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Miércoles 21 de Febrero del 2024 |
La Princesa Monstruosa 169
Reiniciar: otra vez, Arbella (16)
"Si puedes oÃrme, ven aquÃ. No te quedes asà en un rincón".
-Hooing...
Entonces, como atraÃda por la voz urgente, la criatura púrpura se levantó de la pared y empezó a arrastrarse hacia mÃ.
No se movÃa con su habitual movimiento de rebote, sino de forma fluida y deslizante, como si la arrastrara la corriente.
-¿Vas a asustarte y a gritarme por ser rara?
"Si fuera a asustarme, lo habrÃa hecho en cuanto hubieras entrado en la habitación".
Como si le tranquilizaran mis palabras, su movimiento hacia mà se aceleró un poco. Llegué al frente del cÃrculo, me agaché y le tendà la mano.
-Kinsman, yo, yo, ¿qué puedo hacer? ¡De repente soy feo!
El monstruo se arrastró hacia mà a toda prisa, como si hubiera estado esperando un rato, y se aferró a mi mano extendida.
Por un momento, sentà que se me erizaban los pelos de la nuca al tener la mano completamente enterrada en algo viscoso y frÃo. Pero no me acobardé, sino que me encogà de hombros.
"SÃ, pareces un poco diferente".
-¿Es porque he desayunado mal esta mañana? ¿Me has dado algo raro?
"Has comido bien y ahora me echas la culpa".
El monstruo estaba muy incómodo consigo mismo y murmuró algo sobre mirarse bien el cuerpo.
Fiel a su palabra, la forma peluda de la criatura se habÃa transformado en algo extraño.
Su cuerpo, que siempre habÃa sido regordete pero mantenÃa su forma como una gelatina, ahora era más flácido y parecÃa una yema de huevo rota.
No es de extrañar que Marina se asustara cuando lo vio, pues habÃa estado bien hasta esta mañana y de repente parecÃa que se habÃa derretido.
Pero la criatura púrpura siguió retorciéndose y cambiando de forma mientras se enfrentaba a mÃ. El cambiante cuerpo translúcido se hizo cada vez más grande, moldeándose en una forma familiar.
-¡Oye, me he vuelto más raro! ¡Me he vuelto más feo...!
La criatura se dio cuenta de su transformación y se asustó.
Presa del pánico, forcejeó, y en un momento su cuerpo humanoide se sacudió como un pudin hecho con cuchara, y al siguiente volvió a encogerse a su forma grumosa original, como si se hubiera quedado sin fuerzas.
Pero yo sabÃa en lo que acababa de intentar convertirse y no lo habÃa conseguido, y con un estremecimiento momentáneo, coloqué el dedo en lo que supuse que era su cabeza.
"¿Qué? Qué tiene de feo lo feo, tienes mucho mejor aspecto del que tenÃas".
La criatura, de vuelta a su forma ambulante original, se enredó en mi mano, llorando, lloriqueando y gimoteando extrañamente. ParecÃa más sorprendida por el repentino cambio que se habÃa producido hacÃa un momento que la persona que lo presenciaba, pero yo no me inmuté.
Ya lo habÃa previsto por mis recuerdos anteriores.
Después de todo, la transformación de este monstruo sólo era temporal, y era poco probable que volviera a hacer otro cambio drástico delante de mà como el de hace un momento.
-Tengo miedo... Se está acercando.
El monstruo volvió a estremecerse, como hacÃa últimamente, mostrando su miedo.
Me pareció ver ahora de qué tenÃa miedo, y por qué la grieta final se acercaba más rápido esta vez, a diferencia de mi última vida como Judith. Cuando fui engullida por el otro lado del mundo como Judith, abrà el camino utilizando un hechizo final para cambiar mi destino.
Asà que ya habÃa un abismo invisible entre allà y aquÃ, y el crecimiento de la grieta se habÃa acelerado.
Este monstruo debÃa de haber caÃdo por el ojo de una aguja, por asà decirlo.
"Tranquila, todo irá bien".
dije con tono tranquilizador, acariciando a la criatura con la otra mano mientras se aferraba a mÃ, temblando lastimosamente. Entonces, mientras buscaba a tientas lo que supuse que era su cabeza, me preguntó.
-¿Adónde crees que vas?
"No voy a ninguna parte".
En contexto fuera de contexto. Pero entonces me di cuenta de que tal vez habÃa una parte de él que era inesperadamente astuta.
Le froté la cabeza hasta que Marina volvió a llamar suavemente a la puerta.
Al dÃa siguiente, corrió la voz por el palacio de que Ramiel por fin habÃa despertado.
***
"Primer PrÃncipe, ¿por qué te arrodillas de repente?"
Cuando me enteré de que Ramiel habÃa recobrado el conocimiento e inmediatamente solicitó una audiencia con el emperador Cedric, también me dirigà a la audiencia.
Además del emperador Cedric y Ramiel, estaban allà la emperatriz Charel y la segunda reina Katarina.
El semblante de Ramiel aún no era bueno. Las secuelas de la magia prohibida habÃan hecho que su magia se resintiera, y aún no parecÃa haberse recuperado del todo.
Por supuesto, el Ramiel que yo conocÃa se habrÃa deleitado en este estado de debilidad y lo habrÃa guardado en la Piedra Mágica Imagen, pero aquà estaba, arrodillado ante el emperador Cedric con una expresión extrañamente seria en el rostro.
La emperatriz Charel fue la primera en fijarse en mÃ, y sus hombros temblaron cuando entré en la alcoba.
