La Princesa Monstruosa 157
Reiniciar: otra vez, Arbella (4)
"Princesa, la he estado esperando".
En cuanto salà del Palacio Imperial, un grupo de hombres corrió hacia mà como si me hubieran estado esperando. Las caras me resultaban familiares, y los reconocà como los Caballeros Imperiales que Ramiel habÃa liderado cuando el Emperador Cedric dio la orden de dar caza al Marqués de Graham.
"Estos son los hombres que Ramiel llevaba con él".
"¡SÃ! El Primer PrÃncipe nos ha pedido que sigamos a la Primera Princesa si le ocurre algo, y como ya hemos recibido permiso de Su Majestad, por favor, llévenos con usted".
Fruncà finamente el ceño mientras escuchaba sus palabras.
Al igual que Ramiel tenÃa caballeros a su cargo, yo tenÃa gente a mis órdenes que le seguÃan, pero ¿para que me enviara a su propia gente asÃ? Las palabras anteriores del emperador Cedric me hicieron sospechar, pero esto era un intento descarado de ponerme en medio de la acción...
Añadir toda esta gente extra a mi lado de la historia muestra la determinación de Ramiel de hacer las cosas lo más grandes posible.
O... ¿estaba pasando algo tan grande ahora mismo donde él estaba que necesitaba tanta gente para limpiarlo?
"Vale... No tenemos mucho tiempo, asà que démonos prisa. Me iré ahora mismo, y aquellos que hayan terminado sus preparativos, sÃganme."
"¡SÃ, Primera Princesa!"
TenÃa el permiso del Emperador Cedric para ir de todos modos, asà que no habÃa nada más que pudiera decir; en cuanto al Marqués de Graham, lo habÃa dejado a su suerte en primer lugar, asà que dudaba que tuviera alguna idea.
"Y Gerard, tú..."
"Seguiré los pasos de la Primera Princesa".
Volvà a mirar a mis asistentes por última vez antes de abandonar el palacio en busca de Ramiel, y Gerard, que encabezaba la fila, habló sin vacilar en cuanto su nombre salió de mi boca.
"No puedo enviar sólo a la Primera Princesa a un lugar donde no sé qué peligros puede haber".
Su actitud era inquebrantable, como si no fuera a echarse atrás dijera lo que dijera. Mantuve la boca cerrada, mirando a Gerard con rostro pétreo.
No sacó el tema del pasado porque me correspondÃa a mÃ, pero estaba claro que tenÃa en mente que me habÃa desmayado hacÃa sólo unos dÃas y que no me habÃa despertado hasta ayer por la tarde. En retrospectiva, es extraño que Gerard no me preguntara por ello. Me vio desplomarme, tosiendo sangre, asà que deberÃa saber mejor que nadie que no se debÃa a un sobreesfuerzo, ya que yo le habÃa dado una excusa externa.
Y... no habÃa tenido ocasión de hablar con él desde que recuperé la consciencia, pero habÃa algo que necesitaba contarle antes que nada.
Era la noticia de la muerte de su padre, Glenn Lassner. Pero una vez más, la expresión de la cara de Gerard me hizo difÃcil mantener la boca cerrada.
SentÃa que, sin querer, le estaba ocultando más secretos.
Sin embargo, algunas cosas sólo podÃan aplazarse un poco más debido a mis circunstancias personales. Ya habÃan pasado varios dÃas mientras me distraÃa la fiebre del mago.
"No, no. Gerard, quédate, hay algo que debes saber, asà que dile a Marina que te enseñe la carta que llegó justo antes de que empezara el festival, y que te cuente la historia".
En un principio, habÃa esperado contárselo yo misma, pero con la repentina incorporación de Ramiel, parecÃa poco probable que pudiera encontrar un momento adecuado a corto plazo, asà que decidà que serÃa mejor darle tiempo a Gerard para ordenar sus pensamientos, al menos asà de solo.
Pero lo que Gerard dijo a continuación, mientras me miraba en silencio, fue inesperado.
"Princesa, si estás hablando de mi padre, ya lo sé".
"¿Qué?"
"Ya me ha informado una de tus damas de honor".
Me quedé mirando la cara de Gerard, atónita por sus palabras. Pero los ojos de Gerard eran demasiado tranquilos para alguien que acababa de enterarse de la noticia de la muerte de su padre.
De repente, en una noche llena de olor a lilas, recordé al hombre que se habÃa derrumbado en mis brazos tras oÃr la noticia de la muerte de mi padre.
Por supuesto, el Gerard que tenÃa ante mà ahora no era el mismo Gerard de entonces. Pero, extrañamente, habÃa un parecido en mis ojos entre el recuerdo del pasado y lo que tenÃa delante, y di un paso más hacia él.
"Gerard..."
