La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 59
En cuanto abrà la ventana, Reynos entró volando. Luego voló por todas partes e hizo un gran alboroto.
Aigoo, no podÃa calmarse. La gente pensará que estoy muerto.
"Está bien, Su Alteza. Realmente estoy bien."
- ¡Ppiiiiiiik!
Calmé a los Reynos saltarines y me pellizqué la nariz buscando un poco de algodón del botiquÃn que habÃa traÃdo May.
Luego coloqué dentro el gran ramo de flores, que supuse que Reynos habÃa traÃdo como regalo, colgando a duras penas del alféizar de la ventana.
-Ppiiiik, ppiiiiik...
Reynos me seguÃa cada vez que me movÃa y me preguntaba: "¿Estás bien?". Eii, no te preocupes en absoluto.
Me senté en mi silla, sonriendo, con la intención de tranquilizarlo.
"De verdad que estoy bien. No me voy a morir".
De hecho, la hemorragia nasal también terminó enseguida.
En cuanto me quité el algodón que me taponaba la nariz, olà el ramo de flores que Reynos habÃa traÃdo.
Estaba muy perfumado, como si acabara de salir de algún sitio.
"Gracias por el regalo. Por cierto, qué puedo hacer por ti en este momento...".
Me detuve en medio de mis palabras. Fue porque algo me robó la mirada.
Reynos estaba sentado en la mesa, inquieto como si buscara algo.
Sin embargo, habÃa algo rojo colgando y revoloteando de la cola de tan crÃa de dragón malvado.
¿Qué es eso?
Pensé que era basura, asà que le agarré la cola para despegársela. ¡Piiiik! Reynos, que estaba tan sorprendido que pensaba que era demasiado, se quedó inmóvil.
Gracias a esto, pude ver claramente lo que colgaba de la cola.
"¿Una cinta roja?"
Involuntariamente toqué la cinta. TenÃa la misma textura erizada que las que se usan para envolver regalos.
"¿Por qué cuelga esto?
Miré a Reynos con ojos temblorosos. Reynos, congelado, escondió rápidamente la cola detrás de la espalda.
Aunque la escondiera asÃ, la cinta es tan grande que puedo verlo todo.
Además, ahora me daba cuenta de que Reynos olÃa a flores espesas. En particular, su cabeza estaba muy oscura, como si hubiera sido tocada con flores.
¿Se llevó las flores con la cabeza?".
No podÃa imaginarme en ese momento que Reynos hubiera venido a mà con una cinta atada a la cola después de haber fracasado en su intento de llevar una flor en la cabeza.
¿Por qué se ató una cinta y vino aqu� Como ambos estábamos a punto de pasar vergüenza, naturalmente decidà cambiar de tema.
"Oh, bueno, gracias por el ramo de flores. ¿Quieres una taza de té?"
-¿Ppiik, ppiik?
Reynos, que se habÃa quedado congelado en su sitio, se dio cuenta.
Rápidamente cogió el bolÃgrafo de bandera que yo habÃa dejado en el suelo y garabateó letras juntas en un trozo de papel vacÃo.
"Los suplementos que te envié, ¿dónde los pusiste?"
"Oh, en el armario de la cocina".
"Voy a por ellos"
Entonces voló inmediatamente a la cocina.
¿A esta hora?
No sé por qué iba a estar buscando suplementos a una hora más allá de las diez de la noche, pero de todos modos yo misma me dirigà a la cocina para prepararle a Reynos una taza de té.
Elegà unas hojas de té y fui a ponerlas en la tetera, pero Reynos entró volando rápidamente y se las llevó. Hmmm.
Intentando apartar la vista del intenso revoloteo de la cinta roja de su cola cada vez que se movÃa, organicé el ramo de flores y el papel calificativo en el salón mientras el bebé dragón malvado estaba en la cocina.
Después de hacerlo durante un rato, Reynos, que habÃa hervido té, puso la tetera y las tazas sobre la mesa.
Incluso llevó allà un hermoso tazón lleno de suplementos. Fue muy modesto al bajar las tazas de té con un gesto elegante mientras mantenÃa los ojos ligeramente bajos, pero si sólo llevara un delantal, podrÃa llamársele dragón sirviente.
