LESVAC 275

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La Emperatriz se volvió a casar 275

SS4: Sin interés en la verdad (1)



Nuestro viaje de vuelta a casa estuvo lleno de celebraciones. Los marineros, los funcionarios, el Vizconde Langdel, Laura e incluso Artina lucían expresiones radiantes. Algunos miembros de la tripulación con talento para la música tocaban melodías ligeras y alegres. En las noches iluminadas por la luna, incluso organizábamos bailes informales en la cubierta.

Pero incluso en medio del ambiente festivo, cada vez que me acercaba a la barandilla, todos se ponían serios al instante. 

"¡No, Su Majestad! No debe acercarse a la borda."

"Me gustaría un poco de aire fresco."

"El aire es igual de fresco aquí. Cerca del mástil."

Comentó el Vizconde Langdel, mirando nerviosamente al agua.

No podía culparles. No cuando recuerdo lo sorprendidos y asustados que se veían Artina y el Vizconde Langdel cuando caí por la borda. O cuando recuerdo lo preocupada que estaba Laura por mí. No los volvería a someter a semejante angustia.

***

"Hmm, ¿Su Majestad?"

Laura se me acercó discretamente una tarde mientras estaba sentada en la cubierta, a una distancia prudencial de la borda.

"Sobre los últimos artículos que subió al buque... ¿por qué los compró?"

Me tomó un momento entender a qué se refería. 

'La ropa de Heinley.'

Supuse que debía parecer extraño. Había ido a comprar un solo conjunto, y luego abordé el buque con todo un guardarropa. 

"Es ropa para Heinley. El Gran Duque me ayudó a conseguirla."

El Gran Duque Kapmen estaba leyendo un libro cerca. Justo entonces, miró en nuestra dirección y sonrió, asintiendo.

"Ah, el Gran Duque."

Los ojos de Laura se entrecerraron.

'¿Por qué luce tan seria?'

"Laura, ¿qué pasa?"

Ella apretó los puños y respiró hondo,

"¡Sigo estando de su lado, Su Majestad! Lo sabe, ¿cierto?"

'¿Qué demonios?'

Estaba a punto de preguntarle qué quería decir, cuando el marinero en lo alto de la torre de vigilancia gritó,

"¡Piratas! ¡Piratas en el horizonte!"

Una campana comenzó a sonar. El tranquilo buque entró de repente en acción.

Otros marineros se hicieron eco del grito,

"¡Piratas!"

Laura, que siempre era tan valiente, dio un brinco y jadeó. El Vizconde Langdel y Artina corrieron a mi lado, rodeándonos para protegernos a Laura y a mí.

Laura me agarró del brazo,

"¿Dónde están? Lo único que veo es agua."

Yo tampoco los veía. Sólo el cielo azul y el mar. Ni siquiera estaba nublado— sólo una ligera niebla se cernía justo delante de nosotros. 

'¿Dónde están esos piratas?'

De repente, una proa puntiaguda apareció a través de la niebla. El enorme buque se reveló lentamente, como una bestia mitológica. Incluso a la distancia, su tamaño era abrumador.

Laura se quedó callada. Yo también cerré la boca. Sentí un escalofrío al ver la bandera con la calavera.

De camino hacia aquí, un monstruo marino hizo que quedara varada en una isla desierta. 

'¿Ahora nos atacan piratas? ¿Qué está pasando?'

"Prepárense para la batalla."

Exclamó el Vizconde Langdel, con voz tranquila, a pesar de todo. Sus hombres se pusieron en guardia.

Artina desenvainó su espada suavemente,

"Protejan a Su Majestad y a la Señorita Laura, pase lo que pase."

Aparecieron varios buques más, siguiendo al primero. Se deslizaron a través de las agitadas olas.

Como no quería que Laura se asustara más, forcé una expresión impasible. Sin embargo, cuando el buque en cabeza se acercó lo suficiente como para atacar, de repente giró hacia un lado y se alejó.

"¿Se está retirando?"

Preguntó Laura. Sus ojos se abrieron de par en par.

