La Princesa Monstruosa 47
Los lindos pajaritos de la Princesa Monstruosa (6)
Siento que no estoy a la altura de mi edad".
Esa noche, me tumbé sola en una silla del jardÃn y miré la luna llena en el cielo nocturno.
Sólo que hoy, la luna redonda también estaba brillante y resplandeciente.
Como el palacio es un palacio imperial completamente asegurado, cuando cayó la noche, toda la gente se retiró del palacio sin guardias.
Asà que me escabullà de mi habitación sola, y ahora no habÃa nadie a mi alrededor.
Era libre de hacer lo que quisiera, ya que no habÃa nadie que me viera.
De todos modos, también me recosté despreocupadamente en una larga silla en un rincón del jardÃn, sin preocuparme por mi aspecto o mi dignidad.
El jardÃn a medianoche estaba más tranquilo y apacible que a mediodÃa.
Levanté los brazos y me tapé los ojos para mirar el cielo nocturno estrellado.
La yo del futuro que habÃa visto en el libro en mi sueño era perfeccionista, y también lo era la yo del presente.
Eso me irritaba al sentirme incapaz de hacer lo que querÃa.
Descubrir de nuevo mi propia inmadurez de esta manera fue una incomodidad inesperada.
Mientras estaba tumbada, sentà que la manta que me cubrÃa la mayor parte del cuerpo se alejaba poco a poco.
Pero me daba pereza moverme, asà que la dejé ir.
Fue entonces cuando oà pequeños pasos procedentes de la entrada del jardÃn.
Un momento después, alguien se acercó a mà y levantó el dobladillo de la manta justo antes de que se perdiera por completo bajo la silla.
"¿Qué pasa a estas horas?"
Abrà mis labios, hasta entonces cerrados, y pregunté.
Naturalmente, supuse que la persona que acababa de visitarme serÃa Gerard.
También era aquà donde habÃa venido con él la última vez que salà a dar un paseo nocturno, y los pasos que se acercaban eran demasiado grandes para Marina.
Pero, sobre todo, fue por la huella subordinada que reconocà su identidad sin mirar.
Tal vez por ser él quien llegó a pertenecerme a través de un contrato mágico, pude intuir de forma natural que la persona que se acercaba a mà ahora, como lo hizo el otro dÃa, era Gerard.
"¿También has salido porque no podÃas dormir?"
Fue entonces cuando el acogedor calor se instaló de nuevo sobre mÃ, que sólo llevaba puesto el pijama.
"SÃ, Primera Princesa".
La voz de un chico desconocido y educado que sonó inmediatamente en mis oÃdos hizo que se me pusiera la piel de gallina por un momento.
Rápidamente levanté la mano que habÃa estado cubriendo mis ojos para ver quién estaba frente a mÃ.
Vi a Gerard, que me habÃa vuelto a tapar con la manta antes, sentado con una expresión inexpresiva en el rostro, con una rodilla arrodillada bajo la silla.
Naturalmente, pensé que Gerard estarÃa de pie frente a mÃ, mirándome descaradamente de nuevo...
"Qué... pensé que era otra persona".
Me senté, sobresaltada y nerviosa.
Era un poco exagerado mostrarme desprotegida delante de la gente a cualquier precio.
Entonces se me cayó el zapato que tenÃa a medio camino en el dorso del pie.
Sus miradas y las mÃas se fijaron en el zapato que golpeó una vez la pierna de Gerard y cayó.
"Yo lo recojo".
Moviéndose en silencio, la mano de Gerard recogió mi zapato sin miramientos.
Después de quitar la suciedad de allà con su mano, el movimiento de ponerlo de nuevo en mi pie fue tan natural que casi me puso la piel de gallina de nuevo.
Gerard no se quitó la suciedad de su propio pie, sino que la dejó allÃ.
Le convenÃa quedarse quieto como si esperara la siguiente orden, y esto parecÃa obediente.
Por supuesto, era obvio que sólo estaba imitando, pero de todos modos era plausible en apariencia.
Estaba desconcertado.
Marina habÃa estado tan ansiosa de que Gerard se corrigiera de su hábito de hablar hasta que su cuerpo se curara...
