Hermana, en esta vida soy la Reina
84
Escuchar el secreto de la Regla de Oro
Ariadna iba sentada en el carruaje, envuelta en su gruesa túnica, con la boca bien cerrada, en dirección al Campo de Spezia.
Ya casi habían llegado a su destino. Al lado de Ariadna estaba Sancha, y frente a ella Giada, inquieta.
"Señorita, ¿de verdad tengo que entrar con usted, puede hacerlo sin mí......."
"Sin tí, Giada, ¿Cómo va a reconocer a la hechicera gitana?"
espetó Sancha con irritación. Este sirviente principal tenía el mismo punto de enfado.
"No es una hechicera, es una astróloga ......."
Giada se encogió al ver a Sancha, que ahora le hablaba como si fuera una cosa.
- ¡Eh!
"Hemos llegado, ¿desea apearse aquí?"
Giuseppe, el cochero, se quitó el sombrero. Ariadna miró a su alrededor y asintió.
"Giada. Ve delante. Sancha. Quédate en el carruaje con Giuseppe"
Saliendo del carruaje, Ariadna condujo a Giada al interior de la destartalada casa unifamiliar.
- Creak.
Las viejas tablas del suelo dejaron escapar un grito espeluznante, Giada se estremeció, encogiéndose. Sin saber adónde ir, Ariadna la miró. Bajo la mirada de Ariadna, Giada respondió de mala gana.
"Es la habitación de atrás......."
- Jab, jab, jab.
Ariadna caminó rápidamente por el pasillo, ignorando el crujido de las tablas del suelo.
- Bip, bip.
Un ruido ajeno a Ariadna resonó en la destartalada casa unifamiliar. La puerta crujió en sus oxidadas bisagras al abrirse.
Ariadna empuñó la daga y miró con astucia el origen del ruido.
Una gitana estaba de pie en la puerta de la habitación más recóndita. Llevaba todo el equipaje, el fardo a la espalda y la bola de cristal en los brazos. Parecía a punto de marcharse. Giada gritó desde un lado.
"¡Es ella, mi señora!"
Ariadna avanzó a grandes zancadas y acorraló a la gitana en el estrecho pasillo. La gitana retrocedió dando tumbos, sorprendida.
"¡Pero qué ......!"
preguntó Ariadna con severidad, usando su cuerpo para bloquear el paso de la mujer.
"¿Eres la astróloga morisca de Condesa Rubina?"
Empujada hasta el final del pasillo, la gitana intentó empujarla y salir corriendo, pero Ariadna no dudó en pisarla.
- Thud.
"¡Ay!"
La gitana perdió el equilibrio y cayó de espaldas, con un chichón en la espalda y la bola de cristal en los brazos. Ariadna vio que seguía aferrando con fuerza la bola de cristal entre sus brazos, se dio cuenta de que era una moneda de cambio.
"Giada. Coge eso"
"......!"
"¡Vamos!"
La insistencia de Ariadna hizo que Giada, que se había estado conteniendo por miedo a la hechicera, arremetiera contra ella.
Tenía miedo de la hechicera, pero tenía más miedo de la pequeña mujer que ahora sujetaba su correa que de la hechicera que no tenía ni idea de lo que le iba a hacer.
La gitana luchaba y se rebelaba. La fuerza de Giada se hacía notar, al igual que la de Ariadna, que arremetieron por la espalda y la agarraron por ambos brazos. La gitana no pudo resistir más y Giada le arrebató la bola de cristal.
Mientras yacía inerte y sometida en el suelo, Ariadna le hizo una pregunta con voz fría.
"Fuiste tú quien introdujo a la Familia del Cardenal Mare un tipo de magia negra, ¿verdad?"
Al oír estas palabras, la gitana se dio cuenta de dónde provenía el azote de la muchacha togada y de la criada anciana que había aparecido de repente ante ella. La gitana se debatió y negó.
"Yo soy ....... no soy una hechicera, tú eres la sirvienta del Cardenal Mare, ¿no es así?"
Reconociendo el rostro de Giada, la gitana extendió sus aletas.
"Sólo soy una embaucadora que hace lecturas de tarot"
Era cien veces mejor pasar una breve vergüenza como estafadora incompetente que ser nombrada y rechazada como hechicera malvada y practicante de magia negra. La gitana congeló suavemente a Ariadna.
"Ya veo por qué has venido, entonces, eres uno de los hombres de la dama. La bola de cristal, la sangre de rana, todo era un engaño, una forma de ganar dinero. Sólo soy una astróloga que sabe leer el tarot del amor"
Torció la postura para que su cuerpo aplastado estuviera más cómodo.
