Reina de las Sombras 66
Crisis (5)
Al principio, pensó mucho en rebelarse, pero lo dejó. Era una pérdida de tiempo frente a esos niveles de jóvenes que hacÃan lo que se les decÃa sin pensar, porque eran tantos los números que parecÃa demasiado para sacudirse con fuerza
'Prefiero ver una conclusión con Avella en lugar de perder mi energÃa'
Cuando pensó en Avella, Elena sólo se rió en vano. La muchacha grande envolvió a Avella como un gran héroe en lo alto, pero no es suficiente comparada con Verónica. Esa era la posición de la princesa Verónica, que era la sucesora del Gran Duque Friedrich y que Elena pretendÃa ser.
'... Si fuera Verónica, no me habrÃa metido en semejante discusión en primer lugar'
Aun asÃ, Elena no tenÃa motivos para sentirse intimidada. Aunque LucÃa perdió su estatus, se trataba de una institución académica. Como las reglas de la escuela son prioritarias, la persecución usando el poder es imposible. Tal como está ahora, reunir a las chicas de la facción de Avella y perjudicar a Elena es todo.
"La he traÃdo, mi señora"
Junto al anexo, Avella se vio en el espacio abierto más allá de los gruesos árboles. SonreÃa y hablaba graciosamente con los brazos cruzados, y con ella estaba Mitchell, que antes habÃa perseguido a Elena. Las chicas que arrastraron a Elena a la fuerza le empujaron los brazos como si la arrojaran delante de Avella. Elena miró fijamente el uniforme escolar, tocando su aspecto desordenado.
"¿Eres tú?"
"¿He oÃdo que querÃa verme, Lady Avella?"
"Mira que es atrevida. Sabe quién soy, pero me contesta"
Avella lanzó una palabra especial, y con los brazos cruzados, rodeó a Elena y la miró de arriba abajo. HabÃa una mueca de desprecio hacia Elena en la mirada arrogante.
"Es fea si la veo de cerca. Aunque me lave los ojos y la busque, no es atractiva"
Ante la mirada descarada de Avella, las chicas se taparon la boca y soltaron una risita de las buenas. Sin embargo, Elena, que se sentÃa insultada, no mostró mucha respuesta. En realidad no estaba sorprendida ni escandalizada. ConocÃa bien el nivel y el vocabulario vulgar de Avella.
'Es una pena que se te dieran bien los trucos, o tendrÃas un gran problema con tu lengua'
Debido a su ascendencia noble, Avella no trataba a nadie con una posición o estatus inferior al suyo. A Elena, que se hacÃa pasar por Verónica, la llamaba su hermana mayor, y su actitud hacia Elena, ahora disfrazada de LucÃa, era claramente diferente.
Estos criterios no eran muy diferentes cuando se trataba de jóvenes en el cerco del faccionalismo. Incluso Mitchell, que decÃa ser un miembro, fue abandonado con frialdad.
Ella, con una personalidad tan astuta, competÃa ferozmente con Elena y el mundo social frente a los trucos heredados de su padre, el duque Reinhardt. Hasta el punto de competir en el juicio final de la ceremonia de elección de la reina.
"¿He oÃdo que ha cenado con Su Alteza? Su Alteza tiene muy buen carácter. Debiste parecer tan pobre que debió sentir lástima por ti"
Cuando Avella hacÃa comentarios insultantes, las chicas que miraban desde atrás se reÃan con simpatÃa. Es una forma de matar a la gente en la sociedad. Pero Elena no es de las que se desaniman por un método tan malo.
"Lo sé. Me invitó formalmente a cenar, a pesar de lo lamentable que es mi aspecto. Fue rápido"
"MÃrala ¿No da pena?"
"¿Qué te pasa? Actúas como si nunca hubieras sido invitado formalmente a una comida por Su Alteza"
"¡...!"
En ese momento, los comentarios sarcásticos de Elena distorsionaron el rostro de Avella como un demonio. Lo habrÃa soportado delante de Verónica, pero sonó bastante insultante porque su oponente era LucÃa, la hija de un comerciante.
"ConfÃas en Ren, ¿verdad?"
"No tanto"
"¿Qué?"
"Y como sabes, no es precisamente una persona de confianza"
La expresión de Avella se puso roja. Al mismo tiempo, las bocas de las chicas que lo observaban por detrás se abrieron de par en par con asombro.
¿Quién es Avella? Es la hija mayor del duque Reinhardt, la cuarta gran familia del Imperio. Elena era la primera mujer que se rascaba tanto los nervios desde que nació.
"¡Tú, tú! ¿Cómo te atreves, plebeya de baja cuna, a despreciar el tema?"
La réplica de Elena levantó la mano al borde de su cabeza. Le dio una bofetada a Elena en la mejilla sin pensar en su espalda, como si ya estuviera paralizada por la ira y la razón.
Thud.
Pero la palma de Avella no tocó la mejilla de Elena. Esto se debe a que Elena alargó la mano y le agarró la muñeca en cuanto golpeó con fuerza en el aire.
"¿No vas a soltar esto?"
Avella agitó la mano y tembló. Pero Elena no se sintió tan intimidada.
"Si eres una persona mayor, ¿te atreverÃas a soltarlo aunque sepas que te van a pegar?"
"De verdad"
"¿Por qué no te comportas?"
"¿Cómo te atreves a amonestarme? Cuando no te corresponde"
Avella forcejeó con las manos como si estuviera aturdida. Sin embargo, Elena le sujetó las muelas con fuerza y la obligó a quedarse quieta. Entonces, las alumnas que miraban fijamente las atrocidades de Elena trataron de levantarse como si no pudieran tolerar más las atrocidades de Elena.
