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Miércoles 21 de Febrero del 2024 |
La Princesa Monstruosa 174
Reiniciar: otra vez, Arbella (21)
"¡Kaaaak!"
"¡Rápido, llamen por refuerzos...!"
El caos envolvió el Palacio de la Segunda Princesa. Las oleadas de magia hacÃan difÃcil mantener los ojos abiertos.
Como se habÃa informado, el marqués Graham se habÃa infiltrado en el palacio. Cloe, congelada en su contemplación, se acurrucó en un rincón de su dormitorio destrozado, lo que le permitÃa una vista sin obstáculos del interior.
"¡Marqués Graham, rÃndase pacÃficamente...!"
Los magos y caballeros que ya habÃan llegado desataron un aluvión de ataques, esforzándose por mantener a raya al marqués Graham y proteger a Cloe. A pesar de sus esfuerzos combinados, lucharon para someterlo.
Los choques mágicos estallaban a mi alrededor, haciendo que mi visión parpadeara sin cesar.
Para protegerme del caos, levanté rápidamente una barrera intangible con mi propia magia. Al evaluar el estado del marqués Graham, no tardé en darme cuenta de que el aumento de su fuerza no se debÃa a su poder inherente, sino a la energÃa amplificada de la grieta, que coincidÃa con este tumultuoso momento.
¿Se habÃa sumergido aún más en las energÃas caóticas que fluÃan de la grieta, haciéndose más susceptible a sus efectos? Si hubiera previsto este resultado, tal vez deberÃa haberle eliminado antes.
"¡Segunda Princesa, date prisa por aquÃ... keuk!"
Los magos y caballeros hicieron su primer intento de rescatar a Chloe y protegerla de las garras del Marqués Graham. Sin embargo, una oleada explosiva de poder del Marqués Graham los hizo tambalearse, impidiéndoles acercarse más.
"¡Keueuaaak!"
Cada vez más irritado por las constantes interrupciones, el marqués Graham rugió como una bestia salvaje. Su pelo revuelto se erizaba, hilos andrajosos colgaban de su cuerpo, y sus ojos brillantes pertenecÃan a un loco desquiciado aún más temible que antes.
Cloe, temblando de miedo, permaneció congelada en su sitio. A pesar de las súplicas de los que la rodeaban, se encogió detrás de la cama destrozada, incapaz de moverse.
Entrecerrando los ojos, evalué la terrible situación. Al sentir que el aire que rodeaba al marqués Graham volvÃa a agitarse, me di cuenta de que, si no se controlaba, el palacio de la Segunda Princesa serÃa engullido. Con determinación, invoqué mi magia.
¡Quang...!
Se produjo un choque colosal cuando la inminente oleada de poder del marqués Graham chocó con la mÃa. El explosivo sonido reverberó por toda la sala, haciendo que el suelo y el techo temblaran como si estuvieran en medio de un terremoto.
"¡Aaah, Primera Princesa, Cuarta Princesa...! ¿Estáis aqu�"
Los que nos habÃan descubierto a Judith y a mà en medio del caos nos saludaron como si fuéramos salvadores.
"¡No vaciléis! Nuestra máxima prioridad es proteger a la Segunda Princesa!".
Les grité, creando un perÃmetro defensivo que abarcaba todo el Palacio de la Segunda Princesa. La intención era impedir la entrada de refuerzos y, al mismo tiempo, contener cualquier posible fuga de magia que pudiera causar daños en el exterior.
Mientras tanto, Judith prestaba su apoyo a los otros magos que se enfrentaban al marqués Graham.
¡Kang! ¡Kaang! ¡Chaeng...!
El choque de varios poderes mágicos llenó el aire, resonando con un ruido penetrante e iluminando los alrededores como espadas chocando. Por mucho que deseara aplastarlo todo con mi propio poder, la situación era delicada, y cualquier movimiento precipitado corrÃa el riesgo de desencadenar una catastrófica explosión de energÃa mágica.
