BATDIV 47








BATALLA DE DIVORCIO 47



El rostro de Maxim se ensombreció. Apenas habían intercambiado unas palabras, pero ya parecía listo para arrancarle la cabeza al desconocido.

'Cuando lo hago yo es un gran amor, cuando lo hacen otros es adulterio'

Daisy pensó que el refrán encajaba perfectamente en esta situación.

¿Por qué siempre busca pleitos? La sola presencia de su "esposo" le agotaba.


—No, no lo conozco en absoluto.

—¿Y qué te decía este desconocido?

—Solo... elogiaba mi discurso y felicitaba a Su Alteza por su victoria.


Daisy optó por simplificar las cosas. No quería drama.


—¿Solo eso?

—Sí. ¿Qué más diría un extraño?


Aunque ella respondió con indiferencia, Maxim seguía mirando con sospecha.

Qué hipócrita.

'El perro que se revuelca en el lodo criticando a otro'

¿Quién era él para interrogarla?

Le hervía la sangre, pero con tantos ojos observando, prefirió contener su ira.


—Gracias por las felicitaciones. Si quiere repetirlas, aquí tiene al protagonista.


Antes de que Maxim pudiera seguir indagando, Daisy cortó el asunto. El caballero, sintiendo la tensión, se inclinó nervioso.


—Felicitaciones por su victoria, Su Alteza.

—Gracias. Si ya terminó, ¿le importaría dejarnos solos?


Maxim hizo una petición descaradamente grosera... con una sonrisa impecable.


—Mi esposa y yo tenemos asuntos urgentes que discutir.


'Este demente... Señor, por favor, lárguese antes de que lo mate'

Daisy le lanzó una mirada urgente al hombre, quien finalmente captó la indirecta y se retiró con premura.


—¿Qué asuntos urgentes? No pareces ocupado.

—No lo estoy.

—Entonces ve a ocuparte de lo que sea. Yo estoy bien aquí.

—¿Por qué insistes en deshacerte de mí?


Parecía decidido a molestarla. Como no tenía ganas de hablar, Daisy suspiró hondo. Entonces, Maxim extendió la mano con una formalidad absurda.


—Estoy aburrido. ¿Bailamos?

—Ya dije que no sé bailar.


La propuesta era tan inesperada que usó el mismo rechazo que con el desconocido.


—¿Por qué?

—Soy de los bajos fondos, ¿recuerda?

—Ah, ¿en los bajos fondos no bailan?

—A menos que cuentes danzas con cuchillos o balaceras. O quizás... esos bailes pecaminosos de los burdeles. Pero un vals aburrido... ni lo considero.

—Dices que no sabes bailar, pero reconoces un vals. Curioso.

—......


Maldita sea, es demasiado observador.


—¿Y bien?

—¡E-eso es... cultura general! Mi... mi padre me enseñó. Para que no deshonrara a la familia.

—Qué lista eres, mi Daisy.


Maxim parecía divertirse enormemente, riéndose entre dientes mientras se burlaba de Daisy. Era obvio que había encontrado su nuevo pasatiempo favorito. 

'Querría otra copa de champán… pero seguro no me la dejarán tomar'


—No sé si Daisy sabrá bailar, pero el vals tradicional ya lo dominamos. Así que… ¿qué tal un baile obsceno de cortejo?

—¿…Qué?

—Dicen que hay unos que solo se bailan en los burdeles. A mí ese tipo… me interesa mucho.


'Vaya pervertido'

Por fin, aquellos ojos grisáceos, hasta entonces vacíos, se iluminaron con viveza. Todo por la palabra que Daisy había soltado sin pensar: "baile obsceno".


—Ni siquiera sabe cómo es. ¿Cómo planea bailarlo sin conocerlo?

—Improvisando, ¿no? Con el "sentimiento" del cortejo y lo obsceno.

—No funciona así. Hay reglas. ¿Cree que los callejones son un chiste? Hasta ellos tienen sus códigos. Y no debería menospreciarlos.


'Mierda… metí la pata'

Mientras hablaba, la frustración la invadió. Cada conversación con Maxim era agotadora.

Como ya estaba en esa situación, Daisy farfulló lo primero que se le ocurrió. Sabía que eran excusas ridículas, pero si hablaba rápido y con confianza, quizá, como antes, podría escabullirse.

Pero Maxim, incansable, siguió insistiendo en el "baile obsceno".


—Podría enseñarme, ¿no? No se preocupe. Aprendo rápido con lecciones… prácticas.

—Lo siento, no es mi especialidad. Si fuera un baile con cuchillos o disparos, podría ayudarle.

