La Princesa Monstruosa 84
Nuevos comienzos y emociones profundas (5)
"¿Qué estáis haciendo? Comed todos antes de que se enfrÃe la comida".
El almuerzo ocasional de la familia real.
"..."
"..."
Pero hoy, el ambiente en el comedor era muy frÃo.
Incluso cuando el emperador Cedric instó a la gente a comer, nadie levantó fácilmente la mano. Esto se debÃa a que hoy habÃa un objeto extraño encajado en la mesa del almuerzo que no deberÃa haber estado allÃ. Era la misma Cuarta Princesa Judith.
Imposible. ¿Por qué está esa cosa aqu�
'No me gustaba sólo porque la Hermana Arbella iba por ahà llevándola, pero ahora incluso por parte de padre...'
Hoy, Judith habÃa sido convocada a este almuerzo por primera vez, porque por fin habÃan terminado las diversas indagaciones que se realizaban en el Salón de la Noche Blanca.
Era realmente asombroso que un dÃa, el poder mágico de Judith se volviera de repente tan poderoso que superara al de la mayorÃa de las princesas y prÃncipes. Era difÃcil de creer que la cantidad de poder mágico, que era tan débil que podrÃa o no haber existido antes, pudiera saltar asà en un instante.
Además de eso, el Salón de la Noche Blanca confirmó el núcleo mágico situado en el corazón de Judith, añadiendo a las noticias que posiblemente podrÃa tener un segundo despertar de nuevo. Por supuesto, aún no lo sabÃan, pero les dijeron que si volvÃa a experimentar tal despertar, entonces poseerÃa un nivel de poder mágico que casi rivalizarÃa con el de Arbella.
Por este motivo, el emperador Cedric invitó por primera vez a Judith, a la que hasta ahora habÃa descuidado, a la mesa de la cena imperial. Esto significaba que Judith, que hasta ahora habÃa sido el único miembro de la familia real dejado de lado, serÃa tratada mejor que antes.
Sin embargo, esto era inaceptable para los demás miembros de la familia real.
"..."
"..."
En particular, los ojos de la emperatriz y las reinas que miraban a Judith eran frÃos.
"..."
Judith todavÃa parecÃa como si esta posición era inconveniente.
"Parece que hoy el jefe de cocina ha demostrado sus habilidades al máximo".
En medio de este torbellino, la Primera Princesa Arbella fue la primera en levantar un plato después del Emperador Cedric. Los demás miembros de la realeza la miraron con incredulidad.
Arbella movió las manos y la boca con serenidad en medio de las miradas de todos.
"Este es un plato de almuerzo para disfrutar con un tiempo como el de hoy. No es demasiado pesado, sino razonablemente refrescante".
"SÃ, y el aperitivo es maravillosamente fragante".
El sonido de la tranquila conversación entre el emperador Cedric y Arbella resonó en el silencioso comedor.
"... uf".
Judith, que inhaló profundamente una vez, luego movió la mano.
"..."
"..."
El aire del comedor se volvió aún más frÃo.
Pero Judith no se encogió por miedo a las miradas penetrantes.
Su mirada inquieta siguió a Arbella una vez desde su distante asiento superior, pero tras comprobar su apariencia aparentemente apacible, el rostro de Judith también se ensanchó.
Desgraciadamente, Arbella no veÃa a Judith y no podÃa establecer contacto visual con ella, pero el mero hecho de estar en un asiento donde podÃa alcanzar su lÃnea de visión de esta forma parecÃa aportar estabilidad a su mente.
Sorprendentemente, la emperatriz Charel fue la siguiente en sostener los platos en sus gráciles manos.
Las demás reinas esperaban que la emperatriz se volviera contra el emperador y al menos dijera unas palabras, pero sus miradas parecÃan sorprendidas por el inesperado giro de los acontecimientos.
Pronto las reinas también empezaron a comer con el rostro endurecido, y los demás prÃncipes y princesas, que seguÃan dando rodeos, movieron las manos de uno en uno o de dos en dos.
El emperador Cedric pareció complacido al ver que el almuerzo comenzaba sin más protestas, tal como habÃa deseado.
"Hmmm, ahora que lo pienso, ¿hace diez años que el palacio de la Cuarta Princesa no se gestiona como es debido?".
Al cabo de un rato, el emperador Cedric hizo un comentario de pasada a Judith.
"Recuerdo que tenÃa un aspecto bastante destartalado la última vez que lo vi. Parece que estarÃa bien poner en orden el palacio después de tantos años".
Las expresiones de los rostros de los demás miembros de la familia real se tornaron sutiles al oÃr estas palabras.
Arbella resopló en voz baja.
"¿Cuándo fue la última vez que vio ese palacio en mal estado?".
Estaba claro que el emperador Cedric habÃa olvidado en la más absoluta oscuridad que Arbella incluso habÃa pedido permiso en persona hacÃa cuatro años para tocar el Palacio FrÃo de Judith.
"La hermana Arbella ya lo ha reparado antes y lo ha decorado de nuevo".
Judith respondió a Cedric, permaneciendo en silencio.
"¿S� ¿Lo hizo?"
"SÃ, padre. Desde hace cuatro años, he dado instrucciones a las sirvientas para que se encarguen del palacio de Judith."
"Ejem. Ya veo. Como pensaba, la Primera Princesa es muy considerada".
El Emperador Cedric pareció un poco avergonzado cuando las palabras que habÃa recortado se desvanecieron al usar su buen corazón de cierta manera excepto para la persona misma.
"... Kahem, kahem".
Tosió sin motivo y continuó de nuevo.
