La Princesa Monstruosa 58
Banque del Palacio Imperial (2)
No tenÃa por qué ir tan al ritmo de Judith, sino por capricho. Siempre habÃa actuado a menudo según mi estado de ánimo.
"¿Perdón...?"
Judith puso los ojos en blanco, como si no se diera cuenta de las palabras.
Se apresuró a correr hacia mà después de que yo me colocara en el espacio vacÃo junto a ella y le tendiera la mano como si la instara a hacerlo.
"Cabeza arriba, caderas fuera. Pierna opuesta".
HabÃa hierba en el suelo, pero pensé que era lo correcto. Ahora ninguno de los dos llevaba puestos los zapatos altos del banquete.
Una suave brisa rodeaba el jardÃn en lugar de música, pero no importaba porque los tallos y los ritmos ya hacÃa tiempo que se habÃan ido.
Mientras dirigÃa el baile, el cuerpo de Judith se puso rÃgido.
"Acabas de empezar a aprender, asà que no intentes hacerlo perfecto desde el principio".
Como yo pensaba, a Judith no se le daba muy bien. Llegó a pisarme el dorso del pie y, cada vez que lo hacÃa, Judith gritaba como quien ha pisado una mina terrestre.
"No pasa nada, sigue moviéndote. Es lo mismo en la sala de banquetes. Puedes cometer errores. Sólo no lo hagas obvio".
Pero a partir de la mitad, Judith se volvió bastante firme y me siguió bien, y en un momento levantó la cabeza para mirarme.
"Tendrás que practicar unas cuantas veces más. Tú también aprendes rápido".
"¿También?"
"SÃ, hay alguien asÃ".
Pensé en Gerard por un momento y luego lo borré de mi mente. Judith parecÃa querer preguntarme algo más, pero permaneció en silencio, cerrando los labios con tacto.
Los dobladillos de nuestras dos faldas se enroscaron como tulipanes.
Después de dar vueltas a mi alrededor, Judith interrumpió con otra pregunta.
"Por cierto, ¿alguna vez bailarÃa con... otros en un banquete?".
En momentos como éste, Judith parecÃa conocer su tema mejor que cualquiera de las personas del Palacio Imperial.
"Te será útil más adelante si lo aprendes, aunque no sea ahora mismo".
Judith se estremeció ante la mirada despreocupada.
"Yo..."
Al hacerlo, me pregunté qué estarÃa pensando, y murmuró en voz baja con la cabeza inclinada.
"Quiero volver a bailar con la Princesa".
Su voz era muy pequeña y débil, como si se la llevara una ligera brisa.
Al oÃr las palabras de Judith, de repente me imaginé la escena de ella y yo bailando juntos en el salón de banquetes como ahora. Al pensar en lo asombrada que se quedarÃa la gente a nuestro alrededor, especialmente la familia real, incluidos nuestros padres, no pude evitar reÃrme.
"SÃ, no estarÃa tan mal, ¿verdad?".
Invariablemente ladeé la boca como un auténtico granuja de catorce años que recuerda una travesura.
Judith inclinó la cabeza hacia atrás como sorprendida por mi reacción. Vio la sonrisa pintada en mi boca y sonrió alegremente hacia mÃ, sin saber lo que significaba.
Pasó el tiempo y, por fin, el tan esperado banquete del Palacio Imperial estaba a la vuelta de la esquina.
El banquete del Palacio Imperial, que se celebraba bajo los auspicios de la Casa Imperial cada temporada, comenzaba siempre por la noche.
Este verano no era diferente.
Eran las siete de la tarde cuando la hora de entrada estaba a punto de terminar. Para entonces, la mayorÃa de los nobles ya habÃan entrado en la sala de banquetes o estaban ya cerca. Sin embargo, las puertas para la familia real y los nobles eran diferentes, y no habÃa otras personas en el pasillo por donde yo caminaba ahora, excepto los asistentes que me seguÃan.
"Judith, ¿estás nerviosa?"
Entonces, sentà el sonido de unos pasos resonando en mis oÃdos de forma antinatural y bajé los ojos. HabÃa una niña a mi lado, temblando como un pájaro que acabara de salir hoy de su nido por primera vez.
