La Emperatriz se volvió a casar 89
Una inquietante sensación de homogeneidad
Ante el comentario atrevido, Christa me miró de reojo, perpleja.
Si lo corrigiera nuevamente, parecería que lo estuviera regañando, así que estaba tratando de hacer que se diera cuenta de quién soy... Desafortunadamente, el cortesano no se percató de ello.
Al no entender nada, el cortesano continuó con los 'elogios a la verdadera reina,' Christa me miró desesperadamente esta vez.
Parecía querer que diera un paso al frente y le dijera la verdad.
Lo siento por Christa, pero... no di un paso al frente.
En su lugar, miré al cortesano en silencio. Lo que me preocupaba antes. Dos reinas con poca diferencia de edad.
Quería ver la actitud honesta de los cortesanos sobre esto.
El palacio real, donde una transición natural del poder no tuvo lugar y, por consiguiente, había prácticamente dos reinas.
Una ya no es oficialmente la reina, desde hace un año, pero continuó desempeñando el papel de la reina. Sus amigos, familiares y seguidores estaban todos aquí. Incluso la mayoría de los cortesanos puede que hayan sido contratados por ella.
Al contrario, la otra se convirtió en la reina, pero es extranjera— su familia, amigos y seguidores estaban todos en el extranjero. No tenía relación alguna con los cortesanos del Reino Occidental.
Era obvio con que reina simpatizaban los cortesanos, pero quería confirmarlo con mis propios ojos.
Después de eso, nos encontramos con más cortesanos y situaciones similares continuaron sucediendo, pero me quedé quieta hasta el final.
"Um... espero que esto no te afecte demasiado."
Cuando casi llegamos al anexo, Christa me habló cuidadosamente, como si estuviera preocupada.
Tenía una sonrisa triste en su pálida boca.
"Es que están acostumbrados a mí, son buenas personas. Sienten lástima por mi situación actual, pero te aseguro que pronto te seguirán."
"Ya veo..."
Respondí un poco despacio para no sonar demasiado seca.
Sin embargo, no estuve de acuerdo con ella en absoluto. La mayoría de los cortesanos que nos encontramos en el camino hasta ahora elogiaron a Christa, llamándola reina.
En cambio, de mi decían que soy una extranjera, una mujer astuta que se volvió a casar tan pronto como se divorció de su esposo, y arrogante ya que vengo del Imperio Oriental.
¿Qué más pensaban de mí?
Algunos de los cortesanos que me vieron bajar del carruaje se acercaron con una sonrisa, y cuando me vieron parada detrás de Christa, cerraron sus bocas horrorizados...
"Si no estuviera presente, dirían lo mismo que los demás."
Obviamente son buenas personas para Christa.
Buenas personas que estaban a su lado para apoyarla incluso después de no ser la reina.
Sin embargo, ¿son buenas personas para mí también?
"..."
"¿Lady Navier?"
Pero a decir verdad, no se lo dije porque esto me recordó a cuando Rashta llegó a nuestras vidas...
Por supuesto, la situación entre Christa y yo era diferente. Era la cuñada de Heinley, no su esposa.
No obstante, parecía similar en el sentido de que estaba siendo sacudida de su posición por una recién llegada.
Christa se sintió aliviada cuando la miré a los ojos y le sonreí. Cuando llegamos al anexo, se adelantó ligeramente y abrió la puerta.
"Es aquí."
Me esforcé por ocultar mi mente perturbada y la seguí dentro.
Christa preguntó con una voz orgullosa.
"Es hermoso, ¿verdad?"
"... Sí."
El anexo era realmente hermoso.
La luz del sol iluminaba tenuemente el vestíbulo. Incluso los muebles, que parecían estar dispuestos de forma poco organizada, tenían un estilo vintage.
Aunque estaba un poco desconcertada... ya que se parecía mucho a la Casa de Cristal del Imperio Oriental.
'Había escuchado de la anterior emperatriz que muchos edificios en países extranjeros fueron modelados a partir de la Casa de Cristal. Este era uno de esos...'
Pero si saco el tema, podría ser vista como alguien arrogante por venir del Imperio Oriental.
No hablé de eso, lo pensé y sólo repetí que era hermoso.
Sin embargo, incluso después de mostrarme todo el lugar, Christa dudó en irse. Tan pronto como me preguntaba por qué, abrió cuidadosamente la boca con las manos entrelazadas.
