Domingo 17 de Marzo del 2024 |
La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 198
Tras un gélido paseo en carruaje, llegamos al Palacio Imperial.
Reynos y yo nos dirigimos discretamente a la sala del trono, lejos de miradas indiscretas. Dada la presencia de los niños, mantener una conversación significativa serÃa todo un reto, asà que confiamos el cuidado de los dos Juniores a los caballeros del Emperador.
Arrodillado sobre una rodilla ante el Emperador de rostro severo, Reynos habló en tono confiado.
"Esos niños no fueron criados en secreto".
Procedió a explicar que eran nuestros hijos del futuro, y que este suceso fue el resultado de la desviación del poder del malvado dragón en otra dirección.
"Sabe, Majestad, que hace sólo unos años que el duque Lavirins y yo nos conocimos".
Aunque no habÃa preguntado, Eljuni y Rejuni parecÃan tener unos cinco años como máximo.
PodÃan haber nacido mucho antes de que comenzara nuestra relación. Reynos señaló esto, y el Emperador no discutió la observación.
"Entiendo que ésta no era su intención. Pero, ¿qué va a hacer al respecto? Ya no podemos criar a esos niños aquÃ".
"Pienso enviarlos de vuelta a donde pertenecen".
"¿Cómo? ¿Pensó en pedir ayuda a la Torre Mágica?"
"No, no sabemos cómo reaccionará la Torre Mágica cuando los vean, asà que es mejor no informarles".
Inteligente decisión.
La presencia de Knox les inquietaba; introducir niños del futuro probablemente les pondrÃa frenéticos, y podrÃan aprovechar la oportunidad para experimentar.
'Por cierto, ¿por qué me duele tanto el estómago?'
Después de haberme saltado el desayuno debido a mis frenéticos movimientos, me pareció extraño que me rugiera el estómago.
¿Era el tenue aroma de las flores en el aire?
Me mordà el labio, esperando que no fuera un error. TendrÃa que soportarlo hasta que abandonáramos este lugar.
"¿Y cómo propones devolverlos a la época en la que debÃan estar?"
interrumpió el emperador.
"Tengo algo en mente".
respondió Reynos, bajando ligeramente los ojos.
"Pero no estoy seguro y necesito confirmación".
"Confirmación de qué-"
"Ugh."
Dioses, qué arcada más despistada. Los ojos de ambos hombres se volvieron hacia mÃ.
Mientras que el Emperador mostraba una peculiar expresión de "¿No puede estar hablando en serio?", Reynos mantuvo la compostura.
Se aclaró la garganta.
"Se lo diré después de que la examine el Médico Imperial".
***
HabrÃa llamado al médico imperial en el acto, pero la consideración del emperador permitió que me escoltaran fuera de la sala del trono para examinarme en una cámara privada.
Le conté el incidente al médico imperial.
Con expresión solemne, escrutó cada parte de mi cuerpo y, en un momento dado, su semblante cambió drásticamente.
"¿Qué ocurre, es grave?".
Reynos, agarrando mi mano con fuerza, la apretó nerviosamente. El médico imperial se inclinó profundamente ante él.
"¡Le aseguro, Alteza, que el duque no está enfermo!"
Al oÃr esas palabras, mi corazón se hundió. ¿De verdad voy a ser madre? ¿De repente, sin previo aviso?
Reynos me envolvió entonces en un fuerte abrazo, cálido y reconfortante, impregnado del familiar aroma de los cÃtricos.
"..."
Me acarició la cabeza sin pronunciar palabra, las yemas de sus dedos temblando sutilmente.
Algunas cosas se transmiten mejor en silencio.
PodÃa percibir la alegrÃa de Reynos en sus ojos. Incapaz de expresarlo con palabras, simplemente le abracé con fuerza, y la conexión se sintió profundamente genuina.
Mis pensamientos, naturalmente tumultuosos, se calmaron. Está bien tener un hijo con alguien asÃ, musité.
Toc toc.
Justo entonces, llamaron a la puerta.
Cuando levanté la vista, el médico imperial se habÃa marchado en silencio, aparentemente reacio a interrumpir el momento entre Reynos y yo.
Al instante reconocà quién estaba fuera.
El Emperador'.
DebÃa de haberse apresurado a venir al oÃr las noticias del médico de palacio.
Me aparté de Reynos, ajustándome la ropa.
La puerta se abrió, confirmando que era el Emperador, cuyo rostro mostraba una mezcla de deleite y desconcierto.
"He oÃdo que el duque está esperando un hijo del prÃncipe heredero. ¿Es cierto?"
"SÃ. Mis disculpas".
Si estuviera casada, me habrÃa enterado, pero al ser soltera, tener un hijo era únicamente mi responsabilidad.
Mientras bajaba la mirada con remordimiento, el emperador agitó la mano.
"Ya basta. Debes de estar cansada, asà que para".
El emperador estudió mi rostro y luego dejó escapar una pequeña risa.
"Soy abuelo. Soy..."
