La Princesa Monstruosa 46
Los lindos pajaritos de la Princesa Monstruosa (5)
"Ah... Saludos al Tercer PrÃncipe"
Al acercarse a cierta distancia, Judith encontró al tercer prÃncipe abrazado a mà y se apresuró a saludarlo.
"Lo siento, no sabÃa que estabais juntos..."
"¿Quién eres tú?"
Miriam no estaba inmediatamente segura de quién era Judith y se preguntaba.
Bueno, Judith ha cambiado mucho desde antes.
"La Cuarta Princesa, mi prÃncipe".
Mirayu, la nueva criada de Miriam, respondió a la pregunta de Miriam.
"¿La Cuarta Princesa? ¡Oh! ¡La que le dio un pañuelo a la hermana Bella!"
Sólo entonces Miriam señaló con el dedo a Judith, como si se diera cuenta de su identidad.
Al ver su expresión, pensé que volverÃa a molestarse, asà que esta vez añadÃ.
"Y ella fue la que te ayudó durante el concurso de caza".
"Oh, eso es. La que me empujó por detrás. ¿Pero me ayudó?"
"SÃ, te empujó para que no te hicieras daño y, en cambio, fue atacada por una criatura mágica".
"¿De verdad? ¿Es as�"
"SÃ, lo es".
Ante mis palabras, Miriam pareció pensar algo por un momento.
Pude sentir que sus ojos volvÃan a mirar de reojo a la gente que le rodeaba.
"Bueno, entonces... ¡gracias!"
Pronto Miriam agradeció a Judith lo sucedido como si hubiera tomado una decisión especial para saludarla.
"He traÃdo esto para la hermana Bella, y te daré una a ti también".
Incluso cogió una de las flores de un ramo que sostenÃa otra dama de honor y se la entregó a Judith.
Este comportamiento de Miriam fue algo sorprendente, dado su carácter hasta entonces egoÃsta.
Sin embargo, por otro lado, también era propio de Miriam.
Estaba claro que Miriam habÃa actuado con una buena dosis de previsión sobre cómo podÃa recibir más amor y atención de la gente que le rodeaba, como habÃa hecho antes.
'¿Es algo en común lo que ha provocado la polÃtica educativa de mi madre... o es posible pensar que Miriam y yo tenemos personalidades similares sólo por la influencia de la sangre?'
Me sentà un poco extraño y observé la escena que tenÃa delante con una sonrisa.
"Oh... ¿Me lo vas a dar?"
"¡SÃ! Te lo voy a dar, asà que tómalo".
Judith miró incrédula las flores de Miriam, si era la primera vez que ayudaba a alguien de esta manera y era recompensada.
"Muchas gracias, Tercer PrÃncipe".
Al cabo de un rato, la mano de Judith también temblaba finamente al aceptarla.
Conmovida por un favor tan pequeño de los demás, y por una flor tan pequeña, miró a Judith, que la acariciaba con ambas manos.
Pronto, sus ojos llorosos se volvieron hacia mÃ.
Eran ojos húmedos y brillantes, como lo eran siempre que me miraba desde hacÃa tiempo.
Estaba claro que Judith pensaba que gracias a mà habÃa recibido este favor de Miriam.
"Hermana, ¿he hecho un buen trabajo?"
"SÃ, has hecho un buen trabajo".
"¿Soy simpática?"
"SÃ, eres simpática".
Miriam volvÃa a insistir en los cumplidos.
Aun asÃ, hoy le felicité, tal y como deseaba, y le di una ligera palmadita en el cuerpo que tenÃa en brazos.
Miriam me dedicó una sonrisa de satisfacción y me abrazó más fuerte.
Hmmm, por mucho que sea asÃ, esto me parece un abrazo demasiado fuerte. Además, ya era hora de que pesara.
"Miriam, ¿has traÃdo esas flores para mÃ?"
"¡SÃ! ¡Son de la hermana Bella! Las he elegido especialmente del jardÃn para ti!"
"Gracias por traer un regalo para tu hermana".
Naturalmente, entregué a Miriam a la doncella y en su lugar sostuve el ramo en mis brazos.
Naturalmente, el peso del ramo era incomparablemente más ligero que el de Miriam.
Miriam no sabÃa que habÃa pasado de él con moderación y se rió de que sostuviera un ramo de flores.
"¡Qué bonito! Las flores blancas y azules te quedan bien".
El gusto de un niño pequeño es ciertas cosas.
Esta vez me volvà hacia Judith, con la intención de abandonar mi posición.
"Ahora que lo pienso, Judith, ¿por qué has venido a verme?"
"Oh, te has dejado los guantes en mi habitación".
Judith miró hacia atrás, y la criada que la seguÃa me entregó lo que tenÃa en la mano.
"Lo habÃa olvidado. Gracias por traerlo".
PodrÃa haber hecho que una criada lo hiciera por separado más tarde, pero vino directamente a por mà asÃ.
Dije "gracias" a Judith y sonreÃ.
Entonces Judith me sonrió con la flor que Miriam le habÃa dado.
"¿Tu habitación?"
Fue entonces cuando oà la voz de una niña pequeña que parecÃa no tener palabras.
"¿La hermana Bella ha ido a tu habitación?"
Miriam escuchó nuestra conversación y nos miró con una mirada incomprensible.
"Dijiste que estabas ocupada, hermana. Por eso dijiste que no podÃas venir a verme, ¿verdad?".
TodavÃa era muy joven, asà que aunque no conocÃa los detalles de la situación, intuÃa que algo iba mal, y Miriam fue frunciendo el ceño mientras hablaba.
"¿Pero has ido a su habitación? ¿Por qué?"
