Reina de las Sombras 43
LucÃa (5)
"Me temo que interferirá con Su Alteza más que conmigo.... Me sentaré. Gracias por su atención"
Se preguntaba qué excusas poner, pero Elena aceptó, sacó su silla y se sentó cara a cara. Es mejor ser criticado primero, y se encontrarán varias veces en el futuro mientras ella esté en la academia. Era inevitable para siempre, y aunque fuera incómodo, era una medida que habÃa que tomar.
Sólo oyó el ruido de la estanterÃa en silencio. Ninguna de las dos partes se dirigió la palabra durante un buen rato. Elena fue la primera en salir. Salió de la sala de lectura en silencio y sin hacer ruido.
"..."
Poco después de que Elena abandonara la sala de lectura, Sian levantó la vista. Su mirada melancólica se dirigió a la silla vacÃa donde Elena habÃa estado sentada hace un momento. Sian no podÃa apartar los ojos de lo que estaba pensando.
***
Los ojos de Rafael no se apartaron del retrato de Ian que Elena habÃa dejado atrás. Los ojos con pensamientos profundos no lo miraban sólo como un cuadro, sino que era un intento de acercarse a la naturaleza de la pintura.
"¿Sigues haciendo esto?"
Como siempre, Cecilia, que traÃa la comida en una mano, miró a Rafael con ojos preocupados.
"SÃ, sigo asÃ"
La tristeza se reflejó en los ojos de Cecilia al ver a Rafael, que estaba cansado de la agonÃa.
"¿No estás pensando demasiado? El dibujo se desarrolla dibujando"
"Yo también lo pensé, pero no fue asÃ"
Rafael se quedó mirando el retrato de Ian en el caballete. No sólo la composición y el equilibrio fallaban, sino que la expresión del contraste no era muy buena. A primera vista, estaba bien, pero si lo mirabas con atención, era un cuadro que no era suficiente.
Es un cuadro, pero no podÃa apartar los ojos de él, como si le absorbiera. Se hacÃa la ilusión de que le fascinaba la energÃa cálida y feliz que sentÃa en ese cuadro.
"Qué, esa falta de confianza"
"Estoy un poco cansado"
"¿Por qué no te tomas un descanso? Dicen que tomarse un descanso es parte del esfuerzo"
Rafael negó con la cabeza.
"Eso es demasiado lejos para ir"
"Siempre te infravaloraste cuando no estabas delante de los profesores. En mi opinión, tus cuadros seguirán siendo muy alabados aunque debutes ahora en el mundo del arte"
Cecilia no se equivocaba. Mientras tanto, Rafael ha mejorado con los consejos de Elena.
Fue lo suficientemente grande como para elevar el nivel del mundo del arte a unos cuantos niveles con técnicas innovadoras que podrÃan volcar el mundo del arte incluso con la perspectiva del aire. Pero Rafael no estaba de acuerdo.
"El retrato contiene la vida de la persona que vivió su vida"
"¿Quieres decir que el retrato que dibujaste contiene eso?"
"SÃ"
Cecilia giró la cabeza y se quedó mirando el retrato de Ian en el caballete. Era bastante conocedora de la pintura y tenÃa buen ojo, pero no encontraba de qué hablaba Rafael.
"Lo siento, Rafael. Realmente no lo sé"
Cecilia se limitó a hablar con la sinceridad que sentÃa. No porque Elena tuviera malos sentimientos, sino porque Rafael era abrumadoramente superior en el nivel de expresión, la técnica y el colorido en comparación con el cuadro en sÃ. Sus palabras podrÃan ser reconfortantes, pero Rafael la escuchaba con un oÃdo y la desechaba con el otro.
"¿Por qué no viene? Ella ha estado aquà regularmente"
"¿La señorita LucÃa?"
Rafael asintió y recordó a Elena del dÃa. En cuanto terminó el cuadro, no pudo ni respirar y lloró.
