Viernes 23 de Febrero del 2024 |
La heroÃna tuvo una aventura con mi prometido 172
Knox, a punto de replicar con dureza, vio que se le cortaba la voz, probablemente debido a la proximidad de este espacio al reino de los espÃritus y no al mundo material.
Pudo percibir con todo detalle el aura dorada, negra y plateada que envolvÃa a su hermana y que palpitaba con una energÃa protectora.
¿PodrÃa ser... el poder de Absulekti?
Preguntándose por qué el poder de Absulekti estaba allÃ, Knox pronto se dio cuenta de que era la razón por la que su hermana era capaz de recordar su vida anterior sin volverse loca.
Si Absulekti se habÃa debilitado, si sus encantos no habÃan funcionado en ella, entonces la mayor parte del poder del demonio debÃa de estar en ella.
Los ojos de Knox se oscurecieron.
Otra vez no...
Lo que habÃa anhelado fervientemente le habÃa sido arrebatado una vez más por su hermana.
En su juventud, todo lo favorable gravitaba hacia él. Ésa era la lección que le habÃa dado su madre, y él la habÃa dado por sentada. Ahora, sin embargo, ella le habÃa robado la afición del Dragón Sagrado, el trono y ahora la potencia del Dragón Maligno. Dentro de su corazón, un abrumador sentimiento de incapacidad surgió como lava fundida.
En ese momento, la mirada de Knox se desvió hacia Shade, que permanecÃa aturdido.
Los incipientes demonios de Shade se habÃan desvanecido hacÃa tiempo, mientras que los feroces demonios de Ciella luchaban con implacable determinación por reclamar su forma.
Era el telón final.
Sucumbiendo a una desolación interior, Knox apretó los dientes y cerró los ojos con abyecta desesperación.
Él y el Segundo PrÃncipe la habÃan atacado, con la esperanza de absorber su Laberinto, pero habÃan fracasado, lo que significaba que ahora ella estaba absorbiendo el Laberinto del Segundo PrÃncipe.
Sin embargo, al comprobar la pared, los dos laberintos se estaban fusionando en uno solo, lo que indicaba que eran bastante inestables.
Al darse cuenta de esto, Knox ideó un plan para asestar un golpe a Ciella, la dueña de los dos laberintos.
Si lo hacÃa, seguramente serÃa destruido.
Pero eso no significa que pueda sentarme y dejar que se salga con la suya'.
Tras concluir sus cálculos, Knox se abalanzó hacia el cuerpo del Segundo PrÃncipe, sólo para ser sorprendido con la guardia baja por una enorme pata delantera que se materializó de la nada, haciéndole caer al suelo.
¡BANG!
- Keuk...
- Débil. Tampoco sabe bien.
Cerberus sonrió mientras golpeaba a Knox con su antebrazo como si estuviera jugando a la pelota.
Ciella, que no querÃa que Knox muriera tan fácilmente, frunció el ceño y aconsejó.
"No te lo comas".
- ...En el espÃritu del amor fraternal, te daré un último consejo, hermana.
Apenas capaz de serenarse, con el rostro contorsionado por un dolor atroz, Knox dejó escapar un suspiro entrecortado.
-PodrÃas llevar una existencia mucho más gratificante si cambiaras un poco tu forma de ver las cosas. La gente se postrarÃa a tus pies, jurándote lealtad inquebrantable.
"..."
- Aunque ha perdido sus poderes, Absulekti es leal a tu palabra, asà que lo que quieras, te lo traerá con gusto. ¿Por qué harÃas esto cuando hay una forma de hacerte la vida más fácil?
"..."
- Si no te gusta mancharte las manos de sangre, o algo asÃ, yo lo haré por ti. Me encargaré de todo el trabajo sucio, y sólo verás y oirás las cosas buenas. Y-
"¿Por qué un hombre asà me acusarÃa de ser una mujer malvada?"
El largo monólogo se interrumpió bruscamente. La frialdad de su tono indicó a Knox que sus intentos de persuadirla eran inútiles.
Presintiendo la inminente conclusión, escupió sus últimas palabras, con una sonrisa amarga en la comisura de los labios.
- Asà como uno llega a su nacimiento, asà debe ir a su muerte.
En un instante, Knox, sobre sus ancas, se abalanzó sobre Sombra, su veneno arañando ferozmente su carne, con la esperanza de apoderarse de ella por un momento, incluso mientras desgarraba su espÃritu.
Sintiendo algo extraño en el ominoso testamento y en la falta de cuidado por su propio cuerpo, Ciella ordenó a Cerberus.
"¡Ataquen!"
¡Bang!
Una vez más, las patas delanteras de Cerberus se desataron sobre Knox, pero los demonios de Ciella, atrapados por la forma de Shade, intercedieron en su defensa.
Aprovechando la oportunidad en medio de la confusión, Knox tomó el control del cuerpo y corrió directamente hacia la lava hirviente. Sin dudarlo, arrojó su propia forma a la lava.
"...!"
Horrorizada, Ciella intentó ordenar a sus demonios, pero una poderosa oleada de agonÃa la golpeó, haciéndola retroceder a trompicones mientras se agarraba la frente palpitante.
La desaparición de Shade habÃa desencadenado el colapso del laberinto que habÃa desatado, y absorberlo sin darse cuenta le habÃa asestado un duro golpe a Ciella.
"Ugh...."