"Primera Princesa, menos mal que aún no te has ido, o estarÃamos contigo".
De no ser por las personas que aparecÃan ahora frente a mÃ, podrÃa haber tendido la mano para consolar a Gerard como habÃa hecho en el pasado, por lástima, asà que no sabÃa si considerarlos huéspedes no invitados que habÃan aparecido en un momento inoportuno y bloqueado mi contacto, o darles la bienvenida por contenerme de actuar impulsivamente en un lugar inapropiado.
"¿Quiénes sois?"
pregunté con frialdad, deteniéndome en seco al acercarme a Gerard, y la mujer que estaba frente a mà inclinó la cabeza hacia mÃ.
"La Segunda Reina nos ha ordenado que ayudemos a la Primera Princesa a traer al Primer PrÃncipe".
"¿La Segunda Reina?"
Mi boca se torció en una lÃnea sombrÃa al escuchar sus palabras.
Según Marina, casi toda la familia imperial sabÃa que yo habÃa caÃdo en el Salón del Amanecer en la Fiesta de los Magos.
Por supuesto, se habÃa atribuido a un simple sobreesfuerzo, con la aquiescencia y ayuda del emperador Cedric, pero en realidad no habÃa pensado que nadie fuera tan ingenuo como para creer eso en primer lugar.
Estaba claro que esto serÃa visto como algo extraño, especialmente por aquellos que se habÃan estado burlando de mis debilidades. E incluso si no lo hicieran, probablemente aprovecharÃan la oportunidad para burlarse de mÃ, asà que sospeché que el hecho de que la Segunda Reina Katarina utilizara a Ramiel para enviarme a alguien también era una forma de vigilarme, de ver cómo me iba.
"La Segunda Reina ha pasado las últimas noches sin dormir, preocupada por la Primera Princesa, y te ha dado las gracias por desvivirte por el Primer PrÃncipe, a pesar de que estabas sobrecargada de trabajo y aún no te habÃas recuperado del todo, y te ha pedido que no ignores su sinceridad".
Asà que, a menos que fuera un tonto, nunca saldrÃa con la persona de la Segunda Reina a cuestas, e incluso si no lo fuera, no tenÃa sentido llevar sus miembros en mi camino para capturar al Marqués de Graham, un pariente de la Segunda Reina.
"¿Crees que nos vamos de picnic o algo asÃ? Con tanta gente pululando, cualquier tonto reconocerÃa un olor extraño y saldrÃa corriendo".
La persona de la Segunda Reina abrió la boca para decir algo más, pero levanté la mano para detenerla, no queriendo perder el tiempo en algo que no merecÃa la pena escuchar. Entonces me volvà hacia los caballeros que me rodeaban y les ordené.
"Sólo aquellos que originalmente me acompañaron en la persecución del marqués de Graham deben seguirme en silencio, y ustedes deben ir a decirle a la Segunda Reina que agradece su amabilidad, pero que, por el bien de Ramiel, debe abstenerse de hacer nada que pueda despertar sospechas".
"Pero la Primera Princesa...."
"¿No querrás decirme que la Segunda Reina no confÃa en los caballeros que el Emperador me ha dado como su élite?".
"..."
"No olvides que mientras te dedicas a esta inútil disputa, también estás aumentando el tiempo que Ramiel está expuesto solo al peligro".
Cuando añadà esa última nota amenazadora, los hombres de la Segunda Reina se callaron y retrocedieron, como si hubieran captado el mensaje. Tal vez no querÃan ser considerados responsables si algo le sucedÃa a Ramiel.
O tal vez este era el propósito de la Segunda Reina en primer lugar.
Ahora que ella habÃa enviado a su propia gente para ayudarme a encontrar a Ramiel, y yo me habÃa negado rotundamente, si algo le sucedÃa, la Segunda Reina querrÃa hacerme responsable. De cualquier manera, la Segunda Reina no tiene nada que perder.
Salà del palacio, pensando que si volvÃa a ver a Ramiel, le darÃa una buena bofetada.
***
De hecho, cuando el emperador Cedric ordenó por primera vez la persecución del marqués de Graham, poco a poco se fue comprendiendo el historial de Ramiel.
La magia de las sombras de Ramiel habÃa alcanzado un nivel más alto de lo que me habÃa dado cuenta, como sin duda habÃa percibido cuando el marqués Graham habÃa desaparecido de la sala de investigación del palacio. ParecÃa utilizar las sombras para moverse libremente dentro y fuera del palacio en ocasiones.
Por supuesto, por muy buena que fuera la magia de Ramiel, no era tan buena como la mÃa, asà que seguà sus sombras y de vez en cuando vislumbré sus movimientos.
"..."
Asà que no era demasiado difÃcil adivinar dónde podrÃa estar ahora, como Ramiel habÃa dicho.
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