"¿Por qué lloró?"
"¿Lloró?"
"SÃ. Lloró de dolor"
"..."
Cecilia no podÃa apartar la mirada de Rafael. TenÃa un aspecto diferente al habitual, pero Rafael no lo notó.
"Yo también estoy preocupada por ella. ¿Quieres que la conozca?"
"No lo hagas. No quiero ser una carga para ti"
"¿Por qué es una carga? Es porque estoy preocupada"
Rafael disuadió a Cecilia como si realmente no lo quisiera.
"Voy a esperar un poco más. Quiero hacerlo"
"..."
Cecilia quiso preguntar de repente a Rafael. ¿Me has esperado alguna vez? Sin embargo, las palabras podrÃan ser una carga, asà que se las tragó en su corazón y sonrió tan alegremente como siempre.
"¡Hagámoslo! La señorita LucÃa, como sabemos, volverá pronto. Asà que aguanta y espera"
"SÃ, eres la única"
Rafael se rió mientras observaba a Cecilia acariciando sus hombros. Ella pudo ver su sonrisa en unos dÃas, pero Cecilia se sintió amargada de alguna manera. Asà que se obligó a sonreÃr con más ganas. Siempre ha sido asÃ.
***
"Ve despacio. No tienes que ir rápido, asà que ten cuidado. ¿Me entiendes?"
Khalif, sentado al lado del jinete, no paraba de dar la lata. Lo que era inevitable es que en el carruaje hubiera decenas de cuadros caros. Los cuadros se compraron invirtiendo todo el dinero que recibió Elena, y el carruaje le chocó y le preocupó que se dañara.
"Estoy nervioso. ¿Por qué le gusta tanto ponerme nervioso?"
Khalif no paraba de sacudir las piernas para ver si podÃa calmarse.
Hoy era el primer paso en el arte. También era un dÃa en el que se evaluaba todo lo preparado como resultado. Por mucho que prestara atención, estaba seguro de que lo harÃa bien. Sin embargo, el problema era que el coleccionista que querÃa conocer ahora no era un aristócrata normal.
Estaba sorprendido y preocupado por el daño.
"Me alegro de que el primer cliente sea la princesa Verónica... pero ¿no es demasiado fuerte?"
En cierto modo, era natural que Khalif se estremeciera. ¿Quién es la Princesa Verónica? Es la hija del Gran Duque Friedrich, que domina el imperio. Era irrelevante decir que era la siguiente sucesora fuerte según la ley actual del imperio, que permite a las mujeres suceder al trono. Poder llegar a un acuerdo con la princesa Verónica como comerciante de arte era una oportunidad para romper de una vez los controles de los comerciantes de arte establecidos y mantener una posición firme.
De hecho, Khalif esperaba ver a la princesa Verónica con LucÃa. Como se dice que la estrecha amistad de LucÃa es fuerte, predijo que funcionarÃa más positivamente en el trato. Pero en la reunión de ayer, LucÃa le avergonzó diciendo que no podÃa ir con él.
"¿Por qué no puedo ir? Si me pilla mi padre, me meteré en problemas. Estoy fingiendo ser una buena hija. Y cuanto más hagamos esto, más tendremos que distinguir entre lo público y lo privado. Yo sólo voy a presentarme, tú sólo vas a comerciar y la Princesa va a comprar. Este es el trato más limpio y cómodo"
Al principio, pensó que ella podrÃa estar entregándoselo todo, pero cuando lo escuchó todo y lo pensó, tuvo sentido. No puede descartar la posibilidad de que la lÃnea que debe mantenerse en las transacciones mutuas se rompa debido a la amistad.
"Aun asÃ, creo que soy el único que lo está pasando mal..."
Desde la contratación de un pintor de clase media hasta el encargo de un corretaje de pintura, pasando por la contratación de un trabajador a tiempo parcial. Nunca han sido tiempos fáciles para Khalif. No era una exageración decir que, aunque tuviera dos cuerpos, su obra estalla lo suficiente.
