La Princesa Monstruosa 127
Las Dos Princesas (6)
"En serio, ¿qué me estabas diciendo?"
"Estás admitiendo demasiado limpiamente que no me estabas escuchando en absoluto".
Los labios de Killian se torcieron en un mohÃn; parecÃa un poco sorprendido por mi respuesta sin disculpas. Me volvà hacia mi izquierda con paso medido y me dirigà a él.
"¿No crees que sólo te harÃa sentir peor si fingiera no hacerlo cuando ya te has dado cuenta de todo?".
"¿Cómo me atrevo a albergar un corazón tan impuro hacia la Primera Princesa?".
Ya está hablando con los ojos, pero habla bien. Además, no hace ni un dÃa que Killian Bernhardt habÃa sido tan disimuladamente condescendiente y arrogante conmigo.
"En cuanto a gente impura, el Pequeño Duque Bernhardt está en mi top cinco".
"Qué desafortunado".
No era exactamente mi intención aplacar a Killian, pero pareció hacerle sentir un poco mejor, y pronto la aguda frialdad de sus ojos desapareció, y respondió a la pregunta que le habÃa planteado antes.
"Hoy hablábamos de la compañera de la Primera Princesa".
"¿Mi compañera? ¿Te refieres a Miriam?"
"Para ser más preciso, estaba diciendo que me sorprendió un poco que declinara mi oferta de acompañarla al banquete y a quién iba a llevar consigo".
Puse los ojos en blanco mientras Killian hablaba.
Estaba hablando de algo tan inocuo como esto y ¿le entraba una rabieta porque le habÃa ignorado?
"No deberÃa sorprenderte. Es mi hermano".
"Lo sé, y sólo trataba de ser amable".
Killian me rodeaba ahora, fingiendo ser un caballero educado. El dobladillo de mi suntuoso vestido se extendÃa como una flor en plena floración y las luces bailaban con las lámparas de araña, hasta que vislumbré a una pareja y casi me eché a reÃr a carcajadas.
La larga melena de la joven abofeteaba a su pareja con cada giro. Pero estaba tan absorta en el baile que no pareció darse cuenta del desastre.
"¿Puedo hacerle una pregunta, princesa?".
"¿Qué?
Pero sentà que reÃrme aquà me harÃa sentir que estaba ignorando a Killian otra vez, asà que resistà el cosquilleo en la garganta. Kilian me habló entonces de pasada, y se lo permità sin pensarlo dos veces. Pero su siguiente pregunta, dirigida ligeramente a mÃ, fue bastante aguda.
"¿Qué ha estado molestando a la Princesa desde hace algún tiempo, tu hermana o tu caballero subordinado?".
Casi tan pronto como las palabras salieron de la boca de Killian, respondÃ, casi por reflejo.
"Judith, por supuesto".
"TenÃa el presentimiento de que eso es lo que ibas a decir".
dijo Kilian, como si supiera que lo harÃa. Pero, de alguna manera, el tono de su voz era un poco más sutil, como si hubiera algún otro significado en él que yo no podÃa poner mi dedo en la llaga.
Me di la vuelta, reacia a seguir hablando del tema con Killian.
"¿Ha saludado hoy el pequeño duque Bernhardt a Judith?".
"La primera vez que saludé a la Primera Princesa al entrar en el salón de baile fue cuando te invité a bailar hace un rato, asà que no es imposible que hubiera saludado a la Cuarta Princesa antes".
Su tono era como si le resultara natural darme prioridad sobre Judith.
"Hay muchos nobles que se han interesado por Judith estos dÃas. El pequeño duque Bernhardt parece bastante aburrido".
"Por supuesto, es motivo de celebración que la Cuarta Princesa haya recibido el honor que corresponde a su posición, pero por lo demás no hay razón para agitarse".
Mientras hablaba, no habÃa ningún cambio en el comportamiento de Killian hacia ella, a diferencia de algunos de los nobles que de repente empezaron a hacer insinuaciones descaradas hacia Judith, cuya posición en la familia imperial habÃa cambiado.
Busqué el rostro de Killian, recordando la imagen de Judith que habÃa visto antes.
"¿Tiene el pequeño duque Bernhardt algún otro interés en Judith?".
le pregunté, un poco impulsivamente. La forma en que Judith habÃa mirado fijamente a Killian antes le habÃa hecho sospechar.
A los dieciséis años, era lo bastante mayor como para interesarse por ese tipo de cosas. Además, en el futuro que veÃa, Judith y Killian estaban juntos...
Claro que Judith le habÃa echado una larga mirada a Gerard, pero no le habÃa parecido que albergara ese tipo de enamoramiento cada vez que se habÃa topado con él en el pasado.
"Hablando de otros intereses, ¿estás seguro de que querÃas decir lo que estoy pensando?".
Killian, por su parte, pareció encontrar mis palabras bastante absurdas. Incluso perdió el ritmo del baile por un momento.
"Por supuesto, la Cuarta Princesa es bastante encantadora, pero aún es demasiado joven para que me interese por ella".
Contestó Killian con firmeza, con el rostro ligeramente rÃgido, pero las palabras que añadió eran casi demasiado firmes.
"Y en cualquier caso, puedo asegurarte que nunca me sentiré tan atraÃdo por la Cuarta Princesa como para dedicarle mi pasión".
Al oÃr eso, enarqué una ceja.
Uno no sabe lo que le depara el futuro a una persona, asà que probablemente sea mejor no hacer ese tipo de afirmaciones, ¿no?
