La Princesa Monstruosa 77
Un dÃa la monstruo dijo (2)
"¡De ninguna manera, date prisa y ponte en contacto con la Sala de la Noche Blanca...!"
El mago, que habÃa estado dando vueltas hablando consigo mismo, salió corriendo hacia el almacén.
Miraba por la ventana como poseÃdo por un pilar de luz púrpura.
Era la primera vez que veÃa rastros reales de las artes prohibidas tan de cerca.
'Tras el despertar de Judith, que recientemente habÃa perturbado mi mente, y viendo asà las artes prohibidas que podrÃa usar en el futuro, de alguna manera sentÃ...'
Lo quisiera necesariamente o no, sentà que los pensamientos implacables creados por el otro lado del mundo me habÃan atrapado y no me dejarÃan ir.
Originalmente, los criminales que usaban las artes prohibidas en Kamulita debÃan ser manejados por el Salón de la Noche Blanca, una institución imperial de magos noveles. Asà que si hacÃa un mal movimiento, podrÃa meterme en problemas...
Pero mi interés por las artes prohibidas me motivaba.
"Princesa".
Asà que miré por la ventana y estaba a punto de usar mi magia de movimiento sin pensar cuando de repente un calor cayó sobre el dorso de mi mano.
Una voz grave se extendió hasta mi oÃdo. Mi mirada se dirigió naturalmente hacia la voz familiar que me llamaba.
Gerard, que habÃa entrado en la biblioteca antes de que me diera cuenta, estaba de pie cogiéndome de la mano.
"¿Adónde piensas ir sola?".
De nuevo la pregunta en voz baja envolvió el lóbulo de mi oreja. Ahora que lo pensaba, se oÃa un fuerte sonido de alarma dentro de la biblioteca. Era el sonido que sonaba cuando entraba alguien que no cumplÃa los requisitos.
Sin embargo, era extraño que apenas reconociera ese ruidoso sonido de alarma y sólo oyera la voz de Gerard, que no era tan alta.
Pude ver el pelo de Gerard revuelto mientras corrÃa apresuradamente hacia donde yo estaba. Pero sólo sus ojos brillaban con un fulgor cada vez más fuerte.
"¿No me digas que ahora vas para allá?".
Gerard también parecÃa haber sido testigo del insólito fenómeno que se producÃa al otro lado de la ventana. También parecÃa saber que estaba a punto de utilizar magia de movimiento.
Al instante nuestras miradas se cruzaron y Gerard me agarró la mano con más fuerza. Vi en sus ojos, mientras nos mirábamos de cerca, que ahora querÃa lo mismo que yo.
"Si te vas, llévame contigo.
En el momento en que su susurro resonó en mi oÃdo, utilicé inmediatamente la magia para moverme hacia el lugar donde se extendÃa la luz ominosa.
***
Llegamos a una vieja mansión. El edificio seguÃa cubierto por una intensa luz.
Si habÃa alguna señal de peligro, iba a marcharme. Sin embargo, mirando el estado de la magia, parecÃa que por alguna razón, la fórmula mágica se habÃa detenido sin más progreso. Asà que entramos en el edificio. Por supuesto, habÃa una doble capa de protección alrededor, pero la toqué suavemente y se rompió.
"Muy tranquilo."
Todo estaba tranquilo, como si no hubiera ratas.
"Yo iré delante".
Una vez dentro del edificio, Gerard caminó delante de mÃ.
Vigilé su espalda en silencio. Viendo que estaba dispuesto a seguirme hasta tan lejos, parecÃa que Gerard también estaba interesado en las artes prohibidas. Desde luego, dado su origen, era natural.
Mi humor fue decayendo mientras observaba la espalda de Gerard.
'...¿Le he traÃdo aquà sin motivo?'
Por alguna razón, cuando le miré a los ojos, no pude decir que no. Pero ahora me arrepiento un poco de no haber venido sola.
Pero no importaba lo que estuviera pensando en mi mente, Gerard se acercaba gradualmente al centro de la tormenta donde la magia ominosa se movÃa silenciosamente. Finalmente, llegué a mi destino y, de repente, Gerard, que iba delante de mÃ, se detuvo en seco.
La espalda de Gerard me impedÃa ver el interior de la habitación, asà que me giré suavemente sobre un costado. Inmediatamente después, levanté las cejas involuntariamente.
'Es la primera vez que lo veo en persona, ¿pero esto es arte prohibido?'.
Por supuesto, conocÃa parte de la teorÃa, pero verlo asà en persona era una sensación muy diferente de lo que habÃa leÃdo en los libros. El olor a sangre que llenaba la habitación fue lo primero que me puso de mal humor.
El cÃrculo mágico que cubrÃa el suelo parecÃa pintado con sangre. En una esquina pude ver los cadáveres de una cabra y un ciervo. HabÃa diferentes fórmulas mágicas y ofrendas para cada arte prohibido, pero parecÃa que este arte prohibido requerÃa tales animales.
Pero ahà no acababa la historia. Un niño yacÃa muerto en el cÃrculo mágico. ParecÃa haber sido herido en alguna parte, y también podÃa ver sangre fluyendo de su cuerpo, y su ropa estaba mojada. Una última mirada alcanzó al hombre de mediana edad y pelo castaño que sostenÃa al niño. De sus ojos desenfocados caÃan lágrimas a borbotones.
