La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 77
¿Cómo llegó a conocerse como la gema de un demonio?
En la historia original, Tyriel fue una vez a visitar una mina abandonada.
En ese momento, vio una hermosa piedra roja y la llevó consigo y la guardó como un tesoro, pero una criada que maltrataba en secreto a Tyriel, una niña bastarda, se la robó...
Sin embargo, la piedra no era en realidad una joya, sino la de un demonio que vivÃa de los posos de la joya en una mina abandonada, y cuando se congeló por el invierno y una ola de calor tan intensa que derritió el asfalto...
Es sucio, asà que omitiré más.
En fin, este fue el episodio durante el cual se descubrió a la criada que robó la piedra y se revelaron las circunstancias de su abuso de Tyriel y se tomaron represalias contra ella.
La primera vez que la criada robó la piedra, pensó que era una joya. Recordé la historia de cómo intentó venderlas en la mesa, y concebà este plan.
Las gemas eran más hermosas de lo esperado, y sentà que el plan estaba destinado a tener éxito cuando vi a todos los joyeros suplicando dónde las habÃa conseguido.
El té de caca sólo sabe de verdad cuando se aplasta con caca.
CreÃa que era una joya, pero es caca... Uf, sucia. Lo llamaré helado a partir de ahora. Qué ridÃculo y divertido que fuera helado.
Jódete, Duval. Que te jodan, Conde Essit. El Marqués Cherish y la Emperatriz... se arruinarÃan por otra cosa.
"Ahora comenzaremos la subasta de las minas abandonadas. Empezaremos por el oeste. Si desean participar en la subasta, por favor, tomen un formulario cada vez, escriban la cantidad y pónganla aquÃ."
El animador señala un cilindro de cristal transparente.
Era la mina abandonada del oeste.
'Ahà es donde hice la falsa afirmación de que habÃa más Rubina'.
De hecho, habÃa más en el este.
No es tanto helado, pero no desde el punto de vista de un extraño.
Fingà que me molestaba la cantidad y examiné a Duval y al marqués Cherish.
Duval frunció el ceño al mirar el formulario, mientras que el marqués Cherish miraba de reojo, intentando de algún modo robar una mirada al formulario de Duval.
Cuanto menos les importara a ambos, más alto podrÃa llamarlo de los incondicionales 3.000 millones de oro.
Anoté la cifra aproximada de 30 y la puse en el recipiente de cristal. Iba a insistir en los 30 de oro si era el adjudicatario, pero no parecÃa probable.
Mientras tanto, cuando Gerald susurró algo, Duval, con el ceño muy fruncido, cambió las letras.
Entonces el marqués Cherish escribió rápidamente. Al parecer, habÃa conseguido espiar a Duval.
Cuando los principales jugadores rellenaron sus formularios, las hormigas, que sólo me habÃan estado mirando a mÃ, también rellenaron el suyo antes que los demás. Sorbà mi bebida preparada y esperé a que se anunciaran los resultados.
Tras comprobar todos los formularios, el moderador abrió la boca.
"El ganador de la puja por la mina abandonada del lado oeste es Marquis Cherish, que ha puesto 105.000 millones".
¿Qué, 105 mil millones?
Se armó un pequeño revuelo en los alrededores. Casi escupo mi bebida.
Aquello era sorprendente, ya que 105.000 millones era dinero suficiente para comprar una pequeña mina de gemas. No era la clase de dinero que podÃa gastarse en una simple mina abandonada. Examiné rápidamente a Duval.
ParecÃa haber sido derrotado por una cantidad similar de dinero, apretando los dientes con frustración.
Probablemente habÃa gastado unos 100.000 millones.
'No, pero ¿por qué gastar 100.000 millones en una mina abandonada? ¿No es una locura?
No creo que el conde Essit le hubiera pedido que gastara cien mil millones en una mina abandonada- le miré, pero entonces mis ojos se encontraron con los de Gerald.
Gerald me guiñó un ojo. Entonces tuve una corazonada.
Aigoo, nuestro Gerald. Has arañado el complejo de inferioridad de Duval. Estupendo.
Oh Dios. No es hora de que sea asÃ'.
Ttaenggeurang-
Dejé caer el vaso con el que habÃa terminado mi bebida. Con eso, hice mi imitación de una jovencita triste porque no logró ganar la puja a pesar de haber gastado todo su dinero.
"Esto no puede ser".
Me tapé la boca con las manos y temblé, y la gente a mi alrededor me miró con pesar.
ParecÃa clasificada como compradora de minas abandonadas con esperanza, pensando: "¿Queda algo?".
El animador, que sabÃa cuánto habÃa escrito, me miró divertido, Marquis Cherish me dirigió una mirada de simpatÃa como el resto, y Duval-.
"Kuku".
Dijo, sin ocultar su sonrisa burlona.
"¿CreÃas que podÃas comprarlo con ese dinero?".
"Ese es un comentario descortés, pequeño Conde".
Señaló el marqués Cherish, que en aquella ocasión era el más alto en la posición de marqués, como si fuera difÃcil de oÃr.
Duval, fuerte contra el débil y débil contra el fuerte, dejó inmediatamente de hablar. Por otra parte, parecÃa querer reÃrse bastante de mÃ, mirándome y arrullándome de vez en cuando.
Me alegro por ti, tienes mucho dinero para comprar helado. Come mucho.
"A continuación comenzaremos la subasta de la mina abandonada al este. Si queréis participar, escribid la cantidad de dinero en el formulario y ponedlo de la misma manera que antes. "
Volvà a comprobar los dos, esta vez fingiendo anotar las cantidades.
