La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 60
"No estoy interesado, pero de alguna manera..."
Espera.
Dejé de hablar y miré a Reynos.
Es Reynos quien se convirtió en humano a partir del trastorno de reconocimiento del dragón malvado y declaró: "En este estado, puedo hacer al menos magia simple".
Parece que puede usar magia cuando está en su forma de dragón malvado, pero entonces probablemente también conozca algunas fórmulas mágicas.
Apple me dijo que no se lo dijera a nadie más, pero es un dragón malvado, no una persona. Y no es que Reynos sea un dragón malvado que va a alguna parte y arma jaleo.
"Su Alteza, ¿conoce las fórmulas mágicas?"
-¡Piik!
Reynos asintió mientras gritaba confiado. No se olvidó de dibujar 'ㅇㅇ' en el papel. ¿Ah, s�
"Es una fórmula de mago, lo sé, pero parece que no funciona. ¿PodrÃas echarle un vistazo?"
Le ofrecà a Reynos la fórmula de Apple con la idea de que no habÃa nada que perder.
Reynos enarcó una ceja como si estuviera haciendo cálculo mental, y en cinco segundos tuvo la respuesta.
Vaya.
"Su Alteza, ¿no es usted un mago de verdad?".
"No"
Cierto, no se mencionaba que Reynos fuera un mago en la historia original. Sin embargo, a menos que sea un mago, no estamos hablando de resolver esta ecuación de memoria y en 5 segundos.
Los magos y la gente corriente nunca aprenden esta fórmula. Ni siquiera tienen la oportunidad de verlas en su vida.
'¿Cuál es la diferencia entre el conocimiento cuando eres un dragón malvado y el conocimiento cuando eres un ser humano?'
Bueno, realmente no lo sentà asÃ.
No lo sé. Tal vez su hobby sea resolver fórmulas mágicas.
De todos modos, recibà una gran ayuda que no podÃa haber previsto. Gracias a eso, mis preocupaciones desaparecieron, asà que ahora supongo que sólo tengo que decidir dónde y cómo presentar los pergaminos.
En ese momento, vi a Reynos con cara de satisfacción, con la barbilla levantada como diciendo.
Se merece estar satisfecho. Me deshice en elogios hacia Reynos.
"Realmente eres increÃble. ¿Cómo lo has resuelto tan rápido? No eres un dragón de verdad, ¿verdad? Eres un dragón, pero pretendes ser humano y vivir".
-¡...!
Reynos puso los ojos en blanco y abrió mucho la boca. Luego sujetó la pluma de la bandera con rapidez.
"Soy humano. Somos de la misma especie"
"Siiii."
Su respuesta fue divertida. Somos de la misma especie.
Quise reÃrme, pero apreté los dientes y me contuve, no fuera a ser que Reynos se avergonzara. Pero entonces recordé que un dÃa habÃa exclamado en sueños: "¡Somos de especies diferentes!".
Me estoy volviendo loco'.
Acabé riéndome. Cuando me reà con las manos tapándome la cara, un Reynos nervioso me tiró de la manga.
-¿Piiik?
"No, no. Es que de repente me he acordado de algo..."
Intenté calmar mi risa y aprecié las mejillas calientes con el dorso de la mano. Incluso me abaniqué.
Tras calmar por fin el calor, le di las gracias sinceramente a Reynos l con una cara que aún tenÃa trozos de risa.
"MuchÃsimas gracias. Has sido de gran ayuda. Si necesitas algo de mÃ, házmelo saber. Te ayudaré".
"Entonces"
Reynos, que habÃa estado en un estado de agitación, se sintió aliviado al desahogarse. Golpeó el papel cada vez más con la punta de la pluma, como si estuviera luchando con algo, y escribió pequeñas notas a una velocidad muy lenta.
"¿Puedo preguntarte sólo una cosa?"
"Todo lo que quieras".
"Tengo curiosidad sobre el tipo ideal de mi dama... Una persona que sea muy considerada"
"¿Mi tipo ideal? Bueno, es un secreto".
Para ser honesto, Reynos era mi tipo ideal.
Sin embargo, era embarazoso decir: "Su Alteza es mi tipo ideal", cuando la parte que preguntó estaba presente.
-Piiik...
Al oÃr "secreto", los hombros de Reynos se desplomaron. Le tranquilicé doblando las comisuras de los ojos.
"Su Alteza se acerca más a mi tipo ideal que Rublet. Como ejemplo, me gusta la gente considerada, asà que no se preocupe".
-¡...!
Reynos, que tenÃa una expresión iluminada por la palabra "consideración", apretó su pequeño puño.
Entonces, de repente, voló y empezó a limpiar.
Huh.
"¿Qué estás haciendo?"
-¡Ppiik! ¡Ppiik!
"Voy a limpiar, también."
- ¡Ppiiiiik!
Me levanté e intenté limpiar el desastre con él, pero Reynos negó con la cabeza y me hizo un gesto para que me quedara sentado.
Luego limpió todo a su alrededor, cogió las tazas de té vacÃas, la tetera y los utensilios para el té y lavó los platos, después me dijo que le dijera lo que querÃa comer mañana por la mañana.
¿Por qué? ¿Qué le pasa?
¿Está intentando conseguir un nuevo trabajo como sirvienta-dragón de verdad?".
"Puedo hacer que May lo haga mañana".
- ¡Ppiik!
Pero Reynos raramente consideraba echarse atrás.
No tuve más remedio que hablar de un menú seguro de pan y sopa.
Reynos asintió, me metió en la cama, me tapó con las mantas e incluso me cantó una nana antes de darme las buenas noches y marcharse.
Pensé que era un dragón niñero a mi lado, no un dragón malvado.