SentÃa como si alguien le hubiera extraÃdo el cerebro a la fuerza y lo hubiera golpeado con un martillo.
Todo el laberinto temblaba, como si estuviera al borde del colapso.
Mientras tanto, Cerbero y los demonios, sintiendo que la fortaleza mental de su maestro se acercaba a su punto de ruptura, lanzaron miradas inquisitivas a Ciella.
- Yo te protegeré, jovencita.
Sintiendo una perturbación inquietante, Godori se interpuso ante Ciella.
En ese momento, Reynos, tras sortear con éxito el precario laberinto, estrechó a Ciella entre sus brazos.
"¡Jovencita!"
Los espÃritus malignos que se habÃan aprestado a asaltar a Ciella fueron detenidos en su avance por la potente aura de la energÃa del dragón maligno.
La tez de Ciella perdió su color mientras se aferraba al brazo de Reynos con manos temblorosas. Reynos no tardó en darle una suave palmada en la mejilla.
"Jovencita, no bajes la guardia. ¿De acuerdo? No bajes la guardia".
Por mucho que la estuviera protegiendo de los espÃritus malignos, en el momento en que ella perdiera el conocimiento aquÃ, el laberinto fuera de control se verÃa obligado a cerrarse y tragarse todo lo que habÃa dentro.
Reynos intentó despertarla, pero, al igual que intentaba detener el derrumbe de una torre con sus propias manos, le resultaba imposible reparar una mente que ya habÃa empezado a desintegrarse.
Con una oleada de frustración, Reynos apretó los dientes, y entonces se dio cuenta de que podÃa sentir el poder de Ciella. Eso le hizo recordar cómo, en una existencia anterior en una dimensión diferente, habÃa entretejido el pasado en un libro.
Si utilizo ese método para anclarla...
Tal vez podrÃa evitar que perdiera la cordura por completo.
Sin embargo, dos obstáculos se interponÃan en su camino: en primer lugar, carecÃa del poder para hacerlo en ese momento; y en segundo lugar, no sabÃa cuándo resurgirÃa su mente si intervenÃa.
En el pasado, habÃa creado un personaje ficticio llamado "El Escritor" dentro de Cerberus, alguien vinculado a su alma, con el objetivo de devolverla a la realidad. Pero...
¿SerÃa eficaz el mismo método una segunda vez?
Reynos lo dudaba.
"Ugh..."
Pero no podÃa abandonar a Ciella, que estaba a punto de perder la cabeza por completo. Sin embargo, era cierto que no le quedaban fuerzas, asà que ¿qué podÃa hacer él?
- Hermano Dragón Malvado.
Fue entonces cuando Godori, que le habÃa estado observando de cerca, tiró de su manga.
En ese momento se encontró cara a cara con los pequeños ojos de un espÃritu erizo azul claro que se volvió hacia él.
Reynos se dio cuenta de que el espÃritu que tenÃa delante era el poder del Dragón Sagrado, el poder que se habÃa desprendido de él poco antes de transformarse en el Dragón Maligno.
Si utilizaba a Godori, podrÃa dominar la mente de Ciella.
Pero si lo hacÃa, el espÃritu que ella ama...
- ¡Yo también te protegeré!
Como si quisiera tranquilizarle, Godori se estiró, dándose palmaditas en el pecho.
Reynos hizo una pausa, su decisión pendÃa de un hilo, y luego extendió la mano hacia Godori. El espÃritu se transformó en una radiante bola de luz que fluyó hacia la palma de su mano.
Poco a poco, el vaso fracturado de su fuerza se fue recomponiendo, recuperando su vigor. Un aura de santidad invadió todo su ser, una sensación desconocida a pesar de la larga ausencia de su abrazo.
Con una expresión peculiar, Reynos miró su mano y luego bajó los labios para tocar la frente de Ciella.
En su corazón, imploró al Dios del que hablaban los humanos, esperando que se apiadara de ella y facilitara su rápido regreso a la realidad.
Aprovechando su poder, Reynos profundizó en la conciencia de Ciella.
Pronto, ella sucumbió a un profundo reposo parecido a la muerte.
***
¡Bip, bip, bip, bip, bip!
La alarma de mi móvil sonó con fuerza. Abrà los ojos grogui, haciendo mi mejor imitación de Wag the Dog, y me quedé atónito ante la escena que tenÃa delante.
"Huh..."
HabÃa una mancha de salsa de pollo frito en el papel de plata arrugado junto a una lata de cerveza vacÃa. ParecÃa que me habÃa quedado dormido mientras me daba un capricho.
Bip, bip, bip, bip-.
Un dolor de cabeza palpitante martilleaba mi cabeza resacosa, arrojando una nube oscura sobre mi estado de ánimo. Silencié la alarma y miré automáticamente el móvil, con una mueca de dolor al ver el vibrante logotipo de la portada y el titular que parpadeaba en la pantalla.
[Mi malvado dragón no muerde]
Debajo aparecÃa una notificación de que no podÃa dejar un comentario por exceso de tráfico, acompañada de una retahÃla de comentarios burlándose de mà por estar bloqueada.
"Oh, genial..."
Mi estado de ánimo se desplomó aún más al recordar las caóticas consecuencias de anoche.
Todo ese esfuerzo emocional para nada".
Maldije en voz baja y desinstalé la aplicación de la novela.
Han pasado tres años desde entonces.
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