AREMFDTM 239






Anillo Roto: Este matrimonio fracasará de todos modos 239

Emiliano (5)




Las palabras se clavaron en su mente como esquirlas de vidrio.

Kassel alzó la vista, tratando de distinguir a Emiliano a través de la oscuridad que, de pronto, había nublado su visión como un telón descendido. Notó que las manos temblorosas de Emiliano lo sostenían.

Irónicamente, al ser sujetado, supo que era él quien temblaba. La luz no regresaba.

Algo similar a Emiliano se materializó ante él, pero ya no era igual. Las palabras se fracturaron, los fragmentos se hicieron añicos. Imposibles de sostener. La voz de Emiliano flotó lejana, como un eco:



"La memoria es un castigo reservado solo para los suicidas…"



Inés…

ya estaba…

muerta…

cuando vino a mí.

Kassel se pasó una mano por el rostro, empapado en lágrimas que no recordaba haber derramado. La humedad le quemaba como ácido. Emiliano seguía fuera de foco. ¿Me he quedado ciego?

Suicidio.

¿Tú… te suicidaste?

La oscuridad se volvió noche, y en medio de un salón de baile, una Inés resplandeciente lo miraba y sonreía. Primero pensó que era un recuerdo de Mendoza, pero al verla abrazar a una dama que nunca había visto, supo que era un momento ajeno.

Vestido rojo. Sí, solías usar ese rojo. Tragó saliva ardiente. Nunca me mirarías así de feliz… Pero era perfecta. Radiante. Como siempre, en ese lugar…


"Mi hermana va a morir, Escalante. Inés…"


Un zumbido de aguja le taladró el cráneo, arrasando con cada pensamiento. Sintió su mente hacerse trizas.

El corazón latía tan débil que apenas lo sentía, pero su cerebro se resistía con furia. Piensa. Por favor. Recuerda…


"No me hagas dudar de tu lealtad, Kassel."


Esa voz odiosa.


"Odio cómo la miras, hijo de puta."


El recuerdo era una masa negra y deforme. Impenetrable por dentro, al rozar su superficie, quemaba como fuego. Kassel avanzó hacia las llamas, escarbando con saña.


"¿Ahora Duque Escalante hace de alcahuete? Espiar a mi esposa mientras yo me divierto en el burdel…"


Una sola palabra.


"Un hombre en su prime, con mando a los 18, ¿y ni un matrimonio? Ni siquiera una amante de una noche. Raro. Hasta rumores hubo… ¿Y qué eres tú? Ni monje ni hombre. Por eso lo pensé."


Déjame conocerte.


"Si los Valeztena no hubieran asediado a mi hija, la habría tomado como esposa antes de tu edad. A los trece, catorce… Cuando solo me conocía a mí. Mi perrita obediente."


Cualquier recuerdo.


"Aquí no hay habitación para mí. Solo una celda."


Ya no…


"Nunca dudaré de ti, hermano mío. Pero otros pensarán: ¿y si esa semilla de traición crece en tu corazón?"


…solo.


"Cuando notes que anhelas a la esposa de tu señor, luego mirarás a Inés. Verás su máscara de dama perfecta, y en los ojos de la princesa, inventarás deseo… Por más putas que sean las mujeres de Mendoza, ¿se compararán con la pureza de la madre del futuro emperador?"


Tú…


"Si el mundo y tú lo saben, mi amor es solo mío. Pero mi amor no me pertenece solo a mí."


…sola.


"¿De verdad avergonzarás a la esposa de tu señor? ¿Arruinarás su honor? Si Inés fuera repudiada por mancharse con otro…"


Sin vagar por la memoria.


"¿O acaso quieres hundirla para poseerla?"


Los recuerdos, desordenados, eran una maldición.


"Mi primo ingenuo. ¿Creíste que amaría a tu puta esposa o a un bastardo como tú?"


Kassel no pudo evitar golpear su cabeza contra el suelo en un arranque de rabia. Las manos alarmadas de Emiliano intentaron detenerlo, pero él se levantó tambaleante.

