La Princesa Monstruosa 72
Caballero de Arbella (4)
"¡Ya es la final! ¿Quieres apostar?"
"Ni siquiera menciones mis apuestas. Pensé que serÃa divertido ver cómo apostaban al ganador en el público de abajo en la primera ronda, pero ahora estoy completamente arruinado."
"Lo puse en el caballero patrocinado por el Marqués Graham, pero casi pierde antes de ganar. DeberÃa habérselo puesto a los caballeros de armadura negra"
Arbella sonrió para sus adentros mientras escuchaba la conversación entre la princesa y los prÃncipes.
"Sólo ha habido tres personas que hayan jugado con el Caballero de la Armadura Negra desde la primera ronda, lo que significa que si gana el torneo, tendrá la mayor proporción de pagos de la historia"
"Fui yo quien tuvo la previsión de hacerlo"
"Disculpe, hermana"
De repente, Judith, que estaba a su lado, se inclinó hacia Arbella y le susurró al oÃdo.
"La apuesta que predice los candidatos al campeonato que las otras princesas, los prÃncipes, han mencionado... De hecho, he estado apostando por el caballero de la armadura negra desde la primera ronda".
Si Arbella estuviera bebiendo té entonces, podrÃa haber vomitado té por la boca sin dignidad.
"¿Qué?"
Miró asustada a Judith.
"No, ¿qué viste que te hizo gastar tanto dinero en mi, no, en el caballero de la armadura negra tan pronto?".
"En realidad, me habÃa perdido intentando ir al lavabo un rato antes de la convención. Me encontré con él esa vez, y me dio indicaciones... Asà que me di una vuelta sólo por diversión".
Judith sonrió tÃmidamente.
Mientras tanto, le dijo a Arbella con un brillo en los ojos.
"¡Si consigo mucho dinero, te compraré todo lo que quieras!".
Aún asÃ, estaba claro que el dinero que Judith apostaba y recibÃa de vuelta estaba al nivel del olfato de un niño para el dinero en la posición de Arbella.
¿Y quién sino Arbella aceptarÃa la ayuda de una joven princesa imperial que ni siquiera podÃa comprar lo que querÃa?
Pero aún asÃ, ver a Judith en un estado tan alegre y boyante le dio ganas de darle una palmadita en la cabeza por alguna razón. Asà que Arbella, mientras pensaba, alborotó el pelo de Judith con las manos. Fue una ventaja añadida que Cloe se agitara de celos a su lado y tuviera que darle las mismas palmaditas en la cabeza.
"¡Que empiece ya la final!".
Al cabo de un rato, dos finalistas aparecieron en el campo.
"Entonces escuchemos unas palabras de los candidatos al campeonato antes del partido final".
En primer lugar, se le dio la oportunidad a Walson Fabella.
"¡Sin duda ganaré!"
A juzgar por la mezcla de bravuconerÃa que habÃa mostrado en cada uno de sus encuentros anteriores, cabrÃa esperar que actuara de la forma más pomposa posible en la final, pero su actitud era sorprendentemente seria.
A continuación, el caballero de la armadura negra se quitó el casco por primera vez.
Una figura familiar apareció en los ojos de Arbella.
Cuando sacudió la cabeza y agitó su retorcida melena pelirroja, estalló una sonora ovación desde las gradas. Era natural, ya que era la primera vez que el famoso caballero de la armadura negra mostraba su rostro.
"¡¿Oh, qué es eso...?! ¡E-e-eso! ¡¿Ese caballero negro era tu caballero?!".
En ese momento, el grito sobresaltado de Cloe resonó en las gradas reales.
Judith también puso los ojos en blanco y miró a Arbella.
La familia real y los nobles que se habÃan fijado en Gerard estaban muy alterados.
Si antes sus ojos sólo estaban llenos de sentimientos negativos hacia Gerard, ahora estaban llenos de una mezcla de emociones.
La mayor de ellas era la conmoción y la sorpresa. Algunos de los nobles estaban asombrados por el crecimiento de Gerard, y algunos apostantes miraban a Gerard de arriba abajo como para calibrar sus posibilidades de ganar.
También habÃa gente que alborotaba la cara de Gerard como si fueran doncellas reales. Junon Graham, que estaba sentado en la sección más aristocrática, saltó de su asiento involuntariamente en cuanto vio a Gerard.
Arbella disfrutó lentamente de las miradas que le llegaban de todas partes.
'Vaya, mi niño ha crecido bien. ¿No es todo gracias a esta princesa que lo ha criado tan bien?".
No se olvidó de elogiarse a sà misma por su propia capacidad para criar recursos humanos.
Como dijo Cloe, ésta era la primera aparición oficial de Gerard en este torneo. También era la ocasión de exhibirlo por primera vez ante el público imperial visitante.
HabÃan pasado cuatro años desde que empezó a criar a Gerard, asà que ya era hora. Por poco que poseyera durante un tiempo, todas las cosas de Arbella tenÃan que ser las mejores.
Esto era algo bueno para Gerard. Después de hoy, aquellos que por descuido le ignoraban y menospreciaban desaparecerÃan.
Pronto Gerard levantó su espada como si estuviera haciendo el juramento de un caballero mientras miraba a Arbella.
"Dedicaré mi victoria a mi maestra, la Primera Princesa".
Cuando sonó la señal de salida, dos personas se movieron casi simultáneamente.
¡Chaenggang!
Pronto, un deslumbrante destello de luz rompió el cielo con un agudo ruido que resonó enormemente.
"¡Felicidades, Primera Princesa!"
"Tu caballero subordinado era muy fuerte".
"No esperaba que ganara siquiera, después de todo, parece que el caballero fue recogido directamente por la Primera Princesa".
Una vez terminada la competición, escuché las declaraciones de felicitación que me llovÃan con ánimo renovado.
Antes, incluso el emperador me miró con extrañeza y dijo: "Tu caballero subordinado es más útil de lo que esperaba".
"Hermana, no sabÃa que el caballero de la armadura negra era tu caballero subordinado".
Me dijo Judith, todavÃa asombrada.
"Lo sé, a mà también me sorprendió oÃr que habÃas apostado antes por Gerard".
Incluso me pregunté por un momento si ella habrÃa sentido algo, ya que él era el que en un principio estaba destinado a convertirse en caballero de Judith.
"Yo también, princesa. Cómo puedes ocultármelo asÃ...".
Desde detrás de mÃ, oà a Marina murmurar enfáticamente y en voz baja. El golpe mental pareció extraordinario cuando supo que el caballero de la armadura negra era Gerard.
"¡Oh, Marqués Graham!"
Al hacerlo, descubrà al marqués Graham, que experimentaba enormes dificultades para controlar su expresión.
En un momento asÃ, no puedo dejar al marqués solo y solitario.
"El caballero que usted patrocinó. Es una lástima. Hablaste tan elogiosamente de su victoria".
Rasqué el corazón del marqués Graham con una sonrisa pesarosa.
"Por supuesto, la fuerza de ese caballero no era mala, pero mi caballero era demasiado fuerte para él. No esté tan triste, marqués".
"SÃ... felicidades... por ganar... el campeonato".
Esta vez, Marquis Graham también recibió un duro golpe y apretó los dientes y apenas me felicitó. Sus últimas palabras fueron "Felicidades". Incluso le oà decirlo.
Marquis Graham parecÃa muy avergonzado en esta posición e inmediatamente abandonó el estadio con el dobladillo agitándose violentamente. Al ver aquello, mi congestión de diez años pareció venirse abajo.
'Cómo te atreves a tratar de meterme tu persona en la cara. Es cien años demasiado pronto'.
De hecho, el marqués Graham, sin saber que Gerard era el caballero de la armadura negra, habÃa intentado todo tipo de cosas embarazosas. Intentó que bebiera agua con una extraña poción antes del combate, hiriéndole por accidente, y destruyó en secreto su armadura en la sala de espera.
Era un método tan tÃpico de un villano que no habÃa nada que decir al respecto'.
"¡Primera Princesa! ¡Primera Princesa~!"
Entonces una voz aleteante familiar vino desde el lado. Era Bobby Montera.
"¡Me gustarÃa felicitaros a todos por vuestra victoria! Debo decir que tienes un ojo maravilloso, Primera Princesa, ¡para reunir a una persona con tanto talento y convertirlo en tu caballero!".
Cuatro años después, Bobby Montera seguÃa siguiéndome y escuchando atentamente. Después de que el marqués Graham intentara ponerme en contacto con Bobby Montera anteriormente, yo habÃa mantenido intencionadamente las distancias con él, pero aun asà me enviaba cartas y se acercaba a mà con gracia. Asà que me sentà un poco mal por simplemente ignorar a Bobby Montera, y le di el tratamiento adecuado.
"Gracias, Sir Montera. Estoy seguro de que mi caballero estarÃa encantado de oÃr eso".
"De hecho, yo consideraba al caballero de la armadura negra un fuerte aspirante al campeonato, ¡e incluso hice una apuesta, aunque ingenua, en las gradas!".
"¿Ah, s� ¿Por casualidad lo apostaste desde la primera ronda?".
Le pregunté si por casualidad Bobby Montera era la otra persona que habÃa apostado por Gerard en la primera ronda, excluyéndonos a Judith y a mÃ. Pero él respondió a mi pregunta con una pequeña e incómoda expresión en su rostro.
"No, en semifinales...".
"Ya veo..."
Santo cielo, aquello era casi el final del camino, ¿no?
Perdà el interés por Bobby Montera y miré a otra parte.
Gerard seguÃa sin aparecer poco después de que terminara el partido. En su lugar, otro joven brillante y hermoso apareció ante mÃ, recibiendo las miradas de la multitud.
"Primera Princesa Killian Bernhardt os saluda".
A sus 20 años, Killian Bernhardt aún se las arreglaba para tener el pelo plateado como un copo de nieve blanca y unos ojos morados que parecÃan... absorberte.
Kilian, que antes era brillante pero ahora tenÃa un aspecto aún más pronunciado y completo, me saludó con una inclinación de cabeza. Normalmente, habrÃa fruncido el ceño por reflejo al verle, pero hoy tenÃa la mente abierta.
"Veo que el Pequeño Duque también ha venido a ver el partido de hoy".
Asà que hoy me limité a saludar a Killian con una amable sonrisa.
"SÃ, el combate del caballero subordinado de la Primera Princesa fue bastante impresionante".
"¿Verdad? Tengo buen ojo para el talento".
Pero por alguna razón, la sonrisa de Killian parecÃa un poco torcida.
"Lo siento cada vez que lo veo, pero creo que te gusta mucho ese caballero subordinado".
Me pregunté por qué decÃa lo que era natural.
"¿No es obvio? Cuido mucho las cosas que son mÃas, ya sabes".
"Ya veo. Envidio a ese caballero subordinado".
En ese momento Killian volvió a hablar con delicadeza.
"Por cierto, yo también soy un leal vasallo de la familia real Kamulita, ¿no es la misma que la de la Primera Princesa?".
Una vez terminada la competición, escuché las declaraciones de felicitación que me llovÃan con ánimo renovado.
Antes, incluso el emperador me miró con extrañeza y dijo: "Tu caballero subordinado es más útil de lo que esperaba".
"Hermana, no sabÃa que el caballero de la armadura negra era tu caballero subordinado".
Me dijo Judith, todavÃa asombrada.
"Lo sé, a mà también me sorprendió oÃr que habÃas apostado antes por Gerard".
Incluso me pregunté por un momento si ella habrÃa sentido algo, ya que él era el que en un principio estaba destinado a convertirse en caballero de Judith.
"Yo también, princesa. Cómo puedes ocultármelo asÃ...".
Desde detrás de mÃ, oà a Marina murmurar enfáticamente y en voz baja. El golpe mental pareció extraordinario cuando supo que el caballero de la armadura negra era Gerard.
"¡Oh, Marqués Graham!"
Al hacerlo, descubrà al marqués Graham, que experimentaba enormes dificultades para controlar su expresión.
En un momento asÃ, no puedo dejar al marqués solo y solitario.
"El caballero que usted patrocinó. Es una lástima. Hablaste tan elogiosamente de su victoria".
Rasqué el corazón del marqués Graham con una sonrisa pesarosa.
"Por supuesto, la fuerza de ese caballero no era mala, pero mi caballero era demasiado fuerte para él. No esté tan triste, marqués".
"SÃ... felicidades... por ganar... el campeonato".
Esta vez, Marquis Graham también recibió un duro golpe y apretó los dientes y apenas me felicitó. Sus últimas palabras fueron "Felicidades". Incluso le oà decirlo.
Marquis Graham parecÃa muy avergonzado en esta posición e inmediatamente abandonó el estadio con el dobladillo agitándose violentamente. Al ver aquello, mi congestión de diez años pareció venirse abajo.
'Cómo te atreves a tratar de meterme tu persona en la cara. Es cien años demasiado pronto'.
De hecho, el marqués Graham, sin saber que Gerard era el caballero de la armadura negra, habÃa intentado todo tipo de cosas embarazosas. Intentó que bebiera agua con una extraña poción antes del combate, hiriéndole por accidente, y destruyó en secreto su armadura en la sala de espera.
Era un método tan tÃpico de un villano que no habÃa nada que decir al respecto'.
"¡Primera Princesa! ¡Primera Princesa~!"
Entonces una voz aleteante familiar vino desde el lado. Era Bobby Montera.
"¡Me gustarÃa felicitaros a todos por vuestra victoria! Debo decir que tienes un ojo maravilloso, Primera Princesa, ¡para reunir a una persona con tanto talento y convertirlo en tu caballero!".
Cuatro años después, Bobby Montera seguÃa siguiéndome y escuchando atentamente. Después de que el marqués Graham intentara ponerme en contacto con Bobby Montera anteriormente, yo habÃa mantenido intencionadamente las distancias con él, pero aun asà me enviaba cartas y se acercaba a mà con gracia. Asà que me sentà un poco mal por simplemente ignorar a Bobby Montera, y le di el tratamiento adecuado.
"Gracias, Sir Montera. Estoy seguro de que mi caballero estarÃa encantado de oÃr eso".
"De hecho, yo consideraba al caballero de la armadura negra un fuerte aspirante al campeonato, ¡e incluso hice una apuesta, aunque ingenua, en las gradas!".
"¿Ah, s� ¿Por casualidad lo apostaste desde la primera ronda?".
Le pregunté si por casualidad Bobby Montera era la otra persona que habÃa apostado por Gerard en la primera ronda, excluyéndonos a Judith y a mÃ. Pero él respondió a mi pregunta con una pequeña e incómoda expresión en su rostro.
"No, en semifinales...".
"Ya veo..."
Santo cielo, aquello era casi el final del camino, ¿no?
Perdà el interés por Bobby Montera y miré a otra parte.
Gerard seguÃa sin aparecer poco después de que terminara el partido. En su lugar, otro joven brillante y hermoso apareció ante mÃ, recibiendo las miradas de la multitud.
"Primera Princesa Killian Bernhardt os saluda".
A sus 20 años, Killian Bernhardt aún se las arreglaba para tener el pelo plateado como un copo de nieve blanca y unos ojos morados que parecÃan... absorberte.
Kilian, que antes era brillante pero ahora tenÃa un aspecto aún más pronunciado y completo, me saludó con una inclinación de cabeza. Normalmente, habrÃa fruncido el ceño por reflejo al verle, pero hoy tenÃa la mente abierta.
"Veo que el Pequeño Duque también ha venido a ver el partido de hoy".
Asà que hoy me limité a saludar a Killian con una amable sonrisa.
"SÃ, el combate del caballero subordinado de la Primera Princesa fue bastante impresionante".
"¿Verdad? Tengo buen ojo para el talento".
Pero por alguna razón, la sonrisa de Killian parecÃa un poco torcida.
"Lo siento cada vez que lo veo, pero creo que te gusta mucho ese caballero subordinado".
Me pregunté por qué decÃa lo que era natural.
"¿No es obvio? Cuido mucho las cosas que son mÃas, ya sabes".
"Ya veo. Envidio a ese caballero subordinado".
En ese momento Killian volvió a hablar con delicadeza.
"Por cierto, yo también soy un leal vasallo de la familia real Kamulita, ¿no es la misma que la de la Primera Princesa?".
Sus ojos violetas me miraban fijamente..
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