La Princesa Monstruosa 130
Las Dos Princesas (9)
Naturalmente, me sorprendió oÃr que Lakhan habÃa muerto. La última vez que lo comprobé, el mago del reino de Solem seguÃa vivo y en buena salud.
Lo que es aún más incomprensible es que la causa de su muerte fuera el suicidio. El hombre que vi, Lakhan, tenÃa una gran sed de vida. Estaba tan desesperado por ver a Judith, la única descendiente del reino de Solem que habÃan estado buscando, que estaba claro que querÃa salir de la cárcel y encontrarse con ella.
Otras personas que no conocÃan las circunstancias parecÃan pensar que Lakhan se habÃa visto obligado a dar este paso extremo porque no podÃa soportar el largo y prolongado interrogatorio, pero yo sospechaba profundamente de la situación.
Nadie habÃa sido captado en el cÃrculo mágico del vÃdeo de vigilancia, y los guardias decÃan que nadie habÃa entrado en el calabozo, pero yo seguÃa teniendo mis dudas.
Pero, por otro lado, cuanto más lo pensaba, más me daba cuenta de que probablemente era lo mejor que Lakhan estuviera muerto ahora, por la razón que fuera. Si Lakhan no hubiera muerto por su propia voluntad, tarde o temprano habrÃa tenido que tomar cartas en el asunto, no por rencor personal, sino por Judith.
Ahora que se habÃa revelado que Judith era descendiente del reino mágico de Solem, era mejor no descubrir la existencia de los magos implicados en el secuestro de Miriam por su bien.
Además, Lakhan ni siquiera estaba relacionado con el marqués Graham, por lo que no era de ninguna utilidad para Judith.
Por supuesto, si Judith se enteraba de la existencia de los magos del Reino de Solem, podrÃa intentar protegerlos. En el futuro que habÃa visto, habÃan sido un fuerte aliado para ella, y habÃa intentado protegerlos como único miembro de la familia real de Solem.
Pero desde el momento en que aquellos magos secuestraron a Miriam, y desde el momento en que me lo revelaron, ya habÃan puesto el primer péndulo en la dirección equivocada.
Con ese pensamiento un tanto preocupado, empecé a contemplar qué hacer con los magos restantes del reino de Solem.
No obstante, ahora mismo era un poco inútil descartarlos, ya que aún no me habÃa hecho una idea clara de lo que ocurrÃa con los sÃntomas de la fiebre de los magos, que parecÃan desvanecerse cuando usaban su magia.
"Milady, dicen que Sir Gerard ya está completamente fuera de palacio".
Entonces, al escuchar las palabras de Marina, cerré el libro que estaba leyendo...
[Se supone que la destrucción del reino de Solem, que habÃa alcanzado una edad de oro con la producción de muchos magos destacados, fue causada por la "catástrofe" descrita en este relato. Sin embargo, no se nos explican los detalles de esta catástrofe, y sólo podemos especular con que fue la aparición repentina de algún desastre natural abrumador que ni siquiera los grandes poderes mágicos pudieron evitar. Pero asà fue. Aun asÃ, es difÃcil creer que un reino en su apogeo, en la cima de su ascenso, pudiera haber sido golpeado por semejante catástrofe de la noche a la mañana...].
Busqué por todas partes un libro sobre la caÃda del reino de Solem. De algún modo, todos los que encontré decÃan lo mismo, y no creà que necesitara leer más.
"Mientras Gerard no está, trae a Lord Lombard de nuevo."
"SÃ, mi señora".
Le di a Marina sus órdenes y me levanté de mi asiento. Antes de salir de la habitación, mis ojos se posaron brevemente en la criatura del rincón, pero dormÃa en silencio.
Ahora que lo pienso, está extrañamente callado últimamente'.
Me acerqué a él, preguntándome si estarÃa enfermo.
"¿Qué te pasa últimamente? ¿Estás hibernando como un oso o una ardilla?".
Por supuesto, era otoño, no invierno, pero me pareció extraño que no comiera mucho y estuviera tumbado en un rincón de la habitación cada vez que lo veÃa. Me estaba divirtiendo mucho tomándole el pelo, asà que lamentaba en secreto si algo salÃa mal.
No podÃa llamar a un médico si el monstruo estaba enfermo, pero al acercarme me di cuenta de que estaba temblando. Me acerqué y le tendà la mano.
"¿Qué te pasa? ¿Estás realmente enfermo?"
La criatura se estremeció al tocarme y se pegó a mi mano como gelatina pegajosa.
-Asustada...
"¿Asustada? ¿De qué?"
Pero no dijo nada más, sólo tembló. Y por si fuera poco, se arrastró por mi brazo, aferrándose a mà como un perro.
Le dije que querÃa tenerlo como mascota. Sé que debo tenerlo como mascota, pero nunca se me habÃa pegado asÃ, asà que me sentà un poco avergonzada.
"Lo siento cada vez que te veo, pero parece que se te da sorprendentemente bien jugar con las mascotas".
Marina, que se me acercó entonces, dijo en un tono extraño. Por supuesto, Marina no parecÃa oÃr a la criatura, asà que debÃa parecerle que yo era el único que le hablaba.
"Parece que últimamente no come mucho, ¿crees que está realmente enfermo?".
"No lo creo..."
