MDSDCS 71




Mi deseo son dos camas separadas 71

¿Qué es lo más aterrador de la Torre de Magia? (11)



Traducción Coreano-Español: Asure


—Aumentar la afinidad con la magia. Si eso sube, podrás acumular energía mágica y despertar como maga, ¿verdad? Parece que funciona mejor si te acercas a un mago, como hizo Eshi, así que practiquemos juntas. No puedo garantizarlo, pero como también soy maga, tal vez pueda ayudarte.


Helen abrió mucho los ojos ante la amable voz de Julia. Su expresión reflejaba incredulidad, como si no pudiera creer la suerte que de repente había caído sobre ella.


—¿E-En serio? ¿De verdad harías eso por mí…?


Los magos eran conocidos por ser una raza difícil de tratar, hasta el punto de que incluso recibir atención los irritaba. La magia era un arte delicado que requería una gran concentración, por lo que eran muy sensibles a estímulos externos.

Por eso, los sirvientes siempre trabajaban apresuradamente cuando los magos no estaban en sus habitaciones y evitaban cualquier contacto con ellos. Servirles ya era una tarea difícil, y aunque pasaran décadas en la Torre de Magia, pocos tenían la oportunidad de verlos o hablar con ellos directamente.

Que Julia le ofreciera ayuda voluntariamente fue tan impactante para Helen que sintió escalofríos.

'Es una persona increíble que se reúne con la Maestro de Torre todos los días… Solo pensé que era diferente porque ha estado fuera durante mucho tiempo. ¡Pero no imaginé que fuera un ángel!'

No sabía exactamente cómo funcionaba, pero si un mago la ayudaba, su afinidad mágica probablemente aumentaría mucho más rápido que si lo hacía sola.

Helen tembló de emoción y agarró con fuerza las manos de Julia. No podía ni articular palabra, pero Julia le sonrió dulcemente.


—Por supuesto. Si puedo ayudarte, estaré encantada de hacerlo.

—¡M-Muchas gracias! ¡No olvidaré esta bondad! ¡Gracias, de verdad!


Finalmente, Helen comprendió que era real y rompió en llanto. Julia rápidamente le dio unas palmaditas en los hombros.


—Me alegra que estés tan feliz. Trabajemos duro juntas.

—S-Sí… ¡Gracias!


Helen no dejaba de expresar su gratitud con cada palabra. Julia, con una sensación de cosquilleo en el pecho, comenzó a pensar en cómo aplicar ciertas fórmulas mágicas.

'Si lo hago así, debería poder exponerla a una gran cantidad de energía mágica… Ah, también debería preguntarle a Pal sobre esto más tarde'

Para ella no era un gran esfuerzo, pero el hecho de poder ayudar a alguien a cumplir su sueño le llenaba de emoción.

Por primera vez, Julia comenzó a sentir simpatía por el poder que hasta ahora solo le había causado miedo y rechazo.

Era una sensación extraña. La parte de sí misma que siempre había despreciado ahora estaba siendo reconocida y utilizada para el bien de los demás. Y, al mismo tiempo, esa sensación cálida se extendía dentro de ella como la suave luz de una vela.

'Tal vez…'

Mientras elaboraba su plan, Julia tuvo un pensamiento repentino.

'Tal vez ayudar a Helen también signifique ayudarme a mí misma'

Así, cada mañana y cada noche, Julia y Helen comenzaron a tener sesiones privadas en la habitación.

Cuando consultó a Pal, esta encontró la idea interesante y le dio consejos útiles. Gracias a eso, Julia ideó un método único.

Era sorprendentemente simple y seguía el mismo principio que el de un balde de agua: verter un poco de agua en la bomba para hacer que el resto fluya.

Al igual que sacar agua de un pozo seco, Julia rodeó a Helen con su propia energía mágica abundante. Al hacerlo, la diminuta cantidad de magia latente dentro del cuerpo de Helen comenzó a moverse poco a poco.

A medida que repetían el proceso, la energía de Helen se volvió más vibrante y flexible. Y finalmente, su afinidad mágica aumentó lo suficiente como para permitirle absorber energía mágica de la naturaleza por sí misma.

Julia le enseñó pacientemente cómo mantener la magia que había acumulado.


—Helen es una estudiante excelente. A este ritmo, podremos ver buenos resultados en un mes.


El progreso fue mucho más rápido de lo que Pal le había sugerido.

