LA REDENCIÓN DE LA MADRASTRA TRÁGICA
Arco 1 : Del Infierno al Cielo
Cantidad Caracteres: 59135
'Yo era un ser innecesario'
Vanessa, nacida como la hija mayor de la familia de Conde Tinnarl, estaba destinada a recorrer un camino trágico.
Sus padres se habían unido por un matrimonio de conveniencia, sin amor de por medio. Su madre murió al dar a luz a Vanessa, por cruel destino.
Al terminar el funeral, su padre regresó con una nueva esposa. El vientre de esta mujer ya estaba hinchado: llevaba dentro a Edith, su media hermana.
"Se casaron por amor", le explicó su nodriza años después, cuando Vanessa ya había crecido.
Y fue entonces cuando Vanessa comenzó a perder su lugar en la mansión.
Su padre y su madrastra la despreciaban. Ya de por sí, Vanessa era enfermiza y débil, pasando la mayor parte del tiempo encerrada en su habitación. Su piel era tan sensible que el picor no la dejaba dormir, los ataques de tos y la fiebre la postraban en cama una y otra vez.
Los médicos que la examinaban decían: 'Esto no tiene cura'
Ella insistía en que la tos a veces se calmaba, que la picazón mejoraba con cremas... pero ellos solo movían la cabeza.
¿Por qué no me escuchan? La pequeña Vanessa no podía entenderlo.
Detrás de los médicos, alcanzó a ver a su madrastra, con los labios torcidos en una mueca.
(... ¿Por qué? ¿De verdad no hay cura para mi enfermedad?)
Su padre casi nunca visitaba a Vanessa.
Su madrastra, por su parte, la rechazaba con tal disgusto que ni siquiera soportaba mirarle el rostro.
Poco a poco, la vida de Vanessa se hundía en el abismo.
En el rincón más alejado de la mansión, dentro de una cabaña a punto de derrumbarse,
ese era el único lugar donde se le permitía existir.
La razón de su destierro: "El sonido de tu tos es insoportable"
Una orden de su madrastra, que la odiaba sin disimulo.
El viento que se colaba por las grietas no hizo más que empeorar su enfermedad.
El trato que recibía era tan cruel que hasta una niña como ella entendía: la habían abandonado.
Una comida al día: pan, sopa aguada y sobras de vegetales.
"Total, ni siquiera vas a comer", le decían.
Su piel se cubría de erupciones y enrojecimientos, ardiendo de picor.
(No soy amada… No me necesitan… Soy una hija que sobra…)
Al cumplir siete años, Vanessa dejó de ser tratada como una noble para convertirse en una sirvienta más.
Sus días comenzaban antes del amanecer, obligada a limpiar la mansión mientras los demás aún dormían. Así empezaba cada jornada de sufrimiento.
Nadie tendía una mano hacia Vanessa.
Y así, una y otra vez, su cuerpo flaqueaba hasta dejarla inmóvil, consumida por la enfermedad.
Las erupciones en su piel empeoraban, extendiéndose como una maldición que la deformaba día a día.
Fue en medio de esa vida desoladora cuando, por fin, su padre y madrastra se dignaron a visitarla.
『¡Dios mío…! Qué asco. Y qué terco es ese cuerpecito… Para ser una enfermiza, se aferra a la vida como una alimaña』
dijo la madrastra, arrugando la nariz.
『Tienes razón. Es casi… una monstruo』
añadió el padre, mirándola con desprecio.
『P-padre… ¿Madrastra…?』
balbuceó Vanessa, confundida.
Tras ellos, asomó una niña vestida con un hermoso vestido.
Llevaba el mismo cabello dorado claro y ojos azules que su madre.
Ella era todo lo que Vanessa no podía ser.
Mientras la niña resplandecía en su vestido de ensueño, Vanessa se consumía bajo harapos, su piel ulcerada y su cuerpo reducido a huesos. Su cabello pajizo, otrora su único orgullo, ahora parecía empolvado de tierra. Hasta sus ojos azul claro —antes su único consuelo— le provocaban asco al compararlos con los de aquella niña radiante, rebosante de felicidad.
『Esta es Edith... tu hermana menor』
anunció la madrastra con voz dulce.
『¡Cof!... ¿Edith?』
La tos de Vanessa entrecortó su respuesta.
Al oírla, Edith frunció el rostro como si hubiera visto algo repugnante.
『¿Ésta... se supone que es mi hermana mayor?』
『No necesitas considerarla tu hermana, Edith』
respondió la madrastra, acariciando el cabello dorado de la niña.
『¿Por qué no?』
『Porque pronto desaparecerá... como la basura que es』
Las palabras atravesaron a Vanessa como cuchillas.
(¿Soy... basura? ¿Algo que no merece existir?)
Permaneció paralizada, el alma hecha añicos.
Detrás, el Conde hablaba con sus sirvientes:
『Aunque es inútil, quizá algún día sirva para algo. Enséñenle lo básico... y asegúrense de pagar bien a quienes callen este asunto』
『Edith, vámonos de aquí. Este lugar asqueroso me enferma』
dijo la madrastra cubriéndose la nariz con un pañuelo.
『¡Sí, madre!』
respondió Edith con una sonrisa brillante.
El Conde añadió, pasando un brazo sobre los hombros de su hija predilecta:
『Tú sí eres digna de nuestro amor. No como esa cosa』
『Lo sé, padre. Yo soy especial』
susurró Edith orgullosa, abrazando a sus padres.
Vanessa observó cómo Edith reía, envuelta en su afecto, sintió cómo los últimos fragmentos de su dignidad se hacían añicos.
Pero en medio del dolor, un frágil brote de esperanza emergió: «Si logro curarme... quizá ellos también me amen así».
Era un pensamiento ingenuo, pero necesario. Sin esa ilusión, su corazón habría colapsado por completo.
(Quiero ser amada... sólo deseo que me miren...)
Ese anhelo se convirtió en su único sostén.
La trasladaron de la cabaña a una habitación en los confines de la mansión.
Era un cuarto oscuro, sin ventanas, cubierto de polvo y telarañas. El aire era tan húmedo que parecía pegarse a la piel.
Aunque sus erupciones mejoraron levemente, el alivio era insignificante.
Cada vez que la madrastra veía su piel, exclamaba «¡Qué monstruosidad!» o «Pareces un demonio», riendo con deleite.
Ahora Vanessa comprende que sólo era crueldad disfrazada de disgusto...
Pero en ese entonces, creyó que era una oportunidad.
Si se esforzaba lo suficiente, quizá...
Aprendió con diligencia, soportando golpes y patadas de sus instructores.
Para Vanessa, ese sufrimiento era su única realidad.
Cada noche luchaba por respirar entre ataques de tos, vagando entre la vida y la muerte entre fiebres altas y pesadillas. "¡No hagas ruido!" —le gritaban—, así que aprendió a sofocar la tos mordiendo su propia mano hasta dejar marcas moradas en la piel.
El día que el médico traído por su madrastra le dijo que jamás podría tener hijos, los maltratos empeoraron.
Aun así, en sus raros momentos de lucidez, estudiaba hasta caer exhausta y realizaba las tareas más brutales que las criadas le ordenaban. Cada vez que cruzaba a sus padres en los pasillos, intentaba mostrarles lo útil que podía ser.
Quizá si me ven esforzándome...
Esa era su única esperanza.
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Los años pasaron, pero nada cambió.
A los 17, Vanessa seguía siendo la última en la jerarquía de la mansión. Ya no sentía dolor... hasta que llegaban los insultos de Edith y las sirvientas:
『Una inútil como tú no merece el apellido de este condado』
『¿Sigues viva? Tu tos da asco』
『Con esa piel de monstruo, deberías esconderte』
『Je, je... ¡Nada de lo que hagas servirá de algo!』
Edith, envuelta en vestidos de seda y el amor de sus padres, se deleitaba en humillarla. Vanessa alguna vez la había envidiado... pero ahora ni siquiera parecían hermanas.
Compararse con ella era inútil. La realidad seguía siendo un infierno.
(Todo lo que quería... era ser amada... Si este infierno no tiene fin... quizá sería mejor...)
