MDSDCS 62




Mi deseo son dos camas separadas 62

¿Qué es lo más aterrador de la Torre de Magia? (2)



Traducción Coreano-Español: Asure


—Eso es lo importante. ¿Acaso Su Majestad no difundió el rumor de que Su Alteza el Príncipe Heredero era simplemente un ser vulnerable a la magia para frenar las habladurías? Oficialmente se anunció que tenía un cuerpo débil. Gracias a eso, desaparecieron aquellos horribles rumores que decían que traía la muerte consigo.

—Así es. Además, desde que fue aislado, se han asegurado de que los sirvientes guarden absoluto silencio. Los cambian periódicamente para evitar filtraciones.


El mayordomo asintió con cautela.

Solo entonces Endymión entendió la razón por la cual su aislamiento había permanecido intacto durante años.

Todos aquellos que sabían de su existencia lo consideraban alguien débil ante la magia, alguien que no viviría mucho tiempo.

'Con razón no me han destronado'

Endymión parpadeó y prestó atención nuevamente.


—Desde entonces, hemos consultado constantemente con el templo. Hubo algunos casos, aunque raros, en los que personas con vulnerabilidad mágica lograron mejorar. Además, ciertos síntomas coinciden con los de una maldición. Pero Su Alteza ya tiene siete años… si esto sigue así, el destino de Semele se hundirá.


El doctor, siempre tan precavido en su presencia, habló con precisión quirúrgica.

Endymión parpadeó de manera extraña y se ajustó la bata con más fuerza. De repente, sentía aún más frío.


—Por eso, hace unas semanas, cuando la reina visitó el templo, oró ante el altar. Y en ese momento… ¡las llamas negras ardieron y descendió un oráculo ordenando que el príncipe heredero y la Princesa de Ametrine se casaran!

—¿Q-Qué? ¿Un oráculo?

—¡Sí! De repente, el fuego que consumía la ofrenda se apagó y surgieron nuevas llamas negras acompañadas de una voz. ¡Los sacerdotes también confirmaron que era un oráculo verdadero! Y ya sabes, la Princesa de Ametrine… se dice que es bendecida por los dioses. Últimamente, debido a las malas cosechas, muchos han intentado pedir su mano en matrimonio.


El doctor habló con una ligera excitación.

El mayordomo tragó saliva con expresión sobrecogida.


—Pero el oráculo dijo que, si la Princesa de Ametrine y el Príncipe Heredero de Semele se casaban, tanto la enfermedad de Su Alteza como la hambruna en el continente llegarían a su fin. Por eso, Su Majestad envió una propuesta de matrimonio a Ametrine de inmediato… ¡y la princesa eligió a Su Alteza!

—¿Q-Qué? ¿La princesa que rechazó más de cien propuestas aceptó esta?

—¡Sí, y casi sin dudarlo! ¡Eso prueba que el oráculo es real!


El doctor y el mayordomo seguían susurrando con entusiasmo, sin darse cuenta de que él estaba allí.

Endymión permaneció en su sitio, escuchando sin ninguna expresión. Incluso se enteró de que la Princesa Ametrine ya estaba en camino a Semele.

'No podrá soportarlo más de veinte minutos'

Lo único que le vino a la mente fue un pensamiento cínico. Ningún ser vivo podía soportar su presencia por más tiempo. Sus cuerpos se marchitaban, su vitalidad se desvanecía y terminaban muriendo.

'Pero eso no tiene nada que ver conmigo'

Endymión trazó una barrera invisible en su mente. No sentía interés ni emoción alguna por nadie.


—¡Ah! ¿S-Su Alteza?

—¡Su Alteza! ¿Cómo ha llegado hasta aquí?


El mayordomo y el doctor lo miraron con horror al fin.

A Endymión le pareció una buena oportunidad. Simplemente les ordenó encender el fuego, ya que tenía frío.

El mayordomo, aturdido, asintió rápidamente y salió corriendo.


—Has llegado rápido. ¿Se adelantó el entrenamiento?

—No, Su Alteza. Pero… ¿ha escuchado algo?


El doctor dio un paso atrás, como si temiera tocarlo por accidente.

Endymión inclinó la cabeza y preguntó de vuelta:


—¿Escuchar qué? ¿El oráculo o el matrimonio?

—¿L-Lo ha oído todo?


El doctor cerró la boca con una expresión de derrota.

Endymión esperó en silencio su reacción.