"¡Eso es!"
"¡Cómo te atreves a comportarte de forma grosera con la señorita!"
Ya era hora de que algunas de las chicas que seguÃan a Avella como un mano a mano consideraran una oportunidad para marcar.
"¿No ves que estamos hablando?"
Elena giró la cabeza y las fulminó con la mirada.
Pausa.
Con ojos indiferentes, las chicas no pudieron acercarse más y dudaron. Los ojos insensibles de Elena a las damas emocionales eran de una naturaleza baja e inasequible. Elena volvió a mirar a Avella.
"Por eso Su Alteza no te ve"
"¿Qué?"
"MÃrate primero en este momento. Por qué Su Alteza no te mira nunca"
El rostro de Avella se calentó. Sus manos temblaban de una vergüenza y un insulto que nunca habÃa sentido.
"Si a Su Alteza le sigue dando igual, échale la culpa a la familia en la que fuiste bendecida y naciste"
Elena dio un consejo sincero como si se hablara a sà misma en el pasado, que anhelaba el afecto de Sian. Porque sabÃa que el amor de Avella por Sian era tan sincero como ella. QuerÃa decir esto aunque sabÃa que Avella no tenÃa nada que escuchar. Con un pequeño deseo de que no repita los mismos errores que Elena en el pasado.
"¡Realmente quieres morir!"
Avella, que no podÃa superar su ira, gritó una ballena. Luego se movió bruscamente y se quitó la muñeca ante la presión de Elena.
"¡Qué están mirando! Quiero que la aplasten. Me haré responsable de ello, ¡asà que vayan a romper esa boca arrogante!"
Cuando Avella, que habÃa estado al borde de la ira, amenazó, las chicas, que dudaban bajo el espÃritu de Elena, volvieron en sà y se acercaron amenazantes. En lugar de asustarse, Elena miró a las chicas con una mirada gélida.
"¿Sabes que esto es una expulsión?"
"¿Qué?"
"Lady Avella siempre pide a sus mayores que actúen. ¿Por qué?"
Las preguntas que lanzó Elena confundieron los ojos de las chicas.
"Eso es muy malo. ¿Crees que Lady Avella será responsable del futuro porque es leal a las reglas de la escuela?"
"..."
"Si has visto su comportamiento hasta ahora, lo sabrás. ¿Crees que protegerá a sus mayores de ser expulsados por esto? No, ella va a ignorarlos y tirarlos a la basura. No va a asumir la responsabilidad en primer lugar"
Elena incendió la ansiedad y la desconfianza hacia Avella, que se encuentra en el rincón de sus corazones. La mayorÃa de las personas reunidas solÃan seguir a Avella por su condición de hija de duque. Sin embargo, no era popular porque era arrogante y se despreocupaba de los demás.
En su vida pasada, Elena logró escarbar en las debilidades de Avella y crear una grieta en su facción, y conciliar a sus seguidores. En aquella ocasión, la diferencia era que no le quedaba más remedio que apelar verbalmente tal y como estaba la situación ahora, aunque realizaba el trabajo bajo un plan meticuloso.
"Piénsalo ¿No te quedó claro? Hubo un senior que fue expulsado de la academia después de seguirla"
"¡...!"
Cuando Elena lanzó las brasas, las chicas dudaron, sin acercarse. Se sintieron agitadas al intercambiar su mirada con ojos temblorosos. Incluso Avella, que notó esa sensación anormal, se sintió más intimidada y urgida con alta presión.
"¿Qué están haciendo? Soy Avella. Está el duque Reinhardt detrás de mÃ, has olvidado que si te va bien, ¡tu familia cambiarÃa!"
"No creas. Ya has experimentado cómo es"
Elena habló con calma. Era muy consciente de que mantener la calma y no excitarse en momentos asà la hacÃa más confiable.
"¿Dejar la escuela? ¿Qué significa un diploma? Yo estoy al mando. Sabes que mi confianza es más valiosa"
"SÃ, es cierto. ¿Cuándo ha dicho Lady Avella algo malo?"
En todos los casos, la muchacha grande que desaprobaba a Elena salÃa con simpatÃa. Animaba a las demás alumnas a dejarse influir, como si la confianza de Avella fuera más beneficiosa para ella y su familia que para su diploma.
El ceño de Elena se frunció ligeramente al verla. Si eres ignorante, eres valiente. En la última reunión, Mitchell dio muestras de temblar, pero aquella niña grande siguió ciegamente a Avella como si no le importara ser abandonada.
"Creo en su confianza"
"Yo también"
Varias estudiantes se unieron y amenazaron a Elena. Entonces las chicas vacilantes se movieron de mala gana y rodearon a Elena.
"Niña tonta. Tienes que ponerte las pilas"
"Suelta esto, ¿quieres?"
Elena se resistió con dureza, pero era imposible incluso estirar su cuerpo cuando la chica grande le presionaba los hombros y algunas unÃan sus brazos.
"ArrodÃllate"
Avella, que sentÃa que habÃa tomado completamente la iniciativa, sonrió victoriosa. Las chicas doblaron las rodillas de Elena y le apretaron los hombros. Cuando sus rodillas tocaron el suelo, Avella continuó.
"QuÃtenle también las gafas"
Cuando le quitaron a Elena las gafas con montura de cuerno, la sonrisa de Avella se hizo más fuerte. Caminó con los brazos cruzados y agarró la barbilla de Elena.
"Durante el resto de tu vida, nunca olvidarás lo que cuesta insultarme".
Avella volvió a levantar su mano blanca sobre el hombro. Hace un rato fue bloqueada inesperadamente por Elena, pero ahora que está firmemente atrapada, parecÃa no haber manera de detener su mano.
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