Justo cuando ese pensamiento oscuro cruzaba su mente, su padre apareció en su habitación.
El conde, acariciando su barba con gesto calculador, sonreía con una mueca que heló la sangre de Vanessa.
『¿Padre...? ¡Cof!』
『¡Por fin llegó tu hora de ser útil!』
『......¿Qué?』
『¡Tu matrimonio nos reportará una fortuna!』
Al principio, las palabras no encontraron sentido en su mente. Pero comprendió una cosa: la arrancarían de aquel lugar.
El terror la embargó. Vanessa nunca había salido de la mansión; el mundo exterior era un misterio lleno de peligros desconocidos.
No hubo tiempo para pensar. Aún enferma, la arrastraron sin miramientos.
Esa tarde, la lluvia caía con violencia.
Por primera vez, las sirvientas la prepararon para una ocasión especial. El agua helada que le arrojaron al lavarla le hizo contener el aliento, pero nada fue tan cruel como las manos que le frotaron la piel sin piedad, dejándola en carne viva.
Apretó los dientes para no gritar. Sabía por experiencia que resistirse sólo alargaría el suplicio.
Mientras le desenredaban el pelo rebelde con rudeza, Vanessa escuchó algo inconcebible.
Teniendo en cuenta cómo habían tratado a Vanessa hasta ahora, no era extraño que terminara así.
Aunque Vanessa no entendía del todo las palabras de Edith y las criadas, una cosa le quedaba clara: se estaban burlando de ella.
Teniendo en cuenta cómo habían tratado a Vanessa hasta ahora, no era extraño que terminara así.
(Si… lo que Edith y los demás dicen fuera cierto…?)
Vanessa se preguntó para qué había vivido hasta ahora.
La tensión y la sequedad en su garganta le provocaron un acceso de tos, pero Edith frunció el ceño con fastidio.
『¡Qué molesta eres!』
Vanessa apretó los labios, intentando contener la tos.
『¡Por fin no tendré que escuchar esa tos irritante ni ver tu cara de pesada…! ¡Qué felicidad!』
『Cof… cof…』
『¡En cuanto termines de prepararte, lárgate de aquí! ¡No hay lugar para ti!』
Vanessa salió de la habitación arrastrada por las sirvientas. No quiero ir…, pensó, pero la opresión en el pecho le impedía hablar.
『Qué patética… morirás sola, sin que nadie te ame』
Las palabras susurradas de Edith le desgarraron el corazón. Ella, que siempre ha sido amada, jamás entenderá lo que siento….
Arrojada como un desecho, terminó en el pasillo. Apoyada contra la pared, tosía sin control cuando, de pronto, sus padres aparecieron frente a ella. Vanessa extendió la mano hacia ellos, suplicante.
(¡Ayúdenme…! ¡Por favor, no quiero ir!)
Entonces, su padre agarró a Vanessa por el cabello y la levantó bruscamente.
『¡No has servido para nada, pero esta vez hasta te felicito!』
『……¿Eh?』
『Duque Shrieze es un excéntrico que solo se casa con mujeres inútiles. Así nos libramos de un estorbo y conseguimos dinero. ¡No podría pedir más…!』
Su padre parecía eufórico. Le alegraba el dinero, aunque Vanessa ni siquiera sabía que su familia estaba en la ruina. Criada bajo el maltrato, no entendía nada.
『En la casa de Duque Shrieze, quédate callada y no hables nunca de lo que pasó aquí… ¡¿Me oíste?!』
『… S-sí』
『¡Y no desafíes al Duque! Si regresas, no tendrás un lugar aquí. ¿Entendido?』
Vanessa asintió mientras su padre le escupía esas palabras. Sin más explicaciones, la empujaron dentro del carruaje. Era como si la hubieran arrojado de repente a una oscuridad desconocida.
Aunque el dolor la embargaba, ni siquiera podía llorar. Tosiendo y apoyada contra la pared, se dejó mecer por el traqueteo del viaje.
(… Nadie me necesita. Soy un estorbo.)
No supo cuánto tiempo pasó así. No tenía ánimos para mirar por la ventana. Temblando, se rascó la piel enrojecida que le ardía cada vez más.
(Soy repugnante… Por eso nadie me quiere. ¿Qué será de mí ahora?)
Un lugar desconocido, un aire extraño… y la muerte acercándose.
Toda su vida había sido sufrimiento. Siempre creyó que morir sería un alivio, pero ahora el miedo la paralizaba.
(¿Me despedazarán? ¿Qué harán en esos 'experimentos'? ¿Dolor… veneno? Si es peor que aquel infierno, tengo miedo… Yo…)
El carruaje se detuvo. La arrojaron frente a la mansión de Duque Shrieze. El cochero la miró como si fuera basura, le tiró un paraguas y se marchó sin una palabra.
Al alzar la vista, Vanessa vio cómo la gran puerta se distorsionaba ante sus ojos. La residencia —más imponente que la de los Tinnarl— la aplastaba con su opulencia.
Incapaz de moverse, se dejó caer en un charco. El frío se apoderaba de su cuerpo.
Respiró hondo, intentando calmarse.
Cuando por fin logró levantarse y pensó en abrir el paraguas para no mojar la mansión, ocurrió algo…
Cada paso que daban hacia ella aquellos dos hombres —uno mayor, de elegante esmoquin, otro con una bata blanca— hacía crecer el pánico en Vanessa.
Retrocedió, intentando gritar, pero solo consiguió abrir la boca para que la tos la traicionara de nuevo.
『¡Cof… cof!』
『¿Estás bien?』
El hombre de cabello gris plateado se acercó. Cuando sus ojos rojos se encontraron con los de Vanessa, ella entró en pánico: agarró el extremo del paraguas cercano y lo alzó con intención de clavárselo en el cuello.
「...!」
Un dolor agudo en el cuello la hizo llevarse la mano instintivamente, solo para notar que estaba vendada.
「¿Eh...?」
Una voz débil y ronca llegó a sus oídos, comprendió que era la suya. Al bajar la mirada hacia sus muñecas, estas parecían absurdamente delgadas, como si fueran a quebrarse con solo tocarlas.
(¿Qué... está pasando? Además, ¿acaso lo de antes era la historia de Vanessa, la "Madrastra Trágica" de esa novela que leí?)
Era un capítulo especial que revelaba el pasado de la villana Henrietta. Vanessa, la madrastra trágica, tenía el papel de morir frente a su hijastra para sembrarle un trauma. Su pasado era tan desgarrador que incluso se ganó el apodo de "Madrastra Trágica".
Tras la muerte de Vanessa —la tercera esposa—, la reputación de Duque Shrieze, padre de Henrietta, se desplomó. Y Henrietta, hija de la primera esposa, sufrió rumores crueles que la llevaron a crecer odiando a su propio padre. Así comenzaba la trama principal de la novela, donde ella se convertía en la antagonista.
El reflejo en la ventana coincidía exactamente con la descripción física de Vanessa. Y si esos recuerdos que habían desfilado por su mente como un sueño eran en realidad los de Vanessa...
(Entonces... ¿me he convertido en Vanessa? ¿O debería decir que recuperé los recuerdos de mi vida pasada?)
En ese preciso momento, los recuerdos habían regresado. Vanessa, recién casada con Duque Shrieze.
Y eso solo podía significar una cosa...
(¡¿Significa que estoy destinada a morir frente a Henrietta?!)
Vanessa se llevó una mano temblorosa a la mejilla.
(Espera, espera, ¡espera un momento! Necesito poner mis ideas en orden... Yo nací en Japón, leí esta novela en una cama de hospital. Desde que nací, estuve enferma... viví encerrada en ese hospital toda mi vida)
Sus delgadas muñecas, su piel enrojecida, incluso el olor a medicinas impregnado en las sábanas... todo era idéntico. Imágenes parpadeantes desfilaron por su mente como destellos de luz.
En su vida pasada, había muerto a los 17 años, igual que Vanessa. Un corazón débil; un milagro que hubiera llegado a esa edad. Su mundo había sido pequeño, pero sus padres la amaron hasta el final. Le enseñaron que su vida tenía significado, que merecía existir. Incluso hizo amigos en el hospital. Algunos se habían ido antes que ella, pero seguían siendo recuerdos preciosos.