Sin embargo, el doctor se quedó absorto en sus pensamientos y no dijo nada.


—Vete primero.


Endymión parpadeó con indiferencia y regresó a su habitación.

Para entonces, el mayordomo ya había encendido la chimenea, llenando la estancia de un calor sofocante.

Endymión se detuvo frente al fuego y pensó:

'Cuando la vea, en lugar de un saludo, debería dejarle mis últimas palabras'

Ese fue su primer y último pensamiento sobre la princesa.

Y aun aquel pensamiento se desvaneció rápidamente, ahogado por el frío que se filtraba hasta sus huesos, incluso con el fuego ardiendo.

En una estación que no era invierno, en pleno día y no en la noche, Endymión temblaba de un frío sin nombre, acurrucado frente a la chimenea hasta que la leña se consumió y las llamas se extinguieron.

Cuando cayó la noche profunda, el doctor vino a verlo.


—Su Alteza, en tres días la Princesa de Ametrine llegará.

—Rápido. Parece que hoy me entero por primera vez.


Endymión respondió con desgano. No le importaba lo que sucediera, pero el repentino giro de los acontecimientos sí que era inesperado.

Entonces, el doctor sacó algo de entre sus ropas y se lo tendió.


—Es una poción para borrar recuerdos.

—……


Endymión lo miró con sus fríos ojos azules, sin ninguna emoción reflejada en ellos.

El doctor, con expresión resuelta, destapó el frasco y lo colocó sobre la mesa antes de dar unos pasos atrás.


—El oráculo es, sin duda, verdadero. Sin embargo, este matrimonio debe transcurrir sin problemas para que todo se resuelva. Si se filtrara que la maldición de Su Alteza está relacionada con esta unión, el caos sería incontrolable.


En otras palabras, nadie debía saber la verdad. Ni siquiera los propios contrayentes.

'Si el oráculo falla, habrá muerte; si tiene éxito, será un engaño'

De cualquier forma, la princesa permanecería en la ignorancia.

Mientras reflexionaba sobre la fría realidad, Endymión preguntó:


—Tengo curiosidad por algo. Si me caso, ¿el frío desaparecerá?

—¿Qué? ¿A qué se refiere…?

—Siempre tengo frío cuando estoy solo, pero ahora parece que no.


Hace un rato, ni siquiera el fuego podía calentarle. Pero ahora, tras una conversación más larga de lo habitual, sentía un calor extraño.

Incluso con la chimenea apagada.


—Si me caso, tendré a alguien a mi lado todo el tiempo, ¿verdad?


Hablaría con la princesa. Se verían cara a cara.

¿Acaso este extraño frío desaparecería entonces?

Endymión sintió curiosidad.


—Eso debe ser porque ha estado junto al fuego todo este tiempo. Ahora, más importante…....


Pero el doctor restó importancia a su observación y le hizo un gesto para que bebiera la poción.

Dijo que era un elixir que él mismo había desarrollado tras años de investigar la maldición real.

Una poción capaz de borrar todos los recuerdos relacionados con ella.


—Sus Majestades el Rey y la Reina también han dado su consentimiento. Una vez beba esto, recordará que su reclusión fue debido a su frágil salud. No afectará ningún otro recuerdo.


La voz del doctor era insistente, como si intentara tranquilizarlo.

Como si creyera que Endymión tenía miedo.

Pero a Endymión no le importaba en absoluto.

Con una mirada vacía, tomó el frasco y lo inclinó sin dudar.


—Bien hecho… pronto… tres días…


La voz del doctor resonó como un eco distante y fragmentado.

Su visión se nubló y sus sentidos se apagaron.

Hasta que finalmente, sintió su mente volverse completamente blanca y perdió el conocimiento.


























⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅




























—…Mi. Mion!




¡Flash!




Los párpados cerrados de Endymion se abrieron de golpe. Con una sensación aturdida, se llevó la mano a la frente.


—Recobra el sentido, Mion.


Una voz familiar le hizo cosquillas en los oídos. Al girar la cabeza, vio unos ojos de color violeta observándolo.


—¿Te pasa algo?


Con suavidad, le regañó por cerrar los ojos de repente y no responder. Endymion parpadeó en silencio y, sin previo aviso, envolvió su frágil cuerpo en un abrazo.


—¿Eh?

—Nada, solo me sentí un poco mareado.


Era pequeña, pero cálida como una chispa. Murmurando, Endymion la sostuvo con fuerza.

