Viernes 23 de Febrero del 2024 |
La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 174
- Piik.
De forma tÃmida, el lagarto extendió una flor hacia mÃ, mirando en mi dirección.
El gesto parecÃa casi como si le preocupara mi reacción... Reflexioné sobre el nivel de inteligencia de los lagartos.
Era una situación bastante inusual.
Verá, no me gustan mucho los animales, especialmente los escamosos y reptiles, y suelen provocarme escalofrÃos. Sin embargo, el lagarto bÃpedo que tenÃa delante era adorable.
Creo que lo he visto antes".
Me arrodillé y establecà contacto visual con el lagarto. Cuando extendà la mano hacia él, la criatura se arrastró hacia mà y rozó suavemente su mejilla contra mi mano de forma cariñosa.
La sensación fue como tocar un guijarro cálido y suave, y despertó en mà un sentimiento de nostalgia. Era como si hubiera tropezado con algo que habÃa olvidado hacÃa mucho tiempo...
Encantada por esta sensación, acepté la flor que Piik me ofrecÃa con tanto cuidado y me encontré hablando como bajo un hechizo.
"¿Quieres entrar?"
- ¡Piik!
Y para mi sorpresa, el lagarto -no, Piik- asintió inmediatamente. No sé cómo me entendió.
En cualquier caso, acogà a Piik en mi casa. Pero antes, me aseguré de limpiarle las patas meticulosamente con una toalla húmeda. Lo último que querÃa eran huellas de patas por toda la casa.
- Piik......
Tabaktabak, entró en la casa a dos patas con un largo y sonoro piik. Sus ojos rojos se abrieron ligeramente, pero se le podrÃa perdonar que pensara que estaba sorprendido por algo tan sucio.
Justo entonces, ding, sonó el timbre de la puerta.
- ¡Piik!
Me giré para recoger la comida, dejando a Piik sobresaltado por la campanada del timbre.
El tentador aroma de la comida llenó la habitación y Piik, con las orejas levantadas, levantó la cabeza para olfatear el aire.
Acomodando una mesa en el suelo y preparándome para devorar la comida a un ritmo vertiginoso, di un mordisco al pollo. Cuando sentà la mirada de Piik clavada en mÃ, hablé sin pensarlo mucho.
"¿Quieres comer?"
Tras un momento de vacilación, Piik asintió con cautela.
Me pregunté si el lagarto podrÃa comerse el pollo, pero antes de darme cuenta, mi mano estaba raspando los trozos picantes.
Corté un trocito de pollo, se lo tendà y lo engulló.
Sus orejas se movÃan al ritmo de cada movimiento de su boca, lo que era muy tierno.
Por cierto, creo que he visto esta mirada antes...".
Fruncà el ceño, preguntándome dónde la habÃa visto antes.
Los ojos de Piik se abrieron de repente mientras picoteaba el pollo, y se agarró a mi ropa, estremeciéndose como si intentara contener un hipo, y luego bajó la cabeza con incredulidad.
Y entonces empezó a tener hipo.
- Ppii... kkuk, ppitkkuk, ppiitkkuk, ppikkuk,
Oh no, le di una ración sin condimentos, pero debe haberle llegado el aroma picante, porque cada vez que abre la boca parecen salirle pequeñas chispas.
De todos modos, le di algo fresco que venÃa con el pollo ardiente.
Inmediatamente lo cogió con las dos manos y se lo bebió de un trago, y luego respiró aliviado.
- Piyuk...
"¿Tan picante era?"
- Piik.
Asintió levemente y luego, de una manera que recordaba a un gato, se subió a mi regazo, acurrucándose y fijando su mirada en mÃ. Por alguna razón inexplicable, sus ojos tenÃan una persistencia implacable que se negaba a vacilar.
Pasé los dedos por la barbilla de Piik, tan despreocupadamente como si acariciara a un gato. Como si estuviera acostumbrado a ser tocado muchas veces, Piik respondió a mis caricias con familiaridad, cerrando los ojos y ronroneando para transmitir su satisfacción.
...¿Pero cuándo empecé a llamar Piik a este lagarto? ¿Y por qué lo trataba de mascota con tanta naturalidad?
Me preguntaba si estaba bien traer a esta criatura desconocida a mi casa, pero mis preocupaciones se desvanecieron en cuanto vi sus inocentes ojos rojos.
Si es mono, es mono".
Era una mentalidad que nunca habrÃa adoptado en mi mundo normal, pero me encogà de hombros, sin darme cuenta de que era raro.
Cuando terminé el pollo y la cerveza, se levantó de un salto y recogió la mesa como si me hubiera estado esperando.
Lavó los platos y sacó la basura que yo habÃa estado posponiendo porque no podÃa molestarme, mientras me chirriaba para que me quedara quieta, y me sorprendió que pudiera hacer mucho más con su pequeño cuerpo que yo.
¿Es Esposa y no Piik?
Me pellizqué las mejillas, preguntándome si estaba soñando. El dolor parecÃa demasiado real, pero ¿de dónde habÃa salido este lagarto tan inteligente y trabajador?
