashta. Supe que a mi hija le estaba yendo bien, así que naturalmente quería encontrarla."
"¿No pensante en buscar a tu hija cuando estaba sufriendo?"
"Oh.. estás enojada."
El hombre levantó las cejas con tristeza, y se acercó con los brazos abiertos.
Rashta se giró hacia un lado para evitarlo. Sentía náuseas. Antes quería que este hombre cuidara de ella, pero ahora no quería ni que la tocara.
"Lárgate. Lárgate y no vuelvas a aparecer delante de mí. Para mi dejaste de existir desde el día en que me abandonaste. Es mejor para mí no tenerte. No te aferres a mis tobillos y vete."
Rashta lo fulminó con la mirada y se dio la vuelta para alejarse. No lo dijo pensando que realmente se iría. Había venido a pedir algo, no se iría obedientemente después de haber sido insultado.
Aún así, la razón por la que dijo esto fue en caso de que hiciera una petición difícil. Antes de darle el dinero, tenía que hacerle sentir aunque sea un poco de culpa por 'quitarle dinero a su propia hija'. Si se sintiera culpable, probablemente no volvería.
Los ojos del hombre se abrieron completamente, sorprendido de que Rashta, que había anhelado afecto de pequeña, lo hubiera despreciado fríamente.
"¿Estás muy enojada con tu padre, hija mía?"
Cuando Rashta estaba a punto de salir del salón sin responder, el hombre se apresuró a decir,
"Rashta. ¿Conoces a un hombre que es muy alto y apuesto?"
"Hay tantos hombres así."
"Su cabello es una mezcla de castaño y rubio. Sus ojos son verdes. Da la impresión de ser muy fuerte. Ah, llevaba el abrigo sobre sus hombros."
De inmediato, la imagen del Duque Elgy vino a la mente de Rashta y frunció el ceño. ¿Estaba hablando del Duque Elgy? De ser así, ¿por qué mencionaba de repente al Duque Elgy?
El hombre sonrió ampliamente.
"Ese hombre me dijo dónde estabas."
"¿Qué?"
"Pedí ayuda porque necesitaba esa información, pero no parecía tener buenas intenciones. Soy tu padre, tu verdadero padre. Tengo que decírtelo."
Rashta sonrió forzadamente. ¿Qué demonios está diciendo?
El Duque Elgy cuidaba de ella mejor que su verdadero padre, que nunca le dio ni un poco de amor.
¿El Duque Elgy le dio alguna información? Aun así, ¿no vino él a sacarle dinero a la hija que abandonó?
Rashta no se molestó en refutarlo, así que entró en su dormitorio y cerró la puerta.
"Rashta. Rashta."
El hombre se apresuró a seguirla y llamó a la puerta. Después de llamar varias veces a la puerta del dormitorio, Rashta volvió a salir y lo miró con desprecio.
"¿Aún no te has ido?"
"Lo siento, Rashta. Si es alguien que te gusta, no debí decir nada."
Cuando se está enamorado es fácil cerrar los ojos y los oídos.
El hombre se dio cuenta de que Rashta estaba enamorada de ese noble. Y que sin importar lo que dijera, no le creería.
En cuanto llegó a esa conclusión, en vez de hablar mal del horrible noble, el hombre sonrió y fue al punto.
"Rashta, en realidad. Tu padre lo está pasando mal estos días. Espero que mi hija pueda ayudarme."
El hombre perseguía sus propios intereses antes que la venganza. Se habría sentido bien si su hija se hubiera encargado de ese noble por él, pero lo más importante era el beneficio, no la venganza.
"¿Qué tipo de ayuda? ¿Dinero?"
"Así es. Tu padre, uh, quiere montar un equipo de comercio."
"¿Cuánto necesitas?"
"Las cosas buenas suceden cuando se tiene un buen hijo."
El hombre sonrió felizmente y dijo la cantidad.
Mientras pensaba, 'Me alegro de que la cantidad sea menor de lo que esperaba', y se sentía disgustada por el hecho de que dijera que tenía un buen hijo, Rashta eventualmente se dio cuenta de algo extraño.
"¿Cómo? ¿Equipo de comercio?"
Rashta había sido una esclava porque su padre lo había sido. Su padre se convirtió en esclavo por haber cometido una estafa.
Normalmente, si uno cometía un crimen condenable a cadena perpetua, uno y su familia recibían el castigo de convertirse en esclavos, e incluso si uno no cometía un crimen de ese nivel, podría convertirse en esclavo por un plazo.