"Te devolveré parte del dinero. Me he gastado parte, pero te daré lo que me queda. Quiero que me devuelvas mi bola de cristal. Son la base de mi negocio"
"¿Una embaucadora?"
Ariadna fulminó con la mirada a la astróloga.
'No puede ser una embaucadora, ha pasado 20 años en compañía de Condesa Rubina, ¡Se supone que tengo que oír hablar de regresiones!'
La flaca Ariadna sacudió la cabeza, el gorro de su túnica se deslizó por su cabeza para revelar el rostro de una niña.
Bajo la sombra de la túnica, se podía ver un vivo punto rojo bajo su ojo izquierdo.
"¡Hic!"
La astróloga, al ver el lunar bajo el ojo de Ariadna, chilló, todo su cuerpo temblaba como un hombre que ha visto lo invisible.
"¡Eres tú, por eso estalló la bola de cristal!"
exclamó consternada la astróloga. Ella misma parecía terriblemente desconcertada.
"Pero ¿Por qué sólo tienes media adivinación? ¿Vagas por tierras etruscas con un conjuro de Amhara? ¿Quién te ha puesto en el 'Asiento del Juicio'?"
Ante la mención de la palabra 'juicio', la astróloga se retorció de dolor, al mismo tiempo Giada, la criada, se tapó los oídos.
- ¡Thud!
Giada tiró al suelo la bola de cristal de la gitana. Rodó y rodó, sólo se detuvo al chocar contra la pared. Ariadna se extrañó de ser la única ilesa, pero apretó con más fuerza a la gitana.
"¿Qué es el 'Asiento del Juicio'? ¡Tú sabes algo de eso! ¿Y a qué viene ese lunar bajo mi ojo?"
La astróloga parecía desconcertada.
"¿No lo sabes? ¡Deberías saberlo mejor que nadie! ¿Acaso el que subió al 'Asiento del Juicio' no sabe por qué subió al 'Asiento del Juicio'? ¡Debes haberlo subido con tus propias manos!"
Giada se retorcía en un rincón a cada mención de la palabra 'Asiento del Juicio'. Ariadna se extrañó de su estado y preguntó a la gitana.
"¿Qué le pasa?"
En ese momento, la gitana, con los ojos desorbitados, dio un salto hacia delante, se dio la vuelta y cogió la bola de cristal del suelo.
Con la bola de cristal en los brazos, echó a correr por el pasillo, sin importarle el peso de su espalda en el suelo, intentó salir de la cabaña.
"¡Alto!"
Ariadna esprintó tras la gitana, acortando la distancia en cuestión de segundos con su rayo de luna, sin dudarlo un instante se lanzó directamente sobre su espalda.
- ¡Bum!
La gitana, la bola de cristal en sus brazos y Ariadna rodaron por el suelo como una sola masa. Las dos masas humanas rodaron juntas y se estrellaron contra una vitrina a mitad del pasillo.
La gitana volvió a quedar atrapada bajo Ariadna, incapaz de zafarse.
Ariadna, dándose cuenta de que la gitana podía escapar en cualquier momento, sacó una daga de su pecho y se la acercó a la garganta.
"Dime todo lo que sabes. ¿Qué demonios es eso del 'Asiento del Juicio'?"
"¡No puedo decírtelo ......! ¡Lo pagaré caro si lo divulgo!"
Ariadna se burló y apretó la hoja de su daga contra la garganta de la gitana. Con un aullido, brotó un hilillo de sangre roja y brillante.
"No sé cuál es el precio, pero ¿es más que tu vida?"
Hizo más presión en su mano, la hoja cavó más profundo donde sólo había arañado la superficie.
"Podría matarte"
La determinación brilló en los ojos de la chica de la túnica. La gitana pensó que era capaz de matar.
"Te lo diré, te lo diré: ¡......! ¡Ah! ¡Ah!"
La textura de la daga contra sus músculos hizo que la gitana se estremeciera. La idea de morir era lo último que tenía en mente. Ahora era el momento de ceder a las demandas de su oponente.
"El Tribunal es ......."
Su boca se abrió. Su voz, áspera y salvaje cuando hablaba de asuntos humanos, sonó solemne y baja de tono cuando empezó a hablar de asuntos celestiales.
"...... es el Tribunal de la Regla de Oro. Los que estén en el 'Asiento del Juicio' recibirán beneficios de los 'Retornados'!"
"Vale, ¿y cuáles son los poderes que obtienen?"
