Princesa de dos caras 133
De alguna manera, parecía haber un giro al final de las palabras de Caelion.
"Pero verás, en el momento en que intenté encontrarte y decirte que no hay nada entre mi hermana y yo, me sentí mal sin motivo". Caelion se rió como si se sintiera ridículo, y continuó hablando. "He estado pensando en la razón... Creo que ya me he enamorado de ella".
Uriel frunció el ceño. "¿Qué?"
"Como lo que he dicho. Mi hermana no me quiere, pero yo ya me he enamorado de ella. Hasta el punto de que realmente quiero casarme con ella". Los gentiles ojos de Caelion reflejaban tristeza.
Era molesto ver al chico confesarse tan despreocupadamente.
"¿Qué quieres decir?"
"Sé que sólo soy una de las piezas de ajedrez de mi hermana. Sé que ella no confía completamente en mí y por eso estoy bajo su vigilancia. El compromiso puede ser su método para unirnos y que no la apuñale por la espalda". Bajó un poco los ojos y murmuró: "Pero un día me ganaré el corazón de mi hermana. Haré que confíe en mí y me desee sin un propósito político. Quiero que se case conmigo puramente por amor".
El muchacho levantó la vista para encontrarse con la mirada de Uriel.
"¿Y qué? Te casarás con Su Alteza, ¿así que sólo tengo que quedarme quieto? ¿Es eso lo que quieres decir?" preguntó Uriel, reprimiendo su ira.
"¿Cómo te atreves a dar una orden tan descarada sin tener en cuenta la voluntad de Apolonia?
"No, en realidad es lo contrario", dijo Caelion con una sonrisa triste en su rostro. Sus ojos eran exactamente iguales a los de Apolonia, pero la luz que emitía era diferente. "Hasta entonces, mi hermana no es mi amante, así que te digo que hagas lo que quieras. Ya sea una confesión o una serenata de amor". Se apoyó en la pared mientras sostenía los libros en sus brazos. Su comportamiento parecía burlarse de Uriel. "En el futuro, cuando mi hermana y yo nos convirtamos en amantes, no quiero verte poner excusas de que no puedes ganar contra un matrimonio político".
Uriel se mordió los labios al escuchar a un chico que era dos años más joven que él. Era difícil saber si era una burla o un consejo sincero.
"Te lo digo porque me has salvado innumerables veces. Sería injusto que dieras un paso atrás sólo por este compromiso. Sobre todo". Caelion hizo una pausa. "Quiero que mi hermana sea feliz con la persona que realmente ama".
Uriel se quedó sin palabras por un momento. Era astuto, pero sincero con sus intenciones. En otras palabras, le estaba ofreciendo a Uriel un juego limpio para ganar el corazón de Apollonia.
"¿Has olvidado quién soy...?"
"No saques a relucir tu baja condición. Ya no eres una simple sombra. Y yo amaría a mi hermana independientemente de su estatus". Caelion levantó la vista y sonrió. Parecía que estaba imaginando un momento romántico. "De todos modos, esto es todo lo que quiero decir. Si mi hermana acepta mi corazón más adelante, no dejaré que toques un mechón de su pelo. Si crees que puedes acercarte al corazón de mi hermana, inténtalo. Estoy seguro de que no tendrá sentido".
Tras terminar su discurso, abrazó los libros con fuerza y desapareció por el pasillo. Parecía haber olvidado el otro libro que se le había caído, pero Uriel no se lo dijo.
Uriel se quedó en silencio, pensando.
Apolonia aún no tenía un amante. Puede que su corazón aún se dirija a él.
Nunca había pensado en ser codicioso. Hasta ahora.
No se sentía inferior por su diferencia de estatus. En primer lugar, nunca le gustaron los nobles. Sin embargo, como sus ojos sólo se dirigían al trono y a su pueblo, pensó que su corazón no se desviaría hacia nada más allá de su interés.
De repente, recordó la imagen de Apolonia aferrándose a él. Una vez más, su corazón se aceleró.
"Un amante".
Cuanto más repetía la palabra en su cabeza, más dulce sonaba.
Uriel se dio cuenta una vez más de lo que realmente quería. Quería darle felicidad a Apollonia. Quería verla sonreír. Desgarraría y destruiría todo lo que la hiciera llorar. Pero eso no era todo.
Quería estar a su lado como el único para ella.
Al darse cuenta de sus sentimientos, recogió lentamente el libro que Caelion dejó caer y se fue.
"Tienes que aprender todo lo que aprende Caelion, y si es posible, superarlo".
La voz de Apolonia sonó en su cabeza. Ahora su significado se había hecho más fuerte.
De pie en el oscuro pasillo, sus labios rojos dibujaron suavemente una línea.
Lo aprenderé todo. Y superaré a Caelion. Creceré así, y...
Algún día, seré el único que esté a su lado.
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