Vaya, ¿cómo diablos habÃan enseñado a un niño a cambiar su forma de hablar y su apariencia en tan poco tiempo?
Entonces, de repente, tuve un extraño pensamiento.
"Gerard. Por cierto, aparte del cambio en tu forma de hablar, ¿cómo es que de repente se te da tan bien cuidarme? ¿Qué has hecho últimamente?"
"He estado aprendiendo modales de la criada de la princesa".
"¿Qué clase de modales?"
Gerard me miró fijamente en repetidas ocasiones.
Mirándome de frente, sus ojos seguÃan brillando con una luz cruda y despejada que no era menos brillante que antes.
"Es que... he oÃdo que ahora que pertenezco a la Princesa Imperial, es de etiqueta básica".
Sólo entonces me di cuenta de lo que estaba mal.
'Marina... Tú le enseñaste a Gerard cómo comportarse'.
Nunca le habÃa dicho a Marina lo que iba a hacer con Gerard.
Como Gerard era un caballero de encargo en "El mundo brillante de la princesa Judith", inconscientemente pensé que, naturalmente, los demás también lo pensarÃan.
Pero, por supuesto, el chico que tenÃa ahora delante era un chico corriente que aún no habÃa demostrado su valÃa.
Miré a Gerard, que seguÃa doblando las rodillas.
"Siervo... no está tan mal".
Me sentà bien al ver que Gerard se sometÃa educadamente a mÃ, aunque no podÃa ocultar la mirada arrogante de sus ojos.
De hecho, ¿no serÃa tan emocionante ver a Gerard, originalmente un caballero de Judith, actuar ahora como un perro leal para mÃ?
Pero en lugar de apreciar más la figura de Gerard, entrecerré los ojos y miré en silencio su rostro y sus ojos.
'Pero... es sospechoso que esté tan callado'.
Es bastante sospechoso que alguien que intentó escapar nada más entrar en la Sala de la Noche Blanca con las palabras "Voy a salvar a mi padre" se comporte de forma tan sumisa.
Es obvio que está intentando que baje la guardia'.
Miré a Gerard con ojos frÃos, y luego volvà a decir con voz amable
"De todos modos, ahora me levantaré".
Bueno, no importaba. Sea cual sea el sueño que esconde en su cabeza.
"¿Puedes darme la mano?"
Después de poner a Gerard de pie de esa manera, le exigà con palabras amables que se pusiera delante de mÃ.
Gerard no se movió inmediatamente.
Pero me miró por un momento con mi repentina exigencia y luego extendió tranquilamente su mano sin preguntar inmediatamente por qué.
Tomé su mano en la mÃa y dejé que mi magia cayera sobre Gerard.
"...!"
En ese momento, como si le hubiera picado una abeja, Gerard agarró el codo con fuerza por la espalda.
Oh, ¿vas a retirar las manos de nuevo, como hiciste con la impronta subordinada?
Pero esta vez no.
Tiré de su mano agarrada con fuerza mágica, como habÃa hecho la última vez que estuve en el invernadero. Sin embargo, Gerard consiguió tirarla.
"De repente, ¿qué estás haciendo...?"
Miré los ojos desconcertados de Gerard.
'¿Vas a aguantar esto? Esto hace que quiera ganar'.
Esta vez añadà cinco veces la intensidad mágica y volvà a tirar de Gerard con más fuerza. La parte superior del cuerpo de Gerard se desplomó y fue rápidamente arrastrado hacia mÃ.
Gerard se apresuró a inclinarse sobre el respaldo de la silla con la mano que no sostenÃa la mÃa.
Sonreà satisfecha mientras volvÃa a insuflarle mi magia.
Los ojos de Gerard brillaron.
Mis ojos se encontraron con los de Gerard, que temblaba de prisa. En ese momento, apretó los dientes.
Mirando los ojos llameantes de Gerard con las manos temblando, la situación ahora le parecÃa bastante humillante.
'¿Pero qué vas a hacer? Soy más fuerte".
Ignorando la reacción de Gerard, examiné su magia.
Al principio, iba a probarlo ligeramente, pero no me dio mucha sensación, asà que introduje más magia en él.