"Puede que no quieras hablar de esto, pero... siento que debo hacerlo. Um... Lady Navier. Tengo que pedirle un favor."
"¿Cuál?"
"La gente empleada aquí, los cortesanos, están lejos de la edad de jubilación."
"¿?"
"Son las personas que contraté."
Suspirando, Christa me miró con ojos de ciervo y continuó,
"Como dije antes, son buenas personas. Navier, pueden serle de gran ayuda, son trabajadores diligentes y honestos."
"..."
"Si no le importa, me gustaría que no cambiara a ninguno de los cortesanos."
Intenté mantener mi expresión lo menos rígida posible, pero era difícil.
Podía entender cómo se sentía al pedir este favor. Cuando la autoridad real es reemplazada, se producen cambios en masa en el personal. Le daría lástima que fueran despedidos a causa de su elección.
Sin embargo, no era una petición fácil de aceptar. Los cortesanos son literalmente personas que vivían junto a uno en el palacio real, pero ¿no son todos seguidores de Christa ahora?
Incluso cuando tenía a mi propia gente en el palacio imperial, Rashta siempre conocía mis movimientos.
¿Vivir en un palacio lleno de personas que no están de mi lado?
En lugar de establecerme como reina, era obvio que cada movimiento sería un chisme, como vi de camino aquí.
Pero sus preocupaciones no eran incomprensibles, así que pensé por un momento y luego llegué a una conclusión apropiada.
"Dejaré a los que trabajan en lugares donde no hay contacto alguno conmigo."
"¿Dónde no hay contacto...?"
"Es difícil dejar a quienes trabajaban en lugares donde es posible que se encuentren conmigo. Incluso si no los despido, tendré que cambiar su lugar de trabajo."
La expresión de Christa se oscureció.
La gente que trabajaba en los lugares que la reina frecuentaba era ciertamente la más cercana a ella.
Parecía sentirse mal por eso.
No obstante, en lugar de pedírmelo de nuevo, Christa asintió con una sonrisa, "Ya veo."
"Parece que pedí demasiado. Lo siento."
* * *
"¡Su Majestad la Reina! ¿Cómo le fue con la Emperatriz del Imperio Oriental?"
Cuando Christa regresó a su habitación, las damas de compañía se le acercaron y preguntaron por la Reina Navier.
Eran las damas de compañía con las que Christa había estado desde que fue reina, siendo amigas y hermanas para ella.
Christa sacudió la cabeza con una sonrisa amarga.
"Ya tiene un ojo puesto en mí."
"No, ¿qué sucedió?"
"Es inevitable. Escuchó a los cortesanos llamarme Reina mientras estaba a mi lado."
"¿A su lado? ¿Por qué los cortesanos hicieron eso cuando estaba allí?"
"No se presentó, simplemente se quedó mirando sin decir una palabra..."
Ante las palabras de Christa, las damas de compañía chasquearon la lengua.
"He escuchado que es muy inteligente. Supongo que ya está eligiendo a quienes expulsara."
Christa suspiró y se sentó en su silla.
"Reina, no debe dejarse presionar ahora."
"¡Tiene que ser la primera en actuar!"
Las damas de compañía, que habían estado a su lado desde que alcanzó la posición más alta, refunfuñaron enfadadas, pero Christa sacudió la cabeza y murmuró,
"Ya no soy la reina, ¿cómo podría competir por el poder...?"
Christa sonrió con tristeza.
Se habría sentido un poco mejor si alguna joven dama de una familia noble del Reino Occidental se hubiera convertido en la reina.
Era alguien que estaba en una posición no diferente a la suya hace unos días. Cuando se enteró de este rumor había simpatizado con ella.
'Era una sensación extraña y desagradable que haya tomado mi lugar para salir de su lamentable situación. Además, con quien se volvió a casar...'
"Ella tomó el puesto de la reina tan pronto como fue expulsada del puesto de la emperatriz."
"¡No hay razón por la que no pueda ser la reina!"
"¿No puede volver a casarse con otro rey, Lady Christa?"
Las damas de compañía ofrecieron palabras de consuelo, pero no tuvieron mucho efecto.
* * *
Aunque Navier y Christa entendían la situación de la otra, estaban en una posición incómoda en la que no podían retroceder.
Después de reunir a sus oficiales y cortesanos, Heinley admitió que fue imprudente de su parte ir al Imperio Oriental solo.
