La Princesa Monstruosa 111
¿Por qué has venido a mi casa? (5)
"Es..."
Marina frunció los labios, incapaz de responder fácilmente a mi pregunta. Yo esperaba que lo hiciera, pero le costaba decirlo.
"Marina. No sé si te das cuenta, pero te pasa algo malo"
"¿Malo...?"
"Si no, no estarÃa husmeando en tu pasado a estas alturas".
Me di unas palmaditas en el brazo con la mano cruzada, girándome para mirar la cara que tenÃa delante, y le dije la verdad a Marina.
"Para ser sincero, fuiste tú quien tocó la poción durante esta cata de pociones".
"¡¿Qué?! ¡Por qué iba a...! Eso no puede ser verdad!"
Naturalmente, Marina lo negó con vehemencia.
"Te juro que nunca te dije una mentira, y ni siquiera reaccioné cuando usaste la magia para determinar la verdad, ¿verdad?".
"Eso es porque no te movió tu propia voluntad".
"¿Qué?"
"Para decirlo más sencillamente, sospecho que estás siendo manipulada por alguien, por eso te pregunté por tu conexión con el marqués Graham o la reina Katarina".
Ante el asombro de Marina, le mostré la piedra videomágica que habÃa empaquetado. A diferencia del mostrado a la gente en el coto de caza, este mostraba a Marina en detalle mientras manipulaba la poción.
El rostro de Marina, normalmente pálido, estaba ahora realmente pálido como la sangre.
"Yo no... realmente no recuerdo haber hecho esto..."
"Entonces, Marina, quiero que me digas todo lo que se te ocurra".
Marina abrió y cerró los labios varias veces.
"No recuerdo los detalles, pero cuando era más joven...".
Tras unos instantes de vacilación, Marina empezó a hablar en voz baja, y su explicación fue asÃ.
La familia de Marina tenÃa raÃces profundas, y aunque su apellido gozaba de prestigio entre la nobleza, no era exactamente un nombre familiar.
Por eso, cuando Marina crecÃa, su padre intentaba por todos los medios relacionarse con el marqués Junon Graham, y un dÃa, por alguna razón, la llevó a visitarlo.
"Esto fue antes de que yo entrara en palacio, asà que debÃa de tener unos 15 o 16 años, y mi padre me dijo que podrÃa ayudarle un poco con lo que estaba haciendo".
Por aquel entonces, la familia de Marina atravesaba una grave crisis financiera, cuenta, y ella estaba dispuesta a lamerle los pies al marqués Graham, asà que éste le ordenó que cumpliera sus órdenes.
"Y... entré en la habitación".
De repente, Marina se inquietó visiblemente.
"Ni siquiera sé lo que pasó allà dentro. Porque hasta que no la volvà a ver en el salón del conde Cannon, habÃa olvidado por completo que habÃa sucedido".
Pero recordaba haber pasado mucho miedo, dijo Marina. Y aunque no recordaba los detalles de lo sucedido, dijo que dudaba si contármelo, incluso después de que su memoria volviera al salón del Conde Cannon, porque tenÃa la persistente sospecha de que su padre podrÃa haber participado en aquel aterrador suceso.
"Pero... recuerdo que el marqués Graham utilizó algún tipo de magia entonces, y que falló, y recuerdo vagamente que se enfadó porque algo no salió como él querÃa".
"¿Estaba la Reina Katarina allà también?"
"Tal vez... No. Sólo estaba el marqués Graham. Ah... Pero creo que pude haber visto a la Segunda Reina después de salir corriendo aquel dÃa".
Tras escuchar las palabras de Marina, le tendà la mano.
"Marina, dame tu mano".
Comprobé la magia de Marina. No percibà ningún otro rastro mágico.
Pero no me di por vencido de inmediato, y pacientemente busqué en cada centÃmetro de su cuerpo durante mucho tiempo. Al cabo de un rato, percibà una débil hebra de magia que parecÃa ligeramente distinta de la de Marina.
Por un momento, me detuve.
Recordé a la gente del Reino de Solem que habÃa conocido antes de volver al Primer Palacio Imperial. Más concretamente, recordé que las ondas mágicas de la gente del Reino de Solem que habÃa examinado hoy eran asÃ.
Pero era extraño. ¿Por qué habÃa un parecido tan grande entre la magia única de la gente del Reino de Solem y la magia alienÃgena del cuerpo de Marina?