Me miró como si quisiera una respuesta.
Me sentà incómodo por dentro y chasqueé la lengua en secreto.
¿Soy un idiota?
Hace sólo unos minutos le he dicho a Miriam que estaba demasiado ocupada para visitarlo, y no puedo creer que haya tenido esta conversación con Judith delante de él.
Me inquietaba pensar que habÃa cometido un error, pero al mismo tiempo, Sentà que esta situación era problemática.
"¡Qué...! Hermana Bella, nunca has venido a nuestro palacio, ¡no importa cuántas veces te haya pedido que vengas!"
Miriam tampoco era del todo tonta, y pronto pareció tener una leve conciencia de la situación.
Finalmente, Miriam, que se habÃa emocionado, comenzó a llorar.
Judith estaba consternada de que sus palabras pudieran provocar tal situación.
Yo me callé involuntariamente y por reflejo, tratando de consolar a Miriam.
Entonces miré fijamente a Miriam, que estaba llorando.
Una corriente fantasmal comenzó a extenderse de nuevo por mi mente.
Era consciente de que esta vez me habÃa equivocado.
De hecho, también sabÃa que Miriam no tenÃa ninguna culpa.
Qué irracional debe parecerle esta actitud mÃa a Miriam, que aún es tan joven.
No sólo tenÃa la sangre completamente azul, sino que a veces sentÃa que no era correcto estar asà de enfadada con él, que no sabÃa nada de mÃ.
Asà que ahora, como su hermana, la actitud correcta era consolar a Miriam.
Pero pensarlo en mi cabeza era muy diferente a hacerlo directamente.
Incluso cuando miraba a Miriam llorando con tristeza, mi corazón seguÃa congelado, y mis labios y mis manos, que debÃan consolarle, no se movÃan como si se hubieran puesto rÃgidos.
"No llores, prÃncipe".
En ese momento, Mirayu, la doncella que sostenÃa a Milliam, susurró suavemente en mi nombre.
"Sabes muy bien que la Primera Princesa es realmente la persona más ocupada de todas, ¿verdad? Además, no fue mucho después de que la Primera Princesa abandonara el palacio cuando el Tercer PrÃncipe habló con orgullo del Salón de la Noche Blanca".
"Pero... uu... ella se fue a otro palacio".
"Como se ha dicho hace un momento, la Cuarta Princesa fue la que salvó al Tercer PrÃncipe durante el concurso de caza".
Mirayu le explicó suavemente a Miriam, quien lloró y refutó.
"Por eso, la Primera Princesa fue a expresar su agradecimiento en su ajetreada vida. Porque ella protegió a su único hermano, el Tercer PrÃncipe, de ser herido por una espantosa criatura mágica".
Tal vez las palabras habÃan surtido efecto, pero el llanto de Miriam se calmó poco a poco.
La silenciosa Judith dudó y añadió:
"SÃ, Cuarto PrÃncipe... El Tercer PrÃncipe es el único hermano de la Primera Princesa, ¿no es asÃ?".
Asure: No estoy seguro de que sea una errata, pero en los raws se utilizó "Cuarto PrÃncipe"
De alguna manera la sonrisa en su cara parecÃa un poco amarga.
No pude evitar soltar un pequeño suspiro.
Porque de repente me sentà un poco patético por lo que estaba haciendo.
Esto, pensé, no me hace mejor que una persona que no tiene una gota de sangre con Miriam o incluso esta niña que es mucho más joven que yo.
Mi pecho, que sostenÃa el ramo que Miriam me habÃa regalado antes, parecÃa agitarse sin motivo.
Cerré los ojos y volvà a sentir la sensación de oscuridad y humedad en mi corazón, luego entregué el ramo y los guantes que sostenÃa a otra doncella.
Luego le tendà la mano a Miriam.
"Miriam, ven con tu hermana".
Miriam seguÃa girando la cabeza de manera temblorosa y agitada, como si todavÃa estuviera de mal humor.
Sin embargo, me miró en los brazos de Mirayu y no expresó activamente su desagrado.
Mirayu parecÃa bastante pensativo y me entregó a Miriam.
También esta vez, Miriam sólo gimió en silencio y se retorció un momento, como si se quejara, pero no se negó a que la cogiera en brazos, ni se retorció realmente.
Me inventé una voz suave para Miriam, como hacÃa a veces.
"Miriam estaba disgustada por culpa de la hermana. Por muy ocupada que estuviera, la hermana deberÃa haber ido a verte a ti primero, asà que siento ponerte triste".
"Te odio, hermana..."
"¿Odias tanto a tu hermana que no quieres volver a verla?"
"No, no la odio..."
Miriam se frotó la cara entre mis brazos con lágrimas y mocos.
Normalmente, habrÃa fruncido el ceño y lo habrÃa retirado, pero por ahora, me quedé quieta.
"¿Cómo es la agenda de Miriam después de esta hora, condesa Hyers?"
"No le queda ningún plan para hoy".
"Entonces iré con Miriam al primer Palacio Imperial. De todos modos, Miriam estaba de camino al palacio para verme. Es casi la hora de la cena".
Como era de esperar, Miriam sólo moqueó y no dijo que no.
Le abracé y me despedà de Judith.
"Gracias, Judith, por traerme los guantes que habÃa olvidado. Que pases una buena noche".
Miriam y Judith, que llevaban un rato mirándome, inclinaron la cabeza para despedirse.
"SÃ. Que tengáis buenas noches, Primera Princesa y Tercer PrÃncipe".
Dejé a Judith sola en el camino y me di la vuelta.
Sus ojos parecieron quedarse detrás de mà durante un buen rato, dirigiéndose con Miriam al primer Palacio Imperial.
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