LESVAC 250

LESVAC 250







La Emperatriz se volvió a casar 250

Creo en mí mismo



"¿Conseguiste esto por el camino?"

Después de terminar nuestra comida con el Rey de Whitemond, Heinley y McKenna se fueron a alguna parte.

Volví a mi habitación con los guardias, cuando de repente, el Vizconde Langdel regresó, sosteniendo una cinta púrpura. Estaba hecha de un material muy lujoso.

"¿Se cayó de algo?"

"Estaba en el vestíbulo."

'Una cinta en el vestíbulo... ¿Ángel?'

¿Usó esta cinta para decorar el sitio de la ceremonia? Tal vez había usado este color para no destacar y sentirse avergonzado cuando le hiciera llevar una cinta parecida. Eso, o...

Pensativa, acepté la cinta y me dirigí al salón. Pero la entrada estaba bloqueada. Los empleados entraban y salían por la pequeña puerta, pero cada uno la cerraba herméticamente tras de sí. No podía ver el interior. Y los guardias impedían la entrada de personas no autorizadas.

'¿Es realmente necesaria tanta seguridad?'

Me pareció sospechoso. Pero debo haber mirado demasiado abiertamente porque algunos de los caballeros me reconocieron y se inclinaron a modo de saludo.

'Supongo que aún no puedo ver el interior.'

Justo cuando me rendí y me di la vuelta, Ángel apareció detrás de mí. Levantó las cejas al verme.

"Oh, Su Majestad."

Él miró la cinta púrpura que tenía en la mano y sonrió.

"¿Le quitaste ese adorno a mi pájaro?"

Aunque no encontró el pájaro en mi habitación, todavía sospechaba de todos los del Imperio Occidental. Antes de que pudiera responder, frunció el ceño,

Los culpables que robaron mi pájaro deben ser muy hábiles. Y audaces, para cometer un robo dentro de la sede de la alianza. Sin embargo, todos huyeron en cuanto pudieron escapar. ¿No es intrigante?

"¿En serio?"

"Gracias a Dios. Parece que todos escaparon."

Justo cuando el alivio me invadía, Ángel me guiñó un ojo.

"Afortunadamente, atrapé a tres de ellos. Si los interrogo, sabré quién se llevó el pájaro y por qué."

Mi corazón se congeló. Afortunadamente, mi expresión no cambió. De hecho, incluso esbocé una sonrisa,

"Qué suerte."

Pero después de separarnos y volver a mi habitación, mi mente se convirtió en un pantano turbio.

'Tres del Clan de Heinley fueron capturados por Ángel...'

¿Adónde fueron Heinley y McKenna? Necesitaba informarles. ¿O ya lo sabían? ¿Habían ido a elaborar un plan? ¿Qué debería hacer ahora?

"Su Majestad."

Justo entonces, el Vizconde Langdel me llamó. Su voz sonaba más pesada que de costumbre.

"¿Qué pasa?"

Cuando miré, su expresión parecía grave.

"Tengo algo que preguntarle sobre el reciente incidente."

No le conté al Vizconde que había enviado a los subordinados de Heinley a rescatar al pájaro. Pero debió darse cuenta de que algunos de los hombres que había asignado para custodiarme habían desaparecido.

El Vizconde no era exactamente mi leal servidor. Sólo se había ofrecido a custodiarme para corresponder a mi amabilidad. Hasta ahora, me había mostrado lealtad. Pero también había jurado lealtad a los Caballeros Transnacionales. ¿Era aquí donde él trazaría la línea? Incluso cuando tenía curiosidad, normalmente no me pedía más información de la necesaria. Pero ahora...

¿Estaba dividiendo sus lealtades? ¿O estaba preocupado porque mi seguridad era su responsabilidad? ¿Qué debería decirle si me preguntaba por los tres caballeros desaparecidos?

Asentí mientras la cabeza me daba vueltas.

"Adelante."

"El Emperador Heinley no vino aquí con nuestro grupo."

Lo menos que esperaba que me preguntara era esto. Me quedé mirándole sin palabras. No podía mentir. Otros países podrían asumir que Heinley se coló, disfrazado entre los miembros de nuestro grupo. Pero el Vizconde había inspeccionado a cada uno de los que vinieron. Él habría sabido si Heinley siempre estuvo aquí.

"¿Era... era ese pájaro que salvó el Emperador Heinley?"