Luego observé cuidadosamente el interior del cuerpo de Gerard, envolviendo mi magia para ver si me respondÃa.
Pero no sé si es porque yo tampoco habÃa hecho esto a nadie antes. No sabÃa si lo estaba haciendo bien.
'Como no ha aparecido ningún fenómeno repulsivo en la magia, las influencias están bien conjuntadas, ¿no?'
Porque creo que por eso los pabellones no reaccionaron la última vez que Gerard invadió el invernadero.
Después de un rato, recibà la magia de Gerard con la cabeza baja.
"Ahora..."
En cuanto lo solté, Gerard saltó cerca de mÃ.
"Ahora, qué es... esto..."
¿Qué quieres decir? Sólo estaba comprobando si mi longitud de onda mágica coincide con la suya.
La reacción de Gerard fue un poco terrible. Se tambaleó hacia atrás como si hubiera sido malherido por mÃ.
Pude ver el calor que subÃa a su cara, probablemente porque estaba enfadado. Si antes Gerard se habÃa sobresaltado como una picadura de abeja cuando le cogà la mano por primera vez, ahora reaccionó como si le hubiera picado un collar de vÃboras.
"No es nada, sólo querÃa comprobar algo, lo siento".
Gerard dejó escapar un suspiro de asombro ante la naturalidad de mis palabras.
Creo que movió la boca como si quisiera maldecir.
Normalmente habrÃa querido decir algo sobre que volvÃa a parecer un engreÃdo delante de la princesa, pero ahora miré a Gerard y sonreÃ.
"Pero, parece que eres muy débil. Tu postura se derrumba con demasiada facilidad cuando tiro de ella".
"... ¿Qué?"
"ParecÃas razonablemente equilibrado, pero viéndote ahora, dirÃa que necesitas trabajar los hombros y los brazos, y sobre todo las caderas".
En cuanto a mÃ, no era una persona que se compadeciera de la derrota de los demás y fingiera no saberlo, sino una persona que se reÃa de ellos alegremente.
"Bueno, viendo cómo has tropezado antes, creo que necesitas trabajar la parte inferior del cuerpo... usas un poco el cuerpo, pero creo que nunca has tenido un entrenamiento sistemático adecuado, ¿es por eso? Y de paso, déjame presentarte a uno de los caballeros del Palacio Imperial".
Quise burlarme de él, aún más, cuando vi que este tipo que se respetaba a sà mismo perdÃa ante mà y se teñÃa la cara de rojo. Además, me ofendió la forma en que trató de engañarme astutamente fingiendo tranquilidad frente a mÃ, tal como lo habÃa hecho en el Salón de la Noche Blanca.
"Yo, débil... No, qué tonterÃa es esa...".
Gerard parecÃa muy sorprendido por mis palabras.
¿Pero ahora la princesa dice tonterÃas? Eso es algo muy casual.
Pero Gerard me miró más bien como si le hubiera hecho algo tremendamente perjudicial, y volvió a soltar una voz exaltada.
"En primer lugar... ahora que me has hecho una cosa asÃ, ¡de quién es la culpa de que esté asÃ...!"
"Ah, sÃ. Usé magia, pero en realidad fue sólo un poco. No estarás tratando de decirme que es tan injusto porque tú y yo tenemos diferente fuerza fÃsica y masa muscular, para empezar, ¿verdad?"
"No, no estoy hablando de eso ahora mismo... Ja, en serio".
¿De qué está hablando, entonces?
La autoestima de Gerard estaba dañada. Ni siquiera podÃa hilvanar bien las palabras, y la forma en que me miraba era tan intensa como si se hubiera tragado una bola de fuego.
Dejó de hablar, me miró con ojos frÃos, se giró rápidamente y salió del jardÃn sin despedirse de mÃ. Era arrogante que me viera delante de la Princesa Imperial, pero no me sentà mal en absoluto.
MÃralo. Sus reacciones cuando se burlan son muy divertidas'.
Me reà para mis adentros mientras observaba la espalda de Gerard en un instante. Por alguna razón, pensé que podrÃa dormir bien esta noche.
Y no pasó mucho tiempo hasta que Gerard se escapó realmente del Primer Palacio Imperial.
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