No había sucedido nada en particular, pero su mente se sentía inusualmente nublada. Tal vez por eso, quería hundirse aún más en su calidez. Julia, sorprendida por el abrazo repentino, le dio unas ligeras palmadas en la espalda.


—Ehh… ¿Acaso está experimentando alucinaciones?


Boris se giró y preguntó con preocupación.

Endymion parpadeó y negó con la cabeza.


—…No. No recuerdo nada.

—¡Entonces todo está bien! En fin, como también le lancé un hechizo de protección, no hay manera de que algo así ocurra.

—No sabía que sufrías de mareo. Ahora que lo mencionas, al atravesar la puerta sentí los oídos un poco tapados.


Julia susurró antes de apartarlo. Endymion, con una expresión de resignación, envolvió su cintura con los brazos de manera juguetona.


—Sí, así que déjame abrazarte un poco más.

—¡Ah, no! ¡Basta ya! ¡Mira allá!


Finalmente, con las mejillas sonrojadas, Julia lo empujó con urgencia y señaló algo en la distancia. Siguiendo la dirección de su delicado dedo, Endymion giró la cabeza.

Un vasto desfiladero de hielo se extendía ante ellos, tan imponente que dejaba sin aliento. En medio de aquel terreno estéril, se alzaba un castillo tan alto que hería la vista.

Boris saltó fuera de la pequeña embarcación y exclamó con entusiasmo:


—¡Ja, ja, ja! ¡Bienvenidos!


Era la Torre de Magia.

Después de mucho tiempo, Boris regresaba y, emocionado, empezó a hablar sin parar.


—Acabamos de entrar en la barrera. ¡Afuera es invierno todo el año! Además de estar en el extremo norte del continente, se mantiene un poderoso hechizo para conservar el frío extremo y evitar intrusos.


Julia y Endymion escuchaban con atención mientras se acercaban a la Torre.


—Esperen aquí un momento.


Boris los detuvo cerca de la puerta trasera y se marchó. La visita de los reyes era un secreto, así que debía asegurarse de que la Torre estuviera tranquila antes de llevarlos dentro.

La mayoría de los magos eran noctámbulos y, aunque estuvieran despiertos, solían encerrarse en sus laboratorios. Aun así, Boris decidió verificar minuciosamente antes de regresar por ellos.


—Es más grande de lo que imaginaba…...


Julia murmuró con admiración, observando la Torre con ojos brillantes.

Bajo sus pies, el desfiladero de hielo parecía un abismo sin fin. Sobre él, la Torre de los Magos se alzaba imponente, como un castillo de cristal.


—¿Solo aquellos que pasan su vida aquí pueden considerarse verdaderos magos?


Julia sintió una mezcla de asombro y tristeza mientras contemplaba el edificio.

Era hermoso y majestuoso, pero al mismo tiempo, la Torre parecía un lugar desolado y solitario.

Además, según Boris, los magos no podían tener amigos, familia ni amantes.

Incluso los matrimonios se limitaban a unos pocos con la mayor compatibilidad mágica, y solo bajo estricta supervisión de la Torre.


—No deberías pensar en eso.

—¿Eh?


Julia, atrapada en sus pensamientos, volvió en sí al escuchar la voz firme de Endymion. Él la atrajo suavemente hacia sí.


—Si muestras demasiado interés, la magia podría hechizarte.


Obstinado, Endymion guió su mirada lejos de la Torre y la centró en él. Julia parpadeó antes de reprimir una sonrisa.


—¿Qué dices? No soy una niña que se deja llevar por un caramelo.

—¿Nunca escuchaste historias de personas encantadas por la magia?


Endymion la sujetó por la cintura con un gesto mitad en broma, mitad serio.


—El pescador que dejó a su familia por el canto de una sirena. La reina que abandonó a su hijo tras caer en el hechizo de un hada. Ese tipo de historias.


Julia sonrió al recordar los cuentos que escuchaba de niña antes de dormir.

Endymion la miró fijamente y asintió con lentitud.


—No puedo dejar que la magia te robe. Me costó mucho criar a alguien como tú.

—Ja, ja… ¿Criar? ¿De qué manera?


Parecía un gatito celoso, temeroso de perder la atención de su dueña.

'Además, cuando le dije que yo lo había criado, se horrorizó'

Julia soltó una risita ante la ironía. Endymion arqueó una ceja y habló con calma.


—Pues… algo como esto.


En un instante, la distancia entre sus rostros desapareció.

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