"Oh, ya veo. Tu razonamiento... era tu versión del amor y la protección, ¿verdad? Pero entonces, ¿tener un hijo con una presencia que debe ocultarse toda la vida? ¿Un niño que llorarÃa tan fuerte que todos fuera del anexo lo oirÃan? No tiene ningún sentido".
Un ruido sordo.
El periódico doblado aterrizó bruscamente sobre la mesa.
"Querida, ¿qué esperas exactamente? En vez de andarte con rodeos, dime qué quieres".
"¿Qué esperas exactamente? Eso es lo que querÃa preguntar".
Grace también dejó caer su tenedor ruidosamente, imitando las acciones del hombre.
"¿Cuál es tu plan?"
Su mano señaló ligeramente hacia su vientre ahora visiblemente emergente.
"¿Qué quieres, de verdad? ¿Quieres llevar una vida normal como todo el mundo?".
"Yo hice la pregunta primero. Tú empezaste la discusión porque querÃas algo".
Ella pensó que él podÃa defenderse asÃ. Grace dudó un momento en elegir sus palabras, con el rostro contorsionado por la frustración contenida.
"No quiero vivir asÃ".
ParecÃa que estaba conteniendo su ira e hizo un pequeño grito.
"TodavÃa odio terriblemente cómo he llegado a ser asÃ".
Cuando ella mencionó que tener a su hijo era terrible, la mirada del hombre se volvió sutilmente más frÃa.
"Pero ya está hecho, y no hay vuelta atrás. Eso también lo sé".
"Aceptando tu situación, es tarde, pero es un buen pensamiento".
Grace miró al hombre con la misma frialdad y suspiró como resignándose.
"El niño es inocente. Crecer bajo unos padres que no se quieren, ¿sabes lo duro que es? Como yo..."
La mirada del hombre se suavizó ligeramente cuando ella añadió sus palabras. Su interés aumentó.
Ahora tengo su atención".
pensó Grace mientras contaba su historia personal para captar totalmente su interés.
"En realidad, nuestros padres no se llevaban muy bien. Como camaradas eran geniales, pero como pareja... ¿quién sabe?".
No esperaba decir tales cosas. Grace sintió una punzada de culpabilidad por un momento, pero vaciló, y el hombre la instó a seguir golpeando la mesa con la punta de los dedos.
"Continúa".
"Lo que quiero decir es que ya es hora de dejar estas agotadoras peleas y empezar a pensar sabiamente en el futuro".
"¿Vas a quedarte ahora tranquilamente a mi lado?".
"¿Es eso lo que quieres?"
El hombre asintió lentamente. Dejó escapar intencionadamente un profundo suspiro y luego, como a regañadientes, expuso sus condiciones.
"Si me tratas como a un humano".
Ante la obviedad, el hombre resopló divertido.
"Querida, yo no les doy pastel a los perros. No los visto de seda ni les dejo usar mi cama".
Grace quiso replicar que eso no era lo que tenÃa en mente cuando pidió que la trataran como a una humana, pero se contuvo. Después de todo, ella no habÃa hecho una verdadera petición para ser tratada como una humana.
"De acuerdo. Entonces, si hago lo que deseas, ¿qué harás por m�"
"Si no quieres vivir asÃ, te dejaré vivir como quieras. Sólo quédate a mi lado".
"Quiero vivir una vida normal".
El hombre pareció creer que se habÃa llegado a un acuerdo y asintió con la cabeza mientras volvÃa a desplegar su periódico.
"Bien, te lo permitiré".
"¿Cómo?
"Tengo un plan".
"¿Cuál es?"
"Lo descubrirás cuando llegue el momento".
Grace lo miró sin filtrar su incredulidad. El hombre, que seguÃa mirando el periódico, frunció ligeramente el ceño.
"Asumo toda la responsabilidad por lo que he hecho. A diferencia de ti, que lo cometiste imprudentemente y luego huiste".
Grace entornó los ojos y frunció los labios.
"No te comas mi pastel".
Fingiendo enfado, se acercó al plato de postre que el hombre tenÃa delante.
"¿Tu tarta? ¿Quién te la ha comprado?".
El hombre miró a Grace con ojos perplejos y luego se rió.
"Una vez más, te atreves a ponerte delante de esta cabeza sin miedo. Debe de merecer la pena vivir estos dÃas".
Mientras seguÃa burlándose de ella, sus labios se curvaban aún más. Cuando él se reÃa de vez en cuando, ella fingÃa hacer un mohÃn y mordÃa el pastel. Se reÃa no porque el artÃculo fuera gracioso, sino porque sus ojos estaban más centrados en Grace que en el periódico.
Esperó a que se vaciara el plato y, entonces, como si fuera una señal, se colocó un trozo de tarta en el plato vacÃo. Grace sonrió levemente, pensando que él ya estaba bajo su hechizo.
Ya estaba enganchado.
Al igual que ella habÃa sobrevivido seduciéndole con su cuerpo, estaba segura de que su plan de venganza funcionarÃa. TenÃa un fuerte presentimiento.
* * *
"Ja..."
Respiró profundamente el aire fresco del otoño. Bañada por la cálida luz del sol, dejó escapar una brillante sonrisa.