Por supuesto, era posible que Marina hubiera sido vÃctima de ese tipo de magia, igual que Mirayu habÃa utilizado una extraña magia elemental con mi madre, la emperatriz y Miriam.
Pero aunque fuera la misma magia, tenÃa que haber una diferencia en los rastros mágicos del lanzador.
'¿Hay algún tipo de conexión entre la gente del Reino de Solem y el Marqués Graham? No lo parecÃa, o tal vez...'
Toqué la energÃa alienÃgena dentro de Marina. Marina se estremeció y gimió de dolor, lo que me hizo darme cuenta de que serÃa peligroso intentar romper el hechizo sobre ella ahora mismo.
"Marina, efectivamente hay un rastro de magia en tu cuerpo, aunque muy leve".
Retiré mi mano del cuerpo de Marina. Marina parecÃa no saber si sentirse aliviada o más preocupada por estar hechizada.
"Me va a llevar un rato averiguar cómo romper el hechizo, ¿te duele o te molesta algo?".
"Nada de eso, ni siquiera sentà nada hasta que la Princesa me lo dijo".
"Bien, entonces. Lo investigaré más a fondo, pero si se te ocurre algo más, dÃmelo".
"Lo haré. De acuerdo, Princesa".
Pero antes de que pudiera salir de la habitación, Marina habló como si acabara de recordar algo.
"Ah, por cierto, no creo que fuera en la habitación con las muñecas donde vi algo realmente aterrador, aunque de nuevo, mi memoria es borrosa, asà que no creo que pueda darte ninguna otra información que pueda ayudarte, princesa...".
"No, ahora que lo dices, ayuda".
Después de todo, el marqués Graham ocultaba algo más.
Salà de la habitación, reflexionando sobre los rastros de magia que acababa de percibir en Marina y las ondas de magia que habÃa percibido en la gente del Reino de Solem.
Sin duda, habÃa algo en el marqués Graham que me preocupaba, pero con la información que habÃa reunido hasta el momento, no podÃa entrar a investigarlo de inmediato.
Reflexioné sobre esto un momento y luego me volvà hacia las mazmorras imperiales.
* * *
En la superficie, la caza continuaba. La grieta en el cielo se habÃa cerrado, y el marqués Graham era el único que la habÃa sufrido.
"Hoy no veo a la Segunda Reina".
"Por supuesto que no. Si yo fuera ella, no querrÃa salir de mi casa".
A partir del dÃa siguiente, la Segunda Reina no mostró su rostro en la cacerÃa, lo cual era inusual en ella, ya que normalmente se le veÃa la cara todos los dÃas de la cacerÃa.
La gente hablaba en voz alta de lo que habÃa ocurrido en la cata del primer dÃa de la cacerÃa, incluido, por supuesto, el marqués Graham, que se alojaba en una mansión que pertenecÃa a la Segunda Reina Catalina, no a la del marqués, que en ese momento estaba bajo llave.
Pero mientras la cacerÃa seguÃa su curso, los Caballeros Imperiales irrumpieron en la mansión.
"¿Qué creen que hacen, irrumpir aquà sin pedir permiso?".
Gritó furioso el marqués Graham, pero August, el jefe de los Caballeros Imperiales, ni se inmutó.
"Marqués Junon Graham, necesitaré que me acompañe para una investigación".
"¡Qué...! ¿Una investigación?"
Los ojos del Marqués Graham brillaron agudamente por un momento, preguntándose si los que investigaban la mansión del Marqués habÃan encontrado algo, y era mucho más oportuno de lo que habÃa pensado ya que podrÃa tener una salida en poco tiempo.
Pero las siguientes palabras de August al marqués de Graham fueron inesperadas.
"El hombre que intentó secuestrar al Tercer PrÃncipe no hace mucho afirma que el marqués de Graham está detrás de ello".
"¡Qué, qué tonterÃa es esa......!".
"Si tiene algo que decir, dÃgalo en un momento, pero por ahora, necesitaré que me acompañe rápidamente, y necesitaré su cooperación, marqués Graham".
Mientras el marqués Graham permanecÃa congelado en su desesperación, August le condujo al exterior.
Al cabo de un momento, Arbella dejó la taza de té que tenÃa en la mano al oÃr que el marqués de Graham estaba siendo transportado por los Caballeros Imperiales.
Puesto que todo era una acusación sin pruebas y el tiempo disponible era escaso, le pareció una buena idea empezar por atrapar al sospechoso antes de que pudiera apuñalarla por la espalda.
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