Los míos también. Efectivamente, todos los buques empezaron a alejarse de nosotros. Todos en la cubierta murmuraban y nadie estaba seguro de lo que estaba pasando. Finalmente, uno de los tripulantes comentó,

"Debe ser un ajuste de cuentas de piratas."

"¿Un ajuste de cuentas de piratas?"

Uno de los caballeros del Vizconde Langdel se aclaró la garganta,

"Piratas que van tras otros piratas. No tienen ningún interés en un buque normal como el nuestro."

"Entonces... ¿son piratas de verdad?"

"Así es."

Estaba a punto de decir que me seguía pareciendo extraño cuando vislumbré una figura familiar en la cubierta del buque principal. Estaba demasiado lejos para distinguir sus rasgos, pero reconocí su silueta. 



'¿Duque Elgy?'

Quería acercarme para ver mejor, pero un caballero me detuvo. 

"Es peligroso, Su Majestad."

"Correré el riesgo."

Le pasé por un lado y me paré en el borde de la cubierta, pero para entonces el hombre ya se había ido, como un fantasma.

Mientras tanto, los buques se alinearon delante de nosotros, como guiando nuestro camino. De repente, recordé los rumores acerca de que Heinley estaba afiliado a piratas. 

'¿Y si fueran ciertos? ¿Y si el capitán de estos piratas es el Duque Elgy? ... Imposible.'

Sacudí la cabeza. Un Duque de Bohean Azul no tenía necesidad de andar haciendo de pirata.

Artina me miró y luego habló en voz baja,

"Es sólo un rumor, pero... he oído que todas las tripulaciones piratas están buscando al capitán de una tripulación en particular ahora mismo."

"¿Es el Duque Elgy un pirata?"

Le pregunté a Heinley en cuanto arribamos al puerto de Whitemond. Había venido a recibirnos; sin duda había calculado la fecha exacta de mi llegada.

Heinley hizo un mohín con sus labios,

"Mi Reina, he venido hasta aquí para verte. Hace mucho que no nos vemos, y lo primero que haces es hablar de otro hombre."

El Rey de Whitemond revoloteaba a su lado, luciendo incómodo.

Heinley se giró hacia el capitán,

"Capitán, pienso castigar duramente al responsable de que mi esposa se cayera del buque y se perdiera. Escríbame un informe del incidente."

Puse una mano en su brazo,

"No es culpa del capitán."

Ya se lo había dicho cuando nos vimos en Luipt.

"Un monstruo marino nos atacó. ¿Qué podría haber hecho el capitán?"

"Aún así necesito saber exactamente qué pasó. Por otra parte, ¿por qué preguntas por el Duque Elgy, Mi Reina?"

"¿Te molesta?"

"Sí."

Me alegré de no haberle contado que llevaba la ropa del Gran Duque Kapmen en la isla— ni cuánto había visto accidentalmente del cuerpo del Gran Duque Kapmen. No podía imaginar cómo reaccionaría Heinley.

Nerviosa, dejé que Heinley caminara delante de mí. Pero se detuvo, se dio la vuelta y me extendió la mano.

Tan pronto como puse mi mano sobre la suya, sonrió ampliamente, llevó mi mano a su boca y la besó, 

"Volvamos a casa juntos."

***

Tras regresar de Luipt, pasé cuatro días con mis bebés. Se aferraban a mí dondequiera que fuera, como si me hubieran extrañado mucho.

Al quinto día, comencé a trabajar un poco. Al final de la semana, había vuelto a mi rutina. Mi primera tarea fue investigar el extraño fenómeno en el mar. Reuní a todos los nobles que utilizaban a menudo este puerto para preguntarles al respecto.

Me comentaron que no era la primera persona que decía haber sufrido un percance así.

"He oído historias de barcos volcados por monstruos marinos. Últimamente, más de lo habitual. Normalmente las tacho de tonterías..."

"Incluso si hay cierta verdad en esas historias, a menudo es difícil separar la verdad de lo inventado."

"¿Cuándo fue la primera vez que escucharon una historia de ese tipo?"