Si bien tal explosión podrÃa proteger a los que se encontraban a este lado de la sala, la seguridad de Cloe seguÃa siendo precaria al estar tan cerca del marqués Graham.
"Cloe, ¿no me oyes? ¡Levántate, Chloe...!"
Incapaz de intervenir fÃsicamente para rescatarla, la llamé desesperadamente, pero incluso mi voz parecÃa caer en oÃdos sordos.
"¡Primera Princesa!"
En ese momento, sentà un golpecito en el hombro y giré la cabeza.
"¿Tú también estás aqu�"
Gerard se acercó a mÃ, con su pelo bailando entre las ondas de la magia, desviando ágilmente los fragmentos de magia que le llegaban.
Evidentemente, habÃa oÃdo el alboroto en el castillo, habÃa adivinado mi presencia y se habÃa apresurado a alcanzarme. Gerard me miró con una pizca de fastidio en los ojos, como si le disgustara que hubiera abandonado el palacio de la Primera Princesa sin avisar.
-¡Se ha avistado otra bestia cayendo de la grieta! Las coordenadas son... ¡A11, X508, K39!
Justo entonces, llegó otro informe. Las coordenadas parecÃan extrañamente familiares, y era el Palacio Imperial.
El Palacio de la Segunda Princesa tenÃa una pared y parte del techo arrancados por la conmoción, y cuando mirabas hacia arriba, podÃas ver directamente el cielo nocturno. De hecho, podÃa ver destellos de luz una y otra vez, como si hubieran caÃdo rayos desde arriba.
La conmoción habÃa sido causada por la bestia que se habÃa colado por la grieta de la barrera cristalina que cubrÃa todo el palacio.
"Tropas mágicas dos y tres, sigan las instrucciones dadas. Procedan con cautela".
Hice una señal a los magos usando mi magia, la urgencia crecÃa en el aire. Aunque aún no se habÃa producido la brecha final, ya habÃa asignado a los magos y caballeros sus respectivas funciones para tal evento. Por ahora, opté por confiarles la defensa de cada zona.
"¡Chloe!"
En ese momento, Ramiel se materializó dentro de un pequeño vórtice de magia, pareciendo igual de perplejo por la situación que se estaba desarrollando. Lanzó una rápida mirada a Cloe y a Marquis Graham antes de fruncir el ceño.
"CreÃa que todo habÃa terminado... ¡¿Por qué?!".
Casi al mismo tiempo, la reina segunda Katarina llegó a palacio y su presencia llamó la atención.
"Junon, ¿has perdido la cabeza? ¡Cómo te atreves a hacerle esto a mi hija...!"
Su pelo y su atuendo estaban revueltos, claro reflejo de su prisa por llegar hasta su hija, sin tener en cuenta su propio aspecto.
"¡Segunda Reina, es peligroso aventurarse más cerca!"
Katarina se tambaleó hacia atrás, incrédula, con los ojos muy abiertos ante la escena que tenÃa delante. Ser testigo de cómo su propio hermano amenazaba a su hija y a los demás de una forma tan manÃaca parecÃa conmocionarla hasta la médula.
Ramiel trató de emplear su magia de las sombras, pero después de esforzarse lo más mÃnimo, se desplomó en un charco de sangre.
Al parecer, su núcleo mágico no se habÃa recuperado del todo del daño infligido por el marqués Graham y habÃa sufrido más daños.
"¡¿Asà que esperas que abandone a Cloe?!".
Chasqueé la lengua con fastidio mientras Ramiel me devolvÃa la mirada, con los ojos muy abiertos por el desafÃo.
Sin embargo, debÃa agradecer que Cloe no hubiera quedado indefensa, arrojada ante el marqués Graham sin ningún medio de protección.