En su próxima vida, quiso ser alguien capaz de dar amor y felicidad, como sus padres... Eso había deseado.
(Ah... Ya entiendo. ¡Así que es esto! ¡Dios me está dando una segunda oportunidad!)
Sabía que eran sueños imposibles, pero igual anhelaba casarse, tener hijos...
Al final, tuve que renunciar a todo.
La enfermedad me arrebató muchas cosas, pero también me dio otras: gratitud hacia quienes me rodearon, la fragilidad de la vida, el milagro de haber llegado hasta aquí gracias a otros...
Y también la alegría de existir, por simple que fuera.
(¡Lo entiendo, Dios! Ahora es mi turno de amar y proteger a alguien. ¡Ese es el sentido de todo esto!)
Con el corazón ligero, Vanessa recordó los detalles de la novela.
Había leído tantos libros y mangas en el hospital que la trama principal era difusa en su memoria. Una historia de amor cliché, supuso: el héroe y la heroína unidos, mientras que Henrietta, la villana, era castigada. Duque Shrieze, asumiendo su culpa, abdicaba su título y desaparecía de la vida pública.
Pero había un detalle que recordaba nítidamente:
El capítulo especial sobre el pasado de Henrietta.
Ahí aparecía Vanessa —enfermiza, abandonada por sus padres, muerta en la oscuridad—.
Aunque su aparición fue breve y apenas desarrollada, el horror de su destino dejó una huella imborrable en los lectores.
Yo también me había identificado con ella.
Si tan solo hubiera estado a su lado...
Ese pensamiento aún lo recordaba con claridad.
Murió sin leer el capítulo especial sobre el remordimiento de Duque Shrieze.
Seguramente habría profundizado en su relación con Henrietta.
(No sé mucho sobre Vanessa... pero sufrió mucho más de lo que contaba la novela.)
Su piel, maltratada por las sirvientas, ardía enrojecida, con hilos de sangre brotando.
La picazón era insoportable. Justo cuando clavaba las uñas para resistir la tentación de rascarse...
Un viento frío se coló en la habitación.
La puerta estaba abierta, alguien se alzaba frente a ella.
「¿Estás bien?」
「...!」
Vanessa dio un respingo, contuvo la respiración de golpe y empezó a toser violentamente.
「¡Cof...! ¡Cof, cof...!」
Se dobló sobre sí misma, agarrando el pecho.
(¡Incluso convertida en Vanessa, no puedo escapar de esta agonía en el pecho!)
Mientras la tos la sacudía, una mano grande le acarició la espalda con suavidad.
(... Qué familiar. Cuando tosía, mi padre solía hacerme esto.)
La calma que sintió le permitió recuperar el aliento.
Entre jadeos, murmuró un agradecimiento:
「P-papá... gracias」
「Lamento decepcionarte, pero no soy tu padre」
「¡¿...?!」
Vanessa alzó la vista, aún ruborizada.
Frente a ella, un cabello plateado grisáceo y sedoso, unos ojos rasgados de mirada penetrante.
Y unas pupilas rojas, tan translúcidas que parecían dejar ver las venas, fijas en ella.
Pero lo que más la dejó sin aliento fue su rostro.
(¡P-Parece idéntico a Profesor Ren, mi primer amor…!)
Durante su larga estancia en el hospital, entre todos los médicos que rotaban, él había destacado. Alto, mestizo, con una bata blanca que le sentaba a la perfección. Recordó cómo las enfermeras y ella solían hablar diariamente de lo guapo que era Profesor Ren.
Este hombre era su viva imagen… salvo por el color de cabello y ojos.
「Eres… el profesor…」
murmuró sin pensar.
「…No soy tu profesor」
respondió él, frío.
「…!」
Se mordió los labios al darse cuenta de que había hablado en voz alta. El rubor le quemó las mejillas. Al intentar negar con la cabeza, un dolor punzante, hasta los huesos, le retorció el rostro.
「¡Aah…!」
「No forces la voz. ¿Duele mucho?」
Cuando abrió los ojos, aquellos iris rojos la observaban con seriedad. Notó entonces que su palma derecha estaba vendada. Sin entender por qué, llevó los dedos a su propio cuello… y tocó una gasa.
(¿Será… un médico de la familia Shrieze? Pero dijo que no era "profesor"…)
Aunque conocía las convenciones de la nobleza, ahora le resultaban inútiles. Según Edith y los demás, Duque Shrieze tenía el cabello plateado y los ojos rojos. Y el hombre frente a ella, vestido de blanco, coincidía.
Mientras Vanessa se debatía en la confusión…
「No parece grave. Jeff, ocúpate tú del resto」
「…Como ordene, Joven Maestro」
Al oír 'Joven Maestro', confirmó sus sospechas: era Duque Shrieze. El anciano de frac que lo acompañaba era el mismo que había visto en la entrada. ¿Acaso el mismísimo duque la había recibido?
(Duque Shrieze es el hombre más poderoso de esta mansión… ¿Es normal que haga esto? No entra en lo que sé…)
Para Vanessa, siempre encerrada, el concepto de "normal" era difuso. Y sus recuerdos de su vida pasada poco le servían en este mundo aristocrático.
「Señora, es un honor conocerla. Soy Jeff, el mayordomo principal」
「.....Ah」
Vanessa se quedó sin palabras al ser llamada "señora". Mientras intentaba procesar cómo debía responder, Jeff ya estaba dando instrucciones a las sirvientas.
「Me retiro por ahora. Para cualquier detalle, pueden preguntar a Ley y Selena」
「A partir de hoy, nos encargaremos de atender a la señora. Soy Ley」
「Yo soy Selena. Señora, no dude en pedirnos lo que necesite」
Ley tenía un cabello castaño anaranjado recogido en trenzas, pecas esparcidas por su rostro y una sonrisa adorable. Selena, en cambio, era más alta, con un cabello azul oscuro recogido con severidad, dando una impresión estricta.
Sin entender nada, Vanessa inclinó ligeramente la cabeza.
「El señor ya nos ha informado de los detalles. Por hoy, descanse tranquilamente」
「Más tarde le traeremos algo de comer」
Dicho esto, Ley, Selena y Jeff salieron rápidamente de la habitación, dejándola a solas con sus pensamientos.
(Originalmente, Vanessa debería estar tan confundida que habría armado un escándalo...)
Su corazón latía con tal fuerza que parecía querer salirse del pecho. Se dio cuenta de que incluso había olvidado respirar hasta que se marcharon. Tal vez debía estar agradecida de que se retiraran tan pronto.
(Es como si este cuerpo no fuera el mío. ¿Reacciono así inconscientemente por el trauma de la verdadera Vanessa...?)
Vanessa se llevó una mano al pecho, que palpitaba con fuerza, mientras observaba a su alrededor.
La habitación era sencilla, sin más muebles que una mesita auxiliar. Los estantes estaban cerrados con llave, imposibles de abrir.
(Qué medidas tan extremas…)
Probablemente, al ver su estado, la habían llevado a esta habitación vacía. Recordó vagamente algo que una enfermera de psiquiatría le había contado en su vida pasada, y supuso que ese sería el motivo.
Al bajar del carruaje, Vanessa había entrado en pánico cuando Jeff y otro hombre intentaron hablarle. Sin saber qué hacer, pensó "Prefiero morir antes que…" y clavó la punta de su sombrilla en su propio cuello. En estas circunstancias, no podía jurar que no lo repetiría. Quizás por eso habían tomado estas precauciones.
Después de todo, en la historia original, Vanessa había acabado con su vida clavándose un cuchillo de mesa en la garganta.
Un acceso de tos la sacó de sus pensamientos. Como siempre, se tapó la boca, resistiendo la comezón en la garganta. Aturdida, dirigió la mirada hacia la ventana desde la cama. La cálida luz del sol la envolvía como un manto.
Parecía que la lluvia había cesado mientras dormía, aunque no tenía idea de la hora. En su vida anterior, como sirvienta, la obligaban a hacer los trabajos más ingratos sin descanso. Si estaba enferma y no podía trabajar, solo recibía comentarios venenosos. Y en aquel almacén sin ventanas donde la encerraban, la luz jamás llegaba.
