MAAQDM 113






Mi Amado, A Quien Deseo Matar 113




—Mmmph…



Una masa cálida y húmeda se abrió paso entre sus labios, explorando cada rincón de su boca. Giselle apretó los dientes.

Podía evitar que su lengua invadiera, pero no detener la saliva que se filtraba. El amargo distintivo del cigarro cubrió su propia lengua, escondida. La sensación de asfixia la hizo abrir la boca por reflejo, entonces la lengua del hombre se coló dentro. Realmente comenzó a ahogarse.

Mientras arriba los sonidos húmedos de piel contra piel se volvían obscenamente ruidosos…



Crunch. Slurp.



Abajo, sonidos de texturas distintas se mezclaban. Porque las manos del hombre, mientras sujetaban las de Giselle, recorrían su falda con avidez.

Sus dedos se cerraron con fuerza alrededor de su muslo desnudo, expuesto entre las medias y la ropa interior, mientras su pulgar se deslizaba hacia el interior de sus piernas, aún firmemente unidas. Giselle se tensó al instante, y el hombre, que seguía chupando sus labios, soltó una risa burlona, como si le molestara su reacción a estas alturas.

En la oscuridad, podía fingir que no era él quien la tocaba. Eso aliviaba un poco la culpa, pero no hacía que el contacto con otro hombre fuera tolerable.



Pop.



—Haah…

En cuanto el hombre liberó sus labios, Giselle, desesperada por distraerlo, lanzó la primera pregunta que se le ocurrió:


—¿Por qué mataste al guardia del campo de prisioneros?

—Por curiosidad.


¿Matar a alguien… solo por curiosidad? Incluso si era una bravata…

No supo si el hombre no vio cómo su expresión se distorsionaba por la oscuridad, o si simplemente estaba demasiado cegado por la lujuria. Esquivando otro intento de capturar sus labios, Giselle giró la cabeza y preguntó con más firmeza:


—¿Querías ver cómo moría una persona?

—No.

—Entonces… hah… ¿qué querías saber?


La lengua que lamía su clavícula hacia el cuello se detuvo abruptamente. El hombre alzó la cabeza para mirarla.

En la oscuridad, su rostro era invisible, pero Giselle no podía apartar la vista. Había algo peligroso en este silencio, roto solo por su respiración entrecortada.

De pronto, el hombre rio. Aunque no vio su expresión, imaginó que era esa risa suya que sonaba casi como un llanto.


—Quería saber si yo también podía tener un cuerpo.

—…¿Qué?

—Si podía abandonar este cuerpo que me odia… y mudarme a un cascarón vacío, sin alma.


Por una razón completamente inesperada, Giselle se quedó sin palabras.

Creí que solo Ajussi quería deshacerse del intruso en su cuerpo... Pero nunca imaginé que el intruso también quisiera escapar de él.


—El hecho de que sigo atrapado en este cuerpo debería decírtelo todo. No puedo.


Un silencio abismal siguió. El hombre soltó una risotada autodespectiva, como punto final a ese vacío, pero el ánimo ya se había hundido en lo profundo.


—Sí, tienes razón. Ni siquiera puedo ser un parásito. Un parásito al menos podría saltar a otro huésped.


Lo que él quería era ser un humano completo, con un cuerpo propio. Por eso había recurrido al asesinato, el acto más inhumano, para alcanzar su deseo más humano. Era tan contradictorio que resultaba perturbador.

Quizás lo intuía.

Sabía que decirle "sin cuerpo, ni siquiera puedes ser un gusano" lo heriría... lo que significaba que, en el fondo, él anhelaba ser tratado como un igual.


—...Qué patético.


El hombre se agitó, como si hubiera esperado toda su vida esa compasión. La besó con furia, luego enterró el rostro en su pecho, su aliento áspero filtrándose entre los botones de la blusa. Giselle sintió escalofríos, pero en lugar de empujarlo, lo abrazó y acarició su espalda ancha.

¿Patético? ¿Yo? Tu vulnerabilidad es mi oportunidad.

Si quería ser tratado como humano, ella jugaría ese juego. Después de todo, ¿qué mejor manera de manipularlo?