Los presentes se miraron unos a otros. Eventualmente, uno respondió,

"Fue hace tanto tiempo que ya ni lo recuerdo. Podría asegurar que esas historias existen desde que hay hombres que surcan los mares."

Algunos insistían en que todo era sólo un cuento. Otros decían que habían investigado antes sobre monstruos marinos, pero que nunca encontraron nada. Mientras les escuchaba, anoté los nombres de aquellos que no creían en un color de tinta y los que estaban de acuerdo en que podría ser cierto en otro.

De repente, un pensamiento sorprendente vino a mi mente.

"Un dragón de agua..."

Murmuré. Los ministros y los nobles, que seguían debatiendo con entusiasmo, se callaron.

"¿Un... dragón de agua?"

Preguntó un noble. 

Retiré el mapa pequeño y pedí uno más grande. Una vez que un sirviente lo trajo, lo coloqué en el centro de la mesa. Marqué las rutas que utilizaban los nobles y tracé líneas entre ellas. En el mismo centro del mapa, todas las rutas se cruzaban.

Ahí era donde encontraríamos el nido del dragón de agua.

***

Le pregunté al Gran Duque Kapmen si podía reunirme con Dolshi. Una semana después, vino a decirme que había arreglado una reunión con Dolshi, que continuaba buscando a ese pájaro azul. Aceptó reunirse conmigo ya que el pájaro podría estar en el palacio.

'Por suerte, McKenna no se enteró de esto.'

El día acordado, Dolshi se presentó en mi salón. Sin embargo, Kai empezó a llorar de repente antes de que saliera de la habitación de los niños para encontrarme con él.

"¿Kai?"

Me incliné sobre su cuna para sacarlo,

"Kai, ¿qué pasa?"

Lloró más fuerte. Entonces, de repente, se transformó en un pájaro. En un parpadeo, volvió a ser humano.

"¡Kai!"

Asustada por el comportamiento de su hermano, Laura se agarró a su muñeco con forma de insecto y empezó a llorar también.

"Laura, Kai, pórtense bien, ¿sí?" 

'¿Por qué se están comportando así?'

Levanté a Kai, que no paraba de transformarse, lo que dificultaba sostenerlo. 

'¿Qué debo hacer?'

Si fuera un bebé normal, llamaría al médico. Pero no podía permitir que nadie lo viera así. A través de la puerta ligeramente abierta, llamé,

"¿Rose? Trae a McKenna, por favor."

"¿Qué sucede, Su Majestad?"

Cuando se acercó a la puerta, la cerré con la cadera,

"Estoy bien, sólo necesito a McKenna. ¡Apresúrate!"

***

Estaba terriblemente preocupada por mi bebé. Pero en cuanto McKenna vio a Kai, suspiró,

"Está haciendo un berrinche."

"¿Un berrinche?"

Me quedé boquiabierta.

"Esto es lo que hace nuestro Clan cuando no quiere que papá o mamá se vayan."

"Kai es todavía un bebé. ¿Cómo sabe siquiera que me voy?"

"Es instinto."

McKenna soltó una risita y levantó a Kai, luego congeló sus transformaciones.

"El príncipe es un sinvergüenza. Normalmente tiene buen comportamiento, por lo que se me hacía parecido a Su Majestad. Bueno, tal vez Su Majestad también tiene un lado travieso..."

"McKenna."

"Sólo bromeaba, Su Majestad. No la considero una sinvergüenza."

"No, está bien. Dolshi está en el salón ahora mismo."

"¿Qué? ¿El dragón de agua?"

McKenna se estremeció,

"¿Por qué me lo dice?"

"Se supone que debo reunirme con él ahora mismo. Pero no puedo dejar a Kai solo así."

McKenna palideció,

"Yo cuidaré a Kai por usted, Su Majestad."

"Será mejor que yo me quede con él. Probablemente esté molesto porque tanto Heinley como yo hemos estado fuera recientemente. ¿Podrías reunirte con Dolshi en mi lugar?"

McKenna me miró fijamente. Parecía a punto de llorar,

"Está disgustada porque la llamé sinvergüenza, ¿no es así?"

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