Llora Hermosamente 49
Las llanuras del norte eran amplias, escarpadas y vastas. El viento que soplaba en el campo lleno de flores silvestres era feroz, pero como era verano, el prestigio era aún menor.
Damia se sentó en el suelo, limpiándose el pelo revuelto detrás de su oreja. La alfombra y los cojines colocados por el conductor eran tan gruesos que no resultaba incómodo sentarse en el suelo.
Pasaron treinta minutos desde la hora de su cita, pero la persona que esperaba no llegaba. Damia no se impacientó ni se enfadó. Porque él era una persona importante.
"Lady Damia"
Por fin llegó el hombre que habÃa estado esperando.
La respiración de Damia se hizo más rápida debido a la tensión y su corazón latÃa con fuerza. Damia se lamió los labios secos y se levantó para saludarlo.
"Sacerdote Lesid"
El joven alto con una túnica blanca parecÃa un hada del bosque. Como si estuviera orgulloso de su delicada belleza, se acercó con su larga melena rubia ondeando e inclinó la cabeza.
"Perdóneme por llegar tarde. He tardado más de lo previsto en hacer el antÃdoto"
Al mismo tiempo que su hermosa voz, Lesid sacó el antÃdoto de sus brazos y lo extendió. Al ver esto, los ojos de Damia temblaron como si estuvieran llorando
"...... G -gracias. Gracias"
Tomó cuidadosamente el antÃdoto con ambas manos y o agarró con fuerza contra su pecho. Era un medicamento precioso que podÃa salvar a su padre adicto. Sus ojos, mirando a Lesid, que lo hizo con naturalidad, estaban llenos de sincera gratitud.
"Oh, no. Por supuesto, sólo hice lo que tenÃa que hacer"
Lesid, que no era honesto, bajó los ojos y agitó la mano. Sin embargo, era tan honesto con su cuerpo que sus aurÃculas se pusieron rojas cuando recibió el agradecimiento de Damia.
Desde que se convirtió en sacerdote, Lesid desarrolló un leve odio hacia la humanidad. A veces, la gente sólo miraba su trabajo y pedÃa algo a la otra persona. Por ejemplo, al panadero: "Hazme unos dulces" o al médico "Hoy me duele la cabeza, por favor, cuÃdame"
No importaba si eran cercanos. Sin embargo, como si fuera algo natural para las personas que sólo conocÃan su cara, era desagradable pedir un servicio de este tipo basándose en su trabajo. Aunque fuera una negativa, era natural que sufriera el odio de la gente por jurar, diciendo que ni siquiera sabÃa cuáles eran las funciones del sacerdote.
En particular, Lesid, que es sensible y quisquilloso por naturaleza, no soportaba bien esta parte. Gracias a esto, a pesar de haber nacido con un gran poder, llegó a pensar seriamente en no ser sacerdote. Sin embargo.......
Si no fuera por Damia, probablemente renunciarÃa de inmediato.
Fue Damia quien salvó su corazón moribundo.
Hasta entonces, Lesid no tenÃa ningún interés en ella. Por supuesto, Damia era tan bonita como una muñeca cuando era joven, pero eso también era cierto para su hermana Louise.
A Lesid no le gustaba la Louise egoÃsta que sólo conocÃa. En su opinión, las niñas pequeñas daban por sentado que el mundo giraba en torno a ellas.
Asà que no tenÃa sentido querer estar cerca de Damia, que tenÃa su misma edad. Por eso, mientras tomaba clases de pintura con ella, Lesid se mostraba siempre frÃo. Incluso si Damia le hablaba, a menudo respondÃa con una respuesta corta o lo ignoraba por completo.
Entonces llegó un dÃa. Damia, que estaba pintando con un caballete al otro lado, tosÃa constantemente.
"Cof cough...... ha"
Era un sonido lastimoso y doloroso, como el de un cachorro joven que vomita la leche de su madre. Las cejas de Lesid se fruncieron, que habÃa estado concentrado en el cuadro, ignorando esto.
Ruidosa.
En ese momento, ya era un aprendiz de sacerdote. Aunque no estaba oficialmente alistado, sabÃa manejar hasta cierto punto sus instintos sexuales. Era capaz de lidiar con un resfriado como ese.
Tal vez está apuntando a eso y tosiendo frente a mÃ.
Déjala ir Pronto Damia también será descaradamente exigente con él para que cure su resfriado.
Lesid esperó en silencio mientras daba pinceladas sin sentido en el lienzo casi terminado. Pero hasta que la clase de pintura de tres horas terminó, Damia se mantuvo en silencio. Al contrario, ni siquiera le dedicó una pequeña charla habitual, por lo que Lesid se sintió un poco incómodo.
"...... Cought!"
Damia, que tosÃa con fuerza, se encontró con sus ojos. Estaba bastante acalorada, habÃan lágrimas y la punta de la nariz estaban manchadas de rojo de su blanca cara. Cuando Lesid frunció el ceño al ver esto, Damia se disculpó en silencio mientras bajaba los ojos.
"Lo siento. ¿La tos era fuerte?"
Lesid la miró con asombro. Su cara de disculpa era sincera, diciendo que mejorarÃa para la próxima clase.
¿Era asÃ? Lesid sintió que tenÃa que ser fiel al "deber de un sacerdote
"¿Tienes frÃo? Ven, vamos a ver"
Lesid, que enarcó la ceja, se levantó de su asiento y se acercó. Damia negó con la cabeza y dio un paso atrás. Luego, con una voz caótica por el resfriado, pronunció un comentario aterrador.
