La Princesa Monstruosa 31
La presa de la Princesa Monstruosa (1)
Judith estaba más contenta de lo que pensaba. Al ver esto, otro sentimiento similar al que habÃa sentido hace unos dÃas trató de subir suavemente a la superficie.
Era una especie de superioridad. Al mismo tiempo, tenÃa ganas de intimidar a esa niña inocente.
Aparté la mirada de Judith antes de que mi mal genio apareciera de nuevo.
"Por cierto... ¿Dónde están las criadas?"
Ante mi pregunta, Judith pareció recordar algo que habÃa olvidado, y se estremeció y se incorporó.
"¡Oh! Lo siento. La verdad es que es la primera vez que un invitado se queda y se va tanto tiempo... ¡Iré a servir el té ahora!"
"..."
¿Acaba de decir una princesa que servirÃa el té directamente con sus propias manos...?
Además, era grave porque en los doce años que habÃa vivido en el Palacio Imperial, nunca habÃa hecho que una criada le sirviera el té.
"Sólo siéntate"
A este nivel, tenÃa un buen conocimiento de la situación.
Llamé a Marina por la puerta principal.
"Marina, busca una criada y tráemela"
"SÃ, Princesa"
Marina fue a buscar a una sirvienta del Palacio del FrÃo, mientras Judith se quedaba sentada en la cama como yo le habÃa indicado. Estaba un poco aturdida desde que le dije: "He venido a verte".
Mientras tanto, eché un rápido vistazo a la habitación de Judith.
'Es realmente...'
Desde el exterior del palacio, que parecÃa estar mal mantenido, el interior era aún más antiestético de lo que habÃa esperado.
Las habitaciones estaban desordenadas, y aunque habÃan sido ordenadas y limpiadas hasta cierto punto, no parecÃa haber nada nuevo.
La criada nunca aparecÃa cuando llegaban los huéspedes y no tenÃa ni idea de adónde iba o qué hacÃa.
Por si fuera poco, el dueño era completamente ajeno a todos los problemas.
¿En qué otro lugar se podrÃa encontrar un desastre tan total?
"Princesa, la he traÃdo aquÃ"
Pronto, la criada de Judith fue traÃda ante mÃ.
"¡Primera Princesa!"
La criada se estremeció en contemplación al verse sorprendida por mi repentina visita. Luego, un poco más tarde, como si fuera consciente, se apresuró a saludarme.
"¡Estoy encantada de saludaros, Alteza Imperial! Que las bendiciones y los deseos de Kamulita os acompañen, y que seáis la primera ventana y el escudo de esta gloriosa era del Imperio. Disfruta de la más alta dicha roja como la suprema y única hija del sol, nacida en el supremo!"
Era un saludo innecesariamente largo cada vez que lo escuchaba.
"SÃ. Prepara el té y vete"
La criada estaba nerviosa por si la regañaba de mala manera, pero me miró sorprendida. Inesperadamente, no le pregunté mucho y ella, en cambio, parecÃa perpleja.
Sin embargo, pronto se dio cuenta y, tras preparar apresuradamente los refrescos, salió de la habitación de Judith como si estuviera huyendo.
Volvà a degustar el té traÃdo por la criada en la tranquila habitación.
Judith me miraba fijamente en la cama. ParecÃa preocupada por si el té no era de mi gusto.
'Es terrible'
Volvà a dejar la taza de té en su sitio después de darle un solo sorbo.
Judith me observaba, asà que podrÃa haber fingido que bebÃa más por cortesÃa, pero no me apetecÃa hacerlo.
'Realmente es más tonta que la criada. Sólo hay dos personas en esta habitación y ella sólo me da el té'
Estaba a punto de descubrir hasta qué punto ignoraban a su dueña, Judith.
Como era de esperar, las criadas del palacio de Judith no tenÃan ninguna educación.
Judith estaba tan inquieta como antes cuando dejé la taza de té y no la volvà a tocar.
Volvió a haber sólo silencio en la habitación.
Pude ver cómo la boca de Judith se retorcÃa, como si estuviera presionada para decirme algo. Pero tal vez no recordaba nada, o tal vez simplemente no tenÃa valor, pero en cualquier caso, Judith no hablaba con facilidad delante de mÃ.
Me sujeté la barbilla con la mano y la miré fijamente.
"U-uh, Primera Princesa"
Judith abrió la boca como si no pudiera encontrar mi mirada.
"Gracias por tratarme en el coto de caza el otro dÃa. Me temo que no tuve la oportunidad de saludarte adecuadamente entonces..."
"SÃ."
"He oÃdo que el torneo de caza se ha suspendido por lo ocurrido. Es una pena..."
"Efectivamente"
Judith lloró y se calló mientras intentaba sonsacar una historia para mÃ. Al parecer, se habÃa quedado sin cosas de las que hablar. Quizás le resultaba difÃcil continuar la conversación debido a mis cortas respuestas.
