La Princesa Monstruosa 42
Una codiciada manzana envenenada para ti (4)
Lo primero que hice después de que la fiebre cediera fue, por supuesto, conocer a Su Majestad el Emperador.
"SÃ, Princesa. ¿Has hecho suficiente ejercicio de autorreflexión?"
Junto a él estaban la emperatriz Sharel y la segunda reina Katalina.
Ambas me lanzaron una mirada que no me gustó.
A la emperatriz Sharel probablemente no le guste que haga algo como cotillear sobre la gente, y la segunda reina Katalina 2 probablemente no esté contenta con el emperador por darme tan poco castigo.
"SÃ, padre. Como me ordenaste, me abstuve de hacer nada en el palacio el otro dÃa, y reflexioné sobre mà mismo"
"Por mucho que fuera para el pobre chico, era demasiado. No es la primera vez que el Salón de la Noche Blanca le causa un dolor de cabeza"
"Continuaré haciendo esfuerzos sinceros para corregir la disciplina de la Familia Imperial y mantener su ejemplo"
"Hm, sÃ. Eres la princesa imperial que siempre tomó la iniciativa por la familia imperial Kamulita, asà que no hablaré más de esto"
"Muy agradecido, padre"
Compartimos brevemente una conversación obvia y nos separamos como si tuviéramos una reunión secreta.
"Su Majestad, ¿no es este tratamiento demasiado ligero?"
"Segunda Reina, ¿se está rebelando contra la decisión de Su Majestad?"
TodavÃa podÃa escuchar a la segunda reina Katalina rebelándose contra la decisión del emperador, y a la emperatriz aconsejándola bruscamente en contra.
Ya sentÃa el cansancio del emperador.
Sin embargo, no era asunto mÃo, y salà del palacio principal con paso ligero.
Mientras caminaba hacia el siguiente horario, una criada se acercó rápidamente a Marina y le susurró algo.
"Primera Princesa"
Pude ignorarlo, pero entonces Marina se acercó a mà y me contó lo que la criada le habÃa dicho.
Chasqueé un poco la lengua.
"Esa niña también se mete constantemente en cosas problemáticas"
Marina me habÃa dicho que Judith tenÃa actualmente problemas.
De todos modos, querÃa visitar a Judith justo a tiempo, pero ¿deberÃa decir que esto me ahorró el problema?
"Vamos. Está a la vuelta de la esquina"
Cogà el paraguas que llevaba Marina y me adelanté.
Me encontraba frente a un abarrotado jardÃn de raras variedades de rosas, una mezcla de púrpura y rosa.
Cuanto más me adentraba en el jardÃn, más me cosquilleaba la nariz el fuerte aroma.
Asà que éste era el lugar que dirigÃa directamente la Tercera Reina SofÃa.
"Oye, ¿podrás encontrarla antes de que se ponga el sol?"
El dueño de esa voz retumbante que se acaba de escuchar era el hijo de la Tercera Reina.
"Tu mano es más lenta que antes, no estarás hablando mal de mà ahora, ¿verdad?"
El segundo prÃncipe Lloyd, que tenÃa la misma edad que Judith.
La voz que seguÃa hablando llegó a mis oÃdos.
"Estaba jugando con Ricky y accidentalmente tiré el recuerdo de tu madre esclava en lugar de su juguete, ¿es algo por lo que hay que enfadarse tanto?"
"No, Segundo PrÃncipe... no estoy enfadada"
"¿Es asÃ? Claro, incluso te di una oportunidad especial para entrar en el jardÃn de mi madre y buscar esa basura en persona. Asà que deberÃas estar bastante agradecido. Si una persona tiene vergüenza"
"SÃ... Gracias, Segundo PrÃncipe"
Hmmm, ya puedo oler las batatas.
Al escuchar su conversación, que empecé a oÃr poco a poco, me di cuenta de que la situación habÃa progresado hasta alcanzar un sabor a boniato más quemado de lo que Marina me habÃa informado antes.
El error era obra del segundo prÃncipe Lloyd, pero no era normal que Judith expresara su gratitud con una voz tan temblorosa.
La pomposa voz del segundo prÃncipe continuó.
"Me estoy aburriendo de esperar, asà que date prisa y hazlo. ¿O no es un momento precioso? ¿Puedo dárselo a Ricky como un collar de perro?"
"¡Ruff, ruff!"
"¡No, lo encontraré pronto! Por favor, espera un poco".
Unos momentos después, el dueño de la voz apareció ante mÃ.
Un chico gordo de pelo castaño y ojos verde oscuro estaba sentado frente a una mesa de té, disfrutando de una tranquila taza de té.
Su sabueso también estaba tumbado en la hierba, mascando chicle para perros.
Por otro lado, la chica del pelo negro estaba en los arbustos de rosas que habÃa delante, buscando intensamente algo.
El exterior de los arbustos, que se podÃa ver desde fuera debido a la jardinerÃa, estaba limpio y con las espinas eliminadas, pero en el interior todavÃa habÃa espinas intactas que no habÃan sido eliminadas.
Como prueba de ello, la chica que ahora entraba en los rosales no iba vestida normalmente.
Su falda estaba desgarrada por las espinas, y sus manos y brazos, que habÃan buscado directamente en los arbustos llenos de flores, estaban cubiertos de marcas de arañazos.
