La Princesa Monstruosa 30
La razón por la que el villano está obligado a ser el villano (3)
Movà el pie y fui el primero en pisar la sombra de Ramiel, que seguÃa pegado a Judith y observando la situación.
La serpiente negra se agarró a su cola mientras intentaba escapar después. La sombra que habÃa matado con mi magia desapareció en una bocanada de humo negro. Ramiel habrÃa retrocedido, pero esto era lo mÃnimo que tenÃa que aceptar.
Entonces me acerqué a Judith.
Mientras le rozaba el pelo como si estuviera arreglando su desordenado cabello, Judith movió su cuerpo.
"P-Princesa. Te vas a ensuciar las manos"
Al ver que le preocupaba que me ensuciara las manos, parecÃa saber aproximadamente cómo era.
Ignoré a Judith, que no sabÃa qué hacer, y puse mi mano en su brazo manchado de sangre.
Judith se encogió un poco de hombros cuando levanté la mano hacia la herida, que se habÃa desgarrado tan profundamente que gotas de sangre se deslizaban por su codo. Pero todavÃa no era propio de una niña contener el dolor sin gemir una vez.
¡Hwaah!
Utilicé la magia para curar las heridas de Judith, tal como hice la última vez que estuve frente al Primer Palacio Imperial.
Esto también fue un capricho realmente trivial para mÃ. Sin embargo, los ojos de Judith empezaron a temblar gradualmente como el rocÃo que cae sobre la hierba.
"M-muchas gracias, Primera Princesa"
La fina mano que agarraba el dobladillo de mi vestido se estremeció.
"La única persona que ha sido tan buena conmigo... es la Primera Princesa"
Casi perdà los nervios al escucharla.
¿Cómo podÃa ser tan transparente esta niña?
Retiré mi mano de Judith y miré al pobre cordero en silencio.
La niña a la que se le habÃa prometido brillar más que nadie en el futuro próximo, en este mismo momento, sin uno de sus cuidadores, existÃa sola frente a mÃ, con un aspecto desaliñado y repugnante.
¿Pero por qué?
Por un momento... realmente un momento.
Judith se parecÃa un poco al desastre en el que me encontraba ahora.
Por supuesto, sabÃa que mis pensamientos eran engañosos.
Mi presente y su presente, y mi futuro y su futuro.
TodavÃa no habÃamos llegado a esa intersección, porque no éramos iguales.
"Judith, ¿te gusto?"
Las mejillas de Judith se fueron enrojeciendo ante la pregunta que le lancé inesperadamente.
Una niña que nunca habÃa sido amada por nadie me miró con ojos como si estuviera mirando las estrellas en el cielo nocturno.
Se veÃa tan linda y encantadora, como una heroÃna que recibió el amor de este mundo. Al mismo tiempo, parecÃa tonta, incluso ridÃculamente tonta.
En realidad, sólo por un momento resonó en mi corazón un retorcido sentimiento de superioridad y de vacÃo deseo. También fue en ese mismo momento cuando me vino a la cabeza un pensamiento horrible que parecÃa realmente el de un villano de este mundo.
Era yo, mi odiosa hermana Judith, a la que quizá nunca ame de verdad hasta el dÃa de mi muerte.
Tú, que me lo quitarás todo en un futuro no muy lejano si el destino lo tiene a bien.
Tú, que eres la última ganadora de este mundo, a la que se le promete un futuro más brillante que a nadie.
Por otro lado, ¿qué pasarÃa si te pusiera las manos encima?
Entonces, si me convierto en la parte más inseparable de tu vida, y eventualmente me vuelvo como el dueño de tu vida...
¿No serÃa eso lo mismo que convertirme en el vencedor de este mundo después de todo?
Aunque luego no pueda cambiar este destino maldito por más que lo intente y tenga un final prematuro que realmente no deseo.
Me sentà como una pobre persona que tenÃa tanto, pero ese dÃa no tenÃa nada, y lo que vi en ese momento, de todos los tiempos, fue este niño.
Si fue mala suerte para Judith, fue mala suerte para mÃ.
Me sentà muy feliz por primera vez en mucho tiempo y volvà a reÃr mientras estiraba la mano y acariciaba la cabeza de Judith.
Pensé en esto cuando vi a la inocente niña con las mejillas tan rojas como el color del sol poniente de aquel dÃa. Después de todo, parecÃa que las mujeres malvadas no tenÃan más remedio que ser mujeres malvadas por una razón.
No creà que pudiera ser una buena familia para esta niña al final.
Pero en fin, por eso decidà ser la hermana mayor del niño.
***
"¿La razón por la que Judith se adentró en el bosque donde estaba el rastro en ese momento fue para encontrar el anillo de Cloe?"
Me reà consternada al escuchar el informe de Marina. Supongo que debo decir que ella no decepciona.
Chloe es realmente Chloe, incluso cuando no estoy cerca.