(Qué cálido… ¿Cuánto ha pasado desde que me sentí así de tranquila? Esto se siente… como felicidad.)
Aunque los recuerdos de su vida pasada y los de la verdadera Vanessa chocaban en su mente, confundiéndola, tendría tiempo de ordenarlos. Cerró los ojos y susurró para sí, tratando de calmar el corazón que aún latía por el miedo y la tensión.
(Ya está bien… Estoy a salvo aquí… Ellos no están.)
Al menos esto era seguro: aquí no había nadie que quisiera lastimarla adrede.
A medida que se serenaba, la rigidez de su cuerpo se disolvía. Permanecer sentada en la cama ya le resultaba agotador, así que se tendió lentamente.
Al cerrar los ojos y concentrarse en respirar, el dolor en el pecho y la opresión desaparecieron. Mientras la conciencia se le nublaba, lágrimas tibias resbalaron, una tras otra, por sus mejillas.
「¿Cuánto tiempo había pasado?」
Vanessa parpadeó varias veces al despertar. La habitación estaba impregnada de un aroma delicioso que hizo sonar su estómago con un gruu audible. Sobre la mesita de noche, había un cubierto de plata con una campana y una jarra de agua fresca al lado.
(Tengo hambre... ¿Pero está bien que coma sin permiso?)
Recordó las palabras de Ley, quien había prometido traerle la cena más tarde. Con un gemido, Vanessa se incorporó lentamente, sintiendo cómo su cuerpo dolorido protestaba. Aunque tenía la garganta seca y el estómago vacío, una pesadez y acidez la invadían.
(¡Aun así, debo comer por mi salud! Vanessa no ha probado bocado en mucho tiempo...)
Al levantar la campana, descubrió una sopa de verduras finamente picadas y un pan redondo, esponjoso y recién horneado. Casi se le hizo agua la boca. Tras dejar la campana y mirar a su alrededor con cautela, tomó la cuchara.
Sus recuerdos la traicionaron: los alimentos miserables que le daban a Vanessa —pan duro y mohoso, sopas insípidas con cáscaras de verduras—. En su vida pasada, los había comido sin quejarse, pero ahora, con su memoria intacta, entendía lo cruel que había sido su existencia. La pena por sí misma le nubló la vista con lágrimas.
「Snif...」
El llanto no cesaba. Entre sollozos y con la nariz goteando, tomó un cucharado de sopa. Al primer sorbo, un sabor reconfortante pero delicado se expandió en su boca. Pero al tragar demasiado rápido, el líquido se le fue por el camino equivocado.
Un ataque de tos violenta la sacudió, haciendo que la cuchara cayera al suelo con un ¡clan-clan!
El ruido debió alertar a alguien, porque pronto se escucharon pasos apresurados acercándose. Entre las lágrimas que nublaban su visión, las caras de Conde Tinnar, su esposa y Edith —gritando— aparecieron como fantasmas en su mente.
(¡Miedo...!)
Una emoción primitiva la dominó: un terror tan visceral que le cortó la voz. Cuando la puerta se abrió de golpe, ni siquiera pudo gritar.
「¡Aah...! ¡Aah...!」
Aún sentía en la piel los tirones de pelo, los bofetones y los "¡Cállate!" que la atormentaban. Retrocedió instintivamente hasta tropezar con la cama y caer de espaldas sobre ella.
「¡Ey! ¿Estás bien?」
Al escuchar la voz masculina, Vanessa se encogió protegiendo su cabeza con los brazos.
「¡Perdón, perdón, lo siento mucho...!」
「......!」
Vanessa, encogida protegiéndose la cabeza, notó con extrañeza que el golpe no llegaba. Lentamente, alzó la vista.
Solo entonces comprendió: aquel hombre no era Conde Tinnar.
「...Disculpa」
Poco a poco, la tensión abandonó su cuerpo. Por un instante, creyó haber logrado serenarse... hasta que un sonido áspero escapó de su garganta, desencadenando otro ataque de tos.
Los traumas de Vanessa eran más profundos y dolorosos que lo relatado en la historia original. Bastaban los recuerdos para que su cuerpo reaccionara así, traicionándola con reflejos grabados a fuego. Pero ahora, al menos, entendía el porqué de su propio miedo.
Se secó las lágrimas y alzó la mirada.
Frente a ella, el hombre de bata blanca la observaba con expresión desconcertada. Ahora llevaba gafas. Al ver que Vanessa se calmaba, la rigidez en el rostro de Duque Shrieze se suavizó como un hielo al sol.
「¿Tú... eres...?」
su voz sonó quebrada, como papel rasgado.
「Lamento la tardanza en presentarme. Yo soy... Gilbert Shrieze」
No había duda: quien estaba ante ella era, efectivamente, Duque Shrieze.
El gesto de apartarse el largo flequillo plateado le recordó tanto a Profesor Ren, su primer amor...
Poco a poco, el miedo se esfumó, y su cuerpo recuperó la movilidad.
(¿C-cómo debería llamar a Duque Shrieze...?)
Por más que lo pensaba, nadie le había enseñado las reglas tras un matrimonio de conveniencia. Decidió imitar a Jeff y los demás, aunque se equivocara:
「M-mi... lord...」
tartamudeó, jugueteando con el borde de su vestido.
「Es cierto que estamos casados ante la ley, pero no necesitas pensar en mí como tu esposo」
「¿Eh...?」
「Digo que no forces ese sentimiento」
Las palabras frías de Gilbert le clavaron un puñal en el pecho.
(Un matrimonio de conveniencia... Claro. Ni siquiera nos conocíamos.)
¿Acaso Duque Shrieze no la consideraba realmente su esposa? Era lógico, después de todo. Corrían rumores de que había "comprado" a Vanessa por una suma exorbitante. Quizás para él solo era una posesión, no una consorte.
(Incluso si me usan para experimentos, será mejor que la mansión de Conde Tinnar... Allí habría muerto tarde o temprano.)
El pensamiento la estremeció, pero recordó que Gilbert había cuidado sus heridas y le sirvió comida caliente. Aunque aún le inspiraba respeto, no parecía despreciarla. Con voz temblorosa, se atrevió a preguntar:
「Entonces... ¿Cómo debo llamarle?」
「Como quieras」
「En ese caso... Lord Gilbert」
Al pronunciar su nombre alzando la vista, los ojos del Duque se abrieron ligeramente, sorprendido.
「...Sí. Eso está bien」
asintió, desviando la mirada.
「Dime, ¿crees que podrías comer algo ahora?」
「Ah...」
Vanessa miró fijamente la cuchara caída. Cuando se apresuró a recogerla, avergonzada por su torpeza, Gilbert la detuvo con un gesto.
「Ley, tráele una nueva」
「Enseguida, mi lord」
Ley, que había permanecido discretamente detrás del duque, desapareció en busca del cubierto. Mientras, Gilbert tomó asiento en una silla cercana, alzando una pluma y unas hojas de papel que estaban sobre la mesa. Entre ellos quedaba una distancia deliberada.
(¿Será consideración... o que no quiere acercarse? No logro entender a Lord Gilbert...)
Justo cuando Vanessa se preguntaba qué intenciones ocultaba él, la voz del duque rompió el silencio:
「Continúa con tu comida. Luego haré algunas preguntas. Responde solo lo que puedas」
「...¿Eh?」
「¿Desde cuándo tienes esa tos? ¿Es peor por las mañanas o por las noches?」
「...!」
「¿Otros síntomas? Sobre el enrojecimiento de tu piel: ¿duele más o pica?」
La familiaridad de aquel interrogatorio le golpeó como una ola. Era idéntico a las consultas médicas de su vida pasada. Pero Gilbert era un duque, un noble... y había rechazado ser llamado "doctor".
(¿Acaso Lord Gilbert es médico...?)
Reconfortada por ese eco del pasado, Vanessa respondió:
「La tos... desde pequeña. Empeora de madrugada, pero siempre está. También tengo fiebres altas... y la piel me pica sin parar.」
「Entiendo. ¿Y el apetito?」
Mientras hablaba, Gilbert tomaba notas con rapidez.
