LA VILLANA VIVE DOS VECES 396
El sueño de la mariposa (64)
Aunque había tenido esa conversación con Eloise, Cedric no tenía ninguna intención de ser el primero en aconsejar a Graham. Sí tenía cosas que decirle, pero Graham contaba con sus propios asesores, el Emperador sin duda también le daría sus recomendaciones. No era su lugar entrometerse.
Graham miró el mapa que Pavel y Cedric habían desplegado y soltó una risa.
—Pero ¿qué es esto? Parece que estaban teniendo una conversación digna de grandes duques.
—Es que estaba pensando en visitar el Sur alguna vez.....
dijo Pavel con un suspiro.
Era natural albergar el deseo de que Pavel, de la Casa Ducal de Riagan, hiciera una visita al Sur. Hasta ahora, la Emperatriz había hecho caso omiso de ese deseo, usando su juventud como excusa.
El Sur era una región donde los asuntos diplomáticos con otros países se enredaban con mayor facilidad que en otras zonas, y los círculos sociales no eran una excepción. No era un lugar al que se pudiera ir de viaje sin preocupaciones.
Pero Pavel ya tenía dieciocho años. Ya se sentía presionado, y ahora, con Graham asumiendo un papel importante en el Oeste, la impaciencia lo invadía.
Graham le pasó la mano por la cabeza a Pavel, quien, horrorizado, se arregló el pelo despeinado de un manotazo.
—Tendrás que esperar al menos cinco años más, ¿no?
—Eres tú el que va tarde.
—Qué insolente.
—Bah, total, tendré que ir cuando cumpla veinte, ¿no?
Mientras hermano y menor se enzarzaban en una pelea de manos —uno por despeinarlo y el otro por defenderse—, Cedric los observaba con calma y comentó:
—Pavel, no tienes de qué preocuparte. Después de todo, está la Duquesa Viuda Riagan.
Al mencionar a su abuela materna, Pavel se estremeció. Graham soltó una carcajada.
—Exacto. ¿Qué tiene de especial visitar a la familia de tu madre?
—No es lo mismo que cuando era niño.
—Claro que no. Esta vez, al menos tendrás que volver comprometido.
El rostro de Pavel se tensó. Graham, sin embargo, hablaba con total despreocupación:
—Conociendo el carácter de tu abuela, es un 100% seguro. Aunque lo dudo, con lo despistado que eres.
—¡Ah! ¿Para eso vinieron? ¿A hablar de esto?
Pavel respondió con evidente irritación. Graham, tras arrastrar una silla y dejarse caer pesadamente a su lado, clavó la mirada en Cedric.
—No. Vine a escuchar lo que tú tengas que decir.
—¿Yo?
—Eloise sugirió que habláramos. Condesa Amalie también mencionó algo sobre tu "gran estrategia".
—Lady Eloise exagera. Solo comenté que, en lugar de depender del Este para los suministros del Norte, podríamos dividir la carga con el Oeste para mayor estabilidad.
—Aunque no tenga que ver con la inspección, explícamelo con detalle. Si Eloise lo mencionó, debe alinearse con sus planes.
Cedric dudó. Limitándose a hablar solo del Norte, no ayudaría a Graham. Además, no estaba seguro de cuánta información coincidía con la de ellos, y aunque así fuera, no tenía preparada una explicación sobre cómo la conocía.
Pero tampoco podía quedarse callado sabiendo que había formas de mejorar la situación en el Oeste.
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La noticia de la visita llegó cuando estaban inmersos en cómo contener las oleadas de monstruos con mayor eficacia.
—¿Quién es?
preguntó Pavel, que, perdido en una conversación que ya superaba su comprensión, volvió abruptamente la cabeza.
—La honorable Baronesa Morten.
Pavel miró a Graham, quien respondió con un gesto de "Tú encárgate". Cedric también asintió.
Poco después, Lysia fue anunciada. Al verla, Pavel contuvo un sobresalto.
—¿Has llorado?
Los ojos de Lysia estaban enrojecidos. Su vestido estaba arrugado, y su blusa blanca mostraba manchas indeterminadas.
—Me dijeron que Lord Cedric estaba aquí... Lamento interrumpir.
Su voz tembló apenas.