"Asà es como se encontró con Miriam, que fue a ver a las ardillas".
Finalmente, el concurso de caza se suspendió a mitad de camino. Esto se debió a que una criatura mágica habÃa atravesado la membrana protectora del coto de caza y suscitó preocupaciones sobre la seguridad.
Por supuesto, fue nuestra emperatriz la que más gritó entre ellos. Estaba tan pendiente de Miriam que se dice que hizo una escena delante del Emperador con un solo rasguño apenas perceptible.
Asà que, al final, se llegó a la conclusión de que el concurso de caza debÃa terminar antes de tiempo y que habÃa que volver a inspeccionar los resguardos de protección a gran escala.
"Marina, vamos a salir ahora, asà que prepárate"
"SÃ, Su Alteza"
La cara de Marina, que se lesionó por culpa de mi madre, acabó siendo curada por mà utilizando la magia. De hecho, la curación natural era la mejor manera, pero el médico dijo que podrÃa dejar una cicatriz.
Y hoy he hecho mi primer movimiento con la intención de visitar el Palacio del FrÃo para Judith.
***
"Hola, Judith. Siento haber venido de improviso"
Sorprendentemente, el palacio de Judith no tenÃa ni una sola sirvienta custodiando la puerta. Por supuesto, le habÃa hecho una visita sorpresa, pero habÃa sido demasiado.
Finalmente, Marina encontró a Judith en algún lugar del castillo, y tras informarle de mi visita, pude por fin verla.
Judith estaba leyendo con un libro en la mano. Los ojos de Judith estaban muy abiertos, como si estuvieran a punto de caerse.
Miré a Judith, congelada en ese estado, e incliné suavemente la cabeza hacia un lado.
"¿No me dices que pase?"
Al decirlo de nuevo, el libro cayó de la mano de Judith y salió disparado hacia sus pies.
Judith inhaló como si por fin hubiera entrado en razón.
"H-h-huh, h... ¡hola, Primera Princesa! Ah, ¡entra!"
Viendo lo asustada que estaba cuando la vi por primera vez frente al Primer Palacio Imperial el otro dÃa, me sorprendió lo sorprendida que estaba ahora.
Seguro que es porque es la primera vez que la visito directamente asÃ.
Seguà a Judith, que estaba al lÃmite de sus fuerzas, hacia el interior del palacio, como un polluelo que ha sido atacado por un intruso en su nido.
***
"Bueno, el salón no está muy limpio en este momento, pero... bueno, si no te importa, me gustarÃa enseñarte mi habitación".
"Claro"
No tenÃa intención de entrar tan pronto en el espacio privado de Judith, pero por circunstancias del palacio, me encontré inesperadamente en su lugar más confidencial desde el primer dÃa.
Por cierto...
"¿Esta es tu habitación?"
"S-SÃ. Hay una silla aquÃ"
En cuanto llegué a la habitación de Judith, me quedé un poco sin palabras ante lo que vi.
Por la posición de la habitación y el tamaño de la misma, era fácil ver que no era un lugar para que viviera una princesa imperial, la dueña del palacio.
Además, su habitación era tan rústica que era difÃcil compararla con las habitaciones de otros nobles y mucho menos con las de otras princesas.
Pero Judith parecÃa no notar nada que incluso Miriam, que sólo tenÃa cinco años, pudiera sentir como extraño.
Apresurándose a entrar, tomó con sus propias manos la única silla de la habitación y la distribuyó, los ojos de Judith eran realmente claros e inocentes.
Sin decir una palabra primero, entré en la habitación y me senté en la silla.
Pero habÃa un problema.
"¿Dónde te vas a sentar?"
"Puedo sentarme en el suelo..."
"Siéntate en la cama"
"¡SÃ!"
Judith me hizo caso y se dirigió a la cama cerca de la silla y se sentó.
Me senté en la única silla que encontré y observé a Judith.
Judith no podÃa mirarme fijamente, sino que colgaba la cabeza y movÃa sus manos, que estaban recogidas alrededor de sus piernas y se entrelazaban.
Su rostro, que podÃa ver a través de su cabello oscuro, estaba ligeramente inclinado hacia arriba, tal como lo habÃa visto en el torneo de caza.
Los labios de Judith se movÃan, pero al cabo de un rato abrió primero la boca, como si no pudiera soportar el silencio.
"Primera Princesa... um, bueno, qué asuntos la traen a palacio..."
Estaba confundida por la situación y parecÃa tener dificultades para entenderla.
Al ver a Judith, inmediatamente junté mi boca en una sonrisa descuidada.
"Por supuesto, he venido a verte"
En ese momento, Judith levantó de repente la cabeza.
"¿Estás aquÃ... para verme?"
"Asà es"
Las mejillas de la niña, que habÃan estado rojas como cerezas, se pusieron aún más rojas. Puso los ojos en blanco de tal manera que era como mirar un diente de león en una tormenta.
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