Sin embargo, enfatizó que lo hizo por decisión propia, no porque Navier lo hubiera llamado.
"Es la mujer que siempre he adorado y admirado. Respeto su extraordinaria capacidad como emperatriz, y la traje hasta aquí con eso en mente, pero tan pronto como llegó... ¿creían que se trataba de una especie de unicornio?"
Los funcionarios y cortesanos que salieron para ver llegar a la emperatriz que se volvió a casar, tosieron y bajaron la mirada.
Fue sorprendente que la emperatriz, de la que solo habían oído rumores a lo lejos, se volviera a casar y con su rey playboy, así que se dejaron llevar un poco por la curiosidad.
No hubo ninguna objeción.
"La Emperatriz del Imperio Oriental apareció repentinamente como la reina, nunca se mencionó nada al respecto. La gente todavía considera a Christa como la reina y, por supuesto, no es fácil tratar ahora a la emperatriz de otro país como la reina."
Solo el Marqués Ketron, primo de la anterior reina Christa, lo refutó, pero tuvo que cerrar la boca ante las palabras que dijo Heinley apuntando su corazón.
"En ese caso, me ocuparé de aquellos que no puedan tratarla como la reina, seas tu o cualquier otra persona que piense de la misma manera."
***
Después de que Christa se fue, me senté sola en la mesa, pensativamente.
Hubo un golpe en la ventana.
Cuando me acerqué a la ventana y la abrí, Heinley estaba de pie con un ramo de joyas.
Sabía de ramos de flores, pero un ramo de joyas...
"¿Qué significa esto?"
Cuando le pregunté avergonzada, él repitió la explicación de hace un tiempo.
"El Reino Occidental es la capital de las joyas, cuyas minas pertenecen a la familia real. Tenemos muchas joyas."
"..."
"¿No te gustan las joyas?"
"No, no es eso..."
Es como las joyas que puso la última vez en el pastel.
¿Es una costumbre de Heinley esparcir joyas por todas partes?
De todos modos, era vergonzoso recibir algo así de repente.
Si fuera un ramo de flores, lo habría recibido alegremente.
Mientras vacilaba, me preguntó preocupado.
"¿Sigues agobiada?"
"Desearía que fuera un ramo de flores."
Mientras sonreía incómodamente, Heinley insistió, señalando con uno de sus dedos unas pequeñas flores rojas entre montones de joyas.
"Aquí hay algunas flores, así que también es un ramo de flores."
Cuando me reí por su comentario, Heinley se rascó la mejilla, sintiéndose avergonzado.
"Ahora somos marido y mujer, Reina. Por favor, acéptalo."
Su cara se iluminó de inmediato cuando acepté el ramo de joyas.
No puedo creer que esté tan feliz sólo porque acepte el regalo...
Se veía adorable, así que me di la vuelta, diciéndole que entrara.
Iba a abrir la puerta.
Sin embargo, inesperadamente, Heinley entró por la ventana tan pronto como di un paso atrás.
"¿Heinley?"
Dejé de dirigirme a la puerta y levanté una ceja, preguntándole por qué entraba por la ventana. Entonces, murmuró torpemente.
"Hábito..."
"¿Sueles hacerlo?"
Los ojos de Heinley se movían de un lado a otro al no saber que decir. No era el comportamiento propio de un Rey. Además, si seguía preguntándole, sólo haría que se avergonzara, así que me giré y cambié deliberadamente de tema.
"¿Escuché que tenías una reunión?"
Heinley inmediatamente abordó el tema que planteé.
"No se discutió nada en la reunión, así que terminó rápido."
"Has estado fuera durante mucho tiempo. ¿Sucedió algo malo?"
"Lo más grave fue que desaparecí."
Heinley respondió en broma, pero pronto su expresión se volvió seria y continuó.
"Me pediste que no interviniera, así que mantuve mi boca cerrada, pero... Reina. Quiero dejar claro a todo el mundo que eres mi esposa y la reina de este lugar."
Parecía hablar del momento en que lo detuve cuando Yunim estaba siendo irrespetuoso conmigo.
Sacudí la cabeza.
"Ya todo el mundo lo sabe."
"Si lo saben, entonces deben comportarse como es debido. En caso contrario, se lo haré saber con más claridad."
"Heinley, hay cosas en las que puedes ayudarme, pero hay otras que debo hacer por mí misma."
Puse el ramo de joyas sobre la mesa y sostuve ligeramente su mano.
