Llora Hermosamente 97
"Desde hace una década más o menos, quiere a Kael Roysten. Lo que le atrajo fue su decencia e integridad. Pero ahora, vamos, no hay manera que le de su corazón a un gilipollas como tú"
Sorprendentemente, lo que dijo Cesare le dolió. No podía soportar el espléndido pasado del que antes estaba orgulloso, pero ahora no lo pudo soportar porque estaba tan caliente como si le hubieran puesto una chispa en la cara.
Su malvado hocico fue golpeado, pero Akkard lo sabía bien. Fue él quien perdió esta pelea.
Quería descartar todo lo que decía Cesare como una mentira. Pero Akkard recordó de repente un viejo recuerdo.
"¿Por qué diablos me rechazas?"
No pasó mucho tiempo desde que conoció a Damia. Akkard, que había sido rechazado por ella, estaba tan frustrado que presionó.
"¿A quién demonios quieres?"
Damia se quedó en silencio durante un rato al oír esas palabras. Luego abrió la boca en silencio y respondió.
"Lo contrario a ti"
Recordó que la voz de Damia era algo imprecisa.
Sólo entonces se dio cuenta Akkard. En quién estaba pensando Damia en ese momento.
"... De verdad, no te quiero"
Se le rompió el corazón aunque ya lo sabía. Sentado junto a ella por primera vez en mucho tiempo, cayó constantemente en la desesperación.
Sin saberlo, Damia se perdió en sus propios pensamientos. Con las pestañas rojas hacia abajo, sus ojos eran tan suaves como un lirio.
Su cara era tan bonita que dolía como si su corazón se apretara. Akkard, que la miraba como si estuviera poseído, llegó a pensar en no hacerlo.
'¿Cuándo fue la última vez que la abracé?'
Era doloroso, recordó tener una vez a Damia entre sus brazos, pero lo sentía como un pasado lejano.
Incluso ahora, podía recordarlo vívidamente cuando cerraba los ojos. Las lágrimas brotaban en esos ojos altivos y los labios que mordía eran tan bonitos.
En el momento que recordó el único rostro del mundo que conocía, su cuerpo se calentó. Sólo entonces Akkard se dio cuenta que era la primera vez que no había abrazado a una mujer durante tanto tiempo.
Wookshin-
En un instante, mi cuerpo se calentó como una fiebre. Akkard era un hombre con una alta temperatura corporal y energía. La resistencia aquí también era demasiado buena.
El otro día un diplomático del Este lo vio y dijo: 'Eres una persona llena de energía. Si no quieres enfermar, es mejor que lo saques regularmente'
Estuvo de acuerdo en que hay que sacarlo periódicamente. De lo contrario, su cuerpo herviría y se sentiría congestionado como si estuviera atrapado en una bañera estrecha y caliente.
Por eso follaba a las mujeres que encontraba. Porque las mujer tenían que soportar su desbordante virilidad, una larga noche apasionada.
'Pero ahora no puedo'
Pensó Akkard con la cabeza caliente. Probablemente no volverá a abrazar a Damia Primula, ni a ninguna otra mujer.
Podía hacerlo siempre que no conociera el amor. Pero una vez que se dio cuenta, ya no era posible. Contaminar aún más el ya miserable amor, lo hacía sentir horriblemente sucio.
No había manera de transmitirlo aunque estuviera tan ansioso. La confesión de semejante vividor no tenía peso.
Por mucho que se cortara el pecho, sacara su corazón sangrante y se lo mostrara a Damia, no le creería. Ese es el crédito que tenía el nombre de Akkard Valerian. Estaba en la desesperación silenciosa ante la realidad irreversible. Si pudiera, querría arrodillarse ante ese pequeño pie y suplicar.
'¿Aún amas a Kael Roisten?'
No, no es así. Esto no es lo que realmente quería preguntar.
'¿Cómo vas a amarme por él?'
Una idea tan patética.
Fue el momento en el que él, lleno de vergüenza, se barrió el pelo con brusquedad. El rostro de Damia, que había estado deprimido todo el tiempo, cobró vida de repente.
"Sir Akkard"
Sus ojos azules, que encontraron algo, se agrandaron y brillaron de emoción. Akkard, sin saberlo, trató de seguir hacia dónde se dirigía la mirada.
Pero Damia fue un poco más rápida.
"Dijiste que definitivamente fue anoche cuando llovió, ¿verdad?"
"Sí, ha estado lloviendo de repente desde la noche ...."
"Sí, es suficiente"
Después de completar una pregunta y una respuesta de significado desconocido, Damia se levantó inmediatamente. Y la presencia de Akkard a su lado corrió hacia delante, como si se hubiera olvidado por completo.
Akkard se levantó a medias, como si fuera a agarrarla sin darse cuenta. Pero Damia, que escapó de su agarre, voló como una mariposa.
Hacia otro hombre, no hacia él.
"¡¡¡Kael!!!"
El nombre que salía de sus bonitos labios detuvo su corazón por un instante.
"¡Kael, espera un momento!"