El 'plazo' aquí no era una cuestión de tiempo, sino de dinero.
Normalmente, quienes más recibían este tipo de castigo eran aquellos que eran declarados culpables por cuestiones de dinero. Siendo esclavos por un plazo, podían ser liberados de la esclavitud inmediatamente si reunían una determinada cantidad de dinero, una parte se devolvía a las víctimas y la otra se pagaba como multa al Estado.
Este fue el caso del padre de Rashta. Y hasta donde Rashta sabía, los esclavos no podían montar un equipo de comercio.
El padre de Rashta respondió como si fuera algo natural.
"Tu padre trabajó duro para reunir el dinero y ser liberado de la esclavitud."
Rashta miró al hombre atónita. ¿Cómo pudo decir eso tan tranquilamente?
"¿Y yo qué? ¿Y qué hay de mí?"
Preguntó Rashta, enojada.
"Me convertí en esclava por tu culpa, ¿pero me abandonaste y te convertiste en plebeyo? ¿Cómo pudiste hacer eso?"
A pesar de ser la emperatriz, se sentía incómoda, y todo se debía al certificado de esclavitud. Si no fuera por ese certificado, las cosas estarían mucho mejor que ahora.
Por supuesto, cuando se convirtió en concubina, podría haber sido liberada oficialmente, pero entonces todo el mundo habría descubierto que había sido una esclava, así que Sovieshu optó por lavar su imagen sin haber destruido el certificado de esclavitud.
Pero si hubiera sido liberada de la esclavitud antes de convertirse en concubina, nada de esto le habría preocupado.
¿Cómo pudo hacer eso? ¿Reunió el dinero para liberarse solamente a él de la esclavitud?
"Ah, por supuesto que también pensé en liberarte."
Su padre sonrió torpemente y maquilló la situación.
"Pero cuando te visité, parecías estar saliendo con el hijo del Vizconde Roteschu y llevando una buena vida, así que pensé que él lo haría. Definitivamente tenía mucho más dinero que yo."
"¿Fue así?"
"De verdad. Fui a verte. Me marché al saber que estabas bien."
"¡No mientas! ¿Te marchaste al saber que estaba bien? ¡No! Te marchaste por una decisión egoísta."
Rashta se tambaleó al gritar furiosa. Casi se cae, pero su verdadero padre no la ayudó. Se limitó a chasquear la lengua en su lugar.
"Cielos, por qué tienes que gritar."
Rashta se inclinó hacia atrás para recuperar el equilibrio. Después de respirar profundo en ese estado, miró fijamente a su padre y le dijo con firmeza.
"¡No te daré ni un centavo! ¡Ya sea que logres montar un equipo de comercio o no, ¡es asunto tuyo! ¡A Rashta no le importa!"
Su verdadero padre miró a Rashta con cara de, 'No puede ser. ¿Lo dices en serio?' Entonces frunció el ceño y preguntó con severidad,
"Dios, eres una mala hija. ¿Eso es lo que le dices a tu padre que te vio nacer y te crió?"
"¿Y tú? ¿Quieres sacarle dinero a tu propia hija que se convirtió en esclava por tu culpa?"
"Es todo gracias a mí que te convertiste en la Emperatriz. Me debes esa cara bonita que tienes. No sabes lo que es ser agradecida... ¡Qué ingrata!"
Rashta se sorprendió hasta el punto de no poder respirar. Estaba boquiabierta y sus párpados temblaban. ¿Cómo podía existir una persona así?
Después de hablar enojado, el hombre de repente sonrió y dijo,
"Rashta, ¿crees que me quedaré tranquilo si me echas de esta manera? Soy tu padre y es tu deber cuidar de mí. Si vas a abandonarme, no tendré otra opción que decirle a todos lo ingrata y mala hija que eres."
¿Cómo lo supo? Mientras miraba sorprendida a Heinley, escuché un leve gemido a mi lado.
Al girar la cabeza, vi a McKenna guardando apresuradamente los retratos dispersos en la caja con una expresión llorosa. ¿Qué le ocurre?
"McKenna, ¿estás bien?"
Cuando le pregunté extrañada, McKenna se apresuró a responder, "Por supuesto. Por supuesto", abrazó la caja, se levantó y salió corriendo por la puerta trasera.
Heinley habló con naturalidad mirando a su espalda.
