MDSDCS 73




Mi deseo son dos camas separadas 73

¿Qué es lo más aterrador de la Torre de Magia? (13)



Traducción Coreano-Español: Asure


Solo entonces Julia se dio cuenta de su error.

Había logrado inmovilizar la espada de Endymion en el duelo, dejándolo sin posibilidad de movimiento. Creyendo que la victoria era suya, se dejó llevar por la emoción y bajó la guardia al tocar su nuez de Adán con la otra mano.

Ese instante de descuido bastó para que su postura se desestabilizara, Endymion, como un fantasma, aprovechó esos pocos segundos para desviar completamente la fuerza de su agarre y empujar su espada mágica.


—Ah… Pero si ya había ganado…...


Después de decenas de duelos, por fin había tenido la oportunidad de conseguir su primera victoria. Pero la había desperdiciado. Julia murmuró abatida.

En ese momento, Endymion envainó su espada con un movimiento fluido y, con una sonrisa pícara, tomó su rostro entre ambas manos, levantándolo suavemente.


—¿Quieres intentarlo otra vez?

—¿En serio? ¿De verdad se puede?


Para evitar el agotamiento, habían acordado no practicar más de tres veces al día, ya que usar demasiada magia podía ser perjudicial.

Durante las últimas dos semanas, Julia había estado en la Torre de Magia perfeccionando su control mágico. Ahora, su entrenamiento consistía en duelos mágicos y esgrima.

El día anterior, había practicado con Boris bajo la supervisión de Pal, hoy era su turno de entrenar con Endymion. Como Pal y Boris se habían ausentado por un momento, ella y Endymion acababan de terminar su tercer duelo del día.


—¡Entonces, hagámoslo una vez más antes de que Pal regrese! ¡Esta vez sí que voy a ganarte!


Julia, aún frustrada por sus derrotas consecutivas, ardía en determinación.

Endymion la miró fijamente y le susurró con dulzura:


—Si me dejas besarte.

—¿Qué?


Su rostro seguía atrapado en sus grandes manos, así que ni siquiera podía desviar la mirada. Julia lo observó con incredulidad.


—¿Por qué un beso es la condición para el duelo?

—Porque me dolieron las manos al sujetar mi espada contra tu espada mágica. Creo que al menos deberías compensarme con eso.


Era obvio que solo quería besarla, pero lo decía con total descaro.

Julia dejó escapar una pequeña risa y alzó ligeramente el mentón.


—Si gano.


Endymion, aún con su sonrisa encantadora, inclinó la cabeza. Julia, consciente de lo fácil que era caer en su encanto, se apresuró a reafirmar su resolución.


—Si esta vez te derroto, entonces te daré un beso.

—Dos.


Suspiro. Quizás había sido un error malacostumbrarlo.

Endymion la miraba con ansias, como si estuviera desesperado por contacto físico. Julia lo fulminó con la mirada, como si no pudiera creer lo insistente que era.


—Si no fuera porque no puedes entrar a mi habitación… Solo una vez en la noche es demasiado poco, ¿no crees?


Endymion hizo un falso puchero con una expresión seria.

Hacía mucho que la "prohibición de contacto físico" había quedado en el olvido. Sin embargo, Julia todavía se abstenía de cualquier tipo de afecto durante el día por temor a que alguien en la Torre de Magia los descubriera.

La única excepción era cuando estaban completamente solos, en la clandestinidad de la noche, cuando Endymion se escabullía hasta el balcón.


—Mmm… Está bien. Pero no hay concesiones.

—¿Y qué crees que diría mi futura reina si hiciera eso?


Endymion sonrió con fingida inocencia.

Julia apenas pudo contener una carcajada y asintió.


—Entonces descansemos cinco minutos antes de continuar.

—De acuerdo.


Julia recogió su magia, disipando la espada dorada, junto a Endymion, se dirigió hacia la mesa y las sillas dispuestas en el lugar.




¡Ziiing-!




—¿Hmm?


En ese instante, el aire vibró.

Julia y Endymion, que lo percibieron al mismo tiempo, detuvieron sus pasos de inmediato.

'¿Qué fue eso…?'




¡Fwaaah!




Un destello rojo llenó su campo de visión. Endymion reaccionó al instante, rodeando a Julia con su cuerpo y haciéndola retroceder.

'…¿Qué demonios?'

Una presencia abrumadoramente poderosa se hizo sentir en el ambiente. Su cuerpo se tensó instintivamente ante la sensación. Entonces, una voz desconocida resonó.


—Así que eres tú.


Con un tono áspero y feroz, una figura apareció. Era un hombre de cabello rojo y expresión intimidante.


—¿Quién eres?


Endymion respondió con frialdad. El hombre entrecerró los ojos y levantó una mano con un movimiento brusco.