Pero lo que salió de mi boca en ese momento, irreflexivamente, no fue una afirmación tan racional, sino una réplica altamente emocional.
"¿Qué le pasa a Judith?".
Mi disgusto me sorprendió incluso a mÃ.
Killian pareció desconcertado por mi aguda mirada, pero pensé que estaba siendo un poco mezquino. Aparte del hecho de que Judith estaba siendo una zorra conmigo hoy, yo era el que más habÃa hecho para convertirla en lo que era.
Durante años, la habÃa vestido, alimentado, enseñado y, por supuesto, habÃa tenido el corazón negro, pero a estas alturas, habÃa conseguido criarla bien.
Tal vez por eso mis brazos estaban doblados hacia adentro. Las palabras de Killian hirieron mi orgullo de una manera extraña.
Sin embargo, mis pensamientos eran en realidad contradictorios. Siempre habÃa querido que Judith permaneciera en silencio a mi sombra, que no brillara a la luz del sol para que todos la vieran, y ahora querÃa que permaneciera en la jaula que yo habÃa hecho para ella.
"Entonces, ¿estás diciendo que la Primera Princesa se habrÃa sentido mejor si te hubiera dicho que estaba interesada en la Cuarta Princesa en este momento?".
Killian y yo dejamos de movernos casi al mismo tiempo. Sin embargo, la música terminó casi al mismo tiempo, asà que no llamamos la atención interrumpiendo el movimiento de las otras personas que estaban a nuestro lado.
Al darme cuenta de que habÃa reaccionado demasiado emocionalmente en ese momento, suavicé mi mirada.
"No era mi intención, pero es cierto que las palabras del duque de hace un momento sonaron un poco groseras. También es culpa mÃa por sacar un tema tan delicado en primer lugar, asà que olvidemos ambos nuestra conversación."
No pretendÃa iniciar una pelea -añadÃ, enderezando mi expresión ligeramente ceñuda. Pero el rostro firme de Killian no volvió, y cuando el baile terminó y la gente empezó a dispersarse, una a una, Killian se pasó una mano por la cara.
Dejó escapar una risa superficial, y de algún modo parecÃa aún más destrozado que antes, y luego dejó caer la mano, revelando un destello de dolor en sus ojos. Me habÃa encontrado cara a cara con Kilian muchas veces, pero nunca lo habÃa visto asÃ.
"Le pido disculpas. SerÃa negligente continuar esta conversación, asà que me iré primero".
Mientras me quedaba sin palabras y fruncÃa los labios, Killian se dio la vuelta y salió de la habitación.
Yo mantuve la boca cerrada y me quedé fuera del salón de baile. HabÃa gente que me invitaba a bailar, incluido Bobby Montera, pero no acepté.
Gerard, que acababa de salir a la terraza, se acercó a mÃ, con el rostro inexpresivo en cuanto a lo que pensaba.
"¿Te has peleado con el Pequeño Duque?".
"No lo sé."
Sentà que la cabeza me dolÃa un poco innecesariamente.
'Es tan estúpido como para estar enamorado de mÃ'.
No habÃa sentido la necesidad de decir nada, asà que me habÃa hecho la interesante, pero no era tan despistada. Pero ya lo he dicho antes: No me gusta la rivalidad entre hermanos.
Por supuesto, no estaba segura de si a Judith le acabarÃa gustando Killian o no, pero con lo que sabÃa del futuro, no podÃa bajar la guardia tan fácilmente.
Al darme la vuelta, vi a Judith salir de la terraza donde Gerard la habÃa dejado, e inmediatamente fue rodeada por otros nobles, impidiéndola de nuevo mi vista.
En cualquier otro momento, habrÃa ido inmediatamente a rescatarla de aquel embrollo, pero hoy no me acerqué a ella porque no creà que me necesitara.
Y pensé... Tal vez no querÃa ser rechazado por Judith dos veces hoy.
"Quiero tomarme un descanso. Vayamos a un lugar tranquilo".
Asà que chasqueé la lengua y seguà adelante. Miriam parecÃa estar ocupada mezclándose con otros jóvenes nobles de su edad, asà que supuse que era mejor no interrumpirle ahora.
"¿Y de qué hablaron Judith y tú?".
"No fue una conversación importante".
"Entonces, ¿es un secreto?".
Acababa de terminar de fulminar con la mirada a Gerard por darme una respuesta que no me gustaba, cuando alguien se acercó a mà como si fuera a chocar conmigo, pero Gerard levantó una mano para detenerlo.
La persona, que parecÃa haber bebido demasiado en el salón de baile, se disculpó rápidamente y pasó a mi lado.
"Creo que serÃa mejor que siguiéramos adelante y volviéramos a hablar".
Gerard, que tenÃa el brazo alrededor de mi costado en un tirón protector, bajó la mirada hacia mi cara.
Y cuando nuestros ojos se encontraron, recordé de repente lo que Killian me habÃa dicho antes.
"Lo que te ronda por la cabeza desde hace algún tiempo, Primera Princesa, ¿es a tu hermana a quien tanto aprecias, o a tu caballero subordinado?".
Fruncà el ceño involuntariamente. Antes le habÃa dicho a Killian que era Judith, como si me hubiera pillado desprevenida la inesperada pregunta, pero esa no era la verdad.
Me importaban tanto Judith como Gerard. Una era mi hermana y el otro mi caballero, asà que era natural. No necesitaba ocultárselo a nadie.
Pero el hecho de que tuviera que mentir como si no quisiera que me descubrieran me hizo darme cuenta de lo que realmente intentaba ocultar.
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