REZO PARA QUE ME OLVIDES 35
Y Johann es un profesor experimentado.
'No puedo copiar la Biblia cincuenta veces...'
En cuanto llegué a casa, me rendí sin resistencia a la siesta. No lo había notado, pero debía estar agotada, porque en cuanto apoyé la cabeza en la almohada, caí profundamente dormida.
Y al instante siguiente, me había convertido en una niña mucho más joven y pequeña. En lugar del suéter de mi marido y la vieja pijama, llevaba una blusa inmaculadamente blanca y suave, junto con una falda negra hasta los tobillos. Incluso tenía una corbata verde oscuro atada al cuello.
'Esto es... un uniforme, ¿no?'
Las otras chicas vestían igual que yo. Es decir, tenía la apariencia de una estudiante.
'¿Será que, después de ir a la escuela hoy, estoy soñando con mi época de estudiante?'
Si aquella suposición era correcta, el momento del sueño correspondía a la hora del almuerzo. Estaba reunida con chicas de mi edad en lo que parecía el patio de la escuela, comiendo y charlando, pero yo solo podía ver cómo los labios de mis compañeras se movían sin parar, desconcertada.
Por alguna razón, era como si mis oídos estuvieran sumergidos en agua: no lograba distinguir ni una sola palabra con claridad. Justo cuando la frustración me ahogaba e intentaba forzar mi voz...
—¡Deyna!
El grito de una mujer resonó nítido en mis oídos. En ese instante, abrí los ojos de golpe en la cama de mi habitación alquilada. Aunque la escena onírica se desvaneció, aquella voz aún retumbaba en mi mente.
'.....¿Deyna?'
⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅
'Deyna... Deyna...'
¿Era esa soñada una fantasía creada por mi subconsciente o algo relacionado con mis recuerdos perdidos?
Si era una fantasía, eso significaría que aún inconscientemente estaba consciente del nombre "Deyna", al menos lo suficiente como para escucharlo en el sueño.
'Si fuera solo eso, estaría bien'
Si fuera un recuerdo, significaría que no había escuchado mal ese nombre. Pero si ese sueño fuera un fragmento de un recuerdo......
'¿Acaso conocía a la mujer que mi esposo mencionaba en la cama?'
En el sueño, la mujer llamó a "Deyna" mirando hacia mi dirección, y en ese instante, algunas de las chicas reunidas voltearon la cabeza hacia allá. ¿Acaso una de las chicas conmigo era "Deyna"? ¿Quién sería Deyna?
Intenté recordar los rostros de las chicas, pero ya había pasado un rato desde que desperté, por lo que era imposible que los recordara.
No, tal vez solo fue un sueño sin mayor significado......
—¿En qué estás pensando, distraída?
—¡Ah...!
La voz del Mayor me sorprendió y me sacó de mis pensamientos. Sentí su presencia justo detrás de mí.
—No te habrías dado cuenta aunque te lo hiciera por detrás, ¿verdad?
Cuando pensé que estaba atrapada entre la cama frente a mí y su gran figura detrás, dejé ir la sábana que había estado sujetando y metí las manos en los bolsillos.
—No me asustes... Si realmente tuviera la intención de hacerlo, ya te habría empujado contra la cama sin previo aviso y ya habría comenzado sin ningún tipo de advertencia.
Afortunadamente, no hubo necesidad de disparar. El Mayor dio un paso atrás y abrió el armario, arrojando su bata de baño al suelo.
—¿Qué estabas pensando para que te desconcentraras tanto?
Recogí la sábana que se había caído y respondí.
—Estaba pensando en el menú para la cena.
—No mientas. No tenías esa cara.
—No mientas, Mayor. Si estabas detrás de mí, ¿cómo ibas a ver mi expresión?
—Bueno, si es algo que recuerdas mientras cambias las sábanas......
musitó, supe que volvía a encender la mecha de su voz lasciva.
—¿Revivías lo que hiciste anoche con tu marido? Si hasta en la mañana lo rumias, debió ser bastante divertido, ¿no?
Como siempre, Falkner no defraudó mis expectativas.
—¿No? ¿Qué? ¿Acaso no lo hicieron? ¿Por qué?
Me limité a cambiar las sábanas en silencio, pero él ya había convertido a Johan en un marido inútil.
—Si yo fuera tu hombre, te enviaría de vuelta a ese idiota que te pide una sola vez con todo mi semen chorreando dentro. Imagina su cara cuando, tras pagar por ese agujero de lujo, vea cómo le gotea mi corrida. Se le quitarían las ganas de joder.
—A diferencia de usted, Johann es un caballero. No es un vulgar animal que "pide una vez". Él corteja con romanticismo y elegancia.