—¡Tu insolencia merece castigo!




¡Swiish!




De algún lugar, una afilada hoja silbó en el aire, cortando el viento en un veloz ataque dirigido directamente al cuello de Endymion.




¡Clang!




Sin embargo, la espada fue desviada con fuerza en un abrir y cerrar de ojos. La hoja de Endymion, desenvainada en una fracción de segundo, la había bloqueado.


—Tsk. Así que resultaste ser un espadachín mágico, ¿eh?


El hombre chasqueó los dientes con furia. Endymion apuntó su espada con calma, sosteniéndola con una sola mano.


—Eres tú quien no comprende su lugar. ¿No sabes lo que deberías hacer después de irrumpir aquí tan groseramente?


Endymion alzó el mentón con indiferencia, como si esperara una disculpa. Su voz era tan gélida como su mirada.


—¡Maldito arrogante!


El pelirrojo abrió los ojos de par en par, herido en su orgullo. Su aura hostil se intensificó, haciendo que la piel de Julia se erizara a pesar de estar medio paso detrás de Endymion.

Julia frunció levemente el ceño con desconcierto.

'¿Quién es este tipo? Si se refiere a Mion como espadachín mágico, entonces parece que al menos sabe algo sobre él…'

Pero no entendía por qué un mago desconocido los atacaba de repente.


—¡Te atreves a violar el orden solo porque cuentas con el favor de la Maestro de Torre! ¡Apenas si puedo percibir tu magia, eres tan insignificante que hasta me da risa!


El hombre escupió esas palabras con desprecio.

'No sé de qué está hablando, pero…'

Julia estaba segura de una cosa: él no tenía idea de quiénes eran realmente ella y Endymion.

'De cualquier manera, no sería bueno causar un escándalo. Primero, debo calmar la situación'

Justo cuando estaba a punto de intervenir, Endymion habló con un tono imperioso.


—Eres tú quien ha alterado el orden. Admite tu error y discúlpate.


El rostro del hombre se torció de ira.


—¡Maldito insecto! ¿Te atreves a negar que te has estado revolcando con una sirvienta?


En ese momento, algo hizo clic en la mente de Julia.

'¿Sirvienta? …¿Podría estar hablando de Helen?'

La noche anterior, Helen le había contado emocionada que por primera vez había usado magia. Fue solo una pequeña ayuda, pero sus compañeros lo celebraron, ella estaba muy orgullosa.


—Espera. Parece que hay un malentendido aquí.


Julia salió apresurada de detrás de Endymion.

El hombre soltó una risa burlona y señaló con un dedo acusador.


—Vaya, vaya. ¿Así que ya te has conseguido otra sirvienta? ¿También te prometió convertirte en maga con sus falsas pretensiones de ser una maga?


—No sé de qué hablas. No soy una sirvienta, soy su hermana menor.


Julia respondió como lo había planeado de antemano. Aun así, notó que Endymion hacía una expresión extraña.

Para su sorpresa, a Endymion no le gustaba que lo llamaran 'hermano mayor'

Una vez, cuando regresaban juntos a la Torre de Magia, se encontraron con Helen, quien había salido a recibirlos. Julia, en un arranque de broma, lo llamó 'hermano mayor', él reaccionó con desagrado. Como si estuviera dejando en claro que solo la veía como una conocida, no como una verdadera hermana.


—Ja, qué descaro. ¿Llenando la sagrada Torre de Magia de vagabundos? ¡No puedo tolerarlo más!


El hombre pelirrojo gritó con furia y concentró su maná. En un abrir y cerrar de ojos, cinco esferas rojas flotaron en el aire.




¡Wuuung!




—¡Muere!


Con su grito, las esferas salieron disparadas. Julia inhaló bruscamente y comenzó a reunir su maná para defenderse, pero entonces…




¡Clang! ¡Clang! ¡Crack!




La espada plateada de Endymion cortó el aire. Era tan rápida y poderosa que su trayectoria apenas podía verse. Con precisión, golpeó las esferas y las hizo estallar en un estruendoso estallido.


—¡Mion!


Julia, alarmada, miró a Endymion.


—Estoy bien.


Afortunadamente, solo la espada plateada se había carbonizado y ya no servía. Él estaba ileso. Su brazo estaba protegido por una barrera mágica que alguien había conjurado para él, su entrenamiento en duelos mágicos le había permitido resistir.


—La Maestro de Torre… ¿le otorgó una barrera a esa miserable espada?


Los ojos del pelirrojo se inyectaron de sangre.

'¿Cómo supo de inmediato que fue la Maestro quien lanzó la barrera?'

No cabía duda de que era un mago formidable. Además, su agresividad creciente lo hacía cada vez más peligroso.

Julia agarró a Endymion por el brazo y le susurró con urgencia:


—Déjame manejar esto.