El marqués Cherish escribÃa la cantidad de dinero con una cara aún más desenvuelta. CreÃa en el engaño y parecÃa pensar que, como ya habÃa comprado la parte oeste, de la que se decÃa que tenÃa grandes reservas, podÃa perderse la parte este.
Duval, por el contrario, estaba bastante nervioso.
Sabe por Gerald que hay más en el lado este, asà que debe estar pensando que no debe perderse esta vez.
Ya que antes usó cien mil millones para el lado oeste, me pregunto cuánto usará esta vez".
Seguà mirando a Duval con expectación. Fue entonces cuando alguien me tocó por detrás.
"...?"
¿Quién hace esto sin modales?
En la subasta de la mina sólo hay una oferta, asà que si se supiera que los dos hemos acordado una cantidad, serÃamos eliminados al mismo tiempo.
¿Quién se me va a adelantar? Me di la vuelta, con las cejas fruncidas.
"Mi señora".
Lo siento, Alteza. Por favor, pégueme mucho.
Escondà rápidamente mis uñas desnudas. Borré mi expresión áspera y me hice la joven como una brisa primaveral.
"Oh, ¿Duque? Dijiste que estabas ocupado".
"Bueno".
La cara de Reynos se puso roja mientras intentaba decir algo. Miró al suelo, evitando mis ojos.
"No es que estuviera ocupado, pero -hmm- ¿necesitas una mina abandonada? ¿Te la compro?".
Estuve a punto de gritar "No" sin pensarlo, pero me detuve.
El ambiente en la sala de comercio estaba tenso tras la repentina aparición del duque Absulekti. El marqués Cherish era menos, pero Duval era la mitad de malo. De alguna manera, mostró su voluntad de no dejar que el duque Absulekti se llevara su mina abandonada.
'Una buena oportunidad para malgastar el dinero de Essit'.
Y apreté el brazo de Reynos como para dar la bienvenida a mi salvador. Luego, con un parpadeo convenientemente tierno, le mostré un amuleto que no tenÃa.
"SÃ, por favor, compre".
Y Reynos perdió por un momento la fuerza de sus piernas.
ParecÃa sorprendido por mi amuleto. No deberÃa haber hecho esto. Le susurré al oÃdo mientras le ayudaba a levantarse.
"Lo siento, no deberÃa haber hecho algo tan extraño".
"¿Qué quieres decir con cosa extraña? Era mono".
Mientras yo me detenÃa presa del pánico ante la palabra "mono", Reynos cogió un bolÃgrafo y se disponÃa a escribir "un trillón" en el papel.
Oh, espera un momento.
Me apresuré a coger la punta del bolÃgrafo. Estaba a punto de meterme en un lÃo. Estaba a punto de comprar un par de montones de helados.
"No voy a comprarlos. Haz como si los compraras y responde".
"De acuerdo".
Reynos respondió frÃamente y fingió dibujar unos ceros.
Entonces, sentà que Duval, que nos habÃa estado mirando en secreto, se inquietaba. Asimismo, Gerald, que habÃa estado observando el comportamiento de Reynos, le dio un consejo.
Duval empujó a Gerald con frustración. Luego anotó él mismo la cantidad y la metió en la caja de cristal.
Puse el trozo de papel marcado con un "1" en el recipiente de cristal. Luego esperé a que se anunciaran los resultados.
Pronto el animador anunció el adjudicatario de la mina abandonada del este.
"El postor ganador de la Mina Abandonada del Este... es el Pequeño Conde Essit que escribió 872,3 mil millones".
¿Está loco?
Me quedé mirando a Duval, sin pensar en ocultar mi sorpresa. Todos, aparte de mÃ, le miraban con miradas similares.
Para pagar esa cantidad de dinero, habrÃa tenido que renunciar a más de la mitad de los negocios de Essits.
Por supuesto, lo irÃa devolviendo poco a poco, ya que no tiene una ventaja de dinero en los negocios mineros.
Con ese dinero habrÃa comprado tres minas que cuestan más que las gemas, es decir, minas de mineral de hierro y de cobre. Un loco que habÃa convertido la mitad de su fortuna en un montón de mierda me miró y se quedó mareado.
"Ja, ¿qué vas a hacer si no puedes comprar lo que has pedido, ni siquiera tirando tu aspecto fÃsico?".
El animador, que sabÃa que yo sólo habÃa escrito "uno", miró débilmente a Duval.
Me pinché en el ojo fingiendo que tenÃa algo dentro. Luego, con los ojos manchados de lágrimas, supliqué a Reynos.
"No pude comprarlo después de todo. ¿Qué debo hacer?"
"No te preocupes, te compraré otra cosa. ¿Qué tal una mina de diamantes?"
"No, no quiero pedirle más al Duque. Esta mina abandonada era la única que podÃa comprar, pero ahora no sé... ¡Uf!".
Fingà llorar y Reynos me abrazó contra su pecho. Entonces Duval, que se acercaba, lanzó una acusación.
"Oh no, no te lo podÃas creer. Si me hablas bien, estoy dispuesto a darte un poco de..."
"Te dije que te mantuvieras fuera de la vista de mi señora".
Las frÃas palabras de Reynos hicieron retroceder a Duval, asustado.
Era probable que volviera a aparecer en un futuro próximo si no fuera por Reynos, que tenÃa prisa por desaparecer mientras se pavoneaba con palabras vulgares como "maldito".
Tonto. Nunca tomarÃa algo que tú das'.
Me mordà la lengua mientras Reynos me estrechaba contra su pecho y me obligaba a llorar.
Algún tiempo después.
Corrió el rumor de que Essit, que habÃa hecho la extraña cosa de comprar una mina abandonada por 872.300 millones, habÃa lanzado un accesorio que utilizaba la gema Rubina, que nunca antes habÃa estado disponible.
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