Sus manos ciegas buscaron la puerta en la pared.


"Lamento que aún no recuerdes. Que Inés no te recuerde. Que ustedes dos sean extraños. Si hubieran elegido como yo…"



—¡Kassel! ¡Está sangrando!


'¿Qué divertido habría sido?'


—¡Por favor!


'Verías cuánto significó Inés para ti. Verías la miseria de su ex marido. Este dolor no sería nada comparado con destrozarte al ver a tu amada esposa así'


—¡No puede ni mantenerse en pie!


'Imaginar a tu Inés en mis brazos, arañándose el cuello cada noche'


—¡La puerta…!


'A tu Inés pariendo a mi hijo, convirtiéndose en mi consorte'


—…Maldita sea, ¡ábrela!


'Quizá, como decía mi madre, si fuera estéril, viviría humillada, criando a mis bastardos'


—¡Un sacerdote, solo espere.


'Si ahora sufre algo peor… ¿qué habrías hecho, el tú de antes?'

Náusea. Siempre náusea.

'¿No es gracioso? Pensé que no era amor'

Había visto crecer a esa niña de cuatro años. Su compañera de juegos. Luego, la distancia por culpa de él. Pero algo persistió. No debes lastimar a esa niña.

Porque una vez fuiste pequeña.

Cuanto más Oscar lo acosaba, más la recordaba. Irónicamente, cada celda del duque plantaba su nombre más hondo.


'¿Sabrá Inés que tomas pociones para mantener la erección con otras?'


Era como una posesión.


"¿Sabrá cuán obscenamente la amas?"


Cuando los interrogatorios dementes de Oscar lo hacían dudar: ¿Y si todo esto es amor?


"De niño, creíste que tocar a otra mujer merecía cortarte las manos. Qué patético."


¿Yo… te amé? ¿Esto fue amor?


"Y ahora, por una mujer que apenas ves, haces lo que más odiabas…"


¿Y aún no lo mato?


"Pero esa mujer que tanto anhelas… para mí, no vale ni una noche en el burdel, Kassel Escalante."


Descubrir el amor fue devastador. Ese día olvidó la lealtad que su abuelo le inculcó. Olvidó cada palabra de Calderón en su lecho de muerte.

Ese olvido se filtró nítido en su memoria brumosa.

Jadeando, Kassel se apoyó contra la pared. Emiliano forcejeó con la puerta. Kassel avanzó por el pasillo oscuro, tambaleándose, hasta recuperar el equilibrio.


"De niño, no podías apartar los ojos de Inés. En las cacerías de Pérez, en la corte…"


¿Fuiste destruida… por mí?

No podía soportarlo. Sus manos temblorosas se aferraron a su garganta. Caminó como un desterrado. Cada paso, forzado.

Hasta que abrió de golpe la puerta que llevaba a la nave principal.


"Convertí a tu Inés en una perra, Kassel."


Su mirada salvaje recorrió las estatuas de los Ocho Apóstoles. Las velas iluminaban sus rostros. Kassel cruzó la sala hacia el altar, fijando los ojos en la figura que Emiliano había contemplado.


"Si la empujara a tu cama, te lamería sin reconocer a su esposo."


Tomó la pesada reliquia de metal sobre el altar.


"Ah… ¿o quizá sí lo reconocería?"


—¡Kassel!


Con la reliquia en mano, Kassel volvió a cruzar la sala con calma. Emiliano corrió, presintiendo lo inevitable, pero no fue lo bastante rápido.


"Se abriría de piernas gustosa."


Kassel alzó la reliquia y la estrelló contra el tobillo de Anastasio. El mármol más delgado. Un crujido seco resonó. Emiliano se paralizó, pálido.

Kassel Escalante estaba profanando un símbolo sagrado. A propósito.

El crimen más grave para la Iglesia, peor que el asesinato.

Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Realmente me motiva. O puedes dejar una votación o un comentario 😁😄


AREMFDTM            Siguiente

Publicar un comentario

0 Comentarios