Gracias a su primer paseo en casi seis meses, fingir ser feliz asà era suficiente. No, de hecho, no necesitaba fingir. Se sentÃa realmente feliz, lo suficiente como para olvidarse momentáneamente del peso en el estómago.
Grace volvió a mirar al hombre que la seguÃa sin prisa durante su paseo por los terrenos anexos.
"HabrÃa estado bien que me hubieras sacado antes".
"HabrÃa estado bien que me hubieras escuchado antes".
Ella hinchó las mejillas como una ardilla que se las rellena de bellotas, y las comisuras de los labios del hombre se curvaron ligeramente. PodÃa parecer sutil en la superficie, pero bajo ella habÃa un impacto mucho mayor.
"Está refrescando bastante".
Le dio la vuelta y ajustó el cuello de su abrigo de lana, haciéndolo más ceñido. El abrigo del hombre era grueso y cálido, pero a ella le quedaba grande. El hecho de que no pudiera ponérselo para que le quedara bien era porque no podÃa abrochárselo.
'Este hombre, no es nada tacaño...'
Grace lo miró a él, que le levantó el cuello hasta el cuello y se quedó pensativa. HabÃa comprado toda la ropa de nuevo, toda en boutiques famosas. Gastarse una fortuna en ropa para vestir a una mujer cautiva.
Si era asÃ, ¿se trataba de una especie de juego de muñecas de los ricos?
Aun asÃ, no entendÃa por qué nunca le habÃa comprado un abrigo. ¿Era para evitar que escapara? Si ella querÃa escapar, él deberÃa saber mejor que nadie que lo harÃa, incluso sin ropa.
Grace miró fijamente al hombre que tenÃa delante, examinándolo de pies a cabeza.
Domingo.
Ahora no hacÃa falta, pero por costumbre de sus dÃas en la cámara de tortura, adivinó qué dÃa era observando el atuendo del hombre.
Entre semana vestÃa uniforme militar, y los fines de semana, un traje elegante o un polo informal. El hombre nunca se habÃa desviado de esta fórmula. Tal vez se debiera al descenso de las temperaturas, pero hoy vestÃa un pantalón de lana gris y un jersey gris claro. La camisa blanca que llevaba bajo el jersey de cuello de pico tenÃa algunos botones desabrochados.
Incluso con las camisas de pijama que llevaban todos los botones abrochados, el hombre parecÃa bastante relajado. ParecÃa que ocurrÃa algo inusual.
Los domingos por la mañana solÃa ir a la iglesia con su familia. Un demonio asà se metÃa en el lugar sagrado de Dios.
O Dios no existÃa, o si existÃa, estaba del lado de los ricos.
Tal vez para este hombre, la iglesia no era un lugar para servir a Dios, sino una reunión social. Entonces, volvÃa a casa antes de comer y pasaba las tardes de domingo con su familia, interpretando el papel de perfecto padre de familia.
Cuando le soltó el cuello, ella se dio la vuelta. Cuando intentó dar un paso por el camino, él volvió a agarrarla. El hombre que estaba detrás de ella se rió entre dientes y le colocó suavemente un mechón de pelo detrás de la oreja.
"Supongo que tuviste una cita secreta en un montón de hojas caÃdas".
Lo que le tendió por encima del hombro era una hoja de arce, antes roja y ahora amarilla.
¿Cayó de all� ¿Qué tipo de árbol era?
Sostuvo la hoja en la mano y miró hacia el alto árbol que habÃa detrás del muro de piedra. De repente, sintió un cuerpo firme que la apretaba la espalda.
El hombre abrazó a Grace y empezó a acariciarle el estómago. Su vientre habÃa crecido notablemente. Siempre llevaba ropa holgada, por lo que no solÃa notarse, pero si la ropa se apretaba asà con las manos, era bastante obvio.
El hombre le tocaba la barriga siempre que tenÃa ocasión. A medida que su estómago crecÃa, también lo hacÃa la incomodidad, pero Grace no se resistÃa a su tacto.
Últimamente, habÃa fingido estar resignada de forma bastante convincente, asà que el hombre habÃa cambiado. HacÃa mucho tiempo que no le jugaba ninguna mala pasada. Ni siquiera habÃa exigido su cuerpo durante varios meses. Era como si realmente se preocupara por la niña y su bienestar.
Por gracioso que parezca, se habÃa vuelto bastante gentil. Incluso cuando Grace sucumbÃa a sus antojos y merendaba en la cama cada noche, él no decÃa ni una palabra.
Este hombre con su severa misofobia.
Pero la parte sorprendente fue que no se detuvo allÃ.
Ayer por la tarde, un médico vino para un chequeo regular. Como estaba entrando en un periodo estable, el médico le aconsejó que disfrutara del sol y diera paseos más a menudo. Grace pensó que despreciarÃa el consejo, pero en realidad la llevó a dar un paseo.
SÃ, baja la guardia asÃ, poco a poco. En el espacio que ha quedado libre, me colaré.
Ocuparé un gran lugar en tu corazón, y cuando desaparezca, sólo quedará un enorme agujero. De esa herida sin cicatrizar de toda la vida, sangrarás.
"¿En qué estás pensando?"
El hombre le susurró de repente al oÃdo.
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