—Mion, creo que deberíamos llamar a nuestro maestro. Esto se está saliendo de control.....

—¡Tu crimen es codiciar mi puesto!


La voz del pelirrojo ardía con un odio intenso. Julia y Endymion se giraron justo a tiempo para ver cómo invocaba una esfera mucho más grande que las anteriores.

Brillaba con un rojo sangre ardiente, tan intensa como el sol.


—¡Acabaré con esto de un solo golpe!




¡Fwoooosh!




La esfera carmesí voló hacia ellos, irradiando un calor tan sofocante que parecía quemar el aire a su paso.

'¡No puede ser!'

El instinto de Julia se disparó, su maná estalló. Normalmente, el cálculo preciso de su magia requería concentración y tiempo, pero esta vez el hechizo se formó de inmediato.




¡Kaaaang!




Un muro dorado apareció en el aire, envolviendo a Julia y Endymion.

Casi al mismo tiempo, la esfera carmesí los alcanzó y chocó con la barrera con una violencia descomunal. La fricción entre ambas fuerzas generó un sonido chisporroteante, y el espacio a su alrededor se llenó de grietas de energía.


—¡¿Qué demonios?!


El hombre pelirrojo retrocedió con incredulidad.

La colisión de poderes desató una densa neblina en el área. Las luces doradas y carmesíes chocaban con una intensidad casi equilibrada, pero poco a poco, el dorado comenzó a dominar.




¡Crack, crack, crack!




La esfera carmesí comenzó a romperse con un sonido estremecedor. Luego, se desintegró en una ráfaga de vapor.


—¿Acaso eres tú…?


Endymion la miró con ojos incrédulos.

Julia asintió. Sentía cómo la energía se drenaba de su cuerpo, pero apretó los puños y reunió lo que le quedaba de fuerza. En su mano, una pequeña luz dorada parpadeó y se intensificó.




¡Swooosh!

¡Boom!




La esfera roja finalmente colapsó por completo, dejando solo una densa niebla tras de sí. La explosión liberó una onda de choque que hizo tambalear a los tres presentes.


—¡Julia!


Endymion la sostuvo con fuerza mientras ella se apoyaba en su brazo para no caer. Había usado demasiado maná demasiado rápido, por un instante, su visión se tornó blanca.


—Estoy bien. Solo me mareé un poco… ¿Tú estás bien?


Parpadeó y miró a Endymion, tratando de recuperar el enfoque. Pero él frunció el ceño.


—Tu mejilla… está herida.

—Ah…


Ahora que lo mencionaba, sintió un ligero ardor. Debió haberse cortado justo antes de que la esfera colapsara. Julia se tocó la mejilla y notó la leve humedad de la sangre.


—No es nada. Solo un rasguño. Más importante es…


Rápidamente miró por encima del hombro de Endymion.


—¡Ugh…!


El pelirrojo tosió con fuerza, tambaleándose. Parecía haber recibido el impacto de la energía de Julia y estaba herido internamente.


—Maldición… ¿Cómo puede ser esto posible?


Apretó el pecho con las manos, con el rostro desencajado. Aunque era un mago poderoso, sus extremidades temblaban.

Endymion avanzó con paso firme hacia él. Sacó otra espada de su cinturón y la desenfundó con un movimiento seguro.


—Si atacaste primero, supongo que estabas preparado para las consecuencias.

—¡Jamás!


El pelirrojo rugió de ira y conjuró un látigo de energía carmesí.

Pero Endymion fue más rápido. Su espada trazó un arco afilado, el filo se detuvo justo contra la piel del enemigo.

El pelirrojo abrió los ojos de par en par, sintiendo el frío acero presionando su cuello. Un delgado hilo de sangre se deslizó por su pálida piel.


—Si has herido su mejilla, lo justo sería que yo te corte el cuello.


La hoja se hundió un poco más en su piel, haciéndolo estremecer.

Pero entonces, el hombre señaló con una mano temblorosa y balbuceó:


—T-tú… ¿sigues diciendo eso después de ver esto?

—No digas estupideces…

—¡Ah!


Endymion giró la cabeza bruscamente ante un grito repentino.

Julia estaba atrapada en un látigo de energía carmesí, su cuerpo envuelto en su resplandor siniestro.

El pelirrojo había dividido su magia en dos ataques simultáneos. Y, desafortunadamente, Julia, aún débil tras su esfuerzo, había sido capturada.


—¡Jajajaja! Si quieres salvar a tu preciosa hermana, arrodíllate y suplica.


El hombre estalló en una risa cruel.

La mandíbula de Endymion se tensó, una vena saltó en su frente. Pero al ver cómo el látigo arrastraba lentamente a Julia hacia el enemigo, su agarre en la espada se aflojó.

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