BATALLA DE DIVORCIO 29
—Max, ven un momento.
Daisy le hizo un gesto a Maxim, quien estaba recostado en el sofá.
Había demasiada gente mirando, así que era mejor llamarlo aparte para hablar.
—Vaya, parece que mi abeja tiene prisa esta vez. Esto tomará un rato. ¿Me darás tiempo suficiente?
—No, solo necesito cinco minutos.
Estoy agotada. Ni loca.
No quería volver a tener una incómoda siesta con él en ese lugar.
Daisy lo agarró del brazo a la fuerza, interrumpiendo sus bromas con los empleados, y lo arrastró de nuevo al probador.
Maxim seguía sonriendo de oreja a oreja, como si todo esto le divirtiera.
—¿De verdad vas a comprar todo eso? ¿Hablas en serio?
—Sí.
—No tiene sentido…...
Sabía que estaba loco, pero esto es otro nivel.
Daisy suspiró profundamente y lo miró directamente a los ojos.
—¿No recuerdas? Dijiste que me comprarías algo bonito.
—Sí, pero ni siquiera elegiste nada. ¿Por qué estás haciendo esto de repente?
Hace un rato, él apenas movía un dedo para elegir.
Y ahora quería comprarlo todo.
Daisy no podía entender sus cambios de humor ni su comportamiento excéntrico.
—No necesitaba elegir. O mejor dicho, no quería elegir.
—¿Eh?
—Porque todo era hermoso.
¿Así que iba a llevarse absolutamente todo?
—Te lo dije, todo era bonito.
Solo había dicho tres palabras: "Es bonito."
Era un simple comentario, pero seguía siendo un cumplido.
Aun así, comprar toda esa ropa… Era prácticamente lo mismo que comprar la boutique entera.
Pagar una cantidad tan grande solo por ropa… Para Daisy, que solo quería el divorcio, resultaba abrumador.
—Este lugar es carísimo. ¿De verdad sabes lo que estás haciendo?
—Parece que no me conoces bien, Izzy.
Maxim le acarició el cabello mientras la miraba a los ojos.
—Fui yo quien hizo la reserva. ¿Crees que no sabría los precios?
—¿Tú hiciste la reserva?
—Sí. Dijiste que no tenías ropa, así que usé algunas conexiones y… un par de sobornos.
Con razón.
Era una boutique de lujo, después de todo. No tenía sentido que hubieran aceptado una reserva de última hora en un lugar donde no conocían a nadie.
—Estás gastando demasiado.
No podía decirle "¿Por qué haces esto si nos vamos a divorciar?", así que optó por una excusa razonable.
—Igual volveré a la finca, ¿cuándo se supone que voy a usar todo esto? Mejor sigamos el plan original y elijo solo dos prendas.
—¿Acaso parezco pobre?
—Ah, no… No quise decir eso….....
—Los empleados de aquí dijeron algo interesante hace un rato. Que cuando un hombre está loco por una mujer, es capaz de gastar hasta su último centavo por ella.
—…….
—Así que esto es completamente normal, ¿no crees?
Claro. Maxim lo había oído. Y ahora estaba actuando en consecuencia.
Si antes ya había intentado demostrar lo apasionada que era su relación, ahora parecía estar gastando dinero solo para alardear.
—¿Así que esto es una especie de venganza? Si es por eso, de verdad no hace falta. ¿Viste la cara que pusieron? Ya dejé las cosas claras con ellos.
—Tengo dinero. Lo único que me sobra es dinero. Así que si quiero hacer escándalo con él, ¿qué problema hay?
—Tengo dinero. Lo único que me sobra es dinero. Así que si quiero hacer escándalo con él, ¿qué problema hay?
Por supuesto. Era su dinero, así que para él no había ningún problema.
Pero para Daisy, que pensaba resolver todo en el próximo evento social, aquellos lujosos vestidos eran un estorbo innecesario.
—No tengo dónde guardarlos. Mi armario en la casa principal es pequeño.—
Daisy usó el espacio como excusa.
En la mansión de Baldek tenía una habitación modesta, así que no había manera de que pudiera guardar tantos vestidos.
—No te preocupes. Cuando volvamos a Baldek, puedes usar mi armario. Es enorme.
—¿Por qué usaría tu armario?
—Bueno… es obvio, ¿no? Usaremos la misma habitación.
—¿Y tú? ¿No necesitas espacio para tu ropa?
—No tengo muchas cosas. Además, como sabes, prefiero no usar ropa cuando estoy en el dormitorio.
Por favor…...
Era un sinfín de excusas descaradas. Daisy sintió que le faltaba el aire.
—¿Y mi derecho a la privacidad? También necesito tiempo para estar sola.
—Para eso puedes usar la habitación minúscula que usabas antes como tu refugio. Pero para dormir, tienes que hacerlo conmigo.
No había manera de refutarlo. Su lógica era completamente impenetrable.
—…….
Daisy ya no tenía fuerzas para discutir. Después de probarse docenas de vestidos, estaba demasiado agotada.
Al final, solo un pensamiento rondaba en su cabeza.
—No lo entiendo.
—¿El qué?
—¿Por qué te gusto tanto?