「El apetito... sí tenía, pero...」
Sus manos temblaron como hojas al recordar la mansión Tinnarl. Las palabras del conde, más una amenaza que un consejo, resonaban en su cráneo: 'En la casa Shrieze, mantén la boca cerrada. ¡Jamás hables de lo que ocurrió aquí! ¿Entendido?'
Era una paradoja cruel: quería hablar, pero el terror arraigado en su ser le sellaba los labios. Algunos miedos, sabía Vanessa, no se disipan fácilmente.
「Lamento haberte forzado a esto. No tienes que hablar, solo asiente o niega con la cabeza」
「……!」
「¿No te dieron suficiente comida?」
Un silencio pesado se instaló entre los dos.
Vanessa recordó las palabras de Conde Tinnarl: 'No te rebeles contra Gilbert'
Pensando en ello, respondió a su pregunta con un leve asentimiento.
(Está bien... Conde Tinnarl no está aquí.)
Gilbert, al verla, le susurró con suavidad:
「Perdóname por hacerte recordar algo tan doloroso」
Entonces, sacó un pañuelo y con delicadeza enjugó las lágrimas de Vanessa.
Fue en ese momento cuando ella se dio cuenta de que estaba llorando.
「Lo siento...」
Al ver la expresión triste de Gilbert, Vanessa negó con la cabeza.
Él no tenía la culpa.
Aquel hombre que le secaba las lágrimas con tanta ternura no parecía en absoluto el villano que los rumores pintaban.
Más bien, daba la impresión de estar preocupado por ella, de verdad.
Pero al mismo tiempo, las palabras de las criadas y de Edith resonaron en su mente:
—Duque Shrieze jamás aparece en público. Todas sus anteriores esposas han muerto. Y como tú también vas a casarte con él, es obvio que te espera el mismo destino.
—Duque Shrieze pagó una fortuna por ti para usarte en experimentos humanos. ¿Qué clase de sufrimiento te espera ahora? ¿Te desgarrarán el cuerpo? ¿O te envenenarán hasta hacerte agonizar?
Tal vez Gilbert cambiaría de actitud más adelante.
Pero aun así, Vanessa decidió confiar en lo que veía con sus propios ojos.
(Además, siento que puedo confiar en Lord Gilbert... ¡Porque se parece a mi primer amor, Profesor Ren!)
Desde su vida anterior, siempre había estado profundamente agradecida con los médicos y enfermeros.
Sin ellos, nunca habría llegado a vivir hasta los diecisiete años.
No estaba segura de los detalles, pero parecía que Gilbert no solo era un duque, sino también un médico.
(Luego le preguntaré a Ley y a Selena.)
Vanessa se repetía a sí misma que debía mantenerse firme.
Los traumas que le habían inculcado estaban demasiado arraigados en su interior, sofocándola, acorralándola.
Si bajaba la guardia, los recuerdos la arrastrarían y su mente se quedaría en blanco.
(Todo está bien… Estaré bien, Vanessa...)
Vanessa trataba de respirar hondo, pero en lugar de calmarse, su respiración se volvía cada vez más agitada.
Gilbert sacó un pequeño paquete envuelto de su maletín marrón.
「Toma esto después de comer」
「……!」
「Para la piel, dile a Ley y a los demás que te apliquen la pomada después del baño」
Vanessa se quedó inmóvil, sujetando el paquete que le había dado.
Quiso preguntarle si era medicina, pero no pudo emitir ni una sola palabra.
Abrió y cerró la boca varias veces, sin conseguir hablar.
Gilbert entrecerró sus ojos rojos.
Vanessa tembló y encogió los hombros instintivamente.
(Cuando el miedo se apodera de mí, mi cuerpo no responde… ¿Qué debería hacer?)
Gilbert se puso de pie y, antes de marcharse, simplemente dijo:
「Volveré」
En cuanto la puerta se cerró tras él, Vanessa sintió que su cuerpo, tenso sin darse cuenta, finalmente se relajaba.
(Está observando atentamente mis reacciones… se preocupa por mí.)
Con ese pensamiento en mente, abrió con cautela el paquete que Gilbert le había dejado.
Se lo acercó a la nariz, pero no olía a nada.
Tal vez tenía un ligero aroma a hierbas, pero no percibió ningún olor extraño o desagradable.
Tomó un poco del polvo con los dedos y, con recelo, lo probó con la punta de la lengua.
No sentía hormigueo ni ardor.
(¿P-Podría ser que esto forme parte de un experimento? ¿Planea observar los efectos en mi cuerpo? Pero… si ese fuera el caso, me trataría con más frialdad. Me mantiene como una invitada, no como un sujeto de prueba… Si realmente quisiera experimentar conmigo, ¿no me habría encerrado en una celda?)
Vanessa bebió un poco de la sopa y, recordando las instrucciones de Gilbert, tomó la medicina con agua.
「¡Lo único que puedo hacer ahora es ser útil para el experimento de Lord Gilbert! Así es como pagaré mi deuda con él」
Quizás el hecho de que pudiera mantenerse optimista, sin darle vueltas a las cosas, se debía a los recuerdos de su vida pasada.
Mientras su cuerpo se calentaba y empezaba a adormilarse, Ley y Selena se acercaron a Vanessa.
「Señora, es hora del baño…」
「Eh… ¿Podrían llamarme por mi nombre en lugar de "señora"?」
「....…!」
Las palabras de Gilbert resonaron en su mente. Cada vez que la llamaban "señora", el recuerdo acudía a ella, así que les pidió que usaran su nombre.
Las dos intercambiaron una mirada y asintieron.
「Como desee, Lady Vanessa. Vamos」
「Sí…」
Le hablaron con una dulzura que Vanessa nunca había conocido. Un trato completamente opuesto al que recibía de las sirvientas de la Casa Condal Tinnal.
Sus manos eran delicadas, como si temieran lastimarla. Su cuerpo demacrado era tan doloroso de mirar que hasta a ellas les costaba soportarlo.
Su piel, lacerada y en carne viva, ardía al contacto con el agua, pero Vanessa contuvo las lágrimas a duras penas. Ley y Selena, con sumo cuidado, le limpiaron la sangre seca y el aceite perfumado que le habían embadurnado en el pelo para darle brillo, usando un jabón con aroma floral.
Aunque la sensación de estar limpia era agradable, las expresiones de ambas se torcían cada vez más.
Al terminar el baño, le aplicaron una pomada por todo el cuerpo, tal como Gilbert había ordenado, y poco a poco, la picazón pareció calmarse.
De vuelta en su habitación, le sirvieron una sopa espesa y la animaron a acostarse. Vanessa obedeció y, al recostarse, las lágrimas brotaron sin control.
Un acceso de tos la obligó a enterrar el rostro en la almohada, tratando de sofocarlo.
「No hay necesidad de preocuparse」
le dijeron, pero Vanessa estaba acostumbrada a que la regañaran por ser "molesta".
Al verla negar con la cabeza, las dos intercambiaron otra mirada antes de inclinarse respetuosamente y retirarse.
(Hacía tanto tiempo que no me sentía así… en paz. No sé qué me deparará el futuro, pero… debo sobrevivir, cueste lo que cueste.)
Así, Vanessa se quedó dormida.
Mientras dormía, la puerta se entreabrió, filtrando un haz de luz.
Creeek…
Con un chirrido, la puerta se abrió por completo.
「¿...Ya se durmió?」
「Así es, mi lord. Parece que la tos de Lady Vanessa ha cesado por fin」
「Como siempre, el diagnóstico de Su Señoría fue acertado」
「Hmm」
Gilbert entró en la habitación seguido por Ley y Selena. La palidez en el rostro de Vanessa y su extrema delgadez eran alarmantes. Aunque la tos persistente y las irritaciones en su piel eran preocupantes, lo que más inquietaba a Gilbert era su frágil estado mental.
「Vanessa Tinnal... Menos mal que logramos rescatarla a tiempo」
El noble suspiró aliviado mientras le tomaba el pulso con delicadeza. Las vendas que cubrían su cuello mostraban claramente el sufrimiento que había padecido. Luego, se volvió hacia las sirvientas para pedir un informe.