Mi corazón latió con fuerza. El Vizconde Langdel me miró fijamente, sin vacilar. De repente, simpaticé con el Duque Elgy. Una vez le hice una pregunta similar y no supo responder. No era mi secreto como para revelarlo.

"No estoy segura de lo que quieres decir."

Los ojos del Vizconde Langdel se entrecerraron con incredulidad,

"Está bien si no quiere responder a eso. Pero por favor responda lo siguiente. ¿Tuvo el Emperador Heinley... algo que ver con el fenómeno de la disminución del maná?"

Mi pulso se aceleró.

'¿Por qué pregunta por esto de repente?'

Pero entonces recordé lo sombría que parecía la expresión del Vizconde últimamente. Había pensado que estaba peleado con Nian. Pero tal vez Ángel le había compartido esta conjetura.

"Ya sea un sí o un no, agradecería la verdad."

Dijo el Vizconde pesadamente.

"Si me lo dice... liberaré a los hombres de Su Majestad en manos de Lord Ángel. Lo juro por el apellido Langdel."

'Es un hombre honesto y recto. Sin embargo, no siempre es de ayuda hacer lo correcto.'

Eso me había susurrado la santa.

El Vizconde Langdel me estaba observando ahora con una mirada inflexible.

'El Vizconde cumplirá su promesa.'

Realmente podría salvar a esos tres miembros del Clan Pájaro. Pero una vez que supiera la verdad, ¿permanecería de mi lado? Mejor dicho, ¿del lado del Imperio Occidental?

El Vizconde Langdel era un hombre honesto. ¿Podría realmente hacer la vista gorda a esto? La disminución del maná arrebató oportunidades a muchas personas, como a Evely. Estropeó tantas vidas. Incluso si le explicaba que Heinley quería debilitar el poder del Imperio Oriental, ¿lo entendería el Vizconde? Él era un noble del Imperio Oriental.

El Vizconde no era el tipo de hombre que pasaba por alto una injusticia. Era severo y caballeroso. Pero también había actuado violentamente en el pasado. Eso me preocupaba.

'¿Qué debo hacer? ¿Le digo la verdad o una mentira? ¿Se dará cuenta si le miento?'

Tal vez esto era una prueba. Tal vez ya sabía la verdad. O tal vez sinceramente quería saber. O...

"Su Majestad."

Mi evasión en este momento era probablemente una respuesta en sí misma. Si no fuera cierto, habría negado inmediatamente sus sospechas.

"Tráelos de vuelta."

Hice una pausa.

"Tráelos de vuelta y te daré una respuesta. Yo también lo juro por el apellido de mi familia."

***

Conseguí retrasarlo, pero... tan pronto como se fue el Vizconde Langdel, llamé a Mastas.

"Mastas, trae al Emperador Heinley ahora mismo."

Sorprendida, preguntó,

"¿Ahora mismo? ¿Quiere que venga aquí?"

"Sí, que venga aunque esté ocupado. Pase lo que pase."

"¡Como ordene, Su Majestad!"

A pesar de su sorpresa, Mastas se marchó obedientemente,

Me senté en el sofá, arrastrando los pies nerviosamente.

Treinta minutos después, Heinley abrió la puerta,

"¿Qué ocurre? ¿Te encuentras bien, Mi Reina?"

Me miró ansiosamente, como si hubiera imaginado todo tipo de cosas terribles en su camino hacia aquí.

'Mira esa cara pálida.'

"Estoy bien."

"Pero Mastas..."

"Ven aquí."

Después de que cerrara la puerta, le conté sobre la conversación que había tenido con el Vizconde Langdel, incluyendo el hecho de que tres caballeros de su Clan habían sido capturados. Escuchó sin decir palabra, con una expresión seria.

Cuando terminé, se frotó la barbilla,

"Nos dividieron. McKenna intentó verificar nuestros números, pero muchos huyeron para ponerse a salvo. No sabía que tres habían sido capturados..."

"El Vizconde Langdel prometió rescatar a esos tres."

"Confías mucho en él, Mi Reina."

"Este no es momento de estar celoso."

Además, el Vizconde estaba completamente enamorado de Nian. Más bien, Heinley debería estar celoso del Embajador del Reino del Norte.

"No puedo evitarlo. Incluso odio el hecho de que Angel estará sirviendo a mi reina."

'Es la personificación de los celos.'

