LFEDAM 30

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Martes, 18 de Mayo del 2021


La Falsa Esposa del Archiduque Monstruoso 30



Ah.

Vivian expresó entonces su lamento, aunque brevemente. ¿En qué estoy pensando? No debería pintar ni una pizca de emoción en su rostro sólo porque tuvo un par de aventuras amorosas con él.

En primer lugar, ella no era Alexia, que podía recostar tranquilamente su cuerpo a su lado. Vivian se esforzó por ocultar el temblor de sus manos mientras recogía la ropa que estaba desparramada por el suelo.

Podía sentir cómo Knox le hacía un agujero en la espalda, pero Vivian no miró hacia atrás ni una sola vez.

Sólo después de haberse colocado perfectamente el sombrero, Vivian giró por fin su cuerpo para responder a su mirada. Al ver que Knox seguía mirándola intensamente mientras se apoyaba en la cama, Vivian apretó aún más los labios.

Cuando intentó mover ligeramente sus labios, que parecían dudar, Knox emitió un leve suspiro.


"No te preocupes. No te forzaré si no quieres, para empezar"


¿Se dio cuenta de que Vivian tenía miedo? Knox continuó entonces con sus palabras envueltas en un tono muy reflexivo, que parecían tranquilizarla.


"Jamás desatenderé tu voluntad como lo hice con otros. Lo digo en serio"


Al final, Vivian sólo fue capaz de sellar sus labios que acababan de moverse ligeramente.

¿Cómo iba a atreverse a hablar si él se comportaba así? Vivian no podía soportar decepcionar a Knox. Sólo podía esperar que su mirada enfurecida no se dirigiera directamente a ella.

Al final, Vivian seguía sin poder decir una sola palabra de verdad a Knox.


"Entonces, me despido"


La mano de Knox se estremeció de inmediato ante la sencilla despedida de Vivian.

Sin duda, era un giro increíble al recordar la primera vez que se conocieron, en la que él le había dado la espalda y había fingido quedarse dormido. Sin embargo, Vivian se sintió vacía ante su cambio de actitud.

El carruaje que transportaba a Vivian se dirigía a un lugar desolado, como de costumbre. En cuanto descendió del carruaje, fue recibida inmediatamente por Amanda.


"¿Qué pasa con la Jovencita?"

"Ya te lo he dicho antes. La Jovencita no vendrá más por aquí"


Amanda sonreía de oreja a oreja mientras decía eso. Era un producto de pura felicidad por el hecho de que ahora podía holgazanear todo lo que quisiera sin necesidad de preocuparse por la mirada de su jefe-su amo.


"No te quedes así y cámbiate de ropa ahora. ¿Qué vas a hacer si llegas tarde una vez más, además de no tener cena otra vez?"


Vivian se quedó mirando fijamente la ropa que Amanda le ofrecía. Parecía aborrecer esa ropa habitual suya, hoy en particular. ¿Qué tan genial sería si la ropa que se aferraba a ella ahora mismo le perteneciera realmente a ella, en su lugar?


"¿Vivi?"

"Ah, claro. Necesito cambiarme rápidamente. Además, me muero de hambre de todos modos"


Al escuchar la voz de Amanda que se llamaba a sí misma, se apresuró a cambiarse de ropa de inmediato. Una vez que se quitó el sombrero y se ató bien el pelo, sólo entonces volvió a ser ella misma.

Sin embargo, Vivian se mordía los labios mientras miraba fijamente a Amanda, que estaba ordenando cuidadosamente la ropa de Alexia.

La codicia sin sentido sólo engendraría el infierno. Creció escuchando cada palabra que su madre había dicho sin falta; lo que está por encima de las posibilidades de uno siempre puede ser nocivo.

Quizá por eso Vivian nunca había codiciado las cosas que pertenecían a otras personas. La idea de que tenía que vivir según su propia medida había hecho que Vivian consiguiera finalmente despegar su mirada de aquel ostentoso vestido.

En cuanto Vivian y Amanda llegaron a la comarca, enseguida sintieron que el ambiente de la mansión era diferente al habitual una vez que descendieron del carruaje.

En medio del ambiente vagamente hostil, se pudo ver a una criada que se apresuró a encontrar a Vivian y la agarró por la muñeca.


"¡Vivian! ¿Qué haces aquí? Date prisa y ve a ver a la Jovencita en este momento"

"¿Qué ha pasado?"


preguntó Amanda en nombre de Vivian, que no podía hablar libremente ante el repentino giro de los acontecimientos. Sin embargo, ni siquiera podían mantener una conversación decente, ya que la cara de la criada estaba completamente azul y se encontraba completamente alterada.


"¡Deprisa!"

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