「Jamás imaginé que intentaría quitarse la vida al llegar... ¿Qué clase de cosas le habrán hecho creer?」
「¡Si Su Señoría frecuentara más los salones aristocráticos, no habría estos malentendidos!」
「¡Es indignante que la nobleza crea esos rumores absurdos sobre usted!」
「¡Y deje de ser tan huraño! Un poco de amabilidad no le haría daño」
Ley y Selena no ocultaban su descontento. Gilbert era consciente de su mala reputación entre los nobles, pero la verdad era que nunca se había sentido cómodo con las formalidades de su clase. "Que hablen lo que quieran", solía pensar.
「¿Algún otro detalle que reportar?」
「Bueno... apenas logró tomar la mitad de la sopa. Dijo que ya estaba satisfecha...」
「Su cuerpo es pura piel y huesos. Aunque el baño debió causarle dolor, aguantó sin emitir un solo quejido」
「¡Hasta reprimía la tos tapándose la boca para no hacer ruido! Apenas pudo contener las lágrimas...」
Aunque estaban acostumbradas a tratar con damas maltratadas, el caso de Vanessa superaba todo lo imaginable.
(Conde Tinnar nunca tuvo buena reputación... pero ¿cómo permitió que llegara a este extremo?)
Gilbert se pasó una mano por la frente y dejó escapar un suspiro cargado de frustración.
Cuando Vanessa abrió los ojos, se encontró con una melena esponjosa de blanco dorado y unos ojos redondos y brillantes.
Sus pupilas rosadas, hermosas como gemas, la hipnotizaron. Ante ella había una muchacha tan delicada que parecía una muñeca. Aquellos ojos centelleantes reflejaban el rostro aún adormilado de Vanessa.
「¿...Un ángel?」
Al oírlo, la joven abrió los ojos desmesuradamente, sorprendida. Durante unos segundos, ambas se quedaron mirándose, aturdidas. Pero cuando Vanessa tosió, la desconocida frunció el ceño con preocupación.
「Ey, ¿estás bien?」
Una manita diminuta se posó en su mejilla. El frescor de esos dedos aliviaba el ardor de su piel enrojecida. ¿Se habrá dado cuenta de mi fiebre?, pensó Vanessa.
「Estoy bien. Gracias」
「...Bueno, me alegro」
repuso la chica, adoptando un gesto altivo que delataba su vergüenza. Verla actuar así resultaba tan enternecedor que Vanessa, aún medio dormida, no pudo evitar preguntar:
「¿Qué estabas haciendo?」
「Yo... vine a ver si tú... eres digna」
「¿Digna...?」
No había captado todas las palabras, pero ¿a qué se refería con "digna"? Incapaz de procesarlo, Vanessa esbozó una sonrisa instintiva.
「Jeje, qué empeño pones」
「...!」
La joven se quedó boquiabierta. Solo entonces Vanessa reparó en el lujoso vestido que llevaba y en cómo estaba sentada con formalidad en la silla.
(Un ángel que me habla con confianza... ¿Estoy en el cielo? Ah, claro... Debí morir por la enfermedad...)
La confusión mental hizo que sus recuerdos de la vida pasada emergieran con fuerza.
En Japón nunca conocí a una chica tan adorable, pensó Vanessa mientras contemplaba a la muchacha, que en su delirio le parecía un auténtico ángel. El vestido de encaje con motivos florales le daba un aire de muñeca occidental, y el tocado complementaba a la perfección su delicadeza.
「Ese vestido... es precioso」
「¿Eh...?」
「Eres tan linda... como una princesa de cuento」
Los recuerdos de su anterior vida acudieron a su mente: siempre había usado pijamas holgados, y aunque algunos eran bonitos, nada se comparaba a la elegancia de aquel atuendo.
La joven, quizás halagada, se llevó las manos al pelo con nerviosismo.
「¡N-no es para tanto! ¡No sabes con quién estás hablando...!」
Mientras Vanessa intentaba descifrar la identidad de esa criatura de cuento que asomaba desde su cama, unos golpes en la puerta precedieron la entrada de alguien más.
「¡Henrietta!」
「¡Oh no...! ¡Es papá!」
La chica bajó aprisa de la silla, haciendo ondular el blanco inmaculado de sus encajes. El recién llegado era Gilbert, con su bata de laboratorio y gafas, aunque un mechón rebelde le saltaba sobre la frente dándole un aire inesperadamente tierno.
(¿Henrietta?... ¿Dónde he oído ese nombre antes?)
A medida que la niebla mental se disipaba, la revelación la golpeó:
(Si Gilbert es su padre... ¡entonces es esa Henrietta!)
Henrietta. La hija del primer matrimonio de Gilbert.
En su vida pasada, Vanessa había sido su madrastra trágica, suicidándose ante sus ojos y sembrando en ella un trauma imborrable. Su muerte había sido el detonante del distanciamiento entre padre e hija.
Resultaba inconcebible que aquel ángel de sonrisa pura se convirtiera después en una villana.
「¿Cuántas veces debo decirte que no entres sin permiso en la habitación de una paciente?」
「¡No es ninguna paciente! Es... mi nueva... esto...」
El torpe titubeo de Henrietta solo acentuaba su aura angelical.
Pero antes de que Henrietta pudiera terminar su frase, Gilbert la reprendió con un severo:
「¡Henrietta!」
La niña bajó la cabeza, apretó con fuerza el ruedo de su vestido y lanzó una mirada cargada de reproche hacia su padre.
「¡Puaf...! ¡No quiero saber nada de papá!」
「¡Lady Henrietta, espere...!」
Ley salió corriendo tras la niña, que había abandonado la habitación con rabieta. Gilbert se dejó escapar un suspiro profundo, aunque Vanessa notó que las manos de la pequeña temblaban levemente al marcharse.
(¿Acaso su relación ya era tensa desde esta época...?)
Gilbert se dejó caer en la silla que Henrietta había ocupado momentos antes, llevándose una mano a la frente.
「Lamento el comportamiento de Henrietta」
「No... no es nada」
「¿Te... dijo algo?」
Ella negó con la cabeza. En realidad, había sido ella quien había molestado a la niña llamándola "ángel" sin miramientos. Si acaso, se sentía culpable por no haber sabido tranquilizarla.
「Últimamente se ha vuelto completamente rebelde」
confesó Gilbert, con voz cansada.
「............」
「No logro entender por qué」
Mientras escuchaba esas palabras cargadas de frustración, Vanessa dirigió la mirada hacia la puerta por donde había salido Henrietta. Con siete años, justo en esa edad difícil...
—No es ninguna paciente... Es mi... nueva, eso...
No podía adivinar qué había querido decir exactamente, pero estaba segura de que no era nada malo. Esa incógnita la intrigaba profundamente.
Gilbert, tras recomponerse, comenzó a interrogarla con tono profesional: ¿Había tomado la medicina? ¿Cómo estaba su tos y la respiración? ¿Notaba mejoría en la piel tras aplicar la crema? Tomaba notas meticulosas antes de quedarse absorto en sus papeles.
(Esto parece una consulta médica... ¿Una consulta?)
Ayer, sumida en el pánico, no se había dado cuenta, pero ahora lo veía claro: desde el principio, Gilbert había estado tratándola como un médico, no como un científico siniestro. Tal vez el descanso y la mente despejada le permitían verlo con claridad.
Todo ese discurso sobre "experimentos humanos"... ¿habría sido solo un malentendido? Quizás solo era un galeno haciendo su trabajo.
Y así, como por arte de magia, el miedo que Vanessa sentía hacia Gilbert comenzó a desvanecerse.
「Lord Gilbert... ¿acaso es usted médico?」
「Sí. O mejor dicho, lo fui」
respondió sin levantar la vista de sus anotaciones.
「¿...Lo fui?」
Gilbert continuó escribiendo, absorto en sus papeles, antes de explicar con voz distraída:
「Ahora, como Duque Shrieze, me dedico al desarrollo de mis tierras y al bienestar de mis súbditos... aunque este no es el momento para hablar de eso」
「...¿Eh?」
「¿Crees que podrías comer algo?」
Sus ojos rojos se clavaron en los de Vanessa. Ella llevó una mano al vientre. La verdad era que no sentía el menor apetito.