"McKenna. Hasta luego. Te quiero."
Aunque era claramente una voz afectuosa, por qué parecía tan lúgubre. Pude escuchar a McKenna, que se había perdido de vista, resoplando y emitiendo sonidos extraños.
¿Esas palabras afectuosas significaban en realidad una advertencia?
Mientras ladeaba la cabeza, pude sentir una mirada ardiente detrás de mí. Ah, ¡yo también fui atrapada indagando en el pasado de Heinley!
"¿McKenna?"
¡Llévame contigo!
"Olvidé algo."
Después de levantarme tranquilamente, perseguí a McKenna con pasos rápidos, esforzándome por mantener la dignidad de la emperatriz.
"¿A dónde vas, Reina?"
Aunque fui detenida de inmediato.
Cuando me di la vuelta torpemente, Heinley me miraba con una expresión de ridículo.
"De repente recordé algo."
Al inventar rápidamente una excusa, los ojos de Heinley se abrieron completamente, se acercó y estiró mis mejillas.
"No seas atrevido."
Traté de sonar fría a propósito, pero Heinley sonrió casualmente.
"Aprendí algo sobre Reina. ¿Sabes qué es? Reina es más digna y fría cuando está en una posición embarazosa."
¿Cómo se dio cuenta? Era un método secreto que utilizaba para ocultarlo.
Debido a la embarazosa situación, mostré una expresión más decidida. Heinley puso sus manos sobre mis mejillas, besó tres veces la punta de mi nariz y sonrió.
"Qué adorable. Qué preciosa. Amo cada vez que Reina actúa así."
Cuando evité su mirada, movió su cuerpo para hacer contacto visual conmigo y cuando bajé la mirada, esta vez se inclinó para mirarme a los ojos.
¡Detente!
En esa postura, Heinley preguntó en voz baja con sus ojos sonrientes,
"Reina, ¿de qué hablabas con McKenna?"
"Sólo... quería escuchar sobre tu infancia."
Confesé con sinceridad. Aunque mantuve oculta la intención detrás de esto.
No, él lo había escuchado todo, ¿por qué fingía que no?
"Quiero saber más sobre ti."
Cuando respondí, ocultando mis intenciones, Heinley sonrió con los ojos aún más entrecerrados. Parecía estar de buen humor. ¿Debería seguir...?
"Mientes."
"!"
"Reina no pierde la elegancia ni siquiera al mentir."
Heinley apartó sus manos de mis mejillas y enderezó su espalda. Entonces, lo miré a los ojos. ¿podría estar enojado?
"¿Estás enojado?"
Cuando pregunté cuidadosamente, Heinley negó con la cabeza.
"No, no es eso. Es sólo que me da vergüenza."
"¿De qué te avergüenzas?"
"De pequeño fui un poco travieso. No quería que Reina supiera de esto."
"Yo también te contaré de mi infancia. ¿Qué te parece?"
"Reina parece haber crecido bien sin causar ningún problema, ¿cierto?"
"..."
"Lo ves."
Heinley se rió entre dientes, frotando su frente contra la mía. Después, recogió un pequeño retrato que McKenna había dejado.
Heinley levantó el retrato del pequeño Heinley, que tenía las mejillas abultadas, y lo miró con una sonrisa.
En cierto modo, se veía encantador. La madre de Heinley... la madre de Heinley, que pedía que se le hiciera un retrato cada vez que causaba problemas, probablemente pensaba lo mismo.
Heinley, aunque travieso, había sido encantador. ¿Por eso cada uno de los retratos había sido guardado a pesar de ser un castigo?
En cuanto pensé en esto, me di cuenta de que me había preocupado inútilmente hasta ahora. Ya fuera un niño travieso y alborotador, o tranquilo y de pocas palabras, amaría a mi hijo. ¿De qué servía tener miedo a estas alturas?
"Creo que estaría bien tener gemelos."
Murmuré sin pensarlo.
Heinley, que estaba sacando el retrato del marco, preguntó sorprendido,
"¿Qué?"
"Un niño que se parezca a ti y otro que se parezca a mí. Creo que sería lindo tener gemelos así. ¿O cada uno con un poco de los dos?"
"Reina..."
"Y dame el retrato. Ni siquiera pienses en destruirlo."
En cuanto levanté la mano, Heinley me lo entregó hoscamente como en sus días de niño.
Sostuve con fuerza entre mis brazos el retrato de Heinley y sonreí triunfalmente.
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