Domingo 17 de Marzo del 2024 |
La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 207
Lancé una mirada de desaprobación a mi hija, que se estaba saltando las clases, bostezaba profusamente y coqueteaba descaradamente con Briand.
Lo sabÃa'.
No fue una sorpresa; lo habÃa previsto incluso antes de salir.
Pero lo que sà me sorprendió fue ver a Reynos, que se suponÃa que estaba oculto en la bolsa, allà de pie. ¿Cómo demonios se las arregló para que lo atraparan desde el principio?
"Ese lagarto es bastante astuto, ¿verdad? Quizá deberÃamos plantearnos conseguirle a Yerena una mascota como ella..."
murmuró Alice, que estaba escondida a mi lado, con Gerald, a su lado, añadiendo su acuerdo.
"Bueno, ciertamente se cuidan mutuamente. Parece que miran hacia aquÃ".
Gerald se agachó apresuradamente.
Siguiendo su ejemplo, Alice, y luego Rublet y yo nos acuclillamos en el suelo, tratando de pasar desapercibidos.
...Y entonces, de la nada, llegaron las cuerdas.
¿Qué demonios hacen aquà los dos duques y los herederos de la familia de marqueses de un imperio del que se dice que suelta pájaros voladores?
"¿Por qué demonios están aqu�"
"Por qué estamos aquÃ, mi hija está aquÃ, por supuesto que debo venir..."
"He venido porque me preocupaba que pudieran llorar por no tener a papá y mamá. Ciella, ¿y tú?"
"Yo también, estoy preocupada por los niños".
"Su Alteza el PrÃncipe Heredero debe estar muy ocupado".
Gerald hizo un comentario huesudo. Quiso decir: "¿Por qué has venido hasta aquà tú sola?".
Cualquier otra persona habrÃa dicho: "Por supuesto", y se habrÃa unido a las crÃticas a mi marido, pero...
- ¡Piik!
A Reynos no le funcionó.
Ahora Reynos estaba siendo sujetado fuertemente por Eljuni y los niños y se balanceaba arriba y abajo, desafortunadamente.
Rublet, al ver la escena, habló sin alma.
"Parece que tienes prisa".
"Lo estoy, pero realmente no pensé que llegarÃas tan lejos. Estoy algo sorprendido".
Miré a Rublet y le dije lo que estaba pensando.
Rublet no era de los que miman a sus hijos.
Era más bien un león que criaba a sus cachorros arrojándolos por un acantilado, o un hombre que criaba a sus hijos arrojándolos a una zona de guerra.
Asà que no habÃa esperado que siguiera a Briand a la escuela, dejándolo todo de lado.
Rublet, con los brazos cruzados en su languidez caracterÃstica, me miró.
"He venido a ver si el prÃncipe le va a hacer retroceder, y si es asÃ...".
"¿Si lo es?"
"Analizaré las razones a fondo para que no pierda".
"Estás más obsesionado con la clasificación de lo que pensaba".
Rublet me fulminó con la mirada y luego, con voz un poco crispada, soltó.
"Es por tu culpa".
"¿Eh? ¿Yo soy la razón por la que estás obsesionado con la clasificación? ¿Qué tiene eso que ver conmigo?
"Ja..."
Rublet dejó escapar un largo suspiro de frustración.
"No quiero responder a eso".
Y luego apartó la mirada.
Oh no, ya está otra vez con lo mismo.
No era la primera vez que le ocurrÃa. Hay algo en interrumpir a alguien que hace que deje de hablar.
Mientras estábamos en ello, terminaron la primera hora y el recreo, y era hora de la segunda hora de lengua y literatura.
Eljuni, Yerena y Briand estaban sentados en un estupor semiaturdido, como les ocurrÃa a los plebeyos analfabetos.
Rejuni, por su parte, escuchaba la lección con ojos saltones.
En cuanto terminó el segundo periodo y llegó la hora del recreo, asintió enérgicamente con la cabeza.
"Esto ha sido muy informativo. Asà es como los plebeyos aprenden a escribir".
Vaya, hijo mÃo, estás verde de dentro a fuera.
Incluso se quedó para limpiar después de la clase, a diferencia de los otros tres niños que saltaron en cuanto terminó.
ParecÃa que iba a ser un gran hombre, y no sólo por ser mi hijo.
'¿Qué hace Eljuni?'
pregunté, buscando a los otros tres, con cuidado de mantenerme fuera de su vista.
Eljuni, junto con Yerena y Briand, estaban en un grupo de amigos de Didi.
Las amigas de Didi la bombardeaban con imágenes similares a las de Eljuni y Yerena.
"¿Sois parientes?"
"SÃ, somos parientes. Es la hija del hermano de mi madre".
"Eres muy pequeñita. ¿Cuántos años tienes?"
"¿Cómo te atreves a preguntar la edad de Yerena...?"
Yerena, noble hasta la médula, soltó un chasquido.
Pero la contundente respuesta de Eljuni la paró en seco.
"Cinco años".
"Tienes la misma edad que mi hermana. ¿Quieres unos dulces? Aquà tengo galletas de la suerte".
"...Cómo te atreves, cómo te atreves a darle a Yerena algo tan sin valor..."
"Dámelo, me lo comeré. "
Antes de que Yerena pudiera terminar su frase, Eljuni le arrebató la galleta de la fortuna.
No parecÃa intentar ser astuta a propósito; sólo querÃa la galleta.