—Eso llama demasiado la atención. No servirá.


'¡¿Y un baile obsceno de cortejo no?!'

Daisy ardía de indignación ante la propuesta absurda de Maxim.


—Mejor tomemos algo…....


Maxim entrecerró los ojos, sonriendo.


—El tipo de antes intentaba ligar así. ¿O me equivoco?


'Así que lo vio todo… ¿Por qué fingió no conocerla antes? Era exasperante'


—Pero también vio que lo rechazaron, ¿no? Pues lo mismo digo.

—Hay que elegir uno. ¿Prefiere el baile obsceno, entonces?


'Dios, ¿no se cansará?'

Maxim no soltaba el tema, como si hubiera encontrado un juguete nuevo. Daisy suspiró hondo.


—Mejor el vals.

—Dijo que no sabía, por ser de los callejones.

—Puede enseñarme. También aprendo rápido… con prácticas.

—Qué bien. Tendrá mucho que aprender así.

—No quiero saber. Vámonos.


Ignorando sus provocaciones, Daisy tomó la mano que Maxim le tendió y se adentró en la pista.

















⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

















—Baila bastante bien.


Maxim soltó el comentario breve.

No "bastante bien", sino realmente bien. Daisy destacaba entre sus compañeras de clase de vals, con una habilidad excepcional.


—O acaso lo que me dijo antes era una mentira descarada.

—Sí. Los nobles suelen hablar con rodeos, ¿no? Era un rechazo. No quería bailar el vals conmigo.

—Gracias por cambiar de opinión.


En realidad, no había cambiado de parecer, solo había elegido el mal menor. ¿Acaso podía bailar esa danza de cortejo libertino? Simplemente había respondido al azar, sin siquiera entender lo que decía.

Daisy evitó la mirada de su esposo y se concentró en el vals.


—¿Estás enfadada conmigo?

—¿Eh? ¿Por qué lo dices?

—Es solo… al observarte, parece que sí.


Maxim se empeñó en interpretar a su antojo el estado de ánimo de Daisy.

¿Por qué debería estarlo? Vamos, ¿por qué iba a estarlo?

¿Acaso había alguna razón para enfadarse?

Enfurecerse por la infidelidad del cónyuge solo tenía sentido en un matrimonio con amor verdadero.


—¿Mmm?


Pero Maxim parecía decidido a seguir preguntando hasta obtener una respuesta.


—No estoy enfadada. Así que, por favor, deje de prestarme atención y deja de preguntar.

—Si no estás enfadada, ¿por qué pisas tan fuerte?

—Siempre camino así, con desparpajo. Soy de los callejones traseros, ¿no lo sabía?


Daisy levantó los ojos como un gato irritado. Estoy harta de esto.

Maxim sonrió, como si estuviera contemplando las travesuras de un niño. Al ver su descarada expresión, su indignación creció aún más.


—Bailas bien el vals, pero eres pésima mintiendo.

—¿De qué habla? ¿Mentiras?

—Querida Daisy, esos ojos tuyos no pueden mentir.

—¿Eh?

—Lo dicen todo. "Estoy mintiendo. Estoy enfadada, así que no me hables".


¿Cómo lo supo? Daisy sintió que sus orejas ardían de vergüenza.


—Y luego…


Maxim se inclinó y, de pronto, rozó sus labios contra la oreja de Daisy.

Sus orejas ya eran sensibles de por sí. Al sentir el aliento cálido, un escalofrío recorrió su cuerpo.


—Tus orejas delatan todo. Se ponen rojas como tomates.

—¿Q-qué estás…?

—Así que dime la verdad. ¿Qué es lo que tanto te molesta?

—….


Daisy apretó los labios, mientras Maxim, sin apartar la mirada de sus ojos, giró con destreza en el vals.


—Seguiré insistiendo hasta que me lo digas.

—….

—¿Mmm?


Y, por si fuera poco, era terriblemente persistente.


—Parece que ha estado muy ocupado últimamente.

—Lo he estado.

—Sin tiempo para respirar, ¿no?

—Así es. Pero, ¿por qué lo preguntas?


Quería preguntarle ¿por qué no viniste a casa?, pero temió que él malinterpretara sus palabras como un reproche por su ausencia en la cama.

Daisy movió los labios, indecisa, y finalmente los cerró. Mejor sería preguntar otra cosa.


—Eh… ¿Por qué me envió esos zapatos?

—Los dejé ahí para ti. ¿No leíste la nota?

Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Realmente me motiva. O puedes dejar una votación o un comentario 😁😄

Publicar un comentario

0 Comentarios