Cuando tiré suavemente de su mejilla, frunció el ceño falsamente. Luego hizo como si me mordiera la muñeca. Me hizo cosquillas con los dientes, así que lo solté.

"Le estoy obligando a ser mi sirviente. Le daré órdenes cruelmente. ¿Todavía odias eso? Pienso regañarlo por no dejarte en paz."

"Quiero ser el único al que mi reina regañe."

Heinley me besó el cuello. Cuando su cabello rozó mi oreja, mis hombros se encorvaron por sí solos.

"Heinley, ahora no es el momento."

"Dame órdenes a mí también, Mi Reina. Sé mala conmigo. Regaña a Heinley, por favor."

"¿Es eso realmente lo que quieres?"

"Sí."

"Heinley..."

"Lo deseo muchísimo."

Había sido duro estar separados tanto tiempo. Y antes de eso, habíamos pasado tanto tiempo sin hacer nada más que tomarnos de la mano, esperando a que nacieran nuestros bebés. Ahora me mordisqueaba el lóbulo de la oreja.

"No me importa lo que me ordenes."

'Bueno, si quiere que le dé órdenes.'

"Heinley, aparta la manos. Cierra la boca. Tres pasos atrás."

Heinley mostró una expresión de dolor.



'¿Por qué ahora se ve deprimido?'

Se sentó en el reposabrazos, haciendo evidente su decepción.

"Siéntate bien, Heinley."

"Hay una enorme diferencia entre las órdenes en las que pensaba y las tuyas..."

Él extendió ambas manos, luego las separó mucho.

Estuve a punto de preguntarle en qué clase de órdenes estaba pensando, pero no me cabía la menor duda de que me habría respondido con algo travieso. Una pequeña parte de mí quería oírlo, pero...

'Más tarde. Cuando volvamos a casa.'

"Primero tenemos que decidir cómo responder al Vizconde Langdel. Concéntrate."

Entonces le pellizqué suavemente el muslo. Heinley se inclinó hacia delante con placer. En un parpadeo, me dio un suave beso en la frente y se apartó.

No podía creer que ahora estuviera haciendo el tonto. ¡El Vizconde había descubierto su secreto! Aun así, se me escapó un suspiro. Me sentía bien al tenerlo de nuevo a mi lado. Normalmente, depender de otra persona me hacía sentir débil. Pero con Heinley, me sentía más fuerte a su lado.

Estaba empezando a perder los nervios por sus bromas, así que me recompuse.

"¿Cómo deberíamos responderle?"

Heinley me tomó las manos,

"Tú decides."

Me quedé sorprendida.

'¿Quiere que yo decida? ¿En algo tan importante?'

"Podría haber consecuencias peligrosas— no, terribles."

"Pero tenemos que decidir, de una forma u otra."

Sonrió con despreocupación,

"Conoces al vizconde mejor que yo. Tienes que decidir qué es lo correcto."

"Pero..."

¿Y si el Vizconde se siente traicionado y se convierte en nuestro enemigo? Perderíamos a nuestro único aliado dentro de los Caballeros Transnacionales.

Peor aún, ¿y si hiciera pública la información? Los demás países aún no sabían con certeza sobre esto. Todavía podríamos poner excusas y defendernos. Pero si el Vizconde le contaba todo a Ángel, el argumento de la alianza tendría más peso.

Tantas preocupaciones se arremolinaban en mi mente. Antes, había estado impaciente por traer de vuelta a Heinley y discutir el asunto. Pero ahora, la responsabilidad pesaba sobre mí.

"Mi Reina, decidas lo que decidas, la culpa recae sobre mí."

Heinley me agarró la mano.

"Yo empecé todo esto. Luego decidí pararlo. No hay necesidad de que te sientas agobiada, Mi Reina. No te pido que decidas esto porque quiera que te sientas culpable. Tú conoces mejor al Vizconde, eso es todo."

"Heinley..."

Asentí lentamente. No porque estuviera de acuerdo en que todo era culpa de Heinley, sino porque comprendía que no intentaba pasarme la responsabilidad a mí.

'La advertencia de la santa. La resolución del Vizconde Langdel. Y...'

Justo entonces, sonó un golpe.

"Su Majestad."

Oímos la voz del vizconde. Me levanté del sofá y me enderecé,

"Adelante."

Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Realmente me motiva. O puedes dejar una votación o un comentario 😃😁.

Publicar un comentario

0 Comentarios

Haz clic aquí