MARMAR 152






Marquesa Maron 152

Arco 32: Mediados de verano, 'Parece que no estaría mal tener varios esposos' (9)





Desde que me convertí en una poseída y llegué a este mundo, recordaba frecuentemente el contenido de la historia original.

Aunque al permanecer recluida en el castillo de Maron no era necesario seguir exactamente el desarrollo de la trama, tenía el presentimiento de que tampoco debía olvidarla o ignorarla por completo. Gracias a eso, pude predecir la aparición de los demonios, tanto en orden como en ubicación.

Este verano correspondía a la fase de la novela original 'No parece un problema tener varios esposos', en la que la santa Asta se unía a la Iglesia e iniciaba una guerra total contra los demonios.

Los continuos ataques demoníacos habían llevado la vigilancia sobre las zonas contaminadas a su punto máximo, y los ejecutores creados por la Iglesia eran recibidos como salvadores.

Esos ejecutores intentarían ingresar a la zona contaminada, y los Tres Reinos enviarían refuerzos militares a Asta.

En la segunda mitad de la historia, había muchas escenas de batalla. La mayoría mostraban a los ejecutores tratando de infiltrarse a través de Grandis y Enif, donde se enfrentaban a los contaminados.


—El Papa no puede ir a Grandis. Ha declarado públicamente que no intervendrá en esa ciudad, así que no puede empezar una guerra allí otra vez. Y justo en ese lugar están resistiendo Cyril y Asta.

—¿Y Enif…?

—Lo mismo. El príncipe heredero de Maris, que es el menos cooperativo con la Iglesia, está con las fuerzas aliadas.

—Entonces será en el Ministerio.

—Tampoco.

—¿Por qué?


Reikart preguntó con expresión incrédula. Maris también intervino.


—Si los ejecutores rescatan a Mikaelan en el Ministerio, podrían apoderarse fácilmente de la ciudad.

—Dijeron que en 3 días…...

—Eso escuché…

—Mikaelan no está allí.

—¿Cómo que no está?

—Voy a sacarlo yo.


Así que habían preparado el escenario para convertir a los ejecutores en héroes de la justicia, rescatando al Rey de Holt, quien estaba atrapado en magia demoníaca. El Papa realmente se había estrujado el cerebro.

Entonces, yo debía ir a arruinar sus planes.

¿Cómo podía interrumpir esto? ¿Cómo hacer que se desmoronara de la peor manera posible?

Ah.

Mis ojos se encontraron con los de Balein. Al ver su rostro con esos grandes ojos parpadeando frente a mí, una idea brillante surgió en mi mente.

Oh, esto iba a ser muy divertido. Una risa se escapó de mis labios.


—Ve y prepárate para coronar a Quentin. Yo me encargaré de dejar vacante el trono de Holt.


Un par de enormes alas de maggi brotaron de mi espalda. Extendí las alas hasta llenar la oficina, cubiertas de plumas negras de maggi. Las moví suavemente, abrí la ventana y dirigí mi mirada hacia la lejana del Ministerio.

Si volaba a toda velocidad, ¿cuánto tardaría?

El sol acababa de ponerse, así que debería llegar antes del amanecer.

En la historia original, Asta finalmente se apoderaba de la zona contaminada. Los Tres Reinos se inclinaban ante ella, y la Iglesia la veneraba como a un dios.

Siempre salía victoriosa en las batallas. Después de obtener la zona contaminada, anunciaba que construiría allí su propio paraíso y desaparecía. Junto a los tres hombres que la seguían hasta el final.

Una protagonista que se dirigía a su utopía con tres hombres guapos. En ese entonces, pensé que era el final perfecto. Un resultado natural para la heroína.

Pero de repente me surgió una duda.

¿Realmente todo terminaba allí? ¿Se marchaba con un vivieron felices para siempre?

La Asta que conocí era una persona justa e inteligente. No podía ser que no supiera la verdad que la Iglesia ocultaba.

¿Y si en la historia original ella también lo había notado? ¿Y si buscó la zona contaminada como refugio, no solo para escapar, sino para prepararse para la guerra que seguiría?

Tal vez la razón por la que le parecía bien tener varios esposos no era porque todos fueran atractivos, sino porque eran compañeros imprescindibles en la guerra contra la Iglesia que continuaría después del final.

Claro.

Cyril, Mikaelan, Özen… qué desastre. Asta se merecía algo mejor.

Si fuera yo, elegiría a Reikart y Maris…


—¿Hmm?

—¿Qué pasa?


Me distraje con mis pensamientos justo cuando iba a despegar con elegancia y tropecé un poco.

Con las manos aún apoyadas en el marco de la ventana, miré lentamente hacia atrás.

Reikart y Maris me observaban con miradas intensas.


—Lo siento.

—¿Por qué?

—Tuve un pensamiento horrible.