—Mi amor, ¿qué flor deseas recibir hoy?
En invierno no hay flores, pero Johann seguía regalándomelas cada día: dibujadas con esmero, junto a versos de amor.
Cuanto más soportaba al grosero Mayor Falkner, más agradecía mi suerte. La yo del pasado había tenido un gusto exquisito para elegir hombres. Sí, si el yo de entonces —una dama— lo eligió, Johan jamás se enredaría con otras. No es ese tipo de hombre. Por eso, Deyna solo puede ser un producto de mi imaginación.
¿Y si la "yo" del pasado le robó Johann a Deyna?
La idea absurda —pero no imposible— se aferró a mí.
¿Acaso soy capaz de arrebatarle un hombre a otra mujer?
No supe responder. Ahora diría que no, pero no conozco a la que fui.
No. Es ridículo.
La respuesta llegó al analizarlo desde la perspectiva de Johan: si aún amaba a esa mujer hasta buscarla mientras yacía conmigo, ¿podría quererme solo a mí? Yo la odiaría. Pero Johan no parecía resentirme.
Así que Deyna solo era ansiedad, quizá una fantasía de mi cerebro dañado.
¿Y si ella murió, y por eso se casó conmigo?
Desterraba una imaginación y nacía otra. ¿Hasta dónde llegaré? No era Falkner, sino yo quien escribía esta novela.
—Uf…
—Termina de limpiar de una vez.
Suspiré y me incliné para recoger la bata de baño que el Mayor había tirado al suelo, intentando meterla en el cesto de la ropa sucia. En ese momento, el Mayor —sentado en la silla ajustando los cordones de sus botas militares— detuvo sus manos y soltó unas palabras que ningún oficial debería pronunciar:
—Ojalá la guerra no termine antes del verano.
Me pregunté por qué diría eso, pero no indagué. Fuera lo que fuese, aquella frase escondía una razón, y sin duda sería turbia.
—Porque necesito verte inclinarte frente a mí con esa blusa de verano escotada.
Como siempre, mis peores presagios sobre el Mayor se cumplían.
—Se te verán las tetas. Con suerte, hasta los pezones. Entonces iré a buscar a tu marido y le diré: "Su esposa me enseñó las ubres".
El Mayor soltó una risita, como si ya visualizara la escena.
—Tu marido se enfurecerá, diciendo que es imposible. Pero si le digo cuántos lunares tienes en los pezones, se callará.
No tengo lunares en los pezones. Ignoré sus fantasías perversas y recogí las zapatillas que había arrojado al suelo, doblando la cintura de nuevo.
—Rize Einenman, ¿quieres que la guerra termine pronto?
En ese instante, el Mayor lanzó una pregunta obvia. Pero no respondí.
'Es una trampa'
Una trampa para arrastrarme a otro de sus juegos sórdidos.
—¿No contestas? ¿Acaso no quieres que termine? ¿Deseas que tu familia, tus vecinos, tus compatriotas sigan muriendo?
Pero el Mayor no me soltaría fácilmente. Agarró mi cabello, impidiendo que escapara de su trampa.
—¿O es que quieres que Heiland pierda? ¿Acaso Rize y Johann Lenner son traidores a la patria?
—No, Mayor.
No podía callarme si implicaba a Johan.
—Entonces repite: "Los folklandeses son bastardos engendrados por el demonio follando a un cerdo".
Yo también creía que los folklandeses eran demonios, pero repetir esas palabras era repugnante. Escupir insultos, sin importar su merecimiento, se sentía como defecar con la boca.
—Los folklandeses son bastardos engendrados por el demonio follando a un cerdo.
Vacilar habría sido arriesgar otra acusación de traición. No tuve opción. El Mayor me observó fijamente y preguntó:
—¿Y Heiland?
—Reino de Dios, que perdure en Su gloria.
Recité el lema grabado en el escudo nacional. El Mayor me miró con aprobación, relamiéndose, antes de soltar su última pregunta:
—Rize Einenman, si eres una patriota de verdad, ¿harías cualquier cosa para que esta guerra termine antes del verano?
Era evidente adónde quería llevarme ese depravado disfrazado de soldado patriota. Pero no pude evitar responder:
—…Sí.
—Incluso entregar tu cuerpo.
Me mordí el labio.
—Sí.
El Mayor se reclinó en la silla, apoyó la barbilla en una mano y me estudió como si admirara una obra de arte. Luego, sin disimular, ordenó:
—Desnuda tus pechos.
Asure: Este capítulo corresponde al capítulo 59 de la versión inglés (en realidad sufri para encontrar el capítulo que corresponde)
Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Realmente me motiva. O puedes dejar una votación o un comentario 😁😄
0 Comentarios