Entonces Judith volvió a decir como si de repente se acordara.
"Hablando de eso, ¿está bien el tercer prÃncipe? Estaba llorando mucho en ese momento, ¿está herido...?"
Estuve a punto de escupir una carcajada.
¿Quién se preocupaba por quién ahora?
SerÃa más productivo preocuparse por las criaturas mágicas que habÃan muerto ese dÃa y no por Miriam. Era una maravilla cómo Judith era capaz de pensar primero en los demás incluso en una situación asÃ.
Ahora que lo pienso, incluso en ese libro, Judith era una heroÃna amable y justa.
Pero, ¿no era este grado de bondad una tonterÃa más que una bondad?
'Si ser asà de buena es un requisito para una heroÃna, entonces no puedo ser una heroÃna hasta que muera'
Después de todo, parecÃa que los protagonistas de ese "libro perecedero" y yo no éramos constitucionalmente compatibles.
'Pero supongo que me gustaba su cara de llorar asÃ'
Judith volvió a crispar los dedos con nerviosismo mientras se quedaba quieta un rato, pensando en otra cosa, pero sin obtener respuesta.
"El chico está bien. No se ha hecho daño"
RespondÃ, y Judith me sonrió.
"Eso es un alivio. El hermano de la Primera Princesa no se ha hecho daño"
TenÃa una sonrisa tan hermosa que pude saber de un vistazo por qué era la heroÃna de este mundo.
Me senté, mirándola fijamente.
"Será mejor que me vaya. No tienes que despedirme"
Entonces Judith se levantó como un resorte tras de mÃ.
"E-están..."
Los ojos que saltaron de su asiento y me miraron temblaban lastimosamente.
"¿Te vas ya...?"
Pude ver claramente en sus ojos que querÃa atraparme de alguna manera.
Judith fue la primera niña que aprendió a rendirse, y pronto se inclinó hacia mà en silencio, posando ambos ojos en mÃ.
"SÃ, ha sido un honor tenerte aquÃ. CuÃdate... Primera Princesa"
"SÃ, Judith"
En lugar de sonreÃr o asentir con la cabeza a Judith como habÃa hecho el otro dÃa en la cacerÃa, pasé junto a ella hacia la puerta.
TodavÃa podÃa sentir la mirada lastimera de Judith siguiéndome.
"Ah, Judith"
Antes de salir por la puerta, volvà a mirar a Judith y le dije lo último.
"Será mejor que tengas otra silla en tu habitación"
"¿Perdón?"
"La próxima vez que venga, será difÃcil si no tienes un asiento"
Sus ojos color diente de león se volvieron hacia mÃ.
Después de un rato, la cara de Judith se iluminó gradualmente al entender lo que estaba diciendo.
"¡SÃ, sÃ...! Tendré otra silla preparada para ti la próxima vez"
Volvà a salir de su habitación, escuchando una voz que sonaba mucho más brillante que antes.
***
"¡Cuidado y atención, Primera Princesa!"
Las criadas de Judith, que esperaban en el pasillo, me saludaron cuando salà de su habitación.
Las criadas parecÃan nerviosas. Para ellas, debÃa de ser un desastre repentino. Ni en sus mejores sueños habrÃan imaginado que otro miembro de la familia imperial vendrÃa a visitarlas tan repentinamente en el Palacio FrÃo, donde nadie las habÃa molestado antes.
En cuanto me detuve allÃ, la tensión entre las sirvientas creció aún más. Pero me limité a mirarlas con frialdad y a recorrer el pasillo sin decir una palabra.
Oà pequeños suspiros de alivio detrás de mÃ. Pero fue una reacción demasiado rápida.
Al salir del Palacio del FrÃo, ordené a Marina.
"Marina. Esas sirvientas, asegúrate de que no las vuelvan a ver"
"SÃ, Su Alteza. Tomaré medidas inmediatas para reemplazar a las sirvientas del Palacio del FrÃo"
No habÃa espacio para mejorar en absoluto, ya que todos parecÃan estar atentos a sus errores y no podÃan disculparse.
Antes de abandonar la oxidada puerta principal, eché un último vistazo al Palacio del FrÃo, que no me gustaba en absoluto.
"Los ayudantes más cercanos de Judith, envÃenlos a las doncellas de nuestro palacio"
Entonces, Marina aspiró ante mis siguientes palabras. ParecÃa sorprendida de que su amo se preocupara tanto por Judith.
Sea lo que sea lo que Marina estaba pensando, era muy diferente de mis verdaderos sentimientos ahora.
'No me gusta que mis cosas estén en manos de otras personas'
Originalmente habÃa planeado ir hoy sólo para ver cómo iban las cosas, pero cambié de opinión. Me pareció una buena idea llenar el palacio de Judith con mis criadas, ya que estaba en ello.
Uno de mis labios se levantó ligeramente en una sonrisa nada cálida, y asà volvà al palacio de la Primera Princesa.
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