De hecho, la intención de Elena era hacer rodar a Khalif de esta manera. Elena habÃa visto el fracaso de los hijos de la aristocracia que heredaron el negocio familiar en sus vidas pasadas porque no supieron manejarlo correctamente.
Por lo tanto, se creÃa que aprender a rodar directamente desde el suelo podrÃa conducir a la operación del negocio con sinceridad, incluso si se llamaba a un subordinado después. La razón era que no podÃa moverse por sà misma, pero habÃa un arreglo para que Elena condujera el trabajo hasta el punto de pensar que era demasiado.
"Oh, no hay que pensar más. No cometamos errores hoy"
Khalif murmuraba constantemente para sà mismo y se mentalizaba. Mientras tanto, el carruaje llegó a un dormitorio independiente en el lado este de la academia. Se decÃa que era un lugar en el que sólo podÃan alojarse algunas de las familias más prominentes y la realeza desde la fundación del imperio, pero era definitivamente diferente del dormitorio donde se alojaba Khalif.
"Cálmate"
El jinete tiró de las riendas para detener el carruaje. Khalif, que llegó a su destino, respiró profundamente y se bajó del carruaje.
"¿Qué te trae por aqu�"
Hurelbard, un caballero que llevaba una armadura con el sello de la gran casa, exigió su identificación.
"Me llamo Khalif de Gea, agente de arte. Vengo a presentárselo a la princesa Verónica. Aquà tiene una identificación"
Hurelbard escudriñó sus credenciales en busca de perjurio.
"HabÃa un mensaje de Su Alteza la Princesa para servirle respetuosamente. Por favor, entre"
"Gracias"
Khalif llevó con cuidado los cuadros a los cuatro trabajadores y siguió a Hurelbard. May le condujo a través del edificio y al entrar admiró la vista interior del dormitorio con incluso un pequeño jardÃn.
"Puedes prepararte en este salón"
"De acuerdo. Ahora, tráelo dentro"
Al otro lado del sofá donde se sentarÃa Elena, instaló un caballete y colgó el cuadro para presentarlo primero. No se olvidó de cubrirlo con una tela para que la introducción fuera más dramática.
"Ya está todo listo. DÃgale a Su Alteza la Princesa"
"Por favor, espere un momento"
Poco después de que May subiera a este piso, oyó el sonido de unos zapatos pisando la escalera.
Khalif estaba nervioso y tragó saliva seca. La habÃa visto hace dos años, pero nunca habÃa tenido una relación tan estrecha. Además, no podÃa evitar estar nervioso porque se reunÃa con la princesa como agente artÃstico, no como alumno de la misma academia.
La Princesa Verónica bajó las escaleras.
No llevaba el uniforme de la escuela, sino un vestido con una luz azul como el mar.
"Es bonita"
Khalif abrió la boca y se admiró. Era superior y era una belleza temblorosa. Era una belleza benévola que sólo puede dar una mirada a un hombre con un atuendo sencillo aunque no sea muy elegante. No, era algo insuficiente expresarla con la palabra belleza.
... El ambiente es una locura
La elegante gracia de la Princesa Verónica parecÃa ser impresionante. Fue la autoridad que le hizo levantar la vista y hacer una reverencia. Sólo estaba de pie y se sentÃa abrumado. No era aprendida, pero incluso la piedad provenÃa de la nobleza natural que fluye naturalmente del cuerpo.
No me atreverÃa a mirarla
Mientras asistÃa a la academia, tuvo la oportunidad de ver a las jóvenes de algunos aristócratas. Entre ellas estaba la hija mayor del duque Reinhardt, Avella.
Es de mala educación compararla con la princesa Verónica
Avella sólo tuvo la suerte de nacer y ser tratada como la primera hija de un duque, no pudo sentir de ella la figura noble ni la dignidad que deberÃa tener una gran familia noble.
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