Me quedé mirando la figura poco interesante y abrà la boca.
"¿Qué haces ah�"
"¡Pfft!"
El segundo prÃncipe, Lloyd, se reÃa de Judith, que tanteaba como una idiota los arbustos de rosas.
De repente, oyó una voz a su espalda y escupió el té que habÃa estado bebiendo.
¡Era esa voz que le ponÃa los pelos de punta y que le hacÃa sentir escalofrÃos en el cuello sólo con oÃrla...!
"¡Hyuk! ¿Hermana mayor A-Arbella?"
Cuando se dio la vuelta apresuradamente, lo que vio fue a su hermana mayor, Arbella.
Ella estaba mirando a Lloyd, haciendo girar la sombrilla en su mano.
"¿Por qué está la hermana mayor en el jardÃn de flores de la madre..."
"¿No estaba ella en auto-reflexión?
Originalmente, Arbella habÃa estado brillando en el este y el oeste, pero después de volverse loca en el Salón de la Noche Blanca, no habÃa aparecido durante un tiempo.
Sin embargo, eso fue ayer. Hoy, Arbella, que iba vestida a juego con su carácter, como siempre que se encontraba con el emperador, miraba a Lloyd con un rostro hermoso como el de una muñeca.
"Ha pasado mucho tiempo, Arbella. He oÃdo que esta vez has provocado un gran accidente. ¿Ya se te permite salir?"
"¿Lo preguntas porque no lo sabes? ¿No es por eso por lo que estoy delante de ti ahora mismo?"
"Asà es..."
La cara de Lloyd mirándola con ojos recelosos parecÃa hoy estúpida.
"¡Primera Princesa...!"
Judith también encontró tardÃamente a Arbella mientras buscaba entre los arbustos y levantó su cuerpo.
"¡Ha pasado mucho tiempo! Hasta ahora, te he echado mucho, mucho de menos..."
En medio de todo esto, el rostro de Judith se iluminó de felicidad al ver a Arbella.
Echaba de menos a Arbella e incluso lloraba al decir que la echaba de menos.
Arbella también miró a Judith.
"SÃ, Judith. HacÃa tiempo que no te veÃa"
Era la primera vez en mucho tiempo que no se sentÃa asqueada por la mirada penetrante de Judith.
Tuvo la sensación de que si Judith hubiera sido un animal de verdad, habrÃa estado moviendo la cola afanosamente en el momento en que sus ojos se encontraron.
"Por lo que he visto, no parece que mis hermanitos se hayan conocido"
Arbella miró el cuerpo de Judith, que estaba cubierto de espinas y abrasiones, y luego se volvió a mirar a Lloyd.
"Lloyd, te he preguntado qué estabas haciendo, pero no has contestado"
El tono era ligero, como si quisiera decir que tenÃa curiosidad, pero el Segundo PrÃncipe sintió un extraño escalofrÃo en la nuca.
No lo habÃa sentido recientemente, pero por alguna razón le recordó la vez que se habÃa comportado de forma chulesca con Arbella y se habÃa hecho daño, rompiéndose la pierna.
Aunque su cuerpo se levantara sobre carne en lugar de músculo, el fÃsico del segundo prÃncipe era mucho más alto que el de otros de su edad de todos modos.
Asà que no habÃa ni una sola razón para temer frente a la Primera Princesa Arbella, que siempre fue como una muñeca de azúcar y cristal.
Sin embargo, frente a los pálidos ojos azul cielo que brillaban con una luz frÃa, como un lago cubierto de fino hielo, Lloyd sintió que su corazón se encogÃa de nuevo hoy.
"Yo... Yo..."
Aparte de explicar la situación como Arbella exigÃa, de alguna manera incluso sintió una extraña presión de que estarÃa bien sólo si la convencÃa.
"Como se le cayó el recuerdo de su madre en el parterre, le estaba dando una oportunidad especial para buscarlos ella misma..."
"Ajá, ¿te refieres al collar en el bolsillo trasero de tus pantalones?"
Arbella chasqueó los dedos una vez y los tiñó, y el viejo collar que habÃa estado escondido en los pantalones del segundo prÃncipe, Lloyd, se deslizó por sà solo y flotó en el aire como si tuviera alas.
"¡Hyuk! DeberÃa haber escondido esto aquÃ. Cómo es que la hermana...!"
No esperaba ser descubierto tan pronto como Arbella llegó, y Lloyd pisó el suelo.
"Segundo PrÃncipe, eso es... ¿Por qué tienes ese collar en el bolsillo?"
La cara de Judith también estaba sorprendida.
"PrÃncipe, dijiste que lo habÃas cogido hace un rato y que lo habÃas tirado accidentalmente al parterre. No me digas... ¿me has mentido?"
No parecÃa sospechar que Lloyd la engañara.
El rostro de Judith, que parecÃa especialmente pálido en contraste con su pelo de ébano, estaba lleno de decepción y tristeza. Sus brazos, llenos de cicatrices y sangre en algunas partes, caÃan débilmente.
En medio de esto, no habÃa ira en las emociones que surgÃan de Judith, y Arbella ladeó una esquina de su boca en una sonrisa que podrÃa haber sido una carcajada o una mueca.
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