Al verla negar con la cabeza, el ceño de Gilbert se frunció aún más, haciéndose casi intimidante. Un suspiro audible escapó de sus labios. ¿Será por las raciones minúsculas que le daban en la Casa Tinnarl?, parecía pensar. Recordó que ayer apenas había tomado la mitad de la sopa.
(Pobre mujer... Quisiera comer más, pero mi estómago ya no tolera cantidades normales después de tanto tiempo pasando hambre...)
Lo entendía demasiado bien. En su vida pasada, los efectos secundarios de los medicamentos y su mala salud le habían arruinado el apetito. Sabía que preocupaba a los demás, pero su cuerpo simplemente rechazaba la comida.
Tal vez notando su confusión, Selena colocó una taza de sopa humeante en la mesilla. Un aroma reconfortante se esparció por la habitación.
「Empezaremos con cinco tazas de sopa al día」
「¿...Cinco?」
repitió Vanessa, atónita.
「¿Entendido? ¿Queda claro?」
「¡S-sí!」
El tono grave de Gilbert hizo que Vanessa asintiera repetidamente, casi mecánicamente. Al ponerse de pie, su figura alta y su mirada intensa parecían aún más intimidantes.
「Toma la medicina sin falta. Y aplica la pomada con frecuencia」
Presionándose el entrecejo, salió del tambaleándose de la habitación con paso inestable.
(Lo que dice tiene sentido... ¡pero qué manera más aterradora de decirlo!)
Esa actitud autoritaria era suficiente para hacer que Vanessa, acostumbrada al maltrato, entrara en pánico o se encogiera de miedo.
(¿Será que le caigo mal a Lord Gilbert?... ¿Estará enfadado porque no como bien? No lo entiendo...)
Mientras reflexionaba confundida sobre el comportamiento de Gilbert, Selena se acercó con cautela.
「Lady Vanessa... ¿me permitiría ser atrevida un momento?」
Vanessa dirigió su mirada a la seria expresión de Selena antes de asentir, preparándose para lo que vendría.
「Por favor, no malinterprete al maestro」
「¿Malinterpretar...?」
「No ha dormido ni un minuto desde anoche, preparado para actuar si ocurría algo con usted」
「¿Eh...?」
Las palabras la tomaron por sorpresa.
「Mientras dormía, preparó medicinas, dio instrucciones a los cocineros, atendió asuntos del feudo... Está algo tenso, pero no enfadado con usted」
「......」
「Suele ser malentendido. Es un hombre de pocas palabras, últimamente tiene roces con la pequeña Henrietta...」
Al escuchar que era incomprendido por su torpeza social, Gilbert comenzaba a parecerle diferente.
Pero Vanessa no entendía por qué se esforzaba tanto por ella, siendo prácticamente una desconocida. El motivo de tanta dedicación seguía siendo un misterio.
「¿Por qué Lord Gilbert se esfuerza tanto por mí?」
「Para él es algo natural. Además, con sus anteriores esposas también...」
Se interrumpió, llevándose una mano a la boca
「Disculpe, no debería hablar de esto」
Selena hizo una profunda reverencia, evitando continuar. Vanessa recordó lo que Selena le había contado: la primera y segunda esposa de Gilbert ya habían fallecido.
Pero al saber que él había sido médico y ver cómo la cuidaba ahora, las piezas comenzaban a encajar. Quizás todo eran solo suposiciones, pero al menos estaba claro que no hacía experimentos humanos. A lo sumo, preparaba medicinas...
「Selena, si no es mucha molestia... ¿podrías contarme sobre sus anteriores esposas?」
Los ojos de Selena se abrieron ligeramente. Vanessa razonaba que, entendiendo el pasado, se disiparían esos absurdos rumores sobre experimentos.
(Si le pregunto directamente a Lord Gilbert, seguro me dirá: "Ahora solo preocúpate por ti misma")
Además, con su humor hosco y autoritario de hoy, era mejor obtener respuestas de las sirvientas.
「Lady Vanessa... lo lamento, pero ahora no puedo hablar de eso」
respondió Selena con expresión tensa.
「¿Por qué no?」
「En este momento... debe concentrarse solo en su recuperación」
Su rostro mostraba una mezcla de preocupación y reticencia. Tal vez tenía razón —pensó Vanessa—. Aunque había descansado bien y se sentía más tranquila, no podía negar que justo ayer había intentado quitarse la vida.
Era comprensible que dudaran en compartir historias pesadas con alguien aún emocionalmente frágil.
「...Entiendo. Perdón por preguntar de repente」
dijo Vanessa, conteniendo su curiosidad.
「¡No, para nada!」
Selena negó con energía.
「Hablaremos cuando se sienta más recuperada」
「¿Cuando me recupere?」
「Sí. ¡Por ahora, enfoquémonos en recuperar sus fuerzas!」
Notó que Selena medía cada palabra con cuidado. Aun así, su tono optimista logró animar el ánimo de Vanessa.
「Jeje, gracias. Quiero mejorar pronto」
「Empecemos por aumentar poco a poco lo que come」
「Sí... cof, cof」
El exceso de conversación le provocó un acceso de tos. Selena, con movimientos expertos, sirvió agua de una jarra y se la acercó. Mientras la ayudaba a incorporarse, Vanessa sintió alivio al notar su mano cálida acariciando su espalda. Respiró hondo y bebió lentamente.
Qué raro... Antes cada respiro era una agonía, pero ahora me siento... tranquila.
Retomó la cuchara y probó la sopa, ya tibia. Su textura espesa resultaba fácil de tragar, y el dulzor natural de las verduras no irritó su estómago.
(Esto no tiene nada que ver con la Casa Tinnarl... Respiro mejor, la picazón ha disminuido... ¿Será por Lord Gilbert?)
Hoy, contra todo pronóstico, había vaciado el plato.
「¡Lady Vanessa, se lo terminó todo! ¡Es increíble!」
celebró Selena, radiante.
Hasta Ley, que acababa de entrar, pareció sorprendida. Selena, aún sonriendo, le indicó que retirara los utensilios.
(¿Tendrán miedo de que vuelva a clavarme una cuchara en la garganta?)
Era la explicación más probable. Para distraerla, Selena propuso: «Ahora, limpiemos su cuerpo». Parecía que tocaría aplicar otra ronda de crema.
No ardía, pero aún sentía un ligero escozor y tirantez. Contuvo el aliento mientras extendían la crema por todo su cuerpo, resistiendo esa desagradable sensación de piel estirada. Cuando terminaron, dejó escapar un suspiro de alivio. Los músculos, antes tensos, se relajaron. Quizás la crema sí estaba funcionando, pensó.
Siguiendo las indicaciones de Selena, se acostó obedientemente. Pero su mente volvió a Henrietta, a cómo la niña había asomado su rostro curioso junto a la cama. Sus ojos se posaron en el lugar donde la pequeña había estado sentada. ¿Qué la habría traído aquí? El calor de la sopa y la fatiga la arrullaban hacia el sueño, pero aún murmuró entre dientes:
「¿Estará bien Henrietta...?」
「...!」
Había cuidado a tantos niños en el hospital de su vida pasada que era casi instintivo. Aunque Gilbert se lo había prohibido, Henrietta vino a verla. Debía haber una razón.
(¿Por qué lo hizo? No era solo preocupación... había algo más.)
Sus párpados se hacían más pesados, pero antes de dormirse, atrapó un fragmento de lo que Selena musitaba:
「Si la señora logra unir al maestro y a la pequeña Henrietta...」
「Selena... ¿dijiste algo?」
「Nada. Descanse ahora」
Así pasaron los días. Una semana después de su llegada al ducado de Shrieze, Vanessa comprendió la verdad: no había experimentos humanos. Todo lo que Edith le había dicho era mentira.
Gilbert seguía siendo tan reservado como siempre. Hacía sus preguntas rutinarias —¿Cómo estaba su apetito? ¿Había mejorado la piel?—, anotando cada detalle antes de marcharse con la misma brusquedad de siempre. Luego reaparecía con nuevos frascos: «Prueba esto», decía, sin más explicaciones.
La crema que aplicaba diariamente en su piel fue haciendo milagros: poco a poco, el enrojecimiento y la picazón desaparecieron. Hubo días en que Vanessa se emocionaba al notar que ya no se le desprendían escamas ásperas.