Aunque el método de Julia no era convencional, seguía siendo legítimo. No estaba forzando el proceso de manera ilegal, sino que simplemente estaba ayudando a mejorar la afinidad mágica de Helen de forma natural.

Normalmente, incluso con la ayuda de un mago, este proceso tomaba al menos un año.


—No, no es mérito mío… Esto es un milagro. ¡Todo es gracias a usted, señorita maga!


En cada sesión, Helen tenía los ojos llenos de lágrimas de alegría y prometía que, cuando se convirtiera en maga, nunca olvidaría sus principios y usaría su poder para el bien.

'Esto se siente increíble'

Ahora entendía por qué los maestros sentían tanta satisfacción al enseñar a sus discípulos. Era un tipo de orgullo distinto al de ser elogiada por Pal.

Por fin comprendía lo que sus antiguos profesores querían decir cuando afirmaban que enseñar era tan gratificante que incluso el hambre desaparecía.

'Sería genial si existiera una academia de magia'

Aunque sabía que eso era solo un pensamiento sin sentido. Incluso si existiera, una reina no podría dedicarse a enseñar.

Julia sonrió ante lo ridícula que era su propia idea. Pero soñar con ello le parecía divertido y reconfortante.

Así, día tras día, sus lecciones llenas de esperanza continuaron avanzando.


























⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅




























Una semana después.


—Eshi, ¿eh? ¡Por favor, ayúdame!


La sirvienta pecosa suplicó con desesperación. Eshi cruzó los brazos y puso una expresión altiva.


—Sabes que si usas el tinte de Eren con las manos desnudas, la piel se pela, ¿verdad? ¿Olvidaste encender el fuego antes para calentar las manos?


Las sirvientas estaban realizando una limpieza a fondo en la Torre de Magia. Habían sacado el tinte de Eren, necesario para pulir el suelo.

Pero este tinte solo funcionaba si se frotaba con las manos desnudas, por lo que, al terminar, todas quedaban con las manos llenas de ampollas.

Por supuesto, antes del trabajo tomaban un medicamento para el dolor y, al terminar, se aplicaban una crema especial que curaba las heridas por completo. Aun así, era sin duda la tarea más odiada por las sirvientas.

Entonces descubrieron un truco: encender un fuego y calentar las manos antes de aplicar el tinte. Curiosamente, esto hacía que el tinte se adhiriera como cera de vela, protegiendo la piel de las heridas.


—Es que... esta vez también traje una pequeña antorcha de la cocina. Pero me tropecé y se apagó…


La sirvienta pecosa explicó con una expresión angustiada. Las demás, que observaban con inquietud, comenzaron a intervenir una por una.


—Eshi, por favor, solo esta vez.

—Te ayudaré un poco con tu parte del trabajo. ¿No podrías encender esta antorcha empapada en aceite solo una vez?


Debían terminar rápido antes de que los quisquillosos magos se enfadaran. Las sirvientas recordaban bien que, hace unos días, Eshi había alardeado de su nueva magia encendiendo una pequeña llama, así que insistieron en pedir su ayuda.


—¿'Un poco'? ¿No deberían hacer todo mi trabajo?


Eshi respondió con voz arrogante. Las sirvientas que le suplicaban fruncieron el ceño.


—¿Tienen idea de lo difícil que es usar magia? ¿Y me piden que trabaje y use mi poder? ¿Para beneficio de quién?


Su tono era sarcástico y altanero. Era absurdo que se hubiera jactado de su magia cuando le convenía, pero que ahora pusiera excusas cuando todos necesitaban ayuda.

Finalmente, una de las sirvientas explotó.


—¡Oye! ¿Cómo puedes hablar así? ¡Dijiste que ayudarías!


Desde hacía un par de meses, Eshi se excusaba diciendo que estaba al servicio de Hamas, evitando así sus tareas. Como resultado, tenía mucho trabajo acumulado.


—Si hago todo tu trabajo, no terminaremos a tiempo.

—Entonces que sus manos se llenen de ampollas.


Eshi respondió con desdén. La sirvienta pecosa suspiró resignada y trató de calmar a sus compañeras.


—Fue mi culpa por apagar la antorcha, así que asumiré la responsabilidad. Si trabajo sin almorzar durante unos días, podré terminar a tiempo. Hoy es la limpieza general, y los magos están de mal humor, así que debemos apresurarnos.