Reikart preguntó qué era ese pensamiento horrible, pero, por supuesto, no se lo dije.

¿Cómo iba a confesar que imaginé tenerlos a él y a Maris a ambos a mi lado, encerrando a todos los hombres guapos en el castillo de Maron y viviendo como una sultán en su harén?
















⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅
















Cuando llegué a Ministerio, aún era de madrugada. Justo antes del amanecer.

Mi habilidad de vuelo había mejorado increíblemente con el tiempo, hasta el punto de que ahora podía volar tan rápido como un verdadero pájaro.


—Dorian.


Observé las tropas de la Iglesia que llenaban Ministerio y solté una sonrisa antes de seguir volando sin detenerme. Me dirigí directamente a la ventana del dormitorio de Mikaelan y toqué el cristal.


—¡Dorian! Soy yo.


No sentí la presencia de Mikaelan. Lo único que podía percibir dentro era el latido del corazón de Dorian.


—Lady Hailey.


Dorian abrió la puerta y me extendió la mano. Hacía tiempo que no lo veía, pero seguía siendo increíblemente hermoso. Tomé su mano y entré en los aposentos privados de Mikaelan, echando un vistazo alrededor.


—¿Dónde está ese idiota? A estas horas no creo que esté aquí encerrado jugando a ser rey.

—Lady Hailey.

—No me digas que se cambió de habitación por mi culpa.

—El Papa está en el Ministerio.


La voz de Dorian era extremadamente baja. Se inclinó hacia mí y susurró casi en secreto, temiendo que alguien lo escuchara desde afuera.


—No he tenido forma de comunicarme con usted. Su Alteza Mikaelan buscó la ayuda de Niebe y Casnatura, pero aún así no podía deshacerse de la ansiedad. Al final, consiguió el apoyo de ambos reinos con la condición de limpiar su nombre y enviar las fuerzas de élite de Holt al ejército aliado.

—Pero eso es solo una promesa vacía.

—Dentro de Holt hay signos de rebelión. Fue una solución desesperada. Pero hace poco, la Iglesia envió un mensaje.

—¿Un mensaje?

—Un emisario llegó en persona con un edicto papal.

—¿En persona?

—Sí.


La fortaleza del Ministerio aún estaba rodeada por la barrera de maggi que yo había colocado. Nadie podía entrar ni salir. Los víveres del rey seguían siendo arrojados desde el otro lado del muro, y sus órdenes se transmitían a través de aves entrenadas.

Si las cosas seguían así, Mikaelan acabaría perdiendo su trono sin poder hacer nada al respecto.

Dorian continuó con voz tensa:


—Alguien cercano al Papa… entró caminando. Atravesó la barrera de maggi sin problemas. Tanto dentro como fuera, la gente estalló en vítores.

—¿Era un ejecutor?

—No lo sé con certeza, pero… era un rostro conocido.

—¿Conocido?

—Sí.


Dorian se inclinó y susurró en mi oído.


—Cardenal Özen Widemark.


Oh, claro.

Se me escapó una risa. No sabía con qué expresión lo hice, pero Dorian pareció un poco más aliviado y me preguntó:


—¿Lo sabía?

—Más o menos.


No era casualidad que Rango se mantuviera cerca de Özen. Ese tipo trabajaba con diligencia siempre que le pagaran bien. No conocía los detalles exactos, pero podía hacerme una idea.

Dorian me ofreció una silla.


—Debe estar cansada después de un viaje tan largo. Tome un poco de té. Su Alteza Mikaelan regresará después del amanecer y dormirá un poco.

—¿Ah, sí?

—A él le irrita más la ira acumulada contra la Iglesia que el hecho de que el Papa le haya tendido la mano. Estando atrapado aquí, su desconfianza y ansiedad solo han crecido. Incluso después de ver con sus propios ojos a Özen Widemark atravesar la barrera, no pudo deshacerse de sus sospechas.

—Eso es perfecto.


Me senté donde Dorian me indicó y tomé el té aromático.

El cansancio de volar toda la noche desapareció de inmediato. Qué bueno que dormí una siesta antes. De lo contrario, podría haberme quedado dormida en pleno vuelo.

Una taza de té perfectamente preparada en una lujosa taza, dulces deliciosos, un aroma agradable y un sirviente hermoso.

Tal vez ser rey no era un mal trabajo después de todo.


—Parece muy relajada.


Dorian murmuró con una leve sonrisa.

Incliné la cabeza hacia él y le dije:


—Dorian, tú lo sabes, ¿verdad? Mikaelan ya no puede traicionarme.

—…….

—Lo mismo con Özen. Odia a la Iglesia tanto como a sí mismo. Aunque sea un maldito fastidio, no creo que se ponga de su lado ahora.

Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Realmente me motiva. O puedes dejarme una votación o un comentario 😉😁.

Publicar un comentario

0 Comentarios