Cuando Damia lo siguió, Kael, que atravesaba a zancadas el jardín real, miró hacia atrás. Luego levantó sus afilados ojos grises.
"¿Damia?"
"Sí, soy yo"
Damia, que logró atraer su atención, dijo con alivio.
"Quiero decirte algo"
La razón por la que atrapó a Kael no fue por motivos de lujuria o románce. Más bien, era porque había algo que quería desenterrar.
"¿Puedes dedicarme un minuto?"
Preguntó Damia con ternura, tratando de olvidar el último encuentro incómodo. Entonces, una mirada reticente apareció en el rostro de Kael.
"Bueno.... estoy ocupado"
Hubo un silencio incómodo por un momento. Era una distancia increíble para un amigo de la infancia que una vez fue muy cercano.
'¿Es por esto que las amistades entre hombres y mujeres no tienen sentido?'
Damia tragó un suspiro en su interior, sintiendo la gratuidad de las relaciones humanas.
Afortunadamente, el tiempo pasado con Kael no parecía ser en vano. En cuanto veo una forma de llamar su atención.
"...Se trata de la santa"
Kael giró la cabeza como atraído por las palabras. En cuanto sus ojos se encontraron, Damia se dio cuenta que el cebo que había lanzado era efectivo.
"Bueno, aunque sea por un momento"
"Gracias"
Damia sonrió, ocultando su amargura. Fue una suerte que cambiara de opinión, pero podía sentir claramente que la santa era muy valiosa.
"Por aquí"
Kael le tendió la mano. A pesar de la distancia, el contacto fue tan suave como siempre.
Era una cuestión de costumbre. Antes de convertirse en caballero, era un aristócrata ordinario. Y como amigo de la infancia, había acompañado a Damia en numerosos bailes.
Así que, al igual que lo que sentía en su interior, la suave actitud de Kael de llevar la mano era tan natural como el flujo del agua para Damia, que le sigue como atraída. No había una pareja que se viera bien por fuera.
No lo sabían. Había un hombre detrás de ellos que estaba a punto de quedarse ciego viendo la escena.
"¿Qué tienes que decir?"
Tan pronto como se movió, Kael preguntó directamente. Parecía querer terminar la conversación lo antes posible. Damia sonrió como si no lo supiera. Y se quejó como si fuera un amigo de la infancia.
"Ey, ¿Cómo has estado? Pronto será el cambio de estación, tú solías resfriarte en esta época del año"
"......"
"¿Recuerdas cuando tu jardinero fue en secreto a congelar los arándanos. Me escondí como pude y tú estornudaste, así que me pillaron"
"No creo que eso sea culpa mía"
La cara de Kael se aflojó al salir el tan esperado recuerdo. Porque, para empezar, no era un hombre tan duro.
"No es por estornudar, es porque tu pelo rojo me llamó la atención. Damia, ¿crees que esconderte en los arbustos funcionaría con ese pelo?"
Kael, que mostraba sus dientes parejos, acabó riéndose. Tras confirmar que sus firmes límites estaban algo derribados, Damia sonrió aún más alegremente.
"Oh, Kael. La carta que me enviaste la última vez. Me las arreglé para encontrarla y leerla"
"¿De verdad? Pensé que la habías perdido"
Kael asintió con la cabeza.
"La encontré un poco tarde"
Dijo Damia como si estuviera preocupada.
"Según la carta, parece que tienes una rutina muy estricta. Levantarse como el amanecer, entrenar, seguir las enseñanzas de la Biblia. ¿No estás cansado?"
"Lo decidí al convertirme en un Paladín. Más bien, me alegro de que cada día merezca la pena"
Kael no dudaba de las intenciones de Damia. Sólo pensó que Damia se preocupaba de él como siempre.
Damia estaba enamorada de él desde hacía tiempo. Así que para Kael, su favor era natural.
Esta ilusión era equivalente a la enfermedad crónica de los hombres. No sabían que el favor que recibía era 'temporal' sólo cuando le gustaba a una mujer.
Pero tan pronto como el enamoramiento termina, la buena voluntad que han tenido todo el tiempo se desvanece. Como ahora.
"¿Dijiste que la rutina de la noche era la expiación y la oración?"
"Sí, es un ritual de cara a Dios por la gente y se reza solo"
Kael respondió con una cara orgullosa. Finalmente, el flujo de la conversación se acercó a lo que Damia pretendía.
Tenía que tener cuidado. Damia preguntó con mucha naturalidad, como si estuviera de paso.
"Pero esto no es el Gran Salón, es el Palacio. ¿Sigues rezando?"
Ante la inusual pregunta de Damia, Kael asintió despreocupadamente y aceptó.
"Por supuesto"
"¿Todas las noches?"
"Te lo dije"
Damia bajó los ojos en silencio. Como de costumbre, podía ver cómo los dedos izquierdos de Kael se estremecían cuando mentía.
Y el barro medio endurecido, por toda la suela de sus botas.
'Lo encontré. El que salvó a Cesare'
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