Y al dÃa siguiente vino volando con una cesta de picnic llena de ingredientes y se fue con su cuerpecillo a preparar el desayuno.
Naturalmente, el sabor era malo. ¿Cuándo iba a cocinar Reynos?
Pero me lo comà todo con sinceridad.
***
A diferencia de Ciella, que podÃa permitÃrselo, Isabella caminaba cada dÃa sobre hielo delgado.
Últimamente, el ambiente en los Lavirin no era bueno.
Esto se debÃa a que Ciella no habÃa regresado, a pesar de que habÃan pasado diez dÃas desde que salió de casa.
"Siento que crié a mi hijo muy mal..."
El marqués Lavirins, sentado ante ella, suspiró profundamente. ParecÃa diez años mayor.
"La crié con demasiada amabilidad...".
"No es culpa tuya".
Isabella le dio un suave codazo.
"Que les enseñes el camino correcto no significa que siempre tomen el camino correcto. Es elección del niño qué camino tomar".
"..."
La expresión del marqués no mejoró aunque se sintió reconfortado. Cerró los ojos suavemente y no se llevó las manos a la frente.
Entonces Isabella frunció el ceño mirando al Marqués.
De hecho, habÃa visto a Ciella unos dÃas antes y le habÃa dicho que se fuera a casa. Ella no querÃa llevarle el almuerzo solicitado, pero el marqués prestaba demasiada atención a su hija fugitiva.
Pero Ciella no regresó.
Isabella dijo: "Si viene, viene".
Con esta actitud,
"Tan pronto como regrese, ve y discúlpate con Essit".
Esto se debió a la naturaleza de la situación.
Cuando Ciella no regresó, la nostalgia del marqués hacia su hija creció aún más.
Isabella, por su parte, le dijo al marqués que Ciella seguÃa enfadada y que no volverÃa.
Para ello, el marqués también compró con dinero a los guardias que unÃa a Ciella.
De este modo, padre e hija se enfrentaron con afán.
La persona más importante estaba ausente. Gerald Lavirins, su hijo.
'¿Cuándo empezaron las vacaciones de verano y por qué tan tarde?'
TenÃa que llegar pronto y sumar puntos por ocuparse del negocio familiar que se ha convertido en una reyerta por culpa de un matrimonio roto.
DestacarÃa aún más en comparación con Ciella, ¡que se lo ha currado y le da igual!
Isabella, con ganas de morderse el labio, iba un paso por detrás y llenó la taza al ver que la del marqués estaba vacÃa.
El ruido del té al caer despertó al marqués, que se debatÃa con algo.
Entonces, mirando la taza de té con el vapor saliendo de ella, escupió una palabra de sopetón.
"Debo considerar que Ciella sea mi sucesora".
"... ¿Perdón?"
La insulsa sonrisa de Isabella se resquebrajó. El marqués, sin verlo, continuó.
"TodavÃa no puedo olvidar cómo me preguntó qué más necesitaba para convertirse en mi sucesora...".
Suspiró.
"No se equivocaba, ahora que lo pienso. Iba a tomar el apellido de Essit. Por eso ni siquiera pensó en el puesto de sucesor. Si no fuera por eso..."
Las yemas de sus dedos estaban frÃas. La pálida Isabella no podÃa respirar y escuchaba al Marqués.
"Me preocupaba que su personalidad fuera demasiado débil, pero cuando la vi hace un rato, no lo parecÃa. Estaba viendo a mi hija muy mal".
"..."
"Claro, cuando su madre vivÃa, si yo le decÃa algo, ella me lo contestaba alto y claro. Parece que fue ayer cuando era asÃ, y ahora ya es grande..."
"..."
"Cuando Gerald vuelva..."
El marqués hizo una pausa para decir: "Hablemos seriamente del sucesor".
Por fin vio a Isabella, que estaba cansada y completamente blanca.
Hasta ahora, frente al Marqués, Isabella habÃa pensado en Ciella como en su propia hija. Le daba su amor generosamente y actuaba como una madre y una hija de sangre.
El marqués tuvo que quedarse perplejo ante esto.
"¿Esposa? ¿Estás bien?"
"S-sÃ, lo estoy".
Isabella, que se habÃa quedado helada, sonrió.
Sin embargo, su sonrisa era diferente de la habitual, y era terriblemente torpe. Incluso el marqués, normalmente aburrido, pudo percibir la anormalidad.
Isabella se tambaleó por el pasillo al salir de su despacho una vez terminada su conversación con el marqués.
¿Cómo podÃa dejar que Ciella ocupara su lugar como sucesora? Esto era indignante.
Todo era culpa de Duval Essit.
Hasta el otro dÃa, Ciella no habÃa sido más que la hija petulante de su ex mujer. No merecÃa la pena preocuparse por ella, sólo pisarla cuando se arrastraba de vez en cuando.
Lo era, pero después de presenciar la aventura de Duval, cambió ciento ochenta grados.
'Si no puedes ayudarme, quédate quieto'.
Isabella querÃa derrotar y matar a Duval por haber provocado semejante cambio. Le molestaba no poder hacerlo porque estaban en el mismo barco.
Se habÃa casado sin amor para convertir a Gerald en marqués.
'No. No puedo rendirme aquÃ'.
¿Qué daño hace Ciella, que se ha convertido en el heredero? ¡Después de todo lo que he hecho!
Isabella se mordió el labio. Ella harÃa a Gerald el sucesor bajo cualquier circunstancia.
Asà que, preparándose, se dirigÃa a su habitación cuando miró por la ventana porque fuera habÃa mucho ruido.
Entonces vio a alguien a quien se alegró de ver. Era su hijo, el que no podÃa hacerle daño a los ojos.
"¡Gerald!"
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