—Necesitaba hablar con él. Urgentemente.
Lysia habló con la voz quebrada. Pavel, rápidamente, le tomó el brazo para examinar las manchas. Eran restos secos de sangre, de un rojo oscuro. Cedric, alarmado, dejó abruptamente su conversación con Graham y se acercó.
—¿Lysia?
—¿Qué ocurrió? ¿Estás herida?
Ante sus preguntas urgentes, Lysia tragó saliva sin poder responder de inmediato. Las lágrimas brotaron antes que las palabras, cayendo en gruesas gotas. Ahora, por fin, su conmoción y dolor podían exteriorizarse. Con voz entrecortada, habló como si estuviera desahogándose:
—Hoy fui a la residencia de Marqués Rosan... Lord Lawrence.....
—¿Qué hizo Lawrence?
lo interrumpió Cedric, con voz cargada de furia.
Lysia balbuceó:
—Le pegó... con un látigo. A una persona. Y se reía mientras lo hacía.
—¿Qué?
Pavel abrió los ojos como platos, incapaz de procesar algo tan aberrante.
Graham, que hasta entonces había ignorado el asunto como si los problemas de niños no le concernieran, dejó a un lado el cuaderno donde anotaba su conversación con Cedric y se acercó, sorprendido.
—La víctima quedó irreconocible... Lord Lawrence está... cambiado. Algo no está bien en él.
Lysia, incapaz de expresar por completo el horror que había presenciado, se aferró al brazo de Cedric. Él, entendiendo exactamente lo que quería decir, la reconfortó acariciando su espalda mientras miraba a Alphonse, quien la había acompañado.
Fue Alphonse quien explicó con frialdad:
—Presenciamos cómo Lord Lawrence golpeó hasta casi matar a un joven sirviente en la residencia de Marqués Rosan. Por las cicatrices y moretones, parece que esto ha ocurrido antes. La víctima estaba catatónica.
El rostro de Graham se tensó. Alphonse continuó su informe con tono impersonal:
—Lo sacamos sin autorización y ahora lo estamos atendiendo en nuestra residencia. Por su uniforme, parece que originalmente pertenecía al palacio imperial.
—Entiendo. Será mejor que vayamos a verlo.
Cedric dio la orden a un sirviente de traer su abrigo. El ayudante que custodiaba su chaqueta se apresuró a ayudarle a ponérsela.
A decir verdad, no podía considerarse un incidente grave. Los casos de nobles maltratando plebeyos solían enterrarse sin consecuencias. Y menos aún cuando era el hijo del emperador golpeando a su propio sirviente.
Incluso podrían meterse en problemas por llevarse a un sirviente del palacio sin permiso.
Pero Cedric no podía dejarlo pasar.
'Así que desde tan joven ya hacía estas mierdas'
Apretó los dientes, tragándose el arrepentimiento. ¿Debería haberle dado una paliza a ese bastardo antes, para corregirlo?
Pensó que Lawrence podría ser más cauteloso en esta realidad cambiada, pero al parecer no se puede alterar la naturaleza innata.
Cuando Cedric anunció que iría primero, Graham —que conocía el temperamento de Lawrence mejor que Pavel— hizo un gesto para que le trajeran su propia chaqueta.
—Iré contigo.
—¿Me ayudarás?
—Primero evaluemos la situación. Si escalas esto, se convertirá en un conflicto entre tú y Milaira.
Graham habló con seriedad. Cedric asintió. Ya estaba preparado.
—Deberíamos haber peleado desde antes.
—¿Y qué pasará con tu pequeña prometida?
—Ella lo entenderá.
Antes, evitó el conflicto con la Casa Rosan por miedo a lastimar a Artizea. Pero ahora estaba seguro de que ella era lo suficientemente fuerte.
Cuando Pavel pidió su chaqueta, Cedric lo detuvo:
—Quédate aquí con Lysia.
—¿Eh? Pero...
—Yo... yo también iré. Debo explicar...
—No hace falta. Alphonse puede declarar. Quédate con Pavel. No te preocupes, yo me encargaré de todo.
Cedric le dio un reconfortante golpecito en el hombro a Lysia. Pavel sujetó a la chica, que negaba con la cabeza.
Cedric, Graham y Alphonse salieron rápidamente.
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