'Ojalá pudiera hacer una bandana con un pañuelo y ponérsela en la cabeza'.
Y asà podrÃa coger una escoba y usarla para barrer de aquà para allá. "¡Si no puedes usarla, hoy no hay comida!"
Forzándose a barrer, Piik dijo: "Hmph, ojalá pudiera ir yo también al baile" y lloró hacia la luna creciente. Ante Piiderella, apareció un Gran Mago y le regaló un carruaje de calabaza y zapatillas de cristal...
'No, espera. ¿En qué estoy pensando?'
El género estaba a punto de cambiar. Me apresuré a borrar las distracciones y me senté. Y gracias, sonreÃ, tomé un sorbo de té y lo escupà sin más.
'¡Amargo!'
Bueno, ¿cuándo iba Reynos a hacer té? La culpa es mÃa.
- Ppiik.
Llorando en silencio, Reynos tomó el suplemento.
Era un caramelo de ginseng, en términos sencillos, hecho de una hierba amarga que sólo crece en el lejano continente oriental, y endurecido en forma de caramelo.
Me dio un bocado, asà que lo agarré y me lo comÃ, y ahora me dio una cucharada de lo que supuse que era ginseng rojo sin diluir, soplando una bocanada de vapor brillante. No, un momento.
"No puedo dormir si como ahora".
-Ppiiiik.
Reynos sacudió la cabeza y puso una cuchara para comer rápidamente. Uf.
La monada me la ofreció para comer con cara de preocupación, y no pude rechazarla, asà que tuve que abrir la boca.
Después de terminar asà una taza de solución de ginseng rojo, esta vez me ofreció un tazón de polvo blanco puro y agua.
Um, tengo que comérmelo porque él me lo está dando, pero ¿es mi imaginación que está tratando de hacerme comer esa montaña de suplementos para la salud?
-Piiik. (Come esto.)
-Piiik. (Esto también.)
- Ppiiiik. (Este también...)
-Ppiiiiik... (Y este...)
No fue mi imaginación. No lo hagas.
Me contenÃa cada vez que Reynos me daba un nuevo suplemento, diciéndole que estaba bien, que yo no era tan débil como para que Su Alteza se preocupara.
Pero cada vez Reynos escribÃa "ㅜㅜ" en mi palma para debilitar mi corazón. Maldita sea.
Cuando vio que ni siquiera abrà algunos suplementos, me regañó sobre por qué no los comà adecuadamente.
"Anoté la fecha..."
"No pude comerlos porque estaba ocupado".
-¡Ppik, ppiik, ppiiiiik!
"SÃ, lo tomaré...-"
Deshonesto como era, al final sucumbà a la permanente bodhisattva del sincero Piik.
Incluso prometà con un meñique comerlos correctamente a partir de ahora, y asà pude escapar del infierno de los alimentos suplementarios.
Ah, estoy lleno.
Miré vagamente a Reynos, que estaba guardando los restos de los suplementos con cara de satisfacción.
Al hacerlo, me di cuenta de que no habÃa hecho la pregunta más importante.
"Por cierto, ¿de qué se trata esta vez?".
TenÃa forma de bebé dragón. ¿Por qué tanto alboroto?
Entonces Reynos cogió un bolÃgrafo de bandera que habÃa sobre la mesa y escribió en un papel vacÃo.
"Sólo te echaba de menos. Iba a volver si estabas durmiendo"
Oh, en serio.
No pensé que una razón que no era gran cosa pudiera hacer tan feliz a la gente.
Es verdad, hacÃa tiempo que no estábamos juntos a solas asà últimamente por culpa de Rublet.
No pude evitar sonreÃr.
"Yo también te he echado de menos. Hmmm, ¿no es mucho más fácil volver como humano e interactuar? Parece que dijiste que cuando no hay luna de rubÃ, puedes ir y venir a tu antojo".
Mientras hablábamos, de repente me pregunté. ¿Dónde colgarÃa el lazo si se convirtiera en persona en ese estado?