La mirada de Ramiel también se dirigió hacia mÃ, pero no se detuvo, sino que volvió a centrar su atención en el emperador Cedric, que estaba sentado.
"Seguro que aún no estás cómodo, asà que levántate".
"Su Majestad tiene razón, Ramiel. DeberÃas venir aquà en vez de estar tumbado en el frÃo suelo".
La Segunda Reina Katarina parecÃa ansiosa y preocupada por el bienestar de Ramiel.
Pero el emperador Cedric miraba a su hijo, arrodillado ante mÃ, con ojos tan frÃos y secos que parecÃan casi desalmados, en contraste con las palabras que acababa de dirigir a Ramiel.
"Siento, padre mÃo, que mis insuficiencias no hayan impedido a mi tÃo albergar un corazón equivocado, y que haya cometido un pecado que hará mucho daño a Camulita".
Ramiel inclinó la cabeza ante el emperador Cedric y dijo
"No sé cómo disculparme por esto, pues aunque te apiadaste de mà y me diste una última oportunidad para arreglar las cosas, estuve a punto de causarte aún más dolor con mi error".
"¿Cómo puede ser eso culpa tuya, Primer PrÃncipe?".
Cuando Ramiel se culpó a sà mismo por perseguir al marqués Graham y, en cambio, ser atrapado por él y casi convertirse en un sacrificio para las Artes Prohibidas, el emperador Cedric habló como si quisiera negarlo. Pero no habÃa sinceridad en la forma en que el emperador Cedric miraba a Ramiel, sus ojos seguÃan siendo frÃos.
Más bien parecÃa profundamente incómodo en aquella posición. En cierto modo, era casi como si no quisiera ver en absoluto el rostro de Ramiel.
Según tenÃa entendido, los asuntos del marqués Graham se llevaban a diario ante el emperador Cedric, y podÃa comprender su reticencia a ver a Ramiel o a Katarina, que estaban ligados por la sangre al pecador.
Incluso la Segunda Reina Katarina, que aún no habÃa anunciado oficialmente el castigo para el marqués Graham, era consciente de ello, y ahora observaba al emperador Cedric y a Ramiel en silencio, conteniendo la respiración.
"Cómo puedo decir que no tengo nada que ver con los asuntos de mi única familia, el marqués Graham, asà que por favor, padre".
Fue entonces cuando Ramiel soltó la bomba, rompiendo la tensión que llenaba la sala.
"Aceptando la gran responsabilidad por las atrocidades de mi huésped extranjero, Junon Graham, renuncio a mi derecho al trono y dimito, deseando lo mejor a Camulita y a padre".
"¡Ramiel!"
En ese momento, estalló un grito agudo de la Segunda Reina Katarina, que se puso en pie de un salto y miró a Ramiel con los ojos muy abiertos, incrédula.
La Segunda Reina Katarina no era la única atónita, todos los presentes lo estaban.
Ramiel tosió con fuerza unas cuantas veces después de terminar de hablar. TenÃa la mano sobre la boca y la manga de la túnica manchadas de sangre roja, como si hubiera sufrido mucho.
Sin embargo, al cabo de un momento, se limpió despreocupadamente la sangre de la comisura de los labios e inclinó de nuevo la cabeza ante el emperador Cedric.
Katarina tenÃa las manos cerradas en puños y parecÃa luchar por mantener la calma mientras hablaba.
"Ramiel, tú... es evidente que aún no estás del todo bien, todavÃa estás en estado de shock por todo este asunto, y lamento mi lapsus linguae, pero no deberÃas ser tan impulsivo, deberÃas ser más disciplinado y...".
"Es cierto que no estoy en mi sano juicio, como has dicho, pero sà en mi sano juicio".
"¡Una persona en su sano juicio no dirÃa algo tan ridÃculo!".
Pero Katarina no tardó en perder la calma y alzó la voz, aparentemente enfadada con Ramiel por no retractarse de su opinión.
Chasqueé la lengua. La segunda reina Katarina, me di cuenta, era un poco atÃpica.
Su única familia, los marqueses de Graham, ya se habÃa visto debilitada por los asuntos de Junon Graham, y ahora tenÃa que preocuparse por el trato que recibÃan sus propios hijos, Ramiel y Cloe, que eran parientes consanguÃneos de Junon Graham.
PodrÃa decirse que las posibilidades de que Ramiel accediera al trono ya se habÃan eliminado, pero por su reacción de ahora, parecÃa que seguÃa haciendo planes para el futuro.
Por supuesto, aunque la magia prohibida era un delito grave, era poco probable que la familia imperial de Camulita, incluso los descendientes del emperador Cedric, Ramiel y Cloe, fueran castigados directamente por ello, a menos que ellos mismos hubieran practicado magia imperdonable, en cuyo caso simplemente se verÃan atrapados en lo que le habÃa ocurrido a su familia extensa.
Pero la reina Katarina era diferente, y esto podrÃa ir más allá de condenar a Junon Graham a muerte, o incluso a cadena perpetua, y despojar al marqués Graham de todos sus poderes. Era posible que la Segunda Reina Katarina también abdicara.
Por supuesto, ella lo habrÃa aceptado antes que convertir a sus hijos en un prÃncipe arruinado o en una princesa mujer.
"No se trata de una declaración impulsiva, y no tengo intención de dar marcha atrás en mi decisión".
Y la razón por la que Ramiel, en cuanto recobró el sentido común, hizo esta declaración en presencia del emperador Cedric, es que él también es consciente de este hecho.
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