Habiendo amado a la emperatriz tan profundamente que nunca buscó a otra mujer, tuvo pocos hijos. Con el segundo prÃncipe fallecido y el prÃncipe heredero soltero durante un largo periodo, la presión por tener descendencia era constante. De repente, tener un nieto le produjo una alegrÃa abrumadora.
"Me pregunto si los niños de esa habitación son los que lleva el duque".
Señaló a Eljuni y Rejuni, que jugaban en la habitación contigua. Sin saber si los bebés de mi vientre eran gemelos, el sueño de un melocotón y una fresa insinuó la posibilidad.
Como si contemplara lo mismo, Reynos respondió en voz baja: "No estoy seguro, pero lo supongo".
"Gemelos, esa es otra bendición imperial. Entonces esos niños son realmente mis nietos".
El emperador sonrió irónicamente.
"Estoy seguro de que el futuro emperador los busca ansiosamente, pero ¿cuándo podrán regresar?".
"El tiempo pasa de forma diferente en este lado y en aquel, asà que no creo que deba preocuparse por eso. No importa cuánto tiempo estén en este lado, se verá que han desaparecido y reaparecido en el otro".
"Es bueno saberlo".
"En cuanto a cuándo pueden regresar, eso dependerá de la fecha de nacimiento del duque".
Me señalé con un dedo para confirmar que se referÃa a mÃ, y Reynos asintió brevemente.
"No puede haber dos personas idénticas en el mismo lapso de tiempo. Asà que suponiendo que esos sean los niños de tu vientre, si dejas que se vean, volverán por donde han venido".
"¿Y si no lo hacen?"
Reynos, respondiendo sin vacilar, evitó suavemente su mirada. De esa acción, deduje la respuesta: "Entonces tendré que dar a luz hasta que nazcan los mismos niños".
...Una vez fuera de aquÃ, les preguntaré por el número de hijos que tengo.
El Emperador rió entre dientes, su entusiasmo contrastaba con el mÃo.
"El papel del duque es crucial. Propongo declarar el dÃa de hoy fiesta nacional y celebrar un gran banquete".
"Agradezco su consideración, pero ¿puede concederme un momento?"
"¿Un momento?"
El Emperador parecÃa perplejo, como si le hubieran salpicado un cubo de agua frÃa sobre su entusiasmo.
Reynos me lanzó una mirada de desconcierto poco común.
"El marqués Lavirins sigue sin enterarse".
***
El anuncio de la fiesta nacional llegarÃa después de haber informado a Lavirins de mi embarazo.
Se va a volver loco'.
La mansión ya se habÃa sumido en el caos con la llegada de Eljuni. Conmigo presente y ahora embarazada-
'Será una maravilla si no se desmaya'.
El objetivo era minimizar al máximo la conmoción del anciano marqués Lavirins, justo antes de regresar a la mansión.
Posiblemente sintiendo el mismo sentimiento, justo antes de regresar a la mansión, el emperador dio el pésame real a través de un médico real.
Sinceramente, dudaba que llegara a necesitar uno, pero era mejor que nada, asà que lo agradecÃ.
Después, fui a recoger a Eljuni y Rejuni, que estaban siendo atendidas por los caballeros del emperador.
Pero entonces.
"¡Swoosh! Swoosh!"
"¡Ahahahahaha, hazlo más alto!"
Me quedé atónito al ver a Eljuni usando al caballero directo del emperador como caballo.
¡¡¡Eh!!!
"¡Oh, lo siento!"
Los caballeros del emperador eran elegidos entre los mejores en cuanto a habilidad y formación. Eran intocables y no se podÃa jugar con ellos.
Su mera presencia era tan intimidante que algunos niños lloraban al hacer contacto visual, ¡pero aquà estaba ella, haciendo tanto!
"¡Al suelo!"
Rápidamente extendà la mano para levantarla. Entonces Eljuni fingió señalar hacia delante.
"¡Huye de mamá!"
"Está bien, duque Lavirins. Agárrese fuerte, Alteza".
"¡SÃ!"
El caballero, con la mano de Eljuni en la cabeza, resopló y se puso en marcha. Corrà con fuerza tras él, con la esperanza de traer a Eljuni de vuelta de algún modo.
Mientras tanto, Reynos estaba ocupado con Rejuni, que sorbÃa leche caliente y estaba absorta en un libro infantil.
"Padre, ¿de dónde viene la gente y adónde va?"
"..."
"¿Por qué se supone que los libros se leen de izquierda a derecha? Muy pocos libros se leen de arriba abajo o viceversa, ¿a qué se debe?"
...La escritura imperial se escribe de izquierda a derecha, por lo que es igualmente legible de izquierda a derecha.
"Un cuaderno que se hojea de abajo a arriba también es fácil de leer. ¿Por qué no vemos muchos libros en ese formato?"
"Eso es porque..."
"Usted tampoco lo sabe, padre".
"No. Pensaré en ello".
Reynos, deseoso de conectar con su hijo, reflexionó profundamente.
El caballero, que habÃa estado atendiendo el aluvión de preguntas de Reynos durante su ausencia, le lanzó una mirada de lástima.
Asà pasaron varias horas, y apenas conseguimos recoger a los niños que habÃan jugado y se habÃan quedado dormidos.
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