"El palacio es ahora un palacio. La Cuarta Princesa nunca ha tenido un maestro adecuado. Creo que serÃa una buena idea aprovechar esta oportunidad para aprender los fundamentos uno por uno."
"La hermana Arbella ya me ha enviado antes un profesor especializado. Ya he aprendido la etiqueta imperial básica, la cultura básica y todas las demás materias generales que estudian los demás prÃncipes y princesas."
"¿En serio...? Con razón tu aspecto no era tan malo como pensaba".
De nuevo, las palabras de Cedric fueron inútiles.
"..."
"..."
El ambiente en el comedor era aún más extraño.
El primer prÃncipe Ramiel sonreÃa como divertido por la situación.
Tal vez fuera su imaginación, pero la voz de Judith parecÃa cada vez más frÃa y seca al responder a Cedric.
El emperador Cedric parecÃa pensar que Judith se conmoverÃa con sus palabras y que los demás miembros de la realeza se maravillarÃan de su benevolencia. Sin embargo, parecÃa un poco ofendido por la diferente realidad de su imaginación.
"¿Se ha formulado correctamente el presupuesto para el Palacio de la Cuarta Princesa? A partir de ahora, realizarás algunas actividades externas, por lo que deberÃas prestar atención a mantener tu dignidad. Creo que también deberÃamos pedir a la sastrerÃa que visite el Palacio Imperial de la Cuarta... ¿Quizá esto también se haya discutido ya?".
"Todo lo que acabas de decir también fue hecho por la Hermana Arbella...."
Cuanto más decÃa Cedric palabra por palabra, más se revelaba lo indiferente que habÃa sido con Judith hasta el momento.
Trató de ver lo que habÃa dentro, pero el Emperador Cedric, perdiendo la cara, no pudo ocultar su disgusto y dejó escapar otra tos pesada.
"Ejem. Después de todo, la Primera Princesa es mi primera hija, ¿no? No puedo creer que cuidara tan bien de su hermano menor mientras yo estaba demasiado ocupado gobernando Kamulita como para preocuparme del Palacio Imperial. Es la hija más fiable que he tenido nunca".
ParecÃa saber que su indiferencia al menos lo descalificaba como padre, ya que hizo hincapié en que era el emperador quien estaba ocupado gobernando el paÃs.
"Padre, siempre he estado preocupada por Judith desde hace mucho tiempo".
Arbella dijo al emperador Cedric con una sonrisa en los labios.
"Cuidaré bien de Judith en el futuro, como hago con mis otros hermanos, asà que no te preocupes padre, y concéntrate en tus asuntos polÃticos".
"SÃ, eso es muy tranquilizador por tu parte".
Asà pues, una vez terminado el almuerzo, incómodo incluso para el emperador, llamó a Arbella.
"Primera Princesa, venga un momento a mi despacho".
Poco después, cuando Arbella acudió a su despacho como se le habÃa ordenado, el emperador Cedric preguntó.
"¿Qué hay de la investigación que mencionaste antes?".
Sorprendentemente, se referÃa a Gerard.
"Dijiste que ibas a estudiar las longitudes de onda mágicas de tu caballero subordinado e intentar crear una fórmula mágica para curar tu enfermedad".
No recordaba nada de lo que le habÃa contado sobre Judith hacÃa cuatro años, pero debÃa de estar encantada de tener un emperador que recordara esas cosas...
"Pensé que lo habÃas puesto a tu lado simplemente con fines experimentales, pero cuando lo vi esta vez, me sorprendió descubrir que era un excelente caballero subordinado".
"Experimental no es una elección muy elegante de la palabra".
Era una idea naturalmente inadecuada para Arbella, que en realidad habÃa sometido a Gerard para utilizarlo como ofrenda.
Pero, siendo la persona benevolente y de corazón duro que era, chasqueó la lengua con sinceridad y frunció el ceño ante las indignas palabras del emperador.
Pero Arbella, cuya expresión cambió rápidamente, replicó.
"TodavÃa es un trabajo en curso. Por mucho que sea yo, no es tan fácil desarrollar rápidamente una fórmula para curar la fiebre de los magos".
'Por cierto, creÃa que te habÃas olvidado de ti, ya que no me diriges la palabra desde hace cuatro años'.
Si hubiera sido más joven, habrÃa pensado que su padre seguÃa preocupándose por ella a su manera, pero Arbella ya no era tan ingenua. Por supuesto, en el pasado, Marina, la ayudante de campo más cercana a Arbella, le habÃa dicho: "No insultes a una persona pura", pero daba igual.
"Aún asÃ, hay una mejora gradual. De hecho, mis sÃntomas no son mucho peores que hace cuatro años".
Arbella miró atentamente la cara del emperador Cedric cuando se encaró con ella. Luego, como de costumbre, habló con aspecto confiado y relajado.
De hecho, su enfermedad empeoraba de forma cada vez más evidente, pero ella ocultaba la verdad, incluso a su padre, el emperador. Para Arbella, esto se debÃa a que no era un padre amable al que pudiera confiar todas sus debilidades y derramar lágrimas mientras mostraba su debilidad.
El emperador Cedric, que la miraba con ojos similares a los de Arbella, ya se frotaba la barbilla.
"Hmmm, ya veo... Me alegra saber que te estás recuperando. Sigue asÃ. Como pilar de Kamulita, debes mantener tu posición lo más firmemente posible durante el mayor tiempo posible".
Pero al salir del despacho del emperador, Arbella se sintió mal.
"¿Durante el mayor tiempo posible?
Era como si ya hubiera asumido que Arbella morirÃa sin poder disfrutar necesariamente del torreón.
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