—¿Hay algo más que desees, además de tener un cuerpo? ¿Algún sueño?


Él asintió contra su pecho, desabrochando un botón.


—Algo más grande que esto. Un propósito.


Los labios que rozaban su piel se torcieron en una mueca.


—¿Crees que un monstruo como yo tiene esas aspiraciones?

—Los humanos no pueden vivir sin sueños.


Sus labios se detuvieron.


—¿Me ves como humano?

—Quizás un humano demente.

—Ja. ¿No dijiste que ni siquiera soy un parásito?

—Eso fue para herirte.

—¿Y ahora me tratas como persona? Claro, dirás cualquier cosa para ablandarme.

—Si desconfías tanto, ¿por qué creíste lo de "patético"? Podrías haberlo tomado a mal.


Cuando retiró sus caricias y se inclinó hacia atrás, él la jaló bruscamente contra su pecho, aferrándose a ella como si temiera que se esfumara.


—¿Sabes por qué el arte de la seducción tiene siglos de historia? Porque siempre hay idiotas como yo que caen en la trampa.


Su lengua recorrió la piel de Giselle, erizada de escalofríos. Pensó que había fracasado al evitar el contacto y al intentar conquistarlo, pero las caricias cesaron solas, sin necesidad de resistencia.


—Sin cuerpo, sin nombre. Ni siquiera estoy vivo. ¿Qué sentido tiene hablar de "sueños"?


Incluso mientras devoraba su cuerpo, su mente seguía atrapada en la pregunta de ella. Al menos había logrado captar su atención.


—¿Qué importan 10 o 20 años? Para entonces seguiré siendo un parásito en otro cuerpo, arrastrando una existencia vacía.


Giselle quiso tentarlo ofreciéndole ayuda para cumplir sus sueños... pero al no tener ninguno, se quedó sin argumentos.


—La gente sin esperanzas no ahorra. Gastan todo lo que tienen.

—Exacto.


Ella asintió, solo por seguirle el juego.


—Yo igual. Solo vivo para atormentar a ese tipo, para mezclarme contigo y perseguir placeres momentáneos. No miro al futuro ni sacrifico el presente por algo que no existe.


Giselle lo entendió entonces: era un ser peligroso precisamente porque no tenía futuro, solo un presente salvaje.

¿Cómo domesticar a un caballo sin bridas cuando ni siquiera desea nada? El método básico era recompensa y castigo, pero primero había que darle un deseo que explotar.

Quizás no supiera cómo matar su personalidad malvada, pero sí cómo domarlo. Convirtiendo a un demonio que solo vive el hoy en alguien con sueños para el mañana.


—¿Por qué no tiene sentido? En 10 años podrías graduarte y hasta ser profesor. ¿Por qué no estudias algo? Yo te ayudaré a convencerlo.

—Solo la primera de la clase sugeriría estudiar.

—Si no te gusta, haz otra cosa. Desarrolla habilidades propias. Sería gratificante, ¿no?

—No quiero una vida larga atrapado en cuerpos ajenos.

—Pero al menos estás vivo. Muchos ni siquiera tienen eso...


Como su familia. Por un momento, casi sintió lástima por él... hasta recordar lo que era.


—Ah, ahora que lo pienso, sí tengo un sueño.

—¿Cuál?

—¿Por qué preguntas? ¿Para "ayudarme"?

—Sí.


Él estalló en risas. ¿Por qué le resulta gracioso?


—Mi sueño es......

—¿Sí?

—Morir cuando tú mueras.

—.......

—¿Te sacrificarías por mi sueño?


Ah. Por eso se reía.


—No bromees. Pregunté en serio.

—Yo también.


Sin más, usó su lengua solo para saborearla. Sus dedos desabrocharon los botones de su blusa, y sus labios siguieron el camino expuesto.

Cuando Giselle tragó saliva sin querer, él mordió su cuello y succionó fuerte, dejando una marca que se enrojecería al día siguiente. Una vergüenza, la vieran otros o no.


—Entonces, ¿cuál es tu sueño?


preguntó, arrastrando los labios hasta su oreja.


—Supongo que... no acostarme contigo ahora.

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