"No, no... No, sÃ, un poco..."
Creo que es un poco diferente.
Por primera vez, Judith estaba debidamente arreglada para un banquete, y hoy parecÃa un poco una princesa imperial.
El vestido púrpura, que yo le habÃa felicitado por lo bien que le quedaba, realzaba su pelo de ébano, sus ojos amarillo diente de león y su piel blanca. Pero hoy Judith parecÃa torpe y poco familiarizada consigo misma.
Miré a Judith rasgándose el encaje de la falda y le dije.
"¿De qué te preocupas si estoy aquà contigo?".
Dije, y Judith se detuvo y me miró. Sus ojos dorados brillaban a la luz del pasillo.
Miré a Judith y ella me sonrió. Entonces Judith sonrió conmigo. TodavÃa parecÃa un poco menos tensa que antes.
"¿Eh? ¿Me engañan mis ojos?".
En ese momento, una voz sobresaltada llegó desde el pasillo, al otro lado de la habitación. Levanté la vista y vi a Ramiel y Chloe.
Por desgracia, nuestras horas de entrada parecÃan coincidir. Ellos también habÃan decorado con esmero el banquete de hoy. Ramiel, en particular, llevaba tantas baratijas que perdà la cuenta.
Ramiel parecÃa un poco incómodo al principio, probablemente por la última vez que me habÃa visto. Pero enseguida me miró como si no pudiera resistirse y soltó una risita.
"Arbella, tú.... vaya, de verdad".
Para ser más precisos, parecÃa sinceramente sorprendido de verme con Judith a mi lado.
"S-hermana Bella, ¿por qué estás aquà con ella...".
Cloe salió no menos que Ramiel y pareció sorprenderse al ver a Judith.
Pero, sorprendentemente, Chloe estaba allà en silencio. Por supuesto, parecÃa tener mucho que decir, pero permaneció callada hasta el final, estrechando la mano con su abanico. Creo que fue porque vio a Ramiel en muchos problemas por tocar a Gerard el otro dÃa.
"Realmente no podÃa imaginar esto. De todas formas, la hermana es increÃble".
"Está bien si lo sabes. Por cierto, me parece genial que intentes entrar en el banquete con esa pinta. "
"¿Cómo? ¿Con qué cara? Los celos son feos, Arbella".
De todos modos, Ramiel y yo mantuvimos nuestra conversación casi con normalidad. En realidad sentÃa debilidad por este hermano, por alguna razón.
Cloe, que habÃa estado observando en silencio el ambiente detrás de Ramiel, parecÃa un poco aliviada. Lo extraño, sin embargo, fue que Judith, que estaba a mi lado, reaccionó de forma similar a Cloe. De hecho, en cuanto sus ojos se cruzaron con los mÃos, incluso soltó una risita como si se alegrara de que Ramiel y yo nos hubiéramos reconciliado. Por supuesto, en cuanto vio a Ramiel por primera vez, se estremeció, pero sólo un poco.
Me pareció un poco ridÃculo e incomprensible.
De hecho, en la posición de Judith, puede que ni siquiera quisiera ver la cara de Ramiel, ¿verdad?
'¿Es realmente tan dulce esta chica, o sólo está siendo tonta?'
Aun asÃ, hoy no me apetecÃa intimidarla, asà que le di una palmadita en la espalda. Entonces Chloe puso la mano en el ventilador con tanta fuerza que hizo un ruido seco.
Judith tenÃa miedo de que Chloe la mirara. Asà que al final Judith se retiró en silencio y se escondió detrás de mÃ.
"¡Ja!"
La boca de Chloe estaba llena de agudos jadeos de consternación. Pero Cloe, mirando a Judith como si se la estuviera comiendo, se limitó a golpearse el pecho con las manos como si se le estuviera rompiendo el corazón, y no hizo ninguna otra aspavientos.
Giré la cabeza para mirar a Judith.
"Judith, antes querÃas admirar la decoración de las paredes del pasillo del banquete, ¿verdad? Vamos a entrar un poco más tarde de todos modos, asà que ¿por qué no vas a echar un vistazo ahora?"