A pesar de pertenecer a la familia imperial Kamulita, el dominio de la magia de Cloe distaba mucho de ser excepcional. Sin embargo, la piedra mágica que le habÃa dado antes, sólo por precaución, parecÃa estar salvaguardándola. A juzgar por las energÃas desconocidas que se arremolinaban a su alrededor, parecÃa que otros, como Ramiel y Katarina, también le habÃan proporcionado piedras similares.
Cada vez que el marqués Graham se acercaba a Cloe, chispas y destellos de luz surgÃan ante ella, seguidos de agudas ráfagas de magia que se propagaban en todas direcciones, creando vertiginosas oleadas de energÃa.
Fue este mismo fenómeno el que me permitió mantener la compostura, controlando mi impaciencia mientras evaluaba con calma las energÃas arremolinadas que tenÃa ante mÃ.
"Hermana..."
"Espera".
A mi lado, Judith me miró, buscando orientación sobre si debÃa actuar. La detuve, redirigiendo mi aguda mirada hacia la energÃa pulsante.
Con Gerard desviando hábilmente cada fragmento de magia dirigido hacia mÃ, me resultó más fácil concentrarme que antes.
-¡Princesa, una parte de la barrera imperial ha sido traspasada!
La situación sigue deteriorándose...
Giré la cabeza para mirar a Gerard.
"Gerard."
"No."
Pero antes de que pudiera terminar la frase, se negó en redondo.
Este chico cada vez se atrevÃa más a desobedecer las órdenes...
"Como estamos más cerca, deberÃas adelantarte. En breve llegarán refuerzos adicionales, pero hasta entonces, asiste y no estorbes."
"Pareces olvidar que soy el caballero de la Primera Princesa. Donde ella va, yo voy".
La voz de Gerard era decidida, su frialdad contrastaba con las terribles circunstancias. Sus palabras tenÃan una dulzura inusual, que sonaba fuera de lugar en medio del caos.
Sin embargo, era inquebrantable y seguÃa adelante.
"Escúchame. ConfÃo en ti".
La boca de Gerard se cerró al oÃr mis palabras y su mandÃbula se tensó como si apretara los dientes.
"Si te ocupas de tus propios asuntos, aliviarás mi carga. Asà que vete".
Me miró fijamente, protestando en silencio. Sin embargo, esta vez Gerard no desobedeció inmediatamente mi orden.
Sus ojos brillaron con el choque de energÃas furiosas, reflejando la agitación no sólo dentro de su campo visual, sino también dentro de sà mismo.
Al cabo de un momento, los labios apretados de Gerard se entreabrieron, emitiendo una voz carente de emoción.
"Prométeme que no harás nada peligroso".
Al final, salà victorioso.
"De acuerdo.
Gerard me miró fijamente, con ojos duros, como si no estuviera satisfecho con mi respuesta, y luego se dio la vuelta.
Cuando Gerard se marchó, volvà a concentrarme en la energÃa que se arremolinaba ante mÃ. Poco a poco, vislumbré el intrincado engranaje de cada poder, su convergencia temblando como engranajes en movimiento.
Era una mentira flagrante hacerle una promesa a Gerard y luego romperla, pero las circunstancias no me dejaban otra opción.
"Judith, cuando llegue el momento, necesito que dirijas a los magos en un asalto a gran escala contra el marqués Graham".
"¡¿Qué?!"
"Lo sabrás cuando llegue el momento".
Habiendo transmitido mis instrucciones a Judith, di un paso decidido hacia adelante.
"¡Primera Princesa!"
"¡Arbella...!"
Voces de preocupación surgieron de detrás de mà cuando me propulsé en el torbellino de magia, el dobladillo de mi túnica desgarrado por una fuerte oleada de energÃa.
Algunos mechones de pelo brillaron y fueron devorados por la tempestad de magia. Destellos de luz asaltaron mi visión desde todas las direcciones.
Presintiendo la presencia de un intruso, avancé buscando una pequeña abertura entre la magia desbocada.
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