Era algo que siempre había querido preguntar, y por fin lo había dicho en voz alta.
Maxim se rió suavemente, como si la pregunta fuera obvia.
—Déjame preguntártelo al revés. ¿Es raro que un esposo quiera a su esposa?
—En términos generales, no… Pero lo nuestro no es una relación común. Nos casamos a toda prisa sin siquiera conocernos.
Maxim sostuvo la mirada en los ojos verde claro de Daisy por un momento antes de responder con determinación.
—Digamos que fue amor a primera vista.
Si él mismo decía que se había enamorado a primera vista, no había mucho que discutir. Pero, de algún modo, no parecía ser solo eso. Entre el retrato y todo lo demás, había algo inquietante en la situación.
—…Y además, era mi viejo sueño.
—¿Perdón?
—Tener una pareja, construir juntos un hogar feliz para siempre. Ese era mi sueño.
Siempre había sido un hombre bromista, pero en ese momento su mirada tenía un aire inusualmente serio.
Parecía haber una historia detrás de esas palabras.
Pero preguntarle en ese lugar y en ese momento no parecía adecuado, así que Daisy contuvo su curiosidad.
Decía que su sueño era construir un hogar feliz… Mientras tanto, ella solo pensaba en cómo divorciarse.
Era un completo desastre.
—Esto… No estarás gastándote hasta el último centavo para comprarme esto, ¿verdad?
—¿Qué quieres decir?
—No conozco bien la situación financiera de Baldeck. Me preocupa que estés haciendo un gasto excesivo.
Si al final iban a divorciarse, por mucho que estuviera cegado por el amor, no quería arruinarlo económicamente.
Además, Daisy también esperaba recibir una compensación económica tras el divorcio, así que debía asegurarse de que él no derrochara su fortuna.
—No quiero que, por orgullo, termines en la miseria recordando la gloria del pasado. ¿Sabes lo triste que es envejecer sin dinero?
—…….
—Leí en el periódico que el dinero que ganamos hoy lo compartimos con nuestro "yo" del futuro. Nunca sabemos qué puede pasar en la vida, así que hay que ahorrar para emergencias.
Y con "emergencias", se refería, por supuesto, a un divorcio o a la ruptura del matrimonio.
—No te preocupes, esto no es más que calderilla para mí. Soy muy rico.
—¿De verdad?
—Si no me crees, te enseño mi cuenta bancaria.
—No, tampoco es necesario llegar a eso…
—No me importa que la veas. Puede que, cuando veas la cifra, me encuentres aún más encantador.
¿Una cifra tan alta que lo haría más adorable? Bueno, después de confirmarlo, ya no había motivo para seguir preocupándose por su dinero.
Lo había intentado razonar, lo había advertido… Pero si insistía, no había nada más que hacer.
Daisy decidió cooperar con su derroche de dinero.
—De acuerdo. Entonces, lo aceptaré con gratitud.
—No hay de qué.
—…Pero tengo una condición.
Los ojos de Maxim se abrieron un poco cuando Daisy habló con cautela.
—Esto… Ya que vas a comprar, ¿podrías incluir ropa para mi tía?
—¿Para tu tía?
—Sí. Escuché que sigue usando ropa pasada de moda. Los empleados dicen que, vestida así, las aristócratas de la capital ni siquiera la tomarán en serio.
Daisy se sintió algo incómoda haciendo esta petición y bajó la mirada, jugueteando con la punta de los dedos.
—Me sentiría culpable si solo yo recibiera ropa nueva.
Si él estaba comprando prácticamente una boutique entera, sería injusto que la duquesa viuda no recibiera ni un solo vestido.
Además, para que su "misión" fuera un éxito, ella también necesitaba un "arma básica": un vestido lo suficientemente elegante.
Pero Maxim todavía parecía algo confundido.
—¿No le guardas rencor a tu tía? Esa anciana es bastante estricta y siempre te regaña, diciéndote que comas menos y que seas más recatada.
—Sí, es regañona… Pero también me da buenos consejos. De todos modos, me gusta. Es como una madre, o como una abuela para mí. Crecí sin familia, así que siempre envidié a quienes tenían a alguien que los reprendiera.
—…….
—Además, es de Baldeck. Es familia.
Era la única que la apoyaba con el divorcio, su única aliada.
Daisy dejó esas palabras en el aire y sonrió.
Maxim pareció pensarlo por un momento antes de asentir.
—Está bien. No es que me haga mucha gracia, pero… Dicen que la clave en el matrimonio es ceder. Si realmente lo quieres…
—¿De verdad lo harás?
—Elige algo adecuado para ella. Se lo compraremos también.
—Gracias por tu consideración, Max. Ahora me siento mucho mejor.
—Pero yo también tengo una condición.
Por supuesto, no iba a aceptar sin más. Maxim le sonrió de manera traviesa, mirándola directamente a los ojos.
—¿Cuál es?
—Lo mismo que le hiciste a esa tal Rosens o Rozens…...
—¿Qué cosa?
Maxim se señaló la mejilla y la tocó suavemente con un dedo.
Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Realmente me motiva. O puedes dejar una votación o un comentario 😁😄
0 Comentarios