"¿Por qué no entramos ahora en el pasillo de banquetes?".
Judith asintió con la cabeza a mi relato.
Sonreà suavemente como para informar a una niña ingenua.
"Judith".
"¿Eh?"
"Nunca he entrado antes de que empezara el banquete".
Por naturaleza, cuanto más protagonista fuera el banquete, más tarde aparecerÃa.
Por supuesto, yo no podÃa llegar más tarde que los adultos de la familia real que estaban más arriba que yo en el orden jerárquico, pero al menos tenÃa la cualificación y el derecho a ser la última en pisar la sala del banquete entre las princesas y los prÃncipes que estaban en la misma disputa.
Sin embargo, Judith, que acudÃa a semejante ocasión por primera vez, parecÃa tonta.
Mientras tanto, como si se hubiera dado cuenta de un paso demasiado tarde, se cruzó de brazos y exclamó.
"¡Ah! ¡Me estás esperando, vigilándome hasta que las demás princesas y prÃncipes estén a salvo dentro de la sala de banquetes! Después de todo, la 1ª Princesa está llena de compasión".
Naturalmente, golpeé, pero los ojos de Judith brillaron como si estuviera sinceramente impresionada por mÃ.
"No soy una maestra que dirige a niños de guarderÃa o a alumnos de primaria. ¿Cómo puede ser eso, Judith...'
Ramiel y Chloe también miraban a Judith como si estuviera ensimismada.
Respondà con una sonrisa burlona.
"SÃ, asà es. Soy un poco más considerado y amable".
Judith asintió como si realmente lo fuera, y salió un poco para mirar a las otras dos.
Después de que me girara para mirarla una vez más, sonrió aliviada y se acercó a la decoración de armadura del lado de la pared. Era la armadura por la que se habÃa interesado antes, cuando recorrimos el pasillo por primera vez y las vimos todas alineadas en fila.
De todos modos, en este pasillo no habÃa más forasteros que los que trabajaban en el Palacio Imperial. También estábamos lo suficientemente lejos como para que Judith no pudiera oÃrnos debido a la música procedente de la sala de banquetes.
En cuanto Judith se fue a otra parte, Ramiel me susurró.
"Arbella, a veces me pregunto si estás realmente loca".
La reacción era comprensible, ya que yo habÃa traÃdo a Judith, la vergüenza de la familia imperial, a un banquete al que no sólo asistÃa la familia real, sino también la nobleza.
"¿Por qué demonios la has traÃdo hoy aquÃ?".
A Ramiel seguÃa sin gustarle Judith. Sin embargo, se limitaba a observar tranquilamente a Judith en la distancia con ojos frÃos, tal vez porque yo se lo habÃa advertido el otro dÃa.
Respondà con ligereza, como si hubiera oÃdo el ruido del tiempo hoy.
"Pensé que serÃa divertido".
Ramiel dejó escapar otra risa sarcástica ante mi respuesta, como si no tuviera nada más que decir.
"No te acerques demasiado a ella, hermana Bella".
Cloe me agarró del brazo y susurró.
Lanzó una mirada recelosa a Judith.
Creo que está celosa".
No dije nada más sobre Judith, pero estreché la mano de Chloe una vez y sonreÃ.
"Hoy estás muy guapa, Chloe. Nos vemos más tarde en la sala del banquete".
Ramiel, con una mirada ingeniosa, llevó primero a Cloe al interior de la puerta de la sala de banquetes.
"Vamos, Judith".
Al cabo de un rato, Judith y yo estábamos en la puerta.
"¡SÃ, Primera Princesa!"
El sirviente que recibió mi mirada sacudió las pupilas como preguntándose si la escena que tenÃa delante era cierta, uego cerró los ojos con fuerza y ​​​​gritó en voz alta.
“¡S-Su Alteza Real la Primera Princesa Arbella Leon Camulita y Su Alteza Real la Cuarta Princesa Judith Camulita… están entrando!
Con eso, entré al salón de banquetes de la mano de Judith.
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