Briand siguió el ejemplo de Eljuni y cogió una de las galletas de la suerte.
Yerena estaba realmente perpleja por el continuo comportamiento contrario de Eljuni.
Pero no duró mucho, ya que cogió frenéticamente la galleta de la fortuna que quedaba.
"¡Yo también quiero una!"
El comportamiento de Eljuni, más que el suyo propio, parecÃa ser el correcto, y tras dar un gran mordisco a la galleta de la fortuna, Yerena exclamó sorprendida.
"¡Hay basura en esa galleta!".
.....Wow, es como Alicia en el PaÃs de las Maravillas cuando se trata de ser ingenua.
Rejuni, que acababa de terminar de organizar la clase, sacó el papel de la boca de Yerena.
"No es basura, es una nota con el horóscopo de hoy. MÃrela. ¿Ves lo que está escrito aquÃ?"
"¿La buena suerte te acompañará hoy...? ¿Ustedes también recibieron esto?"
"SÃ".
Contestó Eljuni, que ya habÃa partido la galleta de la suerte por la mitad y se habÃa metido la mitad en la boca y la otra mitad en la de Reynos.
Briand, que ya habÃa terminado su galleta de la fortuna, agitó la nota.
"Se supone que tengo el favor de la victoria. Voy a ganar el duelo de hoy".
"No, porque yo tengo lo mismo".
"Déjame ver".
"Lo tiré. ¿Verdad, Piik? Tengo el mismo, ¿verdad?"
- ¡Piik!
"Creo que estás mintiendo."
"¡No estoy mintiendo!"
Entonces una ceñuda Rejuni interrumpió.
"¿Por qué acusas a mi hermana de mentirosa?".
- ¡Piik!
"¿Cuándo la he acusado de mentirosa?"
"Justo ahora".
"Cuando justo ahora. "
"Hace unos 10 segundos".
- ¡Piik!
Pajijijik, saltaron chispas entre los dos.
Reynos se unió, "¡Qué le están haciendo a mi hija!
¡No puedo tener a la persona que se supone que debe detenerlos peleando con ellos!
Rublet, frunciendo el ceño, se sirvió otro trago y murmuró.
"No es justo, son dos contra uno".
"......"
Le dirigà una mirada patética.
Si no fuera por mÃ, Rublet habrÃa irrumpido en el aula y habrÃa dicho algo.
Me miró y murmuró,
"Nunca pierdas, Briand".
"..."
¿Por qué sigues buscando pelea cuando ni siquiera empuñas una espada?
Supongo que esto es lo que quieren decir con que la pelea de un niño es la batalla de un adulto.
'Suspiro'.
No sé si estoy aquà para vigilar a los niños o para interrumpir la pelea de Reynos y Rublet.
Sacudà la cabeza para mis adentros.
***
Me estaba cansando de esconderme en los pasillos, asà que entré en la sala común hacia la tercera hora.
Rublet, Gerald y Alice también estaban allÃ.
Estaba sorbiendo té caliente y esperando a que salieran de clase cuando Reynos, en forma de dragón demonÃaco, se abalanzó sobre mÃ.
Por nuestro breve contacto visual de antes, parecÃa que sabÃa que yo estaba aquà y se habÃa tomado un descanso de su clase para verme.
- Piik.
Se dejó caer en mi regazo y frotó su cara contra la mÃa.
Me di cuenta de que estaba cansado porque su expresión severa se desvaneció.
Acababa de ser zarandeado por un montón de niños, asà que tenÃa todo el derecho a estar cansado.
Le acaricié la barbilla.
- Piik...
Reynos cerró los ojos, aparentemente complacido. Le pasé los dedos por la mejilla y él agitó suavemente la cola.
Alice, que me miraba con una extraña especie de envidia, me preguntó seriamente.
"Si Piik tiene bebés en el futuro, ¿no puedes darme uno de ellos?".
"Pfft".
espetó Rublet, que habÃa estado sorbiendo su té.
¿Qué, bebés? le respondà bruscamente.
"No".
"Estás siendo tacaño".
refunfuñó Alice, y cuando Gerald, a su lado, pareció a punto de volver a preguntar, le di una buena razón.
"El cuerpo de Piik no puede dar a luz".
- ¡¿Piik?!
Reynos me miró, con los ojos muy abiertos.
¿De qué estoy hablando?
QuerÃa dar una palmada en la boca, diciendo: "Loco", pero no pude. Gerald, que parecÃa desconcertado, formuló inmediatamente la pregunta.
"¿Cómo que no puede dar a luz?".
"Bueno, no está lo suficientemente bien como para tener hijos. Se lo he enseñado al médico y dice que vivirá solo el resto de su vida".
Me quedé sin habla. No sé de qué estoy hablando.
- Piik...
Los ojos de Reynos temblaron como un terremoto al darse cuenta de que acababa de convertirse en un solitario sin hijos.
"Pfft..."
A su lado, Rublet reÃa ahogadamente. No te rÃas, tÃo.
Fue entonces cuando la puerta de la sala de descanso se abrió de golpe.
Era el profesor de arte del cuarto periodo de antes. Él, que no conocÃa las circunstancias, nos consideraba simplemente como padres.
Respiraba agitadamente y soltó.
"¡Los niños, los niños se han ido!"
...¿Qué?
El aire alegre se congeló al instante. Nos pusimos en pie.
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