—Pero aun así…


Las sirvientas miraron a Eshi con resentimiento. Ya de por sí era insoportable con su actitud de superioridad, y ahora se aprovechaba para evadir sus responsabilidades.

Sin embargo, como sirvientas de la Torre de Magia, no podían desafiar a los magos. No había tiempo para discutir.


—De todas formas, pronto seré maga y no tendré que hacer este tipo de trabajo. Pueden aprovechar la oportunidad para reorganizar sus tareas.


Eshi lo dijo como si estuviera haciendo un favor.

Era molesto, pero, dado que realmente había despertado su magia, era probable que pronto se convirtiera en una maga. Si eso ocurría, lo mejor sería mantener buenas relaciones con ella.


—...De acuerdo.


Al final, las sirvientas, sin otra opción, suspiraron profundamente. Tomaron el delantal que Eshi les arrojó con superioridad.


—Debieron aceptarlo desde el principio. Entonces, no olviden limpiar el pasillo del ala oeste, el almacén subterráneo, la escalera de la torre norte y también los platos de esta mañana.

—¿Qué? ¡Pero el ala oeste y el almacén debían estar terminados la semana pasada!


La sirvienta pecosa exclamó horrorizada. Eshi, que ya se preparaba para encender la antorcha, entrecerró los ojos.


—¿Acaso te niegas?

—…....


La sirvienta apretó con fuerza el delantal en sus manos.

Eshi tenía un rostro angelical, pero una personalidad cruel.

Si ya fuera maga, sería otra historia, pero seguía siendo una simple sirvienta. Sin embargo, trataba a sus compañeras como si fueran inferiores, lanzando comentarios despectivos y humillantes. Y ahora, lo hacía de nuevo.


—No…...


Reprimiendo su orgullo, la sirvienta pecosa mordió su labio inferior. Las demás, al notar la tensión, intercambiaron miradas, pero ninguna se atrevió a hablar.

Eshi, con una sonrisa triunfal, dijo:


—Bueno, ya que me lo piden con tanta amabilidad, las ayudaré solo por esta vez.


Con actitud altiva, tocó la antorcha empapada en aceite y frunció sus bellas cejas, concentrándose.




¡Chas!




Una tenue luz rojiza comenzó a surgir de sus dedos.

Aún no podía llamarse magia en sí, pero incluso las sirvientas, a pesar de estar molestas, se maravillaron al ver que era una llama real creada con poder mágico.


—Ugh…...


Sin embargo, contrario a su actitud confiada, Eshi parecía estar teniendo dificultades. Lo que pensó que sería algo rápido ya llevaba casi cinco minutos.

Nadie se atrevía a interrumpir, observando en silencio.


—¿Chicas? ¿Qué están haciendo ahí?


En ese momento, una voz alegre rompió la tensión.




¡Puf!




La llama que crecía lentamente en los dedos de Eshi se extinguió de inmediato. Había perdido la concentración.


—¡Tú…!


Eshi chasqueó la lengua con frustración. Era Helen.

Helen, con su cabello rojo brillante y un pañuelo bien atado en la cabeza, se acercó con curiosidad.


—¿Qué pasa? ¿Por qué no están limpiando el suelo?

—¡Fue tu culpa! ¿Qué harás ahora? Mi magia se rompió a la fuerza, ¡hoy ya no puedo usarla!


Eshi le echó la culpa de inmediato y se negó a encender la antorcha de nuevo. Las sirvientas, en pánico, intentaron convencerla, pero Eshi solo se puso más irritable.


—¡No es mi culpa si se les ampollan las manos! Si quieren fuego, pídanle a ella que haga todo el trabajo.

—Eshi, por favor, solo inténtalo una vez más…

—Ay, ¿qué haremos ahora?


Las sirvientas estaban pálidas de preocupación.

Eshi, a pesar de haber alardeado de su magia, no parecía tener suficiente poder ni habilidad para controlarla. No parecía capaz de volver a encender el fuego pronto.

No había más opción. Debían comenzar a frotar el suelo con las manos desnudas antes de que fuera demasiado tarde.


—Uf, no queda otra. Chicas, por esta vez, tendremos que aguantar.

—Ugh, odio cuando me sangran las manos…


Cabizbajas, las sirvientas se remangaron. Se formaron en fila para sumergir sus manos en el tinte de Eren.

Helen, que había observado la situación, reaccionó de inmediato.


—¡Esperen un momento!

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