Ariadna realmente sintió que sabía esta parte sin tener que preguntar. Sería una "regresión": tendría una nueva vida. Una oportunidad de volver al pasado y arreglarlo todo.
"¡Visión del Futuro!"
"¿Qué?"
Respondió la gitana a una Ariadna perpleja.
"Tú lo sabrás mejor que nadie, los registros muestran que aquellos que están en el 'Asiento del Juicio' ven el futuro"
Ariadna asintió, con los ojos muy abiertos. Efectivamente, podía verlo. A los ojos de alguien que había seguido viviendo en el mundo real, una persona regresora parecería capaz de ver el futuro.
Los registros que sostiene la gitana no están escritos por los propios "Juzgados", sino por la observación que alguien hizo de ellos.
"Si en cambio pecas con tus propias manos, usando tus poderes para alterar el contenido del 'futuro predeterminado', ¡tendrás que pagar a la 'providencia cósmica' por ese karma!".
"Si te refieres a la 'providencia cósmica', ¿es a un Dios Celestial?"
"Sí, los humanos lo llamaron con ese ridículo nombre. ¿Dónde estaría la personalidad en la providencia cósmica? Pequeños humanos tontos......."
"Un momento, ¿no es cierto que todos los hijos de los Dioses Celestiales tienen que pagar por el karma que han hecho en su vida? Por qué sólo los que han ido al 'Tribunal del Juicio' tienen que tener especial cuidado con su karma?"
"Los que no han ido al 'Asiento del Juicio' son unos cualquiera. Los mortales podemos cometer unos cuantos pecados, pero la 'Libra de la Causalidad' podría no verlo, ellos no tienen tiempo de revisar cada uno de ellos"
Los ojos de la gitana brillaron de forma extraña.
"¡Pero una vez que una persona ha alcanzado el Asiento del Juicio, la Libra de la Causalidad tiene sus ojos puestos en él a partir de entonces! Si tiene éxito, recibe la recompensa más exaltada que una persona puede alcanzar, ¡pero un paso en falso y fracasa!"
Los ojos de la gitana enrojecieron de codicia por la recompensa del éxito, exclamó emocionada.
"¡Así que sólo los superhumanos que se acerquen a los 'Regresores' llegarán al 'Asiento del Juicio', sólo los héroes que puedan resistir la causalidad!"
- Fazzzzzzzzzzzzzzz
"¡Ahhhhh!"
Cualquiera que fuera el 'precio', parecía seguir rápidamente. Salió humo de la yema del dedo izquierdo de la gitana. El humo se deslizó por el brazo izquierdo de la gitana, carcomiéndole el brazo.
'¿No es éste el precio?'
Toda la vida fue succionada del brazo izquierdo de la gitana humeante, empezó a encogerse como una momia.
"¡No!"
La gitana se hizo un ovillo y empezó a cantar desesperadamente.
- Om Shubhapalga, ahia tumwin. Om Shubhapalga, ahia tumwin.
Mientras la gitana repetía el conjuro, Ariadna volvió a preguntarle.
"¿Quiénes son esos 'los regresores'?"
"¡Ya no puedo decírtelo!"
La gitana miró con lágrimas en los ojos su brazo izquierdo encogido. Pronunció un hechizo y su brazo izquierdo dejó de encogerse. Pero su hechizo no parecía ser lo suficientemente eficaz como para curar su brazo.
"¡Puedes matarme, pero ya no puedo hablar contigo! ¡Mira esto! ¡Mira a la persona que has traído!"
Ante las palabras de la gitana, Ariadna giró la cabeza para mirar en dirección a Giada.
"......!"
Giada yacía muerta en el suelo con la lengua fuera. De sus oídos salía humo. Entonces, en un instante, toda su carne y su sangre se convirtieron en polvo y se esparcieron como cenizas. Sólo quedaba un esqueleto.
Delante del esqueleto de Giada había una bola de cristal que se había partido en dos.
"¡¿Qué es eso?!"
"Ciega, te lo diré, entonces me dejarás ir"
El rostro de la gitana era un amasijo de lágrimas, mitad amenazante, mitad suplicante.
"Debería haberlo sabido cuando vi que sólo tienes un lunar bajo el ojo....... Eres medio regresor"
La gitana jadeó.
"Ya que no pareces saber nada, te diré lo único que necesitas saber. Si no escuchas esta historia, seguirás haciendo daño a los que amas"
Ariadna no tenía intención de dejar marchar a la gitana, dijera lo que dijera.
El toque misterioso le había quitado la vida a Giada, pero si la gitana decía algo equivocado en el mundo real, podía hacer volar las cabezas de la Familia del Cardinal Mare.