"Gracias, pero ni siquiera el emperador, Sovieshu, podía controlar la reputación de Rashta. Tengo que hacer esto personalmente."
"..."
Los labios de Heinley se movieron, pero finalmente aceptó con una voz débil.
"Está bien, pero si hay algo en lo que pueda ayudarte, no dudes ni un segundo en decírmelo."
"Gracias. Si necesito algo."
"Dímelo de inmediato."
Ante mis palabras, la tez de Heinley se iluminó y me miró afectuosamente, como si intentara convenceme de que se lo dijera.
* * *
"¿Me está pidiendo que envié a la hermana de Sir Yunim como dama de compañía?"
McKenna abrió los ojos de par en par ante la petición de Heinley, que había ido al anexo de la reina tan pronto como terminó la reunión.
Hace unas horas, vio perfectamente cómo el capitán de la guardia trataba a Navier. Sin embargo, le estaba pidiendo que enviara a su hermana al honorable puesto de 'dama de compañía de la reina'.
"Es sólo temporal. Dos de sus damas de compañía del Imperio Oriental decidieron convertirse en sus damas de compañía aquí también, pero aún no han llegado."
"No, aún así..."
Enfadado, McKenna frunció el ceño.
Habiendo jugado el papel de cupido (mensajero del amor), incluso siendo alcanzado por una flecha, McKenna no pudo evitar ponerse del lado de Navier.
"Además, Sir Yunim fue demasiado duro. ¿Su Majestad fue atrapado en el Imperio Oriental por culpa de la reina? ¿La reina, que estaba en el Imperio Oriental, lo arrastró de alguna manera? ¡¿Su Majestad, Su Majestad no se fue volando con sus propias alas?!"
Heinley, que asintió en acuerdo, preguntó sorprendido.
"¿Ahora que lo pienso, no he visto al hermano Koshar?"
Koshar, quien pasó varios días con Heinley, era un hermano mayor que amaba profundamente a su hermana, dispuesto a todo por ella.
A juzgar por su personalidad, debería haber sido el primero en presentarse tan pronto como su hermana llegó.
Era extraño que todavía no se le viera por ningún lado.
"Tampoco parece haber ido al anexo."
"Ah. Seguramente la evitará tanto como sea posible en este momento. Bueno, puede que esté en algún lugar cercano."
"¿Evitar? ¿Por qué?"
"Le preocupa (Teme) salir ahora (presentarse ahora) y convertirse en una molestia para la Reina..."
Heinley levantó una ceja, y chasqueó la lengua con lástima.
McKenna se encogió de hombros.
"De hecho, eso es cierto (así es). La reputación de Lord Koshar es un poco, mala (Lord Koshar tiene una reputación un poco... mala)."
"... Lamento la situación de mi hermano mayor, tendré que hacer algo para cambiar su reputación."
"Pensando en el futuro, es lo mejor."
Heinley asintió y se acercó al escritorio, un montón de papeles se habían apilado en su escritorio mientras estaba fuera.
Heinley se sentó, arremangándose las mangas.
"Oh, los preparativos para la boda deben hacerse rápidamente."
Abrió la tapa del tintero, sacó una pluma y sumergió la punta en tinta negra. En ese instante, hizo "¿Hmm?" mirando a McKenna.
"Los preparativos para la boda, no los harás tú, ¿verdad?"
McKenna también lo estaba mirando fijamente.
"Así es. Normalmente... la reina lo hace."
Normalmente, la reina, es quien se encargaba de los preparativos para la boda de los príncipes herederos, pero el caso actual era era muy diferente de lo 'normal'.
Las expresiones de Heinley y McKenna se oscurecieron de manera similar.
Christa ya no era la reina, siendo Navier la actual reina.
Por supuesto, incluso si no ya no tenía ningún estatus, se vería mejor que la anterior reina, Christa, hiciera los preparativos para la boda.
Pero esto no sería bueno para Navier.
Para preparar la boda nacional, se necesitaba dirigir y supervisar a los cortesanos durante unas semanas. Y en este proceso, la posición de Christa podría verse fortalecida. Sin embargo, pedirle a Navier que prepara su propia boda equivaldría a pedirle a la alta sociedad que la devorara.
Si la preparara a lo grande, la devorarían por ser extravagante. Si la preparara sencilla, la devorarían por menospreciar al Reino Occidental.
McKenna preguntó ansiosamente.
"¿Qué deberíamos hacer?"
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