Por desgracia, Reynos no respondió a esa pregunta. Pareció dudar durante un rato, pero entonces la cavidad de su pie se enrojeció y se agitó.
"Parece que a mi señora le gusta cuando soy asÃ"
"A mà también me gusta cuando eres humano".
-¡...!
Reynos se congeló de nuevo. TenÃa una expresión en la cara como si no pudiera creer lo que acababa de oÃr.
Al hacerlo, de repente escondió la cara entre las manos y sacudió la cabeza, y he aquà que.
Su cola se movÃa. La cinta golpeaba su cuerpo y ni siquiera se movÃa, pero no parecÃa darse cuenta de que su cola estaba asÃ.
'Aigoo, esto es una locura'.
Agarré el extremo de la cinta, que se movió con una floritura. Entonces la cinta se deshizo sin esfuerzo.
Reynos tardó unos minutos más, finalmente se dio cuenta de lo que estaba pasando y cogió apresuradamente la pluma de la bandera.
"Si a mi señora le parece bien, podrÃa cambiar, pero podrÃa ser peligroso"
"¿Peligroso?"
"Porque yo también soy un hombre"
Ah... Entendà lo que Reynos estaba tratando de decir. Tarde en la noche, a solas con una mujer que le gusta, desnuda.
No quiero pensar más en eso.
Sacudà la cabeza y borré los pensamientos impuros que me venÃan a la cabeza. En ese momento estaba jugueteando sin querer con el lazo.
Vi a Reynos mirando la cinta en mi mano. La expresión de su cara era de asombro cuando se desprendió.
Alargué la mano para volver a colgársela de la cola.
Y sin embargo.
- Ppik.
Swoosh.
- Ppik.
Swooosh.
"...?"
Se estaba volviendo loco y me evitaba cada vez que mi mano tocaba su cola.
Parpadeé, queriendo decir: "¿Qué pasa?" y Reynos contestó, avergonzado.
"Se siente raro"
SÃ, es una cola sensible, incluso para una cola.
Pero pertenece a Reynos, asà que me gustarÃa ponérsela en algún sitio. Me preguntaba dónde deberÃa ponérsela, pero entonces vi su largo cuello.
Si lo cuelgo ahÃ, quedará precioso, como un corbatón.
Puse la cinta roja alrededor del cuello de Reynos. Puse una cinta grande en el lindo dragoncito malvado y parecÃa una especie de regalo.
Asà que inconscientemente dije estas palabras.
"Lindo".
Fue tan rápido cuando lo dije. No le gustaba que las criadas dijeran que era mono.
Asà que nunca dije que era mono aunque sólo le diera palmaditas. Lo miré para ver si se ofendÃa sin razón, y de repente las mejillas de Reynos se pusieron tan rojas como la cinta.
- Ppiiiik...
Luego, como avergonzado, bombeó el pie sobre el papel y murmuró algo para sÃ, pero no tuve ni idea de lo que era.
Probablemente se lamentaba: "Qué mono, aunque yo también soy un hombre...".
"Lo siento, no querÃa ofender a Su Alteza".
- ¡Ppiiiiik!
Reynos gritó de pánico y dibujó decenas de "ㄴㄴ".
"Quiero decir que a partir de ahora lo ataré todos los dÃas"
¿Qué? ¿Qué? ¿La cinta?
"¿Se ató la cinta para parecerme lindo?
Me llegó un rayo de iluminación. Fue como si alguien me hubiera hecho cosquillas en el corazón con una pluma.
Me quedé mirando a Reynos con un sentimiento que estalló como una pompa de jabón.
Reynos sólo jugueteaba con la cinta que llevaba al cuello con los ojos rasgados, pero a diferencia de su rostro aparentemente despreocupado, su cola giraba como un molino de viento.
El viento provocado por su cola empujaba el papel sobre la mesa.
Mientras contemplaba la escena con ternura, vi volar el papel en el que habÃa escrito la fórmula matemática de Apple. Eso no era bueno.
Agarré con fuerza el papel que flotaba en el aire.
Reynos, que revisó el papel después de un retraso, asintió con la cabeza.
"¿Una fórmula? Mi señora, ¿le interesa la magia?"
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