- ¡Piik!
Agitando sus alas, que al principio pensé que eran decorativas, aterrizó orgulloso delante de mà tras completar sus tareas.
Le di una palmadita en la cabeza como si quisiera elogiarlo, y él sonrió, frotando su mejilla contra mi palma.
...Aquella sonrisa me tocó la fibra sensible. Algo cálido se apoderó de mà y sentà que se me saltaban las lágrimas.
¿Me estoy poniendo sentimental porque es otoño?
Piik, aparentemente avergonzado por tales sentimientos, retrocedió unos pasos. Luego, con sus pequeñas manos entrelazadas como un niño de coro, empezó a balancearse de un lado a otro y a cantar.
- Ppi... ppiik, ppiiik, ppiiiik-
"..."
- Ppiik, ppiiiik, ppiiik-
"..."
- Ppiiiiiiik- ppik, ppiiik-
Aunque la única letra eran pitidos, parecÃa que Piik la cantaba con todo su corazón. Su voz temblaba un poco por el nerviosismo, pero parecÃa que no se le escapaba ninguna nota o compás.
Aplausos, aplausos, aplausos.
Aplaudà con entusiasmo en cuanto terminó de cantar. Piik se dio la vuelta, ruborizándose y cubriéndose la cara con sus pequeñas manos que parecÃan helechos. Tras un momento de vacilación, me sorprendió bailando animadamente las caderas.
- Pi... ¡piik! ¡Piiik!
estallé en carcajadas, incapaz de contener mi diversión. Piik, con la cara muy roja y moviendo el culito con toda la energÃa posible, captó mi risa. En cuanto terminó su baile, correteó hacia mÃ, gorjeando excitado, como si buscara mi aprobación.
- ¿Ppiik... ppiiik, ppiiiiik?
"Buen trabajo.
Levanté a Piik y le di un rápido picotazo en la nariz para expresarle mi agradecimiento por su divertida actuación.
Lo siguiente que recuerdo es que Piik se despreocupa y me abraza con fuerza.
Le dejé hacer lo que quisiera con los breves y rápidos besos de pájaro que siguieron.
Esa noche, me divertà jugando con él.
Luego, de madrugada, el cansancio me venció y me dormÃ, y cuando desperté por la mañana, Piik habÃa desaparecido sin dejar rastro, como una mentira torcida.
***
Sin alterarme por la repentina desaparición de mi compañero de trasnoche, al dÃa siguiente fui a mi café favorito.
Pedà un café, como de costumbre, y estaba disfrutando de la tranquilidad de mirar por la soleada ventana cuando...
"..."
El hombre rubio de ayer apareció frente a mÃ.
Iba vestido con un traje beige formal, igual que ayer, pero pude ver que llevaba un libro en la mano.
Señaló la silla de enfrente, preguntándome si podÃa sentarse. Tras un momento de sorpresa, asentà con la cabeza.
En cuanto se sentó, me miró fijamente, como recordándome el mohÃn de ayer, asà que le pregunté despreocupadamente cómo estaba.
"¿Has dormido bien?".
Asintió suavemente, abrió la boca como si fuera a decir algo, pero luego vaciló, dándose cuenta de la barrera del idioma. En lugar de eso, extendió con cuidado el libro que sostenÃa.
Cuando leà el tÃtulo, me quedé sin palabras.
[Aprender coreano en 3 meses]
¿Me está pidiendo que le enseñe esto? Le miré con ese significado, y él asintió tÃmidamente.
Oh.... Es un poco ridÃculo, pero no es que me pida nada malo... asà que no hay nada que temer.
Acepté encantada enseñarle.
A partir de ese dÃa, me reunà con él regularmente para enseñarle coreano.
Era un alumno tan aplicado como guapo, y hacÃa todos los deberes que le ponÃa, además de practicar y repasar a conciencia.
No tardé en saber que se llamaba Reynos y que habÃa viajado desde un paÃs muy lejano llamado Argentime para cortejar a una mujer.
"¿Quieres decir que se parece a m�".
"Se parece, no... a ti..."
soltó Reynos, que aún no dominaba el coreano.
Lo sé, lo sé, lo sé, no es un parecido, es que yo soy ella.
Ya habÃa oÃdo lo suficiente como para que me salieran costras en los oÃdos, asà que aparté sus palabras con una sonrisa seca.
"SÃ, lo entiendo, pero en realidad no la recuerdas".
Le corté frÃamente, y Reynos se enfurruñó, pero recuperó fuerzas y me agarró ambas manos, suplicándome.
"Cuando volvamos, te acordarás".
"Ojalá pudiera, pero la empresa está tan ocupada estos dÃas que no puedo tomarme tiempo libre".
Efectivamente, últimamente salgo del trabajo cerca de medianoche todas las noches.
Reynos se mordió el labio, desesperado ante el contundente rechazo.
Le oà murmurar algo en voz baja, casi para sà mismo.
"Ahora, se me acaba el tiempo...".
"Oh, ¿tienes que volver?".
"SÃ. Entonces, ¿podrÃas por favor... venir conmigo?"
La voz era muy lastimera.
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