Palmeé torpemente la espalda de la criatura, preguntándome qué le pasaba. Pero tenÃa que salir de casa para mi próxima cita, asà que decidà volver a hablar con el monstruo más tarde y salà del Palacio de la Primera Princesa.
***
"Hoy hace un dÃa precioso. No puedo creer que ya sea otoño, el tiempo pasa volando".
Era la hora del almuerzo, El emperador Cedric, con un rostro inusualmente apacible, levantó su vaso de agua para saciar su sed.
"Asà es. Es todo gracias a vuestra gracia que la vida del Imperio Kamulita y de sus gentes es tan rica y tranquila."
Yo también estiré los labios en una sonrisa, recitando las secas palabras de elogio al emperador Cedric casi inercialmente.
"Bella tiene razón, es una gran bendición para Kamulita tener un santo como usted".
"Que tenga una vida larga y saludable, Padre".
Las otras princesas y prÃncipes alrededor de la mesa siguieron su ejemplo, lanzándome colectivamente miradas desalmadas y diciendo lo que creÃan que al emperador Cedric le gustarÃa oÃr.
"Jejeje, ¡cada vez sois más aduladores!".
Al emperador Cedric parecÃan divertirle las payasadas de sus hijos.
Con el descubrimiento de que la madre de Judith habÃa sido descendiente del reino de Solem, en lugar de una vulgar esclava, aumentó el número de veces que la familia imperial cenaba asà junta.
Esto se debe a que el emperador Cedric tiene una nueva afición a reunir a sus hijos para admirarlos, del mismo modo que hace con las joyas en una vitrina. Incluso ahora, mientras observaba a las princesas y prÃncipes sentados alrededor de la mesa, habÃa un atisbo de diversión en sus ojos.
Por supuesto, no todos sus hijos aquà eran tan impecables como joyas, pero la satisfacción que sentÃa el emperador Cedric cuando los miraba juntos asà era mucho mayor que antes, porque la mayor mancha que nada podÃa cubrir habÃa desaparecido.
La gran mancha, por supuesto, era el origen de Judith.
Las princesas y los prÃncipes sentados alrededor de la mesa sonreÃan junto con el emperador Cedric, dando la apariencia de una familia imperial feliz. Pero en realidad, todos masticaban su comida como si masticaran arena.
Empezaba a molestarme esta comida porque era el emperador Cedric y no Judith, pero decidà aguantarme porque era menos cansado que ser yo quien le hiciera sentir mal.
De hecho, el humor del emperador Cedric habÃa sido bastante errático últimamente. Por supuesto, habÃa muchos dÃas en los que estaba de buen humor debido al trabajo de Judith, pero cuando estaba de mal humor, su temperamento podÃa ser insoportablemente brusco, y chasqueaba a sus hijos como una rata, diciéndoles cosas que no querÃan oÃr.
Era natural que Ramiel y yo, que habÃamos sido asignados para seguir la pista del marqués Graham, estuviéramos entre los objetivos.
"Primera Princesa" y "Primer PrÃncipe". Hablando de eso, ¿cómo va el rastro del pecador?".
Como era de esperar, el emperador Cedric nos hizo una pregunta sobre el marqués Graham. Aunque no lo mencionó por su nombre, no habÃa un alma en la sala que no supiera que el pecador en cuestión era el marqués Graham.
La ira del emperador Cedric contra el marqués Graham crecÃa dÃa a dÃa, y era natural que escapara mientras era investigado y ocultara asà a sus enemigos, ya que se oponÃa frontalmente a la familia imperial.
Al menos hoy su voz era más suave que otras veces, como si el emperador Cedric estuviera realmente de buen humor. Dicen que cuanto más viejo te haces, menos quieres oÃr amargura y más dulzura, pero parecÃa valer la pena el fastidio.
"No te preocupes. Estoy seguro de que tarde o temprano conseguiré los resultados que Su Majestad desea".
dije con indiferencia, limpiándome la boca con una servilleta.
Ramiel, que habÃa estado sentado rÃgidamente y revolviendo la comida como si no tuviera apetito, crispó los dedos al oÃr mis palabras. Su mirada se volvió hacia mÃ. Miré a Ramiel como si estuviera equivocado.
Las comisuras de la boca de Ramiel se inclinaron hacia arriba en una extraña sonrisa, y pronto enderezó la postura en su silla y respondió al emperador Cedric después de mÃ.
"Arbella tiene razón. Ahora que hemos encontrado el rastro, deberÃamos poder encontrar pronto el escondite."
"¿Es as�"
Ante esas palabras, Cloe, que antes habÃa estado mirando a Judith pensativa, se desperezó y miró a Ramiel.
Añadà al radiante emperador Cedric.
"Y, Majestad, hay algo más de lo que debo informarle, pero ¿podrÃa hablar con usted en privado después del almuerzo?".
"Muy bien, entonces, Arbella y Ramiel, por favor, sÃganme un momento después del almuerzo".
El emperador Cedric aceptó de buen grado. Con eso, la conversación terminó, y el silencio cayó sobre la mesa por un momento después.
"Por cierto, padre, el Festival de Octubre llegará pronto".
Fue entonces cuando Judith, que habÃa estado observando en silencio, tomó la palabra.
Ey, estoy de vuelta ----> Si te gusta mi trabajo, puedes apoyarme comprándome un café o una donación. Ya tu sabes, no te exijo, es de tu bobo aportar o no, no te exijo :p
0 Comentarios