Incluso la tos, esa tos desgarradora que la acompañaba en la Casa Tinnarl, comenzó a ceder. Le resultaba increíble. ¿Será que las medicinas de Gilbert son tan efectivas?
(Respirar es tan fácil ahora... Parece mentira. ¿Así se siente estar bien?)
Por primera vez en su vida, su cuerpo se sentía ligero, como si le hubieran crecido alas.
Hoy, por fin, dejó atrás la dieta de solo sopas y logró desmigar un trozo de pan. El dulzor del trigo se expandió en su boca, y antes de darse cuenta, exclamó:
「¡Está... está delicioso!」
「Jeje, hay más si quiere」
dijo Selena, radiante.
「Creo que no podré con otra porción」
「¡Tiene que recuperar el apetito!」
「¡Nos preocupa verla tan delgada!」
Ambas no se separaban de su lado. Gracias a ellas y a Gilbert, pensaba Vanessa, estoy volviendo a ser yo misma. Pero esa misma gratitud se convertía en culpa: cada vez que intentaba ayudar en algo —recordando sus días como sirvienta en la Casa Tinnarl—, Ley y Selena fruncían el ceño.
「¡Aún no está recuperada del todo!」
「¡Descanse, por favor!」
Hasta que Gilbert, con una expresión aterradora, zanjó el asunto: «Ahora lo prioritario es su reposo». Ante aquel rostro impasible, Vanessa no tuvo más opción que asentir.
Pero algo en su pecho seguía inquieto, como una niebla espesa que no se disipaba.
⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅
Pasó otra semana, Vanessa ya disfrutaba de tres comidas completas al día, ¡incluso postres y bocadillos! Cada bocado era una revelación para ella, que solo conocía las sobras de pan y verduras de su vida anterior.
「¡Esto es... increíble!」
Las lágrimas le brotaban sin control con cada sabor nuevo. Por primera vez, podía comer cosas grasosas o dulces sin sentir náuseas. Aunque todavía no toleraba grandes cantidades, el mundo se le antojaba ahora un lugar lleno de posibilidades. Los chefs, Rei y Selena no podían evitar emocionarse al ver su asombro infantil ante cada plato.
Pero tanta generosidad terminó agobiándola.
(Recibo tanto y no doy nada a cambio......)
Esa sensación le resultaba familiar, incluso de su vida pasada. Finalmente, se armó de valor y confrontó a Gilbert:
「¿Por qué insistes tanto en trabajar?」
preguntó él, clavando en ella sus ojos escarlata.
「¡Porque no puedo seguir aceptando todo sin devolver nada!」
respondió Vanessa, apretando los puños.
「Quiero ser útil... ¡necesito contribuir!」
Su rutina actual —comer y dormir— le parecía indignante. Anhelaba moverse, explorar la mansión bajo el sol, sentirse viva. La mejoría física avivaba su deseo de libertad.
(¡Hay tantas cosas que quiero hacer ahora que estoy bien!... Pero primero debo corresponder a su bondad.)
Ya no se intimidaba ante la mirada gélida de Gilbert. Sabía que, tras esa fachada, se escondía una profunda ternura.
Durante esas dos semanas, Vanessa había sido atormentada por pesadillas en varias ocasiones.
Cada vez que despertaba, Gilbert la estaba mirando.
「… ¿Estás bien?」
Ella asentía, y él, con una sonrisa aliviada, respondía: '… Me alegro'
Le enjugaba el sudor de la frente y se quedaba a su lado hasta que lograba calmarse.
Pero había algo en su expresión que la dejaba con un sentimiento extraño.
Al principio, pensó que era porque se parecía a Profesor Ren.
Sin embargo, poco a poco, no podía evitar pensar en Gilbert y su devoción.
「Es solo que estoy débil, física y emocionalmente」
intentaba convencerse, pero cada vez que se daba cuenta, volvía a pensar en él.
Y al ver esas ojeras marcadas en su rostro, no podía evitar preocuparse.
Quiero hacer algo por él. Era natural sentirse así, ¿no?
Pero Gilbert nunca le daba permiso.
「Bueno… Está bien. Cambiemos de método」
「¿De método?」
「Vanessa… Tú eres mi esposa」
「… ¿Eh?」
Las palabras de Gilbert la tomaron por sorpresa, y sus ojos se redondearon. Jamás imaginó que él le diría algo así.
(¡Ah, es verdad! Yo me casé con Gilbert… Como hasta ahora solo éramos paciente y médico, lo había olvidado por completo.)
Pero él mismo le había dicho que no la trataría como a una esposa.
'Aunque estamos casados formalmente… no tienes que pensar en eso'. Recordaba bien esas palabras.
「¡Pero usted dijo que, aunque estuviéramos casados formalmente, no debía pensarlo así!」
「Eso fue porque estabas en ese estado, ¿no? Nunca dije que no te trataría como esposa. Solo quise decir que entonces no era momento para preocuparse por eso」
「…!」
「Si te malinterpreté, lo lamento. No quise confundirte」
Por fin entendió lo que Selena decía sobre él: «Es fácil malinterpretarlo», «no sabe expresarse».
Y al saber que no la había rechazado como esposa, Vanessa sintió una alegría inmensa.
「Además, las tareas que quieres hacer, como limpiar o lavar, son trabajo de las sirvientas. A partir de ahora, deberás comportarte como la duquesa que eres, ¿no crees?」
「… ¡!」
「¿Vanessa…?」
Ella no podía disimular su confusión.
Que Gilbert le dijera algo así, sumado a sus recuerdos de una vida pasada sin experiencia en el amor y a lo poco acostumbrada que estaba a la bondad ajena, hacía que no pudiera evitar alterarse.
(¡No…! No puedes enamorarte tan pronto…!)
El rostro de Vanessa se enrojeció por completo, haciendo que Gilbert apartara la mirada con incomodidad.
(¡Un matrimonio que solo soñé... y mi esposo es Lord Gilbert!)
Mientras Vanessa se emocionaba en silencio, de pronto cayó en una terrible realización:
(Yo... ¿acaso no soy digna de Lord Gilbert?)
Había pasado días enteros dedicada a limpiar y lavar ropa. Aunque, tras vivir escondida en almacenes, apenas conservaba los conocimientos propios de una dama noble. No sabía nada de nada.
「Lord Gilbert... lo siento mucho」.
「...?」
「No soy digna de ser duquesa. No sé... absolutamente nada」
Vanessa se hundió al pensar que no sería de utilidad para Gilbert. Pero entonces, él tomó su mano con suavidad, como queriendo animarla.
「¿Lord Gilbert?」
「No hay prisa. Tienes todo el tiempo que necesites」
「... ¿Eh?」
Vanessa lo miró fijamente. Gilbert tenía una expresión amable pero levemente triste, como nunca antes le había visto.
「Este es tu nuevo hogar, Vanessa」
「... !」
El corazón de Vanessa latió con fuerza. Su cabello plateado se meció suavemente, y entre sus largos flequillos, sus ojos rojos reflejaban su perplejidad.
「¿Lord Gilbert...?」
「No hace falta que pienses en nada ahora. Come bien y descansa」
Vanessa asintió levemente. Sentía como si él la hubiera envuelto en sus palabras con facilidad. ¿Será esto la seguridad de un adulto?
(Creo que Lord Gilbert tiene 29 años... Sí, se nota esa madurez.)
Pero si seguía así, acabaría pasando todo el día en la cama de nuevo. Al menos quería permiso para pasear, así que detuvo a Gilbert cuando este se disponía a salir.
「¡Uhm, Lord Gilbert...!」
「¿Qué ocurre?」
「¿Podría... salir a pasear pronto?」
「... Muy bien. Pero lleva a Selena o a Ley contigo」
「Entendido」
Los ojos de Vanessa brillaron al instante. ¡Si le permitían pasear, ya no estaría encerrada en la habitación! Juntó las manos, radiante de alegría, y Selena, a su lado, sonrió: "Qué bien".
「Gracias, Lord Gilbert」
「... !」
Vanessa le dedicó una sonrisa luminosa. Él asintió en silencio y abandonó la habitación.
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