"Si te dejo marchar de aquí, volverás al lado de Condesa Rubina, practicando tu particular brujería"
La gitana soltó una carcajada.
"Mira mi bola de cristal, pobre espíritu. Voy a volver a la tierra de Amhara, tendré que conseguir de nuevo las cuentas, tardaré diez años en curarme el brazo"
La gitana se acarició el brazo izquierdo y dijo.
"Si no me crees, puedes acompañarme en el barco. Me voy de este maldito invernadero del Oeste ahora mismo. Deja que me vaya. Si me matas aquí y no escuchas mi historia, tú te lo pierdes"
Si la gitana abandonaba las tierras etruscas de inmediato, había margen para la negociación. Ariadna asintió, la gitana enderezó la postura y se sentó.
Se metió la mano en el bolsillo, sacó un polvo dorado, lo esparció en todas direcciones y habló con voz solemne.
"Si uno habla mal del mundo espiritual, el oyente se convertirá en eso. Los 'Regresores' castigarán a los que divulguen, ¡y a los que aprendan cuando no lo merezcan!"
La gitana señaló a Giada con un dedo sagrado.
"En el momento en que cuente un secreto que le ha sucedido a alguien que no tiene derecho a saberlo....... ¡esa persona sufrirá o morirá en proporción a la magnitud del secreto que ha conocido!"
Ariadna soltó un pequeño grito ahogado. Estaba muy bien que no hubiera dicho ni una palabra a Sancha, ni a Arabella, ni a Alfonso sobre la regresión.
La gitana abrió la boca para hablar, luego sacudió la cabeza y añadió otra palabra.
"Pórtate bien"
"¿Qué?"
La gitana chasqueó la lengua ante la confusa Ariadna.
"Sé buena, por mucho que te hayan hecho daño, por muchas veces que te hayan hecho daño, cinco veces mejor que los demás. Perdona a todos"
Esto no fue suficiente para Ariadna, miró a la gitana con fiereza.
"Tengo mi merecido"
"El mar, como desea la Providencia"
"¿Acaso esa engreída 'Providencia' no sabe del ojo por ojo y diente por diente? ¡Vengar a la víctima es parte natural de la retribución!"
Ariadna apretó los dientes. Cesare, que le abandonó, Isabella, que ocupó su lugar, incontables otros que se aprovecharon de ella ¿y espera que los deje marchar sin más?
"¿Qué he hecho? ¿Qué sangre he derramado? ¿Se supone que no debo vengarme? ¿Simplemente vivir como un perro bien alimentado, contenta con lo que me han dado?"
La gitana miró fijamente a Ariadna, furiosa.
"El perdón es algo que se hace por uno mismo, no por los demás"
La gitana parecía ahora una sabia.
"Te lo digo porque me das pena, porque parece que no sabes nada. ¿Has oído el cuento del mercader de Oporto, de la libra de carne?"
El mercader de Oporto pidió prestadas monedas de oro y redactó un contrato en el que estipulaba que, si no podía devolver el dinero, pagaría en especie con una libra de carne humana.
Cuando el mercader no devolvió el dinero a tiempo, el usurero prestamista exigió que se cumpliera el contrato, pero un juez de Oporto le permitió quedarse con la carne, pero con la condición de que no se derramara ni una sola gota de sangre.
Además, declaró que sería un delito aparte tomar siquiera una livra más de una libra. Se cuenta que el prestamista nunca recibió la carne humana prometida.
"Esa sórdida historia, un contrato injusto que discriminaba a los extraños. Si haces un contrato, cumple tu palabra"
"Sí, no debes hacer promesas que no puedas cumplir. Eso pienso yo también, pero el universo piensa como el Inquisidor de Oporto"
La gitana se puso en pie tambaleándose.
"¿Crees que en tu venganza puedes golpear a tus enemigos con tanta precisión que sólo obtendrás lo que mereces? Cada uno pesa de forma diferente, de todos modos. Tú puedes pensar que te han hecho daño cien, pero ellos pueden pensar que les han hecho daño cincuenta, cuando restas lo que tú les has hecho, la diferencia puede ser sólo de veinticinco"
Señaló al cielo y levantó los brazos en alto.
"El universo es mecánico, no se deja engañar por tus ilusiones. Si accidentalmente perjudicas a alguien inocente por un punto, si te vengas de alguien por cincuenta puntos cuando sólo deberías haberte vengado por veinticinco, el universo pensará que todo es tu karma"
El círculo dorado parpadeó y parpadeó, luego se extinguió. Con la Causalidad observando, no tenía sentido dar más explicaciones. Era hora de partir.
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