"¿Has venido a... cogerme?".
De repente, el hombre de mediana edad abrió los labios y dejó escapar una voz áspera y quebrada.
"Prefiero que me mates de una vez por todas".
Estaba segura de que podÃa ver lo que nos decÃa a Gerard y a mÃ, pero su mirada permaneció todo el tiempo fija en el chico que colgaba de sus brazos. Y tuve que sentir que se me atragantaban las palabras mientras el hombre continuaba.
Seguramente sacrificar a este niño para completar esta magia... Más bien querÃa morir desesperadamente porque no podÃa perdonarme haber intentado hacer algo menos que una bestia".
¿No me digas que intentaste sacrificar a ese niño por las artes prohibidas? ¿Pero al final no pudiste hacerlo y la magia se detuvo a mitad de camino?
Hablando con franqueza, me decepcionó un poco. Me habrÃa gustado ver que la magia triunfaba decentemente o fracasaba por completo. De ser asÃ, querÃa saber qué pasarÃa.
De todos modos, parecÃa que tenÃa que capturar al hombre y atarlo con una cadena mágica.
¿Hm? Por cierto, ¿qué...?
'Parece que Gerard se ha quedado quieto sin moverse en absoluto desde hace un rato'.
De repente, me sentà extraño y giré la cabeza. Y no pude decir más a la cara de Gerrard, que no tardó en aparecer.
¡Bang!
Entonces, varias personas irrumpieron en la puerta.
"¡Tú! El pecador que no tiene miedo y usa la técnica prohibida es inmediatamente... ¡eh!".
Viendo sus atuendos, parecÃan guardias de la capital despachados. Pensé que la gente de la Sala de la Noche Blanca saldrÃa enseguida, pero supongo que llegan tarde.
"¡Oh, vaya! La 1ª princesa ya está aquÃ!"
Me reconocieron en cuanto vieron mi cara.
"Gracias por su ayuda. Tomé medidas ligeras ya que mi caballero y yo estábamos en las cercanÃas, pero confiaré en ustedes para limpiar después".
Les expliqué brevemente la situación, les dejé hacer el resto del trabajo y salà de la habitación, cogiendo el brazo de Gerard entre los mÃos.
"¿Estás bien?"
comprobé con Gerard mientras caminaba por el pasillo.
"Estoy al..."
Gerard respondió por reflejo a mi silenciosa pregunta. Pero estaba tan ahogado que ni siquiera pudo terminar bien la breve respuesta.
Gerard, que habÃa estado caminando inercialmente, tirado de mi mano, se detuvo de repente. TenÃa la cara clavada en el suelo, inmóvil y tan pálida y rÃgida como nunca la habÃa visto.
Al hacerlo, Gerard levantó la única mano que no estaba cogida por mà y se cubrió la cara. Sus ojos aparecieron entre los dedos y se agitaron sin rumbo, como si algo le hubiera golpeado con fuerza.
"Gerard..."
Intenté preguntarle por qué demonios estaba haciendo eso, pero por alguna razón, la expresión de la cara de Gerard no salÃa fácilmente de mi boca.
Oà pasos que se dirigÃan hacia mà y tiré de Gerard hacia la esquina del pasillo.
Gerard se tambaleó y fue arrastrado por mÃ. Me mantuve quieta en la esquina para evitar las miradas de la gente, con la intención de pasar a un asiento cuando Gerard se calmara un poco. Pero en cuanto entré en la esquina del sombrÃo pasillo, el cuerpo tambaleante de Gerard se apoyó en mÃ.
Mi espalda chocó contra la pared, empujada por el peso extra de su enorme cuerpo. Solté un gemido involuntario.
"Pesas mucho..."
"Espera..."
Murmuró Gerard como pidiendo comprensión.
"Espera un momento..."
La voz apretada se cerró.
El aliento esparcido en mi oreja era húmedo. La forma en que frotaba su cabeza superficialmente contra mi cuello era como la de un perro grande necesitado de calor humano.
No sabÃa por qué demonios estaba asÃ.
'No puedo evitar pensar que el lugar de las artes prohibidas le recordaba a su padre...'
Mis labios estaban calientes mientras sentÃa cada centÃmetro de mi corazón.
Como de costumbre, podrÃa haberle dicho "tonto", un comentario sarcástico, y luego ignorarlo. Pero por alguna razón, ahora no podÃa hacerlo.
Levanté la mano y la volvà a bajar. PodrÃa haberle dado una palmada en la espalda para consolarlo, pero no lo hice. Me quedé quieta, escuchando la respiración de Gerard.
Lo sabÃa... SabÃa que no debÃa haber traÃdo a Gerard aquÃ, y el pensamiento volvió a entrar en mi mente.
La imagen del chico tendido en el suelo de la habitación donde acababa de ver al mago se desdibujó ante mis ojos. Por un momento, el chico pelirrojo que habÃa visto por primera vez en el bosque cuatro años antes yacÃa encima de él.
Mi mano, que habÃa estado rozando el aire, se tensó suavemente.
Ahora tengo 18 años...
¿Cuánto tiempo más podré pasar con este chico?
Pensando esto, sólo pude rodearlo con la punta de los dedos y abrazarlo.
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