"No te acerques. PodrÃa contagiarte"
Lesid se quedó realmente sin palabras. Estaba acostumbrado que la gente se ofreciera que le curaran las heridas manchadas de sangre, la sangre como si fuera algo natural. Pero él, que tiene los poderes, no le preocupa que le transmita un simple resfriado.
Era realmente una chica tonta y encantadora. Asà que, de repente, su corazón empezó a latir. Para ocultar esto, Lesid le habló en un tono sarcástico.
"¿Has olvidado que soy una persona que pronto se convertirá en sacerdote? Me encargaré de todo por hoy, asà que ven aquÃ"
"Oh"
En ese momento, la realización pasó por la cara de Damia. Trabajar para la Gran Guerra era algo muy honorable en el Norte. Por lo tanto, ella también escuchó que Lesid Perira era una persona que se convertirá en un sacerdote.
Sin embargo......
"Está bien. No te preocupes, te pondrás mejor en unos dÃas"
Lesid se quedó con una mirada perdida ante la cara sonriente de Damia. Y no podÃa soportar las preguntas que tenÃa en la cabeza, asà que finalmente las escupió.
"¿Por qué haces esto?"
"¿Uh?"
"Digo que te cuidaré con todas mis fuerzas. No es un gran problema para mÃ, que me convertiré en sacerdote de todos modos, asà que ¿por qué me rechazas?"
Damia parpadeó ante la inesperada pregunta. Llevaba varios meses tomando clases con Lesid, pero es la primera vez que tenÃa tantas conversaciones.
Damia, que tenÃa los ojos bajos y seleccionaba cuidadosamente sus palabras, finalmente abrió la boca
"SÃ...... S- se trata de cuidarse. También es una molestia"
"¿Molestia, dices?"
"SÃ. Por mucho que te conviertas en sacerdote, no es natural que uses tus poderes en mÃ. No estás obligado a hacerlo en primer lugar"
'Lo siento'
Damia movió los labios. Extrañamente, las palabras que dijo eran pensamientos que habÃan estado hirviendo en el corazón de Lesid todo el tiempo.
¿Por qué me piden que sirva por obligación? No es culpa mÃa que haya nacido con este poder. ¿Por qué quieren que sane a unos sujetos que no hicieron nada por mÃ?
Lesid no podÃa comprender su descarada forma de pensar. Pero habÃa demasiadas anormalidades en este mundo. Cada vez que se topaba con ellas, Lesid sentÃa que su corazón se rompÃa poco a poco.
En ese momento, cuando se preguntaba si su cabeza podrÃa ser rara, Damia dejo: no es raro
Ante esas palabras, Lesid se sintió ligeramente conmovido. Sin embargo, como era un adolescente, no podÃa ser honesto y extendió la mano con severidad.
"... ... Es porque no puedo concentrarme por el sonido de la tos. ¿No sabes que es aún más molesto seguir hablando a tu lado? Asà que, por favor, ten paciencia y busca un tratamiento"
No era su intención, pero lo que dijo atacaba con precisión la aversión de Damia a causar problemas a los demás.
"Entonces discúlpeme"
Damia, que estaba dudando, cerró cuidadosamente los ojos. Damia, que dejó su cara intacta entre sus manos, era tan bonita como un hada.
Lesid se abanicó concienzudamente las mejillas al rojo vivo con sus manos. Y utilizó generosamente su poder sagrado con Damia.
"Ya está hecho. Ahora abre los ojos"
Damia, que habÃa tosido un par de veces con los ojos abiertos, tenÃa una expresión de sorpresa en su rostro. El cuello, que hace un momento estaba acalambrado por la fiebre y las amÃgdalas hinchadas, estaba mucho más cómoda. Damia, que se acariciaba el cuello sin darse cuenta, sonrió a Lesid.
"Muchas gracias. Como dijiste, eres increÃble"
"¿Qué cosa?"
Lesid, que consiguió controlar su expresión, le dio la espalda. Era el agradecimiento más especial y agradable que habÃa escuchado nunca. Gracias a ella, pensó en ese recuerdo y frunció el ceño durante un rato, a Louise casi le dio asco.
"¿Qué pasa, hermano? ¿Qué haces estos dÃas? Sigues tropezando solo. Que desagradable"
Por supuesto, Lesid ignoró a su hermana con una mirada patética. Damia, que tiene la misma edad que ella, tiene pensamientos tan profundos, pero se pregunto porque será.
De todos modos, todo fue gracias a Damia. Lo que le hizo aceptar positivamente su poder.
Probablemente desde entonces. Esta mente....
Lesid miró a Damia, que sostenÃa el antÃdoto en sus brazos. ParecÃa mucho más madura y bella que en ese entonces, pero saber agradecer a los demás era lo mismo que antes y que ahora.
"Nunca olvidaré esta gracia. Incluso te daré un pequeño regalo a cambio lo más pronto......."
Damia, que hizo contacto visual con él, dijo con ojos que parecÃan ver a su salvador. Sus brillantes ojos azules eran muy mortÃferos. Lesid, que no podÃa mirar directamente a esos ojos, se avergonzó y agitó rápidamente la mano.
"No, es asÃ. Realmente no importa"
"Sin embargo...... Has tenido mucho cuidado. Por favor, tengo que corresponder"
Damia juntó las manos y se acercó un paso. Un aroma muy dulce se desprendÃa de sus cabellos agitados por el viento. Lesid, confundido, pronunció unas palabras que no necesitaba detener.
"No es la respuesta. En todo caso, envÃalo a Sir Akkard. Es porque él es el cerebro que me dijo que hiciera un antÃdoto lo antes posible"
Al mismo tiempo que Lesid terminaba de hablar, los ojos de Damia se abrieron de par en par.
"¿Uhm? Akkard... ... ¿Cerebro?"
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