La Princesa Monstruosa 67
El monstruo de 18 años (3)
Tal vez porque hacÃa mucho tiempo que no veÃa a mi abuela Teresa Delphinium, seguido por el trato con mi madre e incluso con Miriam, esa noche tuve un sueño del pasado que no fue feliz.
"¡Alteza, despierte!"
"Marina... ¿Dónde está mi madre?"
Un dÃa de otoño, cuando tenÃa diez años, seis meses después de que me diagnosticaran fiebre de mago. Por primera vez, mi madre ni una sola vez vino a verme mientras sufrÃa de fiebre. Marina, que por aquel entonces era la dama de honor más joven del palacio interior, se fijó por fin en mà después de que le bajara la fiebre y corrió hacia mÃ, secándome la frente mojada de sudor frÃo.
"La emperatriz estuvo contigo mientras dormÃas, y luego se fue al palacio de la emperatriz hace un rato".
De hecho, era mentira por parte de Marina. Más tarde, el momento coincidió con el momento en que el médico imperial aseguró por primera vez a mi madre la noticia de su embarazo de Miriam.
Sin embargo, sin saberlo, visité el Palacio de la Emperatriz en cuanto me levanté de mi puesto para ver a mi madre.
"La Emperatriz está en el jardÃn".
Los asistentes del palacio de la emperatriz no se interpusieron en mi camino. Yo era la única hija legÃtima de la emperatriz, la única destinataria de su amor y la única que podÃa entrar y salir del Palacio de la Emperatriz en cualquier momento de aquellos dÃas. El Palacio de la Emperatriz me era tan familiar como el Palacio Interior, asà que no necesitaba que me guiaran.
"¿Está Arbella aqu�"
"SÃ, Alteza. Tiene que tener mucho cuidado hasta que entre en un periodo estable, asà que por favor levántese con cuidado".
Cuando llegué al jardÃn donde mi madre solÃa pasar tiempo conmigo, oà su voz por encima de los arbustos de flores tan altos como yo.
"Laura."
"SÃ, Emperatriz. "
"La enfermedad aún no ha sido estudiada".
Mi madre estaba enzarzada en un extraño diálogo que no pude escuchar fácilmente con su confidente de siempre, el marqués Lement, del Palacio Imperial.
"Entonces no podemos ignorar la posibilidad de contagio al feto, ¿verdad?".
"Aún no hemos visto un caso asÃ, pero como usted ha dicho, no podemos estar seguros. Especialmente en el caso de un feto inmaduro cuyo poder mágico aún no se ha establecido correctamente..."
Por fin, vi a mi madre a través de la bruma florida. Me volvà para correr, llamándola con mi alegrÃa habitual. Tal vez lo habrÃa hecho si las palabras de mi madre no hubieran rozado primero mis oÃdos.
"No puedo hacerlo. No veré a Arbella hasta que nazca el bebé".
"Pero... ¿todavÃa estás bien con eso?"
"Ahora ya estoy preocupada. Hay un lÃmite para lo que puedo evitar al niño en el Palacio Imperial, asà que tengo que ir a casa de mis padres por un tiempo. Puedes decirle que no me encuentro bien y que iré a descansar un rato".
No sé lo frÃo que estaba entonces el bello rostro de mi madre, que humedecÃa sus incomprensibles palabras entre el vaivén de las flores rojas.
"Ni siquiera esta niña puede fallar como Arbella".
Creak
Di un paso atrás involuntario.
Y entonces el sonido de mi brazo tocando los arbustos floridos hizo que mi madre me descubriera.
En ese momento, pude recordar más vÃvidamente ahora que en el pasado cuál fue la emoción que apareció en su rostro mientras se envolvÃa el estómago y retrocedÃa apresuradamente.
"Madre..."
"... ¡No te acerques a mÃ, Arbella!"
Era claramente un horror, como si estuviera mirando a un enfermo de peste.
***
Tuve que despertarme sintiéndome incómoda mientras soñaba con sucesos pasados que habÃa intentado olvidar con todas mis fuerzas.
Aún estaba oscuro fuera, pero no podÃa volver a dormir.
HacÃa tanto tiempo que no tenÃa un sueño asÃ'.
Cuando miré el recuerdo, que no era agradable, sentà una oleada de frustración con él.
De hecho, este recuerdo era uno que habÃa olvidado hacÃa mucho tiempo. Sin embargo, el problema era que en los últimos años, al tropezarme frecuentemente con mi madre, recordé uno a uno, sin yo saberlo, que habÃa estado solo y enfadado. Al hacerlo, de repente me dije: "Ah, sÃ. Esto pasó".
HabÃa estado inconscientemente enterrada en los recuerdos, pero todos afloraron a la superficie.
Resultaba un poco frustrante recordar algo que no querÃa recordar, pero no estaba tan mal volver la vista atrás a mis sentimientos vergonzosos del pasado uno por uno y endurecer mi corazón.
Me levanté de la cama con el ceño fruncido, al parecer habÃa terminado de dormir por hoy. Luego salà de la habitación, despeinándome.
***
Por la noche, el pasillo estaba en silencio.
Me encantaba la quietud de este lugar, inalterada con el paso del tiempo. El aire se habÃa vuelto un poco frÃo con el otoño, pero aún asà no era mucho pedir para un paseo nocturno.
Sin embargo, justo cuando salÃa del palacio principal de uno de los palacios imperiales y empezaba a caminar por el pasillo, sentà de repente una mano frÃa apretándome el corazón.
"...!"
Pude ver cómo mi sombra se balanceaba mientras me seguÃa hasta el suelo.
Si hubiera otras personas, se morderÃan la lengua y la tirarÃan aunque tuvieran que morir, pero ahora era un lugar sin un solo ratón.
"Ugh, uh..."
Me tambaleé y me apoyé en la pared de al lado. Un dolor repentino se apoderó de mi corazón, y pronto todo mi cuerpo se empapó de un sudor frÃo.
Apreté los dientes para no hacer ruido.
De hecho, a medida que me hacÃa mayor, los sÃntomas febriles de la fiebre del mago empeoraban. A veces incluso sentÃa dolores que no iban acompañados de febrÃcula a diario, como ahora.
Además, casualmente, en ese momento, un pequeño ruido de pasos que venÃa de delante de mà puso mis ya sensibles nervios de punta.
"¿Princesa?"
Después de un rato, una joven criada apareció de detrás de las luces parpadeantes. Era una recién llegada al palacio el otro dÃa, cuando se abrió una vacante en el Palacio de la Primera Princesa. Se acercó a mà con una luz como si estuviera sorprendida de verme.
"¿Por qué estás aquà sola a estas horas?".
Relajé mi rÃgido cuello y abrà la boca
"...Eso es lo que querÃa preguntar. ¿Por qué ando por ahà fuera a estas horas?".
Afortunadamente, la voz era algo audible.
"Oh, acabo de recordar algo que me dejé en el comedor a la hora de cenar, asà que voy para allá un momento".
No pareció percibir nada extraño en mÃ, quizá porque habÃa dado vida a mi cuerpo y creado una voz tranquila antes de que se acercara la dama de honor. Sin embargo, si ella se acercaba un poco más desde aquÃ, serÃa capaz de ver mi cara empapada de sudor frÃo.
"Princesa, es tarde. Te serviré..."
"Te serviré, Princesa."
En ese momento, la voz grave de un hombre que habÃa saltado desde detrás de mà cortó las palabras de la criada que le seguÃa.
La criada, que habÃa apartado su mirada de mÃ, dejó de hablar. Sin atreverme a comprobarlo, supe quién acababa de llegar.
"SÃ. Vete ya".
Asentà con la cabeza a la criada.
Ni que decir tiene que la criada se retiró. Para entonces, mi dolor habÃa remitido y era capaz de mover mi magia.
Limpié mi cuerpo empapado en sudor frÃo con magia, sintiendo la presencia de alguien que se acercaba por detrás. Entonces me di la vuelta despreocupadamente.
"Tú tampoco estás tan mal. ¿No seguÃas durmiendo a estas horas?".
Un hombre estaba de pie en medio del claustro, bañado por la luz de la luna, mirándome.
Su pelo rojo, manchado de oscuridad, parecÃa casi negro. En cambio, sus ojos gris plateado, que asomaban bajo el pelo, eran aún más vivos con la luz de la luna. Sin duda era Gerard, que habÃa intuido que yo habÃa salido hoy de mi dormitorio y me habÃa seguido.
Ahora tenÃa dieciocho años, como yo, y ya no tenÃa la apariencia de un muchacho joven.
Su apuesto rostro, dibujado con lÃneas más gruesas que antes, captó mi mirada con una impresión aún más extraña de noche que de dÃa. Su cuerpo, ahora tan grande como el de un adulto, proyectaba una enorme sombra sobre la pared donde me encontraba. Gerard parecÃa llevar ropa que le quedaba aún mejor cuando permanecÃa quieto en la mezcla de oscuridad y luz de luna, como ahora, que cuando tomaba el sol.
"Veo que la princesa vuelve a tener problemas para dormir".
"Es sólo eso. Si está aquà por mÃ, váyase. Yo también me vuelvo a mi habitación".
Gerard ladeó la cabeza ante mis palabras.
"¿No saliste a dar un paseo nocturno?".
"He cambiado de idea".
Por una vez adopté una actitud caprichosa sin motivo. Sin embargo, él seguÃa mirándome fijamente. Su mirada era escrutadora y aguda, como si no fuera a perderse ni una mota de polvo mÃa.
Ey, estoy de vuelta ----> Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Ya tu sabes, no te exijo, es de tu bobo aportar o no, no te exijo :p
0 Comentarios