Clic.
El sonido del martillo de la pistola al amartillar detrás de ella hizo que Grace estallara en carcajadas. Era cierto, no habÃa forma de que la dejara ir.
Aun asÃ, no se detuvo.
Arrastrando sus piernas temblorosas, continuó caminando.
... Hasta que ella estaba de vuelta en el abrazo del diablo.
Una vez que Grace volvió a sus brazos, el hombre devolvió el arma al guardia que estaba a su lado.
No habÃa forma de ocultar las emociones que eran claramente evidentes en la superficie.
Grace enterró la cara en su firme pecho, recordando al hombre que le habÃa apuntado con un arma hacÃa unos instantes. TenÃa los ojos enrojecidos, las mejillas visiblemente temblorosas a causa de los dientes apretados, y la garganta parecÃa saltarle al tragarse sus emociones.
En resumen, era un rostro que parecÃa a punto de llorar.
Este hombre de sangre frÃa con una cara que parecÃa a punto de llorar. Ni siquiera tenÃa gracia. El hombre no sabÃa de las emociones que reprimÃa. Incluso ahora, mientras Grace se aferraba a él en silencio, seguÃa respirando profundamente.
Detrás de la camisa de seda del pijama, su corazón latÃa con fuerza contra su mejilla.
"¿Por qué tiemblas?"
La voz del hombre que hacÃa la pregunta temblaba ligeramente.
"Hace frÃo".
No, era porque estaba tan furiosa que todo su cuerpo temblaba. El hombre, ajeno a sus verdaderos sentimientos, le grabó un beso en la frente mientras la abrazaba con fuerza.
Sus labios eran frÃos como el hielo.
"SÃ, entremos".
El hombre la llevó en brazos y se dirigieron hacia el anexo.
"¿Quieres que te traiga un poco de sopa caliente?"
Susurró como un amante.
Grace asintió con la cabeza apoyada en su hombro. Su mirada desesperada no se apartaba de la puerta de hierro, que volvÃa a estar bien cerrada.
¿Qué clase de truco era éste?
Constantemente le daba esperanzas para arrebatárselas sin vacilar, ¿y ahora la llevaba al lÃmite y le hacÃa algo asÃ?
¿Cuánto tiempo vas a jugar conmigo hasta que estés satisfecho?
Ella apretó los dientes.
Yo también jugaré contigo hasta que los dos estemos en el mismo estado. Te destrozaré por completo.
Grace relató de buena gana la conversación que habÃa rondado su mente molesta como el susurro del diablo desde que estaba atrapada aquÃ.
"Grace."
"¿S�"
El recuerdo de su madre tragándose un vaso de vino de un trago.
"¿Sabes cuál es la forma más cruel de acabar con el enemigo?".
A ella, que ladeó la cabeza, su madre le sonrió tristemente y dijo.
"Es hacer que te amen".
¿Cómo podÃa ser el amor un arma cruel?
Por aquel entonces, ella pensaba que las palabras de su madre no eran más que tonterÃas de borracha. Pero ahora sabÃa que el amor podÃa ser más cruel que cualquier otra cosa. SÃ, era horriblemente cruel, y por eso no querÃa llegar tan lejos. Pensaba que era culpa suya que empezara este maldito destino.
Sin embargo, llegar tan lejos es su culpa. Él la convirtió en una persona cruel.
Leon Winston.
Haré que me ames de verdad. Y luego, desapareceré para siempre.
Sufre por el resto de tu vida en un abismo sin eco donde no importa cuánto grites, no hay sonido. En la maldición llamada amor no correspondido.
Te atormentaré asÃ. Para siempre.
º º º
"¿No tienes curiosidad, cariño? ¿Qué pasa cuando mezclas fuego y hielo?"
Hablando de mezclar fuego y hielo, el cuerpo y el corazón de Grace ardÃan como el fuego y luego se enfriaban como el hielo después de quedarse embarazada.
Comparado con ella, el hombre sentado frente a ella en la mesita parecÃa tibio, como si hubiera olvidado por completo los acontecimientos de la semana pasada.
Se le hizo la boca agua al pensar que aquel hombre arrogante pronto estarÃa de rodillas, mirándola. Fingió no darse cuenta de la mirada que una vez volvió a pasar sobre ella y continuó jugando con su tenedor.
La crujiente capa exterior del pastel de almendras se deshizo en su boca. Tras el delicioso dulzor a nuez de las almendras recubiertas de caramelo, la húmeda dulzura de la crema del interior envolvió su lengua.
Después de tragar el pastel, Grace suspiró aliviada. Sus náuseas matutinas, que últimamente la asolaban como un infierno, parecÃan haber remitido.
Ahora era el momento.
Su mente estaba despejada, pero el hombre aún sufrÃa de fatiga, asà que era un buen momento para comenzar la operación.
Ni demasiado caliente, ni demasiado frÃa. SÃ, como agua tibia mezclada con fuego y hielo.
Grace revisó su táctica una vez más. Cogió un tenedor de pastel y lo extendió hacia el hombre.
"Pruébalo".
Haciendo algo que no habÃa hecho antes, el hombre la miró a ella y luego al tenedor alternativamente, con los ojos llenos de sospecha.
"¿Es este mi favorito?"
"¿Me estás dando tu favorito?"
Se volvió de nuevo hacia el periódico y suspiró en tono enfurruñado.
"Si no lo quieres, dilo".
Grace despegó los labios. Se llevó lentamente el tenedor con el pastel a los labios. Después de un momento, un sonido de frustración vino de detrás del periódico. El periódico desapareció en un instante, y el hombre alargó de repente la mano y la agarró.
El pastel que estaba a punto de entrar en su boca acabó en la boca del hombre.
Rápidamente le soltó la mano, y el hombre volvió a leer el periódico como si nada hubiera pasado.
Se lo comió de verdad.
Un hombre que se mostró muy testarudo después de llevarse a la boca el tenedor que ella habÃa utilizado. Después de todo, ¿qué diferencia habÃa entre esto y un beso?
Era hora de centrarse en algo diferente. Era la sutil agitación emocional que Grace percibió en la reacción del hombre cuando le preguntó por qué le estaba dando su cosa favorita.
SÃ, le gustaba, pero ¿la amaba? Si asà era, ¿cuánto la querÃa?
Grace necesitaba medir lo lejos que estaba de su objetivo en ese momento.
"Winston".
El hombre sólo enarcó una ceja, con los ojos aún fijos en el periódico.
"¿De verdad me quieres?"
Sólo entonces los ojos pálidos miraron a través del papel gris para contemplarla. Tras observarla un momento, el hombre asintió brevemente con la cabeza y luego volvió a mirar el periódico.
No era la actitud de un hombre enamorado.
"Daisy, Sally, Grace. Entre estas tres, ¿a quién amas?".
El hombre enarcó las cejas y soltó una risita mientras pasaba la página del periódico.
"¿Es eso realmente importante?"
Aunque fingió que no entendÃa la extraña pregunta, en realidad era una pregunta difÃcil de responder.
"Daisy, Sally, Grace. Entre estas tres, ¿a quién amas?"
Pero el hombre seguÃa sin reconocerlo.
¿Qué soy yo para ti?
Nunca la habÃa llamado Grace con propiedad. Evitaba obstinadamente usar su nombre, sólo utilizaba apodos o alias cuando era necesario.
Grace Riddle.
SerÃa difÃcil para él amar un nombre que sólo era sinónimo de enemigo. Aun asÃ, esa afirmación era lo mismo que decir que no la querÃa tal y como era.
Grace mordió su enojo.
Veamos. Haré que me ames de verdad.
Mientras el hombre pasaba otra página del periódico, preguntó con indiferencia.
"¿Por qué me preguntas eso de repente?".
"No mientas. No me quieres".
Grace se defendió con un ataque mientras el hombre indagaba más. Añadió una pizca de lágrimas a su ataque.
Grace, actúa como siempre.
Una provocación audaz y una súplica lastimera. Si ella se desviaba de su comportamiento habitual, el hombre, con sus agudos instintos, sospecharÃa. Ser demasiado sumisa o quejumbrosa serÃa una tonterÃa. Además, este hombre era de los que se calentaban más cuando habÃa fricción.
"Estás mintiendo".
El hombre suspiró irritado mientras hojeaba el periódico.
"¿Por qué tienes que dictar mis sentimientos?"
"Porque no te comportas como alguien enamorado".
"Cada uno tiene su manera de hacer las cosas, cariño".
Como sugiriéndole que se lo comiera ya, señaló con la cabeza el plato de postre que tenÃa delante. Luego, volvió a leer las noticias.
Pero no mucho después, una voz gruñona de insatisfacción surgió de detrás del periódico.
"No puedo ver cómo esto no es amor de ninguna manera. ¿Existe algún hombre en el mundo que retrasarÃa voluntariamente el momento de ir a trabajar sólo para desayunar con una amante a la que ni siquiera ama?".
"La respuesta a tu pregunta está justo delante de ti".
El hombre cerró ligeramente el periódico antes de fijar su mirada en Grace.
"Sólo soy su amante. Y también una enemiga que deberÃas haber capturado y metido en un campo de detención. En otras palabras, soy como una bomba de relojerÃa que puede condenarte en cualquier momento. Esta molesta existencia que tienes que ocultar el resto de tu vida...".
Grace se tapó la cara con la punta del tenedor.
"Dices amarme tanto".
La expresión del hombre se ensombreció, y ella continuó su operación.
"Si me amaras de verdad, no deberÃas haberme encarcelado aquà y atormentado de esta manera".
A pesar de que él parecÃa visiblemente irritado e intentó rebatir, Grace no le dio ninguna oportunidad y continuó vertiendo sus palabras.
Ey, estoy de vuelta ----> Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Ya tu sabes, no te exijo, es de tu bobo aportar o no, no te exijo :p
0 Comentarios