LESVAC 274

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La Emperatriz se volvió a casar 274

SS3: Navier regresa a casa



Mis días en Luipt pasaron volando, a pesar de lo apretada que estaba mi agenda. Observé los festivales de Luipt y asistí a uno de los banquetes de Imona. También participé en una reunión sobre el comercio. Hablamos de la alta demanda de frutas frescas y de cómo transportarlas de forma segura.

Sir Artina y el Vizconde Langdel no tardaron en unirse a nosotros en la capital y, antes de que me diera cuenta, llegó el momento de partir de Luipt.

Imona se ofreció a organizarme una fiesta de despedida, pero la rechacé educadamente. En cambio, pasé mi último día haciendo las maletas y reflexionando por última vez sobre la vida cotidiana en Luipt.

"¡Su Majestad!"

Laura irrumpió en mi habitación, retorciéndose con una risa apenas contenida. Ella había salido hace sólo un momento, diciendo que necesitaba ir a buscar algo.

"¿Qué escondes detrás de tu espalda?"

Ella dio un salto, sobresaltada, pero luego se me acercó rápidamente. 

"¡Mire esto!" 

Era glamuroso, pero dejaba al descubierto demasiada piel.

Había considerado usar esos vestidos en eventos por el bien de Imona, pero al final, no tuve el valor.

"Es hermoso. ¿Te lo quedarás de recuerdo?"

"¡No! Es para Su Majestad."

Rápidamente agité mis manos. 

"No, gracias."

"¡Pero le quedaría tan bien!"

"Estoy bien con mis vestidos. Te quedaría mejor a ti, Laura."

Volví a empujar suavemente el vestido hacia ella.

"Yo también usaré uno. ¡Probémonos las dos los vestidos de Luipt!"

Sacudí la cabeza. Los vestidos de aquí eran hermosos, pero no encajaban con el estilo austero del Continente Wol. Si Imona me hubiera dicho que tenía que ponérmelos por respeto a la cultura de Luipt, lo habría hecho. Sin embargo, ella me había asegurado que mi estilo estaba bien. De todos modos, no quería.

"Hazlo tú, Laura."

"¡Has venido hasta Luipt! Al menos deberías probarte su ropa una vez."

Laura no se dejó disuadir fácilmente. Se aferró a mi ropa con ojos brillantes.

Suspiré,

"Está bien. Sólo esta vez."

La pobre Laura había sufrido cuando caí por la borda. Era lo menos que podía hacer. 

"¡Sí!"

"Pero no en público."

"No se preocupe. Estaremos las dos solas."

Verla tan feliz me hizo sonreír. Juntas, Laura y yo nos pusimos los vestidos de Luipt. Como no estábamos acostumbradas a este estilo, tardamos un rato en saber cómo vestirnos.

"¡Guau! Su Majestad, se ve absolutamente deslumbrante."

Laura soltó una risita, cubriéndose la cara con las manos. Me puse delante del espejo y suspiré,

"No te burles de mí."

"¡Realmente se ve estupenda! El Emperador Heinley quedaría fascinado."

Dicho esto, Laura se puso una capa y dijo que quería enseñar el vestido a sus amigas.

Sola, me quedé mirando mi reflejo. 

'¿Debería quedarme con uno? Como un recuerdo.'

Laura tenía razón. A Heinley le gustaría.

- ¡Gu!

Sonreí. Sí, arrullaría de esa manera. Incluso podría hacer su adorable baile de la felicidad.

- ¡Gu!

Fruncí el ceño. ¿De dónde venía ese sonido? ¿Me estaba imaginando cosas porque echaba mucho de menos a Heinley?

- ¡Gu!

Me di la vuelta para echar un vistazo a la habitación. Justo al otro lado de la ventana, se posaba un pájaro enorme. ¿Reina? La criatura se parecía a él. ¿Las águilas de Luipt eran parecidas a Heinley?

- ¡Gu!

Curiosa, me acerqué a la ventana.

Se quedó inmóvil cuando la abrí y cerró los ojos cuando le acaricié el pico, tal como haría Heinley. Lentamente, tomé al pájaro en mis brazos. Antes de que pudiera levantarlo, el pájaro se apartó revoloteando. En un parpadeo, se transformó.

"Mi Reina, ¿abrazas a cualquier pájaro? Pensaba que yo era el único."

"¿Heinley?" 

Sorprendida, me lancé hacia él, abrazándole. Después me incliné hacia atrás para mirar su rostro. 

"¿Realmente estás aquí?"

Él sonrió ampliamente,

"Así es, a menos que haya un Heinley falso por ahí que yo no conozca."

"¿Cómo es que...?" 

Estaba tan sorprendida que lo único que pude hacer fue tocarle la cara. Tardíamente, caí en cuenta.

Oh, no. 

"¡Heinley! ¡¿Por qué estás aquí?!"

"Me enteré de que caíste por la borda."

"Envié un mensaje de que estaba bien. ¿No me digas que no lo recibiste?"

"Sí, pero necesitaba verte con mis propios ojos."

Se sonrojó y evitó mi mirada,

"Te ves bien. Me siento aliviado, Mi Reina."

'¿Por qué se sonroja?'

Fue entonces que recordé lo que llevaba puesto. 

'¡Oh, Dios mío!'

Rápidamente le aparté de un empujón.

Por su sonrisa de satisfacción, era evidente que ya lo había visto todo. 

"¿Qué haces? Ahora mismo no llevo nada puesto."

'Pícaro.'

Chasqueé la lengua y le pellizqué la mejilla. Pero lo solté rápidamente cuando noté que sus manos temblaban.

"Heinley, ¿qué pasa? ¿Estás llorando?" 

Puse mis manos sobre su cara. Él besó el dorso de mis manos y susurró,

"Cuando me enteré de la noticia, casi me vuelvo loco. Sentí como si alguien me estuviera quemando, directamente aquí."

Agarró mi mano y la colocó sobre su pecho.

Su calor se filtró en mi palma. Podía sentir el latido constante de su corazón. Mientras permanecíamos así, levanté la cabeza y miré sus ojos llenos de lágrimas, brillantes como el té de violeta.

Heinley apoyó su cara en mis manos, inhalando profundamente,

"Poco después supe que estabas a salvo, pero mi corazón no lo entendería hasta que te viera con mis propios ojos. Finalmente estamos juntos de nuevo."

Mientras nos poníamos al día con todo lo que nos había pasado durante el tiempo que estuvimos separados, alguien llamó a la puerta.

"¡Su Majestad! ¡Soy yo!"

Laura agitó el pomo.

"¡Un momento!"

Aparté a Heinley, que me estaba besando el cuello,

"Más tarde."

Busqué un lugar donde esconderlo, pero ninguno de los muebles era lo suficientemente grande. Las habitaciones de Luipt se caracterizaban por tener mucho espacio abierto, sin ningún sitio donde esconderse.

Heinley se echó a reír, por lo que le di un golpe en la espalda. 

'¡Heinley, pájaro travieso! ¿De qué te ríes ahora?'

Con una risa entre dientes, se transformó en pájaro y salió volando.

Observé la cola del pájaro hasta que desapareció en la distancia. Afuera, Laura volvió a llamar. Sonaba preocupada.

"Estoy bien."

Abrí rápidamente la puerta. 

Laura me miró a la cara y se relajó con una gran sonrisa. Pero un instante después, sus ojos se fijaron en algo. Ella se quedó helada.

"¿Laura?" 

'¿Por qué se puso tan nerviosa?'

Ella cerró los ojos con fuerza,

"Um, creo que olvidé algo... afuera."

Se dio la vuelta y salió corriendo de la habitación. 

Fruncí el ceño, preguntándome qué había pasado. 

'Qué sospechoso.'

***

"Dios mío."

Laura caminó rápidamente por el pasillo, intentando quitarse de la cabeza la marca roja en el cuello de la Emperatriz Navier.

No era la primera vez que veía una marca como esa. Provenía de los labios de alguien. Recordó que el Emperador Heinley le había dejado tal marca antes. Pero...

'¿Quién le dejó la marca esta vez?'

Se abanicó, avergonzada. El Emperador Heinley no estaba aquí. ¿Quién se atrevería a besar el cuello de la emperatriz? La marca no había estado allí antes cuando Laura y Su Majestad se cambiaron los vestidos.

Alguien había entrado en la habitación de la emperatriz mientras ella estaba fuera. 

'¡¿Pero quién?!'

Después de devanarse los sesos, Laura apretó los puños. 

'¿La Emperatriz Navier tiene un amante? ¿Quién podría ser?'

***

A Heinley parecía gustarle el estilo de Luipt, así que quise comprarle algunas prendas de regalo. Pero todas las tiendas de ropa que visité decían que no les quedaba nada para vender.

"¿Quién compró toda la ropa?"

"Un hombre muy apuesto."

"No creo que lo haya comprado todo."

El Gran Duque Kapmen, que me estaba acompañando, también preguntó. De nuevo, el dueño de la tienda sacudió la cabeza,

 "El hombre lo compró todo. Todo, sin importar el tamaño."

"¿Quién demonios haría eso?"

De repente, Kapmen frunció el ceño.

"¿Gran Duque? ¿Qué ocurre?"

Se puso rígido ante la respuesta del dueño de la tienda en su lengua natal. Lentamente, Kapmen se volvió hacia mí,

"Al parecer, la persona que hizo esto tenía cabello dorado y ojos púrpuras."

'Heinley.'

Mis ojos se abrieron de par en par.

'No. No puede ser.'

Kapmen llegó a la misma conclusión.

"Debe haber venido hasta aquí porque estaba preocupado."

Inmediatamente, recordé el asombro de Heinley por mi vestido de Luipt. Pensaba que sólo me estaba haciendo un cumplido, diciéndome lo bien que me quedaba el vestido. 

'¡Qué pájaro tan tonto!'

Me llevé una mano a la frente.

"¿Podría pensar en otra cosa, por favor?"

Murmuró el Gran Duque.

"Lo siento."

Respondí sonrojada. 

***

McKenna suspiró, luchando por sostener la enorme pila de ropa. 

"Esto es suficiente."

Heinley no le hizo caso y siguió adelante,

"Todavía no."

"No es como si fueras a llevar sólo ropa de Luipt el resto de tu vida. Si compras tantas, no podrás ponértelas todas." 

A McKenna le dolían mucho las piernas. También sus brazos y alas, que ya estaban cansados de tanto volar.

Pero Heinley se limitó a sonreír,

"Sólo dices eso porque no viste a mi reina con este tipo de vestimenta. Parecía la mismísima diosa de la música."

"¿La diosa de qué?"

Heinley suspiró feliz,

"Era tan encantadora."

McKenna sacudió la cabeza. Afortunadamente, las tiendas se estaban quedando sin ropa. 

'Si hubieran tenido más...'

Imaginarse una pila más grande le hizo estremecerse. Además, tenían un problema más serio que sus brazos doloridos. 

"Su Majestad."

"A ella también le queda bien el carmesí. El dorado. Y el azul. De hecho, le quedan bien todos los colores."

"Su Majestad. ¿Cómo vamos a llevar todo esto al Imperio Occidental?"

***

Heinley no anunció su llegada a Luipt al día siguiente. En vez de eso, se coló en mi habitación por la noche, colmándome de besos.

"Compraste toda la ropa de las tiendas, ¿no?"

Sonrió con satisfacción,

"¿Cómo lo supiste?"

"Los dueños de las tiendas decían que un hombre apuesto de cabello dorado y ojos púrpuras lo había comprado todo."

"Parece que me consideran atractivo en ambos continentes."

 Heinley sonrió descaradamente y frotó su frente contra la mía.

"Al menos me has dicho la verdad. Pensé que lo negarías hasta que volviéramos al Imperio Occidental."

"En realidad, tengo un favor que pedirte."

Me susurró al oído,

"Necesito que lleves la ropa en el buque. No tengo forma de llevármela a casa."

Entrecerré los ojos.

'¿Está poniendo a prueba mi paciencia?'

***

Después de despedirme de Imona, subí al buque una vez más.

"Espero volver a verte."

Luego se volvió afectuosamente hacia Kapmen,

"Hijo mío, ojalá encuentres la paz en tu corazón."

Cuando Kapmen se inclinó, Imona le besó la frente. Por la forma en que lo abrazaba, me di cuenta de lo mucho que se preocupaba por él, y también de lo mucho que Kapmen se apoyaba en ella.

Al mirar hacia otro lado, me di cuenta de que había otro buque anclado cerca. La embarcación de Ángel. Imona había rechazado su oferta, pero él aún no había partido. El buque se balanceaba allí, completamente solo. Oí que había ido a visitar otro país en Hwa.

'¿Adónde podría haber ido? ¿Estaba buscando otro socio comercial?'

Para cualquier otra persona eso sería imposible, pero tratándose de Ángel nunca se sabe.

"Su Majestad."

El capitán se acercó a mí, inclinándose,

"Es hora de partir."

Tan pronto asentí, levantó las manos hacia la tripulación. Justo entonces, una vela blanca se